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Tuesday, September 6, 2016

Los incentivos keynesianos

Por Javier Paz García

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La receta keynesiana consiste en aumentar el gasto fiscal en periodos de desaceleración económica para contrarrestar la desaceleración. Tal medida por supuesto funciona en el corto plazo, hasta que se acaban los recursos. Imagine que sus ingresos, ya sean por salarios si es empleado, o por ganancias si es empresario, se reducen a la mitad. Ante tal situación lo prudente es que sus gastos personales también se reduzcan, pero el keynesianismo aboga por aumentarlos. Usted los puede aumentar, pero a costa de acabar con sus ahorros, para luego obligatoriamente tener que sufrir una reducción aun mayor del gasto y quedar descapitalizado.


¿Por qué a pesar de este ejercicio de sentido común el keynesianismo ha triunfado en todo el mundo? Por los incentivos perversos que existen en el sistema político. Si usted sufre una caída de sus ingresos, ajusta sus gastos porque quiere preservar su patrimonio; en juego están su prosperidad y bienestar de largo plazo. La diferencia entre usted y el Estado es que usted gasta o malgasta su plata, en cambio quienes manejan el Estado gastan plata ajena y no tienen casi ningún incentivo, aparte de la conciencia y la moral, para no gastarla.
En épocas de crisis económica el electorado presiona al sistema político por soluciones. La solución más sencilla, práctica y efectiva es gastar, aumentar el endeudamiento y paliar así la desaceleración. Los políticos que hacen esto ganan popularidad, quienes no lo hacen ganan rechazo y antipatía. La plata no es de ellos, y probablemente cuando se acabe, quizá en 5 o 10 años más, ellos ya no estén en funciones, entonces, ¿por qué ganarse la antipatía de la gente, si podemos incluso mejorar nuestra popularidad gastando dinero que no es nuestro a cambio de generar un problema que tendrá que ser resuelto muchos años después y por otras personas? La tentación es demasiado grande para que un político no sea keynesiano, más aun cuando tiene una plétora economistas y analistas diciéndole que lo que está haciendo es correcto.
Si a eso le sumamos que la corrupción y el robo son más fáciles de llevar a cabo cuanto mayor sea el gasto que ejecutemos, entonces un político tiene que ser loco o imbécil (o demasiado honesto, tanto intelectual como materialmente) para no ser keynesiano.

Los incentivos keynesianos

Por Javier Paz García

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La receta keynesiana consiste en aumentar el gasto fiscal en periodos de desaceleración económica para contrarrestar la desaceleración. Tal medida por supuesto funciona en el corto plazo, hasta que se acaban los recursos. Imagine que sus ingresos, ya sean por salarios si es empleado, o por ganancias si es empresario, se reducen a la mitad. Ante tal situación lo prudente es que sus gastos personales también se reduzcan, pero el keynesianismo aboga por aumentarlos. Usted los puede aumentar, pero a costa de acabar con sus ahorros, para luego obligatoriamente tener que sufrir una reducción aun mayor del gasto y quedar descapitalizado.

Thursday, August 18, 2016

Para los keynesianos, el 15 de abril es el “día del estímulo”



El 15 de abril está aquí y se nos obliga a hacer lo siguiente: decir al gobierno nuestra renta y enviar una buena parte de ella a Washington.
Los economistas de la Escuela Austriaca es probable que digan que esto es algo malo y que los impuestos y el gasto público rebajan nuestros niveles de vida. En otras palabras, cuanto más gobierno se nos obligue a financiar, más pobres seremos. Según los austriacos, la economías crecen mediante inversiones de capital que reflejan las preferencias temporales de los individuos. Además, los austriacos en realidad afirman que el ahorro individual lleva al crecimiento económico. Cuanto más paguemos en impuestos, menos dinero tendremos para inversión de capital y ahorro. En otras palabras, cuanto más impuestos paguemos, menos piezas tendremos de crecimiento económico.



Sin embargo, los discípulos de John Maynard Keynes, como Paul Krugman y otros, tienen una opinión muy diferente. Para ellos, la riqueza se logra gastando, lo que crea crecimiento económico. Cuando los consumidores no gastan lo suficiente, el gobierno rescata a la economía aumentando su gasto. Debido a esto, si el gobierno aumenta los impuestos, en realidad estimula la economía más de lo que pueden hacerlo los individuos mediante su propio gasto. Podríamos dejar a la gente gastar su dinero como les parezca. Pero es mejor asegurarse y por el contrario gravar tanto como sea posible.
El “Multiplicador del Presupuesto Equilibrado” keynesiano hace posible todo esto. Es una versión del 2 + 2 = 5. La magia alimentada con impuestos se explica así:
  • Todo gasto tiene un efecto “multiplicador”. El gasto aumenta las rentas de otros, que luego gastan su mayor renta y el patrón continúa indefinidamente.
  • El ahorro individual, según los keynesianos, supone “fugas” del sistema y si no se compensan por “inyecciones” iguales a través del gasto público o mayores exportaciones, el “multiplicador” funciona entonces a la inversa, llevando la economía a la recesión.
  • Sin embargo, los aumentos en los impuestos tiene efectos positivos netos dobles. Primero, el gobierno gasta los nuevos ingresos fiscales, lo que multiplica rápidamente y crea nuevos empleos. Segundo, al reducir las rentas individuales, la gente debe gastar mayores porcentajes de sus rentas para mantener su actual nivel de vida. (El famoso “multiplicador” keynesiano equivale a más de 1 sobre la tasa de ahorro, así que, cuanto menos ahorremos, mayor será el multiplicador).
La “lógica” del multiplicador del presupuesto equilibrado difiera de la lógica de los impuestos y el gasto en Dinamarca. Allí, las personas pagan la mayoría de su renta en impuestos, pero supuestamente reciben maravillosos servicios públicos que son para ellos más valiosos que lo habrían comprado por sí mismos si no hubieran existido los altos impuestos.
Por el contrario el multiplicador del “presupuesto equilibrado” crea riqueza destruyendo ahorro. Los austriacos evidentemente no están de acuerdo y la “distancia con la realidad” entre austriacos y keynesianos aumenta. Los austriacos destacan el ahorro, la acumulación de capital, los precios y tipos de interés del mercado, ganancias, pérdidas con empresarios tomando decisiones en un ambiente incierto bajo el paraguas del cálculo económico.
Los keynesianos prometen una salida fácil. Basta con dar dinero al gobierno, que gastará y gastará y el gasto multiplica la prosperidad. Curiosamente, los intelectuales dicen que el keynesianismo es el “mundo real”, mientras que la economía austriaca son “castillos en el aire”.
El 15 de abril, los keynesianos contribuirán a una creciente prosperidad enviando más dinero a Washington. Sin embargo los austriacos probablemente tengan otra opinión.

Para los keynesianos, el 15 de abril es el “día del estímulo”



El 15 de abril está aquí y se nos obliga a hacer lo siguiente: decir al gobierno nuestra renta y enviar una buena parte de ella a Washington.
Los economistas de la Escuela Austriaca es probable que digan que esto es algo malo y que los impuestos y el gasto público rebajan nuestros niveles de vida. En otras palabras, cuanto más gobierno se nos obligue a financiar, más pobres seremos. Según los austriacos, la economías crecen mediante inversiones de capital que reflejan las preferencias temporales de los individuos. Además, los austriacos en realidad afirman que el ahorro individual lleva al crecimiento económico. Cuanto más paguemos en impuestos, menos dinero tendremos para inversión de capital y ahorro. En otras palabras, cuanto más impuestos paguemos, menos piezas tendremos de crecimiento económico.