Sunday, July 24, 2016

¿Fueron buenos para el desarrollo los europeos?

Dalibor Rohac indica que un estudio reciente de William Easterly y Ross Levine concluye que prácticamente la mitad de la variación en los niveles de desarrollo global promedio de hoy puede ser explicada por el tamaño de la población inicial europea.

Dalibor Rohac fue analista de políticas públicas del Cato Institute (2013-2015). Actualmente se desempeña como investigador asociado en el American Enterprise Institute.

El crecimiento económico moderno es un ejemplo de un problema no determinado, para el cual una variedad de potenciales explicaciones dramáticamente exceden la cantidad de datos disponibles. En un artículo anterior (en inglés), comparé el surgimiento de Occidente con la Mona Lisa. Así como la pintura de Da Vinci llegó a ser destacada, el crecimiento económico no tiene un escenario de contraste observado y numerosas explicaciones alternativas, que van desde el carbón, hasta el capital humano, hasta las instituciones o la cultura. Discriminar entre ellas está lejos de ser algo sencillo.



Un reciente estudio de William Easterly y Ross Levine (discutido por Chris Blattman aquí, ambos enlaces en inglés) hace dos aportes importantes a este campo de investigación. Uno es indirecto pero notable para los historiadores —proveyendo una nueva base de datos acerca de la porción de la población europea que vivía en las colonias durante las primeras etapas de la colonización. Segundo, el estudio trata de dar una respuesta parcial a la gran pregunta de qué determinó el desarrollo económico comparativo alrededor del mundo mediante la observación de la relación entre el tamaño de la población inicial europea y los resultados en el presente.
Claramente, el colonialismo fue una fuente de terribles injusticias y sufrimiento humano. Peor aún, los colonizadores europeos tradicionalmente trajeron consigo enfermedades que diezmaron grandes segmentos de las poblaciones locales. Easterly y Levine no niegan esto. En cambio, están interesados en la cuestión de si la presencia de los europeos ha generado —a pesar de lo obviamente deplorable del colonialismo en cuanto a su moralidad— algún beneficio económico significativo a largo plazo.
De hecho, el estudio utiliza la inmunidad de las poblaciones locales ante las bacterias europeas como una fuente de variación exógena en los patrones de establecimientos europeos. Los europeos colonizaban lugares con climas templados y otras características deseables, que concebiblemente pueden estar relacionadas con la prosperidad económica a largo plazo.
Sin embargo, los europeos también se asentaban más densamente en aquellas regiones donde encontraban poca resistencia de las poblaciones indígenas. Dicha resistencia era debilitada dramáticamente si la exposición a los microbios europeos desataba tasas de mortalidad extremadamente altas entre los locales. Porque hay pocas razones para creer que la resistencia a las bacterias del pasado afecte los resultados económicos del presente a través de otros canales además de aquel de haber determinado la densidad de los asentamientos europeos y porque tal resistencia no estaba relacionada a otras características de estas áreas, esto nos provee una manera de evaluar el efecto directo de la colonización europea sobre los resultados económicos.
Esos resultados son notables. Prácticamente la mitad de la variación en los niveles de desarrollo global promedio de hoy puede ser explicada por el tamaño del asentamiento europeo inicial. Sus resultados discrepan, ellos argumentan, con la historia contada por Acemoglu y Robinson acerca de las instituciones extractivas e inclusivas que los colonizadores trajeron a distintas regiones del mundo. Su versión de la historia institucional predice que los lugares donde los europeos no querían asentarse en grandes números fueron permanentemente perjudicados por la importación de instituciones económicas extractivas. Easterly y Levine, en cambio, consideran que la presencia de cualquier grupo de europeos —sin importar si son pocos o de donde sea que hayan venido— tuvo un efecto positivo y fuerte sobre los resultados económicos.
Pero, ¿a través de exactamente qué medio fue que la presencia de los europeos influyó los resultados económicos actuales? Easterly y Levine dicen que su historia es consistente con la noción de que el capital humano juega un rol decisivo en la determinación del desarrollo. Los europeos trajeron capital humano e instituciones que fomentaron la generación de nuevo capital humano. Obviamente, sus resultados prestan tan solo un respaldo indirecto a esa idea.
Los europeos trajeron consigo muchas cosas —normas informales y su cultura, normas legales, instituciones políticas, tecnologías específicas— y no hay manera fácil de desenmarañar los efectos de estos sobre los resultados económicos. Podría, por supuesto, ser posible ver al capital humano de manera más amplia, como algo que abarca algunos de esos atributos, pero eso restaría profundidad analítica a las explicaciones del desarrollo enfocadas en el capital humano.
Al mismo tiempo, la interpretación limitada del capital humano no parece resonar con la experiencia. Por ejemplo, la inmigración china en el siglo diecinueve hacia el Sudeste de Asia reclutó números desproporcionados de campesinos empobrecidos del sur de China, que luego se convertirían en trabajadores esclavos. Aún así, dentro de un par de generaciones, esta diáspora se convertiría en un motor del desarrollo económico en lugares como Singapur y Malasia —muchas veces a pesar de la hostilidad y discriminación frontales. Es muy probable que los inmigrantes chinos triunfaron debido a las normas sociales que ellos trajeron consigo, pero es mucho menos probable que triunfaron gracias a una serie de habilidades obtusamente definidas que ellos hayan traído consigo.
Dado que la economía involucra a seres humanos, esto no puede librarse de cierto grado de confusión conceptual. Más importante todavía, la gran pregunta parece poco probable que sea significativamente iluminada con todavía más evidencia que compare varios países, sin importar de qué manera tan astuta se la obtenga. Tal vez es hora de abordarla de una manera más humilde —por ejemplo, estudiando los milagros y los desastres económicos del pasado (idealmente, estudiando también los experimentos naturales)— y dejando de considerar a la economía como una fuente de respuestas precisas y cuantificables acerca de los factores determinantes de la prosperidad moderna.

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