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Thursday, July 28, 2016

Necesitamos más fronteras y más estados


En el contexto del comercio y la inmigración, a menudo se explica las fronteras como medios para excluir a los trabajadores extranjeros. Pensando de cierta manera, las fronteras ofrecen una oportunidad a los estados para excluir a actores privados, como trabajadores, comerciantes y empresarios. Por el contrario, las fronteras también pueden servir para una función mucho mejor, que se encuentra en el hecho de que representan los límites del poder del estado. Es decir, aunque las fronteras pueden excluir a bienes y personas, también excluyen a menudo a otros estados.



Por ejemplo, la frontera de Alemania Oriental con Alemania Occidental representaba los límites del estado policial de la primera, más allá de la cual el poder de la Stasi para secuestrar, torturar y encarcelar a gente pacífica estaba mucho más limitado que dentro de su jurisdicción nativa. La frontera de Alemania Occidental actuaba conteniendo al estado de Alemania Oriental.
Igualmente, las fronteras de Arabia Saudita delinean un límite para el régimen saudí para decapitar a personas por brujería o por hacer comentarios críticos acerca de los dictadores cubiertos de sangre conocidos como la Casa Saud.
Incluso dentro de un solo estado-nación, la fronteras pueden ejemplificar los beneficios de la descentralización, como en el caso de la frontera entre Nebraska y Colorado. A un lado de la frontera (es decir, en Nebraska), la policía estatal te detendrá y encarcelará por poseer marihuana. Pueden llegar a matarte si te resistes. Al otro lado de la frontera, la constitución del estado prohíbe a la policía perseguir a los consumidores de marihuana. La frontera de Colorado limita la guerra contra las drogas de Nebraska.
Indudablemente, hay maneras de que los regímenes extiendan su poder incluso más allá de sus fronteras. Esto puede hacerse adulando a los regímenes de los países vecinos (o intimidándoles) o a través de los órganos de organizaciones internacionales paraestatales. O, como en el caso de EEUU y la UE. Imponiendo políticas más amplias a varios supuestos estados soberanos.
Sin embargo, debido a la naturaleza competitiva de los estados, muchos estados encontrarán a menudo difícil proteger su poder en estados vecinos y por tanto las fronteras representan un impedimento muy real para el poder de un estado. Esto puede abrir la puerta a una mayor libertad e incluso salvar vidas, ya que ciertos estados empobrecen o hacen la guerra a sus propios ciudadanos.

El caso de Venezuela

Este principio volvió a verse de nuevo esta semana al abrir el régimen de Venezuela su frontera con Colombia para permitir a los venezolanos la oportunidad para comprar comida y otros productos en el lado colombiano de la frontera. El régimen de Colombia no es en modo alguno perfecto, pero, a pesar de todos sus problemas, no ha reducido a la población de su país a una pobreza desesperada en medio de instituciones económicas y sociales que se desploman.
Así que es bastante fácil comprar comida y provisiones en Colombia, mientras que las estanterías están vacías en Venezuela.
Por suerte para los venezolanos, su país está limitado por las fronteras de los estados nación que lo rodean y la capacidad de su régimen para arrestar a pequeños empresarios y tenderos por ser “traidores de clase” acaba donde empieza el territorio colombiano.
Tal vez no sea sorprendente que la frontera venezolana con Colombia haya estado cerrada durante algún tiempo. Aparentemente, el estado venezolano creía que había demasiada libertad en las zonas fronterizas, donde contrabandistas y operadores del mercado negro podían usar la frontera con Colombia para eludir las duras leyes antimercado de Venezuela. Por supuesto, la frontera cerrada solo ha significado que los ciudadanos cumplidores de la ley estuvieran excluidos del movimiento entre países. Sin embargo, los delincuentes violentos actúan libremente en la zona, haciendo a la región fronteriza Colombia-Venezuela especialmente peligrosa.
A pesar de todo esto, la frontera colombiano se ha convertido en un salvavidas para los venezolanos ahora que es una fuente de suministros básicos y alimentos y una vía de escape parcial para una vida de privaciones forzadas sobre la población por las políticas socialistas de Nicolás Maduro y Hugo Chávez.
Por suerte para la gente de Sudamérica (y del mundo), Venezuela es solo un estado de tamaño medio, con un área total solo un tercio más grande que Texas. Basta con imaginar cuánta más miseria se infligiría sobre una población más grande si Venezuela tuviera el tamaño de Brasil o de Rusia o (lo peor de todo) fuera un gobierno mundial.
El hecho de que Venezuela esté físicamente limitada en tamaño y ámbito alivia a quienes pueden beneficiarse de la proximidad de la frontera y a quienes podrían comerciar con extranjeros y comerciantes del mercado negro.
Sin embargo, como señala AP, la “proximidad” al borde puede definirse de acuerdo con la desesperación que se soporta, como ilustra el hecho de que algunas personas hayan viajado diez horas hasta la frontera para comprar comida.

Los beneficios de la descentralización y la secesión

Las realidades físicas de tamaño y distancia nos demuestran de nuevo los beneficios de la secesión y descentralización políticas: quienes vivan a solo dos horas de la frontera tendrán más oportunidades de comprar comida que los que vivan a diez horas. Quienes vivan cerca de la frontera pueden también disfrutar de más oportunidades para escapar físicamente del territorio de Venezuela si tienen esa necesidad.
Esta situación mejoraría si hubiera todavía más descentralización y las provincias occidentales de Venezuela se independizaran, moviendo en la práctica la frontera hacia el este.
Imaginemos, por ejemplo, que el estado de Zulia, al oeste de Venezuela, expulsara al ejército y abriera completamente la frontera con Colombia. Bienes y servicios empezarían a fluir de inmediato en el nuevo territorio libre de Zulia y los bienes serían mucho más abundantes.
Pero esto no beneficiaría solo a la gente de Zulia. La nueva realidad también significaría que la frontera de Venezuela detendría en la frontera oriental de Zulia, haciendo que la libertad de las zonas fronterizas fuera ahora también más accesible para los estados vecinos de Trujillo y Mérida .Los residentes en el estado de Trujillo, que antes podrían haber estado a muchas horas de la frontera exterior, podrían estar ahora a solo una hora de esta, permitiendo así que más personas sean capaces de viajar a la frontera o hacer un uso más extenso de los mercados negros o incluso los mercados legales fuera del alcance del régimen venezolano.
Ludwig von Mises entendía los beneficios de este tipo de secesión paso a paso, señalando con aprobación la posibilidad de permitir a provincias y pueblos la posibilidad de independizarse de un estado para unirse a otro o permanecer independientes. Cuanto más grande es un estado, más recursos controla y mayor es su capacidad para imponer costes más altos sobre quienes puedan tratar de emigrar o escaparse del gobierno del estado central.
Escribiendo sobre “autodeterminación”, Mises señalaba que no son las naciones, sino los pueblos, los que tienen un derecho a la autodeterminación y Mises apoyaba “el derecho de los habitantes de todo territorio a decidir sobre el estado al que quieren pertenecer”. En la práctica, nos recuerda Mises, esto significa a menudo dividir estados en piezas más pequeñas:
Siempre que los habitantes de un territorio concreto, sea un solo pueblo, todo un distrito o una serie de distritos adyacentes, hagan saber, por medio de un plebiscito realizado libremente, que ya no quieren permanecer unidos al estado al que pertenecen en ese momento, sino que más bien desean formar un estado independiente o incorporarse algún otro estado, sus deseos han de respetarse y cumplirse. Es la única forma viable y eficaz de impedir revoluciones y guerras civiles e internacionales.
Indudablemente, adoptar el plan de Mises a este respecto llevaría a un alivio casi inmediato a muchas comunidades actualmente en el lado malo de la frontera de Venezuela. Por desgracia, el gobierno central venezolano (como la mayoría de los gobiernos nacionales) raramente ha mostrado muchas dudas en lo que se refiere a reprimir brutalmente a los “disidentes”. Salvo que tuviera lugar un importante cambio ideológico en Venezuela, es improbable se respetara un movimiento local como ese hacia una “autodeterminación”.

Más estados = Más alternativas

En la práctica, si estamos a favor de la libre decisión, la libertad de movimientos y la oportunidad de escapar de regímenes autoritarios, la respuesta está en la creación de más fronteras y más estados. Aunque las fronteras pueden actuar a menudo para impedir el movimiento de bienes y seres humanos, también pueden ofrecer oportunidades para una mayor libertad al limitar el poder y alcance de los estados existentes.
Además, como los estados más pequeños tienen más dificultades para regular mercados y gentes más allá de sus fronteras, es más probable que estos confíen en el comercio abierto con otros estados para sobrevivir y prosperar.
Si Venezuela fuera más pequeña y tuviera más vecinos internacionales, su pueblo tendría más oportunidades para interactuar con zonas fuera del control del régimen venezolano, al tiempo que tendría mayores oportunidades de emigración y comercio. En otras palabras, el monopolio del que disfruta el estado venezolano sería más débil y los residentes tendrían más libertad para elegir.
La respuesta sí consiste realmente en la descentralización, que lleva a más alternativas y por tanto a más libertad:
La respuesta en la práctica a cualquier falta de alternativas (es decir, falta de “autodeterminación”) no está en la abolición inmediata de todos los estados (ya que nadie ha descrito nunca convincentemente cómo podría hacerse esto) sino en la división de los estados existentes en estados cada vez más pequeños. (…)
Lo que describe Mises más arriba se refiere a votaciones formales y declaraciones de independencia, pero, en la práctica, pueden obtenerse los mismos efectos a través de métodos como la anulación e independencia local, como sugiere aquí Hans-Hermann Hoppe. Y, por supuesto, la secesión de facto puede ser preferible a menudo, por razones prácticas.
A menudo, algunos anarquistas doctrinarios e incorregibles afirman que la scesión es mala, porque “crea un nuevo estado”. Sin embargo, es una visión muy simple, dadas las realidades del planeta tierra. Salvo que alguien cree un estado completamente nuevo en aguas internacionales o en la Antártida o en el espacio exterior, esa creación tendrá que venir a costa de algún estado existente. Así que la creación de un estado nuevo, por ejemplo en Cerdeña, sería a costa del estado existente conocido como “Italia”. Privado por la secesión de los ingresos fiscales y las ventajas militares del territorio, el estado que pierda territorio se verá necesariamente debilitado.
Además de debilitar a los estados, la ventaja desde la perspectiva del individuo es, por tanto, que ahora tiene dos estados entre los que elegir, donde solo existía antes uno. La persona tiene ahora más opciones entre las que escoger para vivir donde se ajuste mejor a su estilo personal de vida, ideología, religión, grupo étnico y más.
Con cada acción de secesión adicional con éxito, las alternativas que tiene cada persona se hacen cada vez mayores.
Si hay algo que necesite ahora mismo el pueblo de Venezuela, son más alternativas.

Necesitamos más fronteras y más estados


En el contexto del comercio y la inmigración, a menudo se explica las fronteras como medios para excluir a los trabajadores extranjeros. Pensando de cierta manera, las fronteras ofrecen una oportunidad a los estados para excluir a actores privados, como trabajadores, comerciantes y empresarios. Por el contrario, las fronteras también pueden servir para una función mucho mejor, que se encuentra en el hecho de que representan los límites del poder del estado. Es decir, aunque las fronteras pueden excluir a bienes y personas, también excluyen a menudo a otros estados.


Sunday, July 24, 2016

Necesitamos más fronteras y más estados



En el contexto del comercio y la inmigración, a menudo se explica las fronteras como medios para excluir a los trabajadores extranjeros. Pensando de cierta manera, las fronteras ofrecen una oportunidad a los estados para excluir a actores privados, como trabajadores, comerciantes y empresarios. Por el contrario, las fronteras también pueden servir para una función mucho mejor, que se encuentra en el hecho de que representan los límites del poder del estado. Es decir, aunque las fronteras pueden excluir a bienes y personas, también excluyen a menudo a otros estados.



Por ejemplo, la frontera de Alemania Oriental con Alemania Occidental representaba los límites del estado policial de la primera, más allá de la cual el poder de la Stasi para secuestrar, torturar y encarcelar a gente pacífica estaba mucho más limitado que dentro de su jurisdicción nativa. La frontera de Alemania Occidental actuaba conteniendo al estado de Alemania Oriental.
Igualmente, las fronteras de Arabia Saudita delinean un límite para el régimen saudí para decapitar a personas por brujería o por hacer comentarios críticos acerca de los dictadores cubiertos de sangre conocidos como la Casa Saud.
Incluso dentro de un solo estado-nación, la fronteras pueden ejemplificar los beneficios de la descentralización, como en el caso de la frontera entre Nebraska y Colorado. A un lado de la frontera (es decir, en Nebraska), la policía estatal te detendrá y encarcelará por poseer marihuana. Pueden llegar a matarte si te resistes. Al otro lado de la frontera, la constitución del estado prohíbe a la policía perseguir a los consumidores de marihuana. La frontera de Colorado limita la guerra contra las drogas de Nebraska.
Indudablemente, hay maneras de que los regímenes extiendan su poder incluso más allá de sus fronteras. Esto puede hacerse adulando a los regímenes de los países vecinos (o intimidándoles) o a través de los órganos de organizaciones internacionales paraestatales. O, como en el caso de EEUU y la UE. Imponiendo políticas más amplias a varios supuestos estados soberanos.
Sin embargo, debido a la naturaleza competitiva de los estados, muchos estados encontrarán a menudo difícil proteger su poder en estados vecinos y por tanto las fronteras representan un impedimento muy real para el poder de un estado. Esto puede abrir la puerta a una mayor libertad e incluso salvar vidas, ya que ciertos estados empobrecen o hacen la guerra a sus propios ciudadanos.

El caso de Venezuela

Este principio volvió a verse de nuevo esta semana al abrir el régimen de Venezuela su frontera con Colombia para permitir a los venezolanos la oportunidad para comprar comida y otros productos en el lado colombiano de la frontera. El régimen de Colombia no es en modo alguno perfecto, pero, a pesar de todos sus problemas, no ha reducido a la población de su país a una pobreza desesperada en medio de instituciones económicas y sociales que se desploman.
Así que es bastante fácil comprar comida y provisiones en Colombia, mientras que las estanterías están vacías en Venezuela.
Por suerte para los venezolanos, su país está limitado por las fronteras de los estados nación que lo rodean y la capacidad de su régimen para arrestar a pequeños empresarios y tenderos por ser “traidores de clase” acaba donde empieza el territorio colombiano.
Tal vez no sea sorprendente que la frontera venezolana con Colombia haya estado cerrada durante algún tiempo. Aparentemente, el estado venezolano creía que había demasiada libertad en las zonas fronterizas, donde contrabandistas y operadores del mercado negro podían usar la frontera con Colombia para eludir las duras leyes antimercado de Venezuela. Por supuesto, la frontera cerrada solo ha significado que los ciudadanos cumplidores de la ley estuvieran excluidos del movimiento entre países. Sin embargo, los delincuentes violentos actúan libremente en la zona, haciendo a la región fronteriza Colombia-Venezuela especialmente peligrosa.
A pesar de todo esto, la frontera colombiano se ha convertido en un salvavidas para los venezolanos ahora que es una fuente de suministros básicos y alimentos y una vía de escape parcial para una vida de privaciones forzadas sobre la población por las políticas socialistas de Nicolás Maduro y Hugo Chávez.
Por suerte para la gente de Sudamérica (y del mundo), Venezuela es solo un estado de tamaño medio, con un área total solo un tercio más grande que Texas. Basta con imaginar cuánta más miseria se infligiría sobre una población más grande si Venezuela tuviera el tamaño de Brasil o de Rusia o (lo peor de todo) fuera un gobierno mundial.
El hecho de que Venezuela esté físicamente limitada en tamaño y ámbito alivia a quienes pueden beneficiarse de la proximidad de la frontera y a quienes podrían comerciar con extranjeros y comerciantes del mercado negro.
Sin embargo, como señala AP, la “proximidad” al borde puede definirse de acuerdo con la desesperación que se soporta, como ilustra el hecho de que algunas personas hayan viajado diez horas hasta la frontera para comprar comida.

Los beneficios de la descentralización y la secesión

Las realidades físicas de tamaño y distancia nos demuestran de nuevo los beneficios de la secesión y descentralización políticas: quienes vivan a solo dos horas de la frontera tendrán más oportunidades de comprar comida que los que vivan a diez horas. Quienes vivan cerca de la frontera pueden también disfrutar de más oportunidades para escapar físicamente del territorio de Venezuela si tienen esa necesidad.
Esta situación mejoraría si hubiera todavía más descentralización y las provincias occidentales de Venezuela se independizaran, moviendo en la práctica la frontera hacia el este.
Imaginemos, por ejemplo, que el estado de Zulia, al oeste de Venezuela, expulsara al ejército y abriera completamente la frontera con Colombia. Bienes y servicios empezarían a fluir de inmediato en el nuevo territorio libre de Zulia y los bienes serían mucho más abundantes.
Pero esto no beneficiaría solo a la gente de Zulia. La nueva realidad también significaría que la frontera de Venezuela detendría en la frontera oriental de Zulia, haciendo que la libertad de las zonas fronterizas fuera ahora también más accesible para los estados vecinos de Trujillo y Mérida .Los residentes en el estado de Trujillo, que antes podrían haber estado a muchas horas de la frontera exterior, podrían estar ahora a solo una hora de esta, permitiendo así que más personas sean capaces de viajar a la frontera o hacer un uso más extenso de los mercados negros o incluso los mercados legales fuera del alcance del régimen venezolano.
Ludwig von Mises entendía los beneficios de este tipo de secesión paso a paso, señalando con aprobación la posibilidad de permitir a provincias y pueblos la posibilidad de independizarse de un estado para unirse a otro o permanecer independientes. Cuanto más grande es un estado, más recursos controla y mayor es su capacidad para imponer costes más altos sobre quienes puedan tratar de emigrar o escaparse del gobierno del estado central.
Escribiendo sobre “autodeterminación”, Mises señalaba que no son las naciones, sino los pueblos, los que tienen un derecho a la autodeterminación y Mises apoyaba “el derecho de los habitantes de todo territorio a decidir sobre el estado al que quieren pertenecer”. En la práctica, nos recuerda Mises, esto significa a menudo dividir estados en piezas más pequeñas:
Siempre que los habitantes de un territorio concreto, sea un solo pueblo, todo un distrito o una serie de distritos adyacentes, hagan saber, por medio de un plebiscito realizado libremente, que ya no quieren permanecer unidos al estado al que pertenecen en ese momento, sino que más bien desean formar un estado independiente o incorporarse algún otro estado, sus deseos han de respetarse y cumplirse. Es la única forma viable y eficaz de impedir revoluciones y guerras civiles e internacionales.
Indudablemente, adoptar el plan de Mises a este respecto llevaría a un alivio casi inmediato a muchas comunidades actualmente en el lado malo de la frontera de Venezuela. Por desgracia, el gobierno central venezolano (como la mayoría de los gobiernos nacionales) raramente ha mostrado muchas dudas en lo que se refiere a reprimir brutalmente a los “disidentes”. Salvo que tuviera lugar un importante cambio ideológico en Venezuela, es improbable se respetara un movimiento local como ese hacia una “autodeterminación”.

Más estados = Más alternativas

En la práctica, si estamos a favor de la libre decisión, la libertad de movimientos y la oportunidad de escapar de regímenes autoritarios, la respuesta está en la creación de más fronteras y más estados. Aunque las fronteras pueden actuar a menudo para impedir el movimiento de bienes y seres humanos, también pueden ofrecer oportunidades para una mayor libertad al limitar el poder y alcance de los estados existentes.
Además, como los estados más pequeños tienen más dificultades para regular mercados y gentes más allá de sus fronteras, es más probable que estos confíen en el comercio abierto con otros estados para sobrevivir y prosperar.
Si Venezuela fuera más pequeña y tuviera más vecinos internacionales, su pueblo tendría más oportunidades para interactuar con zonas fuera del control del régimen venezolano, al tiempo que tendría mayores oportunidades de emigración y comercio. En otras palabras, el monopolio del que disfruta el estado venezolano sería más débil y los residentes tendrían más libertad para elegir.
La respuesta sí consiste realmente en la descentralización, que lleva a más alternativas y por tanto a más libertad:
La respuesta en la práctica a cualquier falta de alternativas (es decir, falta de “autodeterminación”) no está en la abolición inmediata de todos los estados (ya que nadie ha descrito nunca convincentemente cómo podría hacerse esto) sino en la división de los estados existentes en estados cada vez más pequeños. (…)
Lo que describe Mises más arriba se refiere a votaciones formales y declaraciones de independencia, pero, en la práctica, pueden obtenerse los mismos efectos a través de métodos como la anulación e independencia local, como sugiere aquí Hans-Hermann Hoppe. Y, por supuesto, la secesión de facto puede ser preferible a menudo, por razones prácticas.
A menudo, algunos anarquistas doctrinarios e incorregibles afirman que la scesión es mala, porque “crea un nuevo estado”. Sin embargo, es una visión muy simple, dadas las realidades del planeta tierra. Salvo que alguien cree un estado completamente nuevo en aguas internacionales o en la Antártida o en el espacio exterior, esa creación tendrá que venir a costa de algún estado existente. Así que la creación de un estado nuevo, por ejemplo en Cerdeña, sería a costa del estado existente conocido como “Italia”. Privado por la secesión de los ingresos fiscales y las ventajas militares del territorio, el estado que pierda territorio se verá necesariamente debilitado.
Además de debilitar a los estados, la ventaja desde la perspectiva del individuo es, por tanto, que ahora tiene dos estados entre los que elegir, donde solo existía antes uno. La persona tiene ahora más opciones entre las que escoger para vivir donde se ajuste mejor a su estilo personal de vida, ideología, religión, grupo étnico y más.
Con cada acción de secesión adicional con éxito, las alternativas que tiene cada persona se hacen cada vez mayores.
Si hay algo que necesite ahora mismo el pueblo de Venezuela, son más alternativas.

Necesitamos más fronteras y más estados



En el contexto del comercio y la inmigración, a menudo se explica las fronteras como medios para excluir a los trabajadores extranjeros. Pensando de cierta manera, las fronteras ofrecen una oportunidad a los estados para excluir a actores privados, como trabajadores, comerciantes y empresarios. Por el contrario, las fronteras también pueden servir para una función mucho mejor, que se encuentra en el hecho de que representan los límites del poder del estado. Es decir, aunque las fronteras pueden excluir a bienes y personas, también excluyen a menudo a otros estados.