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Friday, October 14, 2016

Necesitamos un peso sanforizado

“México puede reconstruir el panorama monetario que lo asomó a la grandeza durante el siglo XIX cuando nuestra moneda era la del mundo. México tiene lo más importante; Las entrañas llenas de plata.”


Ricardo Valenzuela
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Mi abuelo materno era un hombre especial. Un hombre forjado en la lucha contra los yaquis y los apaches quien, con sólo una educación primaria, llegó a ser uno de los ganaderos más importantes de México, fundador del primer banco regional de Sonora y un gran filántropo. Tuve la fortuna de disfrutar gran parte de mi niñez y adolescencia a su lado en el cuartel general de sus ranchos, desde el cual controlaba miles de hectáreas lo que lo hizo acreedor de parte de los gobiernos revolucionarios, del título de latifundista enemigo de las causas populares.
Recuerdo que en la casona del rancho guardaba algo como un gran tesoro: Un baúl repleto de fotografías, cartas y lo que despertaba mi curiosidad, cantidad de monedas de plata. Un buen día cuando se daba a la apertura del preciado mueble, le pregunto ¿Qué son esas ruedas plateadas? Es dinero, me responde serio. Me confundo y de nuevo pregunto.



Entonces, los billetes de 5 pesos que me das los domingos, ¿Qué son? Me mira ahora con seriedad y responde: Es papel que no sirve para nada. Con mi inocencia de niño cierro el dialogo y le digo; “entonces el domingo quiero una rueda de esas.” Mi abuelo entonces pasa a mostrarme cerros de billetes con la imagen de Pancho Villa y me dice: "Con esto me pagó Pancho Villa 50 cabezas de ganado que me robó para alimentar su tropa cuando, derrotado por Obregón en Hermosillo, regresaba a Chihuahua".
Aun cuando mi naturaleza me hacía cambiar mi preferencia en algo que me empujaba ya a explorar la teoría del valor, no comprendí bien la explicación de mi abuelo pero el evento sería algo que permanecería clavado en mi mente y, sin imaginarlo, años después me enfrentaría a una escalofriante realidad: El papel moneda emitido por el gobierno mexicano, tiene tal vez el mismo valor que el emitido por Pancho Villa durante la revolución y ha sido la causa de la mayoría de nuestras penurias económicas.
Aun cuando desde tiempos inmemoriales se utilizaban diferentes artefactos como medios de intercambio, el antecedente más dramático y cercano del que podemos echar mano, es cuando los Aztecas acudían al mercado de la ciudad para, utilizando semillas de cacao, adquirir miembros del cuerpo de las víctimas de sus sacrificios humanos, las cuales luego de prepararlas, eran servidas en sus banquetes como el plato principal. Este mismo país en el cual se daba esa horrorosa transacción, siglos después se convertía en el centro monetario del mundo, cuando los conquistadores se dieran cuenta de que las entrañas de la tierra reventaban de plata.
Con el descubrimiento de América, el de nuevas rutas hacia el oriente y la revolución industrial, el comercio mundial explotaba y con las prácticas mercantilistas del viejo mundo, el oro y plata se acumulaban en los cofres de Europa. Los EU con una primera amarga experiencia al emitir papel moneda a finales del siglo XVIII y, sin acceso al sistema inglés, el nuevo gobierno buscaba el utilizar alguna moneda extranjera. Los americanos acudían entonces a su vecino del sur, todavía la Nueva España, pues era poseedora de las casas de acuñación de plata más grandes del mundo.
La riqueza producida en México permitió el que las monedas españolas se convirtieran en las más demandadas del mundo. La plata abundante de América produjo algo especial que muy pocos historiadores mencionan; la expansión y democratización de la riqueza. Ahora estos metales podían ser utilizados por el hombre común, no solo la realeza y el panadero pagaba su harina con monedas de plata, el harinero pagaba su trigo al agricultor igual. La plata reclutaba las clases bajas a un sistema comercial abierto, creando una nueva burguesía.
Al lograr México su independencia, el nuevo gobierno inició su propia acuñación de pesos con un contenido más puro de plata. El nuevo peso mexicano—o dólar mexicano como se le llegara a conocer—de inmediato se convertía en la moneda de curso legal en los EU y así permanecería durante casi todo el siglo XIX. El prestigio de la plata mexicana sería tal, que la llevara a ser la base monetaria de la ricas cuencas del Pacifico y el Caribe, a pesar del manicomio político interno que nos llevó inclusive a perder la mitad del territorio.
Desde el siglo XVI aparecían ya algunas señales de las intenciones de los gobiernos para expropiar las monedas de sus ciudadanos y, en España durante sus guerras, lo hacían para fundirlas y producir armas entregando luego a sus propietarios vales para supuestamente después redimirlos. Pero el padre del papel moneda sería el infamemente famoso John Law, quien provocara en Francia el primer fraude internacional en una sofisticada pirámide usando papel moneda fraudulento que involucraba la colonia francesa en América; Louisiana.
La primera guerra mundial y la revolución mexicana coincidían en fechas y en otra cosa; en darle el tiro de gracia a la estabilidad monetaria. La primera a la del mundo, la segunda a la de México destruyendo lo que quedaba de aquello que llegara a ser la moneda del comercio del internacional; al dólar mexicano de plata.
Los EU en 1935 inician el proceso de abandono de la plata mediante un acto de congreso, para sustituirla con el cobre. Para estas fechas y habiendo ya librado la primera guerra mundial, el mundo dejaba corrompido el patrón oro mediante la ilegal emisión de papel sin respaldo. Pero sería hasta el final de la segunda guerra mundial cuando un mundo embriagado por el profeta; Keynes, paría un nuevo sistema híbrido con los acuerdos de Bretton Woods, mediante los cuales se entregaba ese nuevo monopolio feudal a los EU, con la burlona máscara de toda la potencia del oro en su retaguardia y, del cual inocentemente se colgaba el resto del mundo.
Los EU con su compulsiva conducta, se daba a inundar el mundo con dólares sin respaldo para “financiar” el nuevo comercio internacional, pero los domiciliaban lejos de sus costas para no ahogarse de inflación…. nacía el mercado de los eurodólares. Los exportadores empachados de papel—exigían ahora su conversión en oro. Nixon entonces decide flotar el dólar para darle vida el casino más grande del mundo. El dólar se devalúa y México se hunde en el calvario del cual todavía no salimos.
En los siguientes veinte años el oro resbalaría de $35 la onza, hasta $400 a mediados de los años 90. Es decir, en ese periodo el valor del dólar se derrumbó a menos del 10% de su cotización original, abriendo la puerta a los piratas de la especulación. Hoy día el mercado diario de compra—venta de monedas, es de 3 trillones de dólares de los cuales, 20% es comercio, el resto especulación.
México necesita evacuar este mundo de alcoholismo monetario con el cual nos han encadenado. La más grave de nuestras tragedias económicas ha sido la putrefacción de nuestra moneda. Si México no abandona la telaraña mundial tejida con monedas sin respaldo, la araña va a devorar los despojos de lo que dejen nuestros políticos.
México puede reconstruir el panorama monetario que lo asomó a la grandeza durante el siglo XIX cuando nuestra moneda era la del mundo. México tiene lo más importante; Las entrañas llenas de plata.

Necesitamos un peso sanforizado

“México puede reconstruir el panorama monetario que lo asomó a la grandeza durante el siglo XIX cuando nuestra moneda era la del mundo. México tiene lo más importante; Las entrañas llenas de plata.”


Ricardo Valenzuela
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Mi abuelo materno era un hombre especial. Un hombre forjado en la lucha contra los yaquis y los apaches quien, con sólo una educación primaria, llegó a ser uno de los ganaderos más importantes de México, fundador del primer banco regional de Sonora y un gran filántropo. Tuve la fortuna de disfrutar gran parte de mi niñez y adolescencia a su lado en el cuartel general de sus ranchos, desde el cual controlaba miles de hectáreas lo que lo hizo acreedor de parte de los gobiernos revolucionarios, del título de latifundista enemigo de las causas populares.
Recuerdo que en la casona del rancho guardaba algo como un gran tesoro: Un baúl repleto de fotografías, cartas y lo que despertaba mi curiosidad, cantidad de monedas de plata. Un buen día cuando se daba a la apertura del preciado mueble, le pregunto ¿Qué son esas ruedas plateadas? Es dinero, me responde serio. Me confundo y de nuevo pregunto.