Monday, November 14, 2016

Estados Unidos: sus presidentes y México

MEXICO-US-PENA NIETO-TRUMP

Estados Unidos: sus presidentes y México

BULMARO PACHECO MORENORECIENTES 
“Oswald no fue un ejemplo del absurdo posmoderno, sino uno de sus mesías.[...] No mató a Kennedy para impresionar a Jodie Foster. Mató a Kennedy para impresionar a Clío, la musa de la historia.” (Martin Amis, The Sunday Times.)
¿Por qué el expresidente Porfirio Díaz optó por irse al exilio a Francia y no a los Estados Unidos? Sus razones tenía y su distanciamiento también. Formó parte de una generación que vivió en carne propia la invasión de 1847 impulsada por el presidente James Knox Polk (1845-1849) y el cercenamiento de más de la mitad de nuestro territorio.
Esa generación siempre tomó distancia del llamado coloso del norte y optó mejor por viajar y promover a Europa en México.


Juárez y su generación vivieron temporadas de exilio en Nueva Orleans, a donde se llegaba saliendo de Veracruz con escala en La Habana. Abraham Lincoln simpatizó siempre con Juárez. Sus orígenes eran similares.
Quienes tuvieron una participación activa como precursores de la Revolución mexicana y actuaron en ella, realizaron muchas de los trabajos propios de la organización en los Estados Unidos. Allá se reunían, editaban, difundían y buscaban financiamiento para sus actividades. Por allá anduvieron los hermanos Flores Magón, también Madero y sus seguidores.
La relación de los presidentes de México con sus similares de los Estados Unidos nunca ha sido fácil ni cómoda. Hay demasiadas historias que contar.
A Porfirio Díaz, en su largo período de gobierno le tocó lidiar con James Garfield (asesinado), Chester Arthur, Grover Cleveland, Benjamin Harrison, otra vez Cleveland, William McKinley (asesinado), Theodore Roosevelt y William Howard  Taft (1909-1913), con quien por primera vez se reuniera en El Paso, Texas. Taft estuvo puntualmente informado del golpe de Estado tramado por Huerta contra Madero, con la complicidad del entrometido embajador americano Henry Lane Wilson.
Woodrow Wilson (1913-1921) retiró al complicado embajador y flexibilizó la relación con México, pero autorizó la invasión de barcos de los Estados Unidos al puerto de Veracruz (Abril-Noviembre) con el propósito de frenar el abasto de armas alemanas al inestable gobierno de Victoriano Huerta.
También le negó el reconocimiento oficial del gobierno americano al presidente Álvaro Obregón, por no estar de acuerdo con las disposiciones de la Constitución de 1917 en materia de propiedad minera, petrolera y agraria.
Le tocaría a William G. Harding iniciar el reconocimiento del gobierno mexicano, pero no le alcanzó el tiempo porque Harding murió en el poder de un ataque al corazón en agosto de 1923.
Al presidente Calvin Coolidge (1923-1929) le tocó autorizar el reconocimiento del gobierno de Álvaro Obregón y tratar al presidente Plutarco Elías Calles. Designó como embajador al personaje extranjero más político de principios del siglo XX en México: Dwight Morrow.
Le tocó el asesinato de Obregón y la crisis política que llevó al maximato, incluida la llamada revolución renovadora de 1929.
A Herbert Clark Hoover (1929-1933) le tocó tratar a Pascual Ortiz Rubio y Abelardo Rodríguez, mismos que experimentaron en México los embates de la crisis económica de 1929 y sus secuelas.
Franklin Delano Roosevelt (1933-1945) abarcó el último año de Rodríguez, todo el sexenio de Lázaro Cárdenas y los primeros tres años de Manuel Ávila Camacho. Tiempo de definiciones en las relaciones de México y los Estados Unidos por las reformas del gobierno de Cárdenas en materia de tierra y petróleo, pero también de gestación de la Segunda Guerra Mundial y la expresión más dura del nazismo en Alemania. Roosevelt no tuvo mucho tiempo para involucrarse en la relación con México por la SGM y el gobierno americano vio solo de reojo la candidatura de Andrew Almazán, a decir de muchos un candidato impulsado por las compañías petroleras extranjeras.
A Harry S. Truman (1945-1953) le tocarían los períodos de Ávila Camacho (un año), Miguel Alemán (todo el sexenio) y el primer año de Ruiz Cortines. Le tocó recibir toda la información relativa al proceso electoral de 1952, cuando por primera vez se divide el PRI y el sistema político se cimbra.
A Dwight D. Eisenhower (1953-1961) le tocó la consolidación del proceso para la integración de la Organización de los Estados Americanos y le toca la votación de México a favor de Cuba. Se tensan las relaciones.
John F. Kennedy estableció buenas relaciones con el presidente Adolfo López Mateos. Se reparó el asunto de El Chamizal y se avanzó en la política hacia centro y Sudamérica.
En 1961 se diseña la “Alianza para el Progreso” que buscaba evitar se extendiera el ejemplo de la revolución cubana, y en enero de 1962 Cuba es expulsada de la OEA con el voto en contra de México y la abstención de Argentina, Brasil, Bolivia, Chile y Ecuador. Kennedy es asesinado en Noviembre de 1963 y es sustituido por Lyndon B. Johnson.
Johnson (1963-1969) apoyó a México. En sus orígenes texanos, contó mucho -para entender a México- el haber sido profesor de secundaria de hijos de inmigrantes mexicanos. Le tocó la mala fortuna de que en su período ocurrieran los asesinatos de Martín Luther King en abril y de Robert Kennedy en junio de 1968. Sus relaciones con Adolfo López Mateos y Gustavo Díaz Ordaz fueron normales. Le afectó en gran medida el no saber qué hacer con la Guerra de Vietnam. En esa crisis moral de la guerra y los asesinatos políticos, surge en los Estados Unidos el movimiento hippie, el pop -Festival de Woodstock de 1969- y la revolución sexual.
Richard Nixon (1969-1974) tuvo relaciones cordiales con el presidente Luis Echeverría. La apertura hacia China impulsada por Nixon impactó a México, que también estableció relaciones diplomáticas con la nación asiática. A Nixon, -que renunció en 1974 por el escándalo de Watergate-, lo sustituye Gerald Ford, sin ninguna variación en la relación con México.
Al presidente José López Portillo le toca en sus inicios tratar con James Earl “Jimmy” Carter. El demócrata trató bien a México y en su período no se registraron mayores alteraciones en la relación con López Portillo,salvo la declaración conjunta con Francia reconociendo la guerrilla de El Salvador.
En cambio, la presidencia de Ronald Reagan (1981-1989) se caracterizó por una gran inestabilidad en las relaciones con México (un año de JLP y todo el sexenio de De la Madrid) y los países latinoamericanos. Se impulsó la contrarrevolución en países de Centroamérica, estalló el problema de las drogas en México con el caso de Rafael Caro Quintero y el asesinato del agente Camarena y se tensó la relación política con México por la intromisión frecuente en asuntos políticos del embajador John Gavin. A los 69 días de haber asumido el cargo, Reagan fue balaceado en marzo de 1981 por John Hinckley Jr.; con esa acción buscaba impresionar a la actriz Jodie Foster.
Con el presidente George H. W. Bush (1989-1993) las relaciones mejoraron notablemente. El presidente Carlos Salinas de Gortari le dio prioridad a la relación con los Estados Unidos y se logró consolidar las negociaciones para  del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
Con William Jefferson Clinton (1993-2001) no hubo mayores problemas. Se firmó el TLCAN. Clinton apoyó sin reservas al presidente Ernesto Zedillo en la crisis económica de 1995 y se mostró solidario con México en los principales temas de interés de la agenda bilateral.
George W. Bush (2001-2009) empezó la relación en México con los gobiernos de la alternancia. Ningún cambio, ninguna prioridad. Con Vicente Fox se recuerda el papelazo aquél del “comes y te vas” hecho con la visita de Fidel Castro a la cumbre iberoamericana realizada en Monterrey. También la frialdad con la que Fox reaccionó ante la crisis provocada por el ataque terrorista contra las torres gemelas de septiembre del 2001. Felipe Calderón descuidó la relación política con los Estados Unidos, tanto en los últimos tres años de Bush como en el período de Barack Obama (2009-2017).
Al presidente Peña Nieto le tocaron los últimos cinco años de Obama y la relación bilateral se desarrolló normal.
Tanto en el gobierno de Calderón como en el de Peña Nieto se reforzaron los mecanismos de colaboración con Estados Unidos en materia de seguridad.
Ahora el dilema es Donald Trump. Nadie sabe qué va a pasar  con él en su presidencia (2017-2021).
Nadie se atreve a predecir el rumbo que tomarán los asuntos de México con el próximo presidente. Tampoco el rumbo que tomen los asuntos domésticos y los de política exterior de los Estados Unidos ante sus controvertidas afirmaciones sobre los principales temas de la agenda doméstica e internacional, y la falta de oficio político del nuevo presidente
Preocupa, eso sí, la suerte de los millones de indocumentados que se encuentran en los Estados Unidos. También y ante las amenazas de reabrir o replantear los términos de intercambio comercial entre las dos naciones, preocupa el futuro del TLCAN, que ahora genera 540 mil millones de dólares.
Con el anunciado Muro, nadie sabe lo que va a pasar, aunque sí se prevé un endurecimiento de la política anti migratoria.
No debemos olvidar que al ganar Trump también gana el Ku klux Klan, gana el Tea Party y gana la Asociación Nacional del Rifle entre otros. Ganan los partidarios de la xenofobia y gana el norteamericano blanco que considera que los migrantes le han quitado los empleos,a pesar de que desde 1995 y con la firma del TLCAN se han creado allá, más de 5 millones de empleos.
Estados Unidos ha quedado dividido después de a elección de Trump. Numerosas manifestaciones de jóvenes contra la elección del magnate inmobiliario, nos muestran que a los Estados Unidos le espera una larga noche de tensiones,inestabilidad y un número importante de problemas políticos que le dificultarán sensiblemente la gobernanza a Trump, aun cuando el partido Republicano logró mayoría en las dos cámaras del Congreso. Ahora más que nunca,no se sabe lo que va a suceder.
Ante eso,México requiere replantear su agenda y su operación política con el nuevo gobierno que entrará en vigor en enero del 2017. Desde ya, estará a prueba la lectura fría y realista del complicado momento político por el que atraviesa nuestro vecino del norte y los desafíos inmediatos que implica para México,sin ilusiones ni ingenuidades. Los mexicanos recordamos gratamente a los presidentes Lincoln, Wilson, Roosevelt, Kennedy, Bush (padre) y Clinton, que en los siglos XIX y XX supieron valorar la relación con su vecino. Revisando lo que ha sucedido en lo que va del siglo XXI,y lo que viene a partir del 20 de enero del próximo año…Ya no estamos tan seguros.
Ante lo sucedido,vale recordar al más grande científico de los siglos XVII  y XVIII Isaac Newton que cuando perdió casi todo su patrimonio por reinvertirlo en la bolsa de Londres, dijo: “He logrado predecir el movimiento de los astros pero no la locura de las masas”…¿Igual que ahora?

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