Wednesday, June 22, 2016

Nuestra primera reacción a la masacre en Orlando no debería ser partidista

Michael D. Tanner señala que la reacción de distintos bandos al ataque perpetrado por Omar Mateen en Orlando lamentablemente revela desde intolerancia hasta desprecio por las libertades civiles y los derechos constitucionales.

Michael D. Tanner es Director del Proyecto del Cato Institute para la Privatización de la Seguridad Social.
El atroz ataque terrorista ocurrido recientemente en una discoteca gay en Florida fue una tragedia, sobre todo para las víctimas y sus familias —cuyo dolor y pena sólo podemos imaginar, para la ciudad de Orlando, y para la comunidad LGBT. Pero también hay algo profundamente triste y preocupante acerca de nuestra reacción a esta tragedia.
Antes de que los difuntos y heridos habían sido identificados, los estadounidenses ya estaban dividiéndose entre el equipo rojo y el equipo azul, ocupados en asignar la culpa y difundir narrativas partidistas. Las fisuras en este país ahora son tan profundas que no podíamos incluso detenernos un momento para llorar como un pueblo unido.



Fuimos tan rápidos en tratar de ganar puntos políticos que ignoramos si dichos puntos siquiera son aplicables a la tragedia que nos concierne. Los 49 hombres y mujeres asesinados fueron reducidos a poco más que accesorios.
El presidente Obama se enredó en los nudos verbales habituales para tratar de no relacionar la palabra "islámico" a "terrorismo" o "extremismo", pero se las arregló para incluir su típica promoción del control de armas. Su llamado a un control de armas fue replicado por los políticos demócratas desde la presunta candidata presidencial hasta las bases del partido. El Senador de Connecticut, Chris Murphy, llegó incluso a culpar al Congreso por dichas muertes, diciendo que "el Congreso se ha convertido en cómplice de estos crímenes por su inadmisible y ensordecedor silencio".
Algunos activistas incluso usaron la masacre como una oportunidad para atacar a los Republicanos en temas de derechos homosexuales, borrando la distinción entre un debate sobre el uso del baño y el asesinato en masa.
Por supuesto, nadie fue capaz de ofrecer una propuesta de control de armas realista que hubiese mantenido las armas fuera de las manos de Omar Mateen. Él compró sus armas en una tienda de armas, no en una feria de armas o en Internet. Pasó una verificación de antecedentes. Él era, de hecho, un guardia de seguridad con licencia para portar un arma de fuego en su trabajo. El nuevo tema de discusión de los Demócratas es que a los integrantes de la lista de terroristas a ser vigilados no se les debe permitir comprar armas. Hay dudas sobre la bastante imprecisa lista de vigilancia, el número de personas agregadas a esta por error, pero un punto más importante en este caso es que Mateen no estaba en la lista de vigilancia. Él había sido investigado por el FBI, pero la investigación fue cerrada, y luego fue eliminado de la base de datos. En cuanto a la prohibición de "armas de asalto", la clasificación es más o menos estética en lugar de funcional. Además, recuerden que Francia tiene severas restricciones sobre las armas de asalto, pero los atacantes de Bataclan fueron capaces de adquirirlas de todos modos.
Los Republicanos, por su parte, tenían sus propios problemas de lenguaje, en general, ignorando por completo que el ataque ocurrió en un club homosexual y que la mayoría de las víctimas eran homosexuales. Podría ser un poco incómodo recordar que hace tan sólo unos meses, varios candidatos presidenciales republicanos compartieron escenario con el pastor Kevin Swanson, quien ha dicho que los homosexuales deben ser matados.
Sin embargo, los Republicanos tuvieron mucho que decir sobre el "terrorismo islámico" y la continúa evasión del término por parte del actual presidente. La negación del presidente a admitir que el terrorismo islámico es pues, terrorismo islámico, es por supuesto, ridícula. Pero demasiados de sus oponentes parecen pensar que decir las palabras constituye una especie de encantamiento mágico que hará desaparecer a ISIS.
Donald Trump, sin sorprendernos, logró que su primera reacción gire entorno a él, agradeciendo en Twitter por “las felicitaciones por tener la razón sobre el terrorismo Islámico”.  Luego procedió a vender su plan de prohibir la migración de musulmanes. Mateen, por supuesto, nació en Nueva York. Eso no le pareció relevante a Trump, quien haciendo eco de su descripción del juez nacido en el estado de Indiana y lleva el caso de Trump University (“un mexicano”), dice que Mateen “nació afgano”.
Trump si merece crédito por reconocer que las víctimas fueron atacadas por su orientación sexual, señalando que fue “un ataque a la habilidad de personas libres de vivir sus vidas, amar a quien quieran y expresar su identidad”.
Sin embargo el corazón del plan anti-terrorista de Trump sigue siendo una prohibición a los viajes de musulmanes. La naturaleza precisa de la prohibición, como la mayoría de las propuestas de Trump, permanece vaga y tiende a variar diariamente. En algunos momentos Trump la describe como una “pausa temporal” a la migración musulmana. Puede que sea aplicable a todos los musulmanes, o puede que, como Trump dijo la semana pasada, solo a aquellos provenientes de países con “una historia comprobada de terrorismo”. En otras ocasiones, Trump la ha descrito en términos mucho más radicales, como prohibir la entrada a EE.UU. a los musulmanes por cualquier razón, incluyendo negocios, educación o turismo. Anteriormente, Trump inclusive sugirió que esta podría aplicar incluso a aquellos ciudadanos de EE.UU. que salgan del país e intenten regresar.
Además, Trump continúa sugiriendo que todos los musulmanes son de alguna forma cómplices de las acciones de este loco. Pero encasillar en un estereotipo o demonizar a todos los musulmanes no es más preciso ni más moralmente aceptable que hacer los mismo respecto de todos los dueños de armas. La mayoría de los musulmanes estadounidenses son pacíficos y patrióticos. Ellos son policías y bomberos, doctores, abogados y maestros. Ellos prestan sus servicios en nuestras fuerzas armadas. Cuatro musulmanes miembros de las fuerzas armadas están dentro de los 14 que han hecho el mayor sacrificio desde el 11 de septiembre de 2001 y se encuentran enterrados en el Cementerio Nacional de Arlington.
Casi todos los expertos en terrorismo, los generales y otros profesionales de seguridad nacional, coinciden en que asimilar a los musulmanes estadounidenses con el resto de la sociedad es clave en la lucha contra el terrorismo. Una razón por la cual Europa se encuentra en mayor riesgo que nosotros es que los países europeos hacen un trabajo muy pobre en asimilar a los inmigrantes musulmanes. Esos inmigrantes permanecen apartados, constituyen dentro de otra nación, alienados y fácilmente radicalizados. EE.UU., con obvias fallas, hace un trabajo mucho mejor en convertir inmigrantes de todas las culturas, razas, y religiones en estadounidenses. E Pluribus Unum. De muchos, uno.
Si los ataques de Trump hacia los musulmanes de EE.UU. fueran aceptados por la mayoría de los estadounidenses, esto importaría el fracaso europeo a EE.UU., perpetuando la idea de que los musulmanes no pueden ser verdaderos estadounidenses. Esto haría menos probable, no más, que la comunidad musulmana coopere con el cumplimiento de la ley. Esto engendraría sospechas y aislamiento. Esto convencería a muchos musulmanes, tanto aquí como alrededor del mundo, de que EE.UU. realmente está en guerra contra todo lo que es el Islam. Todo esto conduciría a una mayor auto-radicalización. El Secretario de Seguridad Nacional Jeh Johnson dijo que cualquier prohibición de la inmigración por motivos de religión sería "imprudente y contraproducente", y el ex jefe general de la CIA, el General Michael Hayden, calificó los comentarios de Trump sobre los musulmanes como "prejuicios, simplistas, y francamente simplemente equivocados".
Mientras tanto, Hillary Clinton tuvo relativamente poco que decir sobre el tema más allá de insistir sobre el control de armas. Ella si sugirió más vigilancia, más restricciones en Internet y más poderes para la policía y otras autoridades gubernamentales. Hubo una falta de detalles al estilo de Trump, pero no dejó duda alguna de que ella no estaba dispuesta a permitir que cosas como las libertades civiles y los derechos constitucionales obstaculicen su intención de aparentar ser “mano dura”.
Como el Representante Justin Amash (Republicano de Michigan) señaló, él ha escuchado a "Demócratas y Republicanos respaldar la violación de las enmiendas primera, segunda, cuarta, quinta, sexta y octava" en reacción al ataque. Casi lo único que nos falta escuchar es un llamado a mantener tropas en nuestros hogares.
La triste verdad es que es poco lo

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