Wikipedia

Search results

Showing posts with label inmigración legal. Show all posts
Showing posts with label inmigración legal. Show all posts

Wednesday, August 24, 2016

Dejémosle entrar

Juan Ramón Rallo señala que "El 'modelo (anti)social europeo' está empujando a muchos europeos a repudiar a los inmigrantes, y en este caso a los refugiados de guerra, como parásitos que vienen a quitarnos 'lo nuestro' ('nuestros' servicios públicos costeados con 'nuestros' impuestos o 'nuestros' blindados y escasísimos empleo)".
Juan Ramón Rallo es Director del Instituto Juan de Mariana (España) y columnista de ElCato.org. Juan Ramón obtuvo el tercer lugar en nuestro primer concurso de ensayos, Voces de Libertad 2008.
Imaginemos que un matrimonio español se marcha con sus hijos de vacaciones a Siria y que, mientras disfruta de este período de ocio, estalla una guerra civil en el país. Ante el grave riesgo que supone para su seguridad y la de sus hijos, el matrimonio compra anticipadamente unos billetes de avión para regresar a nuestro país pero, una vez en el aeropuerto, descubren que las autoridades españolas les han retirado el pasaporte y que, por tanto, se ven forzados a permanecer en suelo sirio o, como mucho, a vagar apátridamente por las zonas fronterizas de Jordania, Líbano o Turquía.



No me cabe ninguna duda de que semejante situación provocaría la indignación generalizada de los ciudadanos españoles hasta el punto de forzar no solo el cese fulminante del ministro de Exteriores, sino incluso la caída del gobierno en bloque. Nos horroriza siquiera imaginar que podamos quedarnos encerrados con nuestros hijos en semejante infierno bélico o, en el mejor de los casos, en las pauperizadas zonas circundantes. Y, sin embargo, ése es el horror al que los europeos estamos condenando no a una familia, sino millones de ellas cuando denegamos la entrada a suelo europeo a los refugiados de la guerra civil siria.
Acaso se argumente que ambas situaciones no son equiparables: que los españoles en suelo sirio tienen derecho a regresar a Europa, mientras que los sirios carecen de él. Sin embargo, más de que de un derecho individual estamos hablando de una concesión estatal discrecional, pues son los Estados quienes se arrogan la competencia de reconocer, modular o eliminar la circulación de personas entre países (por ejemplo, suspendiendo el tratado de Schengen, el libre tránsito entre países europeos se vería seriamente restringido). De ahí que podamos plantear la cuestión desde otra perspectiva: en lugar de plantearnos si los sirios tienen derecho a entrar en Europa, ¿por qué no nos preguntamos si los Estados europeos tienen derecho a impedir que los refugiados sirios entren en Europa? A la postre, si la posibilidad de que una familia española quede atrapada en una guerra civil en Siria nos parece una contingencia tan horrible, ¿cómo no pensar que existe una presunción a favor del libre movimiento de personas que sólo puede suspenderse en presencia de muy poderosas razones?
En este sentido, el principal argumento que se ha aducido en contra de la entrada de los refugiados sirios es que Europa no tiene capacidad para absorber a los 3,6 millones de personas que están esperando adentrarse en el Viejo Continente. Parece claro que esta presunta imposibilidad de absorción no puede ser ni demográfica ni espacial. La Unión Europea cuenta con 508 millones de habitantes, de manera que 3,6 millones de refugiados apenas representan el 0,7% de su población. Por ponerlo en perspectiva: en 2014, la población de EE.UU. aumentó en 2,3 millones de personas, el equivalente al 0,72% del total. Asimismo, la densidad poblacional de la UE es de 117,4 personas por kilómetro cuadrado, de modo que si entraran todos los refugiados sirios apenas se incrementaría hasta 118,3 habitantes por kilómetro cuadrado: y ahora mismo la densidad poblacional en Dinamarca es de 128,1 personas por kilómetro cuadrado y la de Alemania, de 230.
Así pues, la imposibilidad de absorción de la que tanto se habla no puede ser demográfica, sino en todo caso económica. ¿Es capaz Europa soportar la incorporación de 3,6 millones de personas a sus economías? ¿Puede España asumir su parte proporcional de cerca de 330.000 nuevos habitantes? La cuestión no deja de resultar sintomática en unas economías como las europeas que suelen deplorar los efectos depresivos del declive demográfico y que lamentan la falta de oportunidades de inversión con las que impulsar su crecimiento y saneamiento financiero: un incremento de la población de esta magnitud debería ser visto como una oportunidad para aumentar la inversión interna y, a través de ella, nuestra producción agregada (no en vano, este tipo de oportunidades ha sido el motor del crecimiento de los países emergentes durante las últimas décadas).
¿Por qué, en cambio, lo que debería considerarse una oportunidad económica es visto como una insoportable carga que merece condenar a millones de personas a los sinsabores del conflicto bélico y de la pobreza? Esencialmente porque hemos creado un sistema económico en Europa donde las personas pobres son incapaces de prosperar por sí mismas salvo como clientes de nuestro gigantesco Estado de Bienestar: nuestras regulaciones laborales, energéticas o comerciales impiden que los trabajadores poco productivos puedan encontrar empleo en la economía formal o puedan montar fácilmente sus propios negocios; y nuestros asfixiantes impuestos proscriben que aquellos que sí hayan encontrado ocupación sean capaces de desarrollar su vida de manera autónoma.
El “modelo (anti)social europeo” está empujando a muchos europeos a repudiar a los inmigrantes, y en este caso a los refugiados de guerra, como parásitos que vienen a quitarnos “lo nuestro” (“nuestros” servicios públicos costeados con “nuestros” impuestos o “nuestros” blindados y escasísimos empleo), cuando en realidad son personas que acuden a Europa buscando, primero, protección frente a una guerra y, segundo, un lugar en el que prosperar junto a sus familias y al resto de la sociedad.
No hay motivos económicos de peso que justifiquen levantar muros para “proteger” a Europa de la “invasión” de los inmigrantes, incluidos los refugiados de guerra. Y si el Estado de Bienestar y las hiperregulaciones estatales constituyeran tal motivo, entonces lo que sobraría sería el Estado de Bienestar y las hiperregulaciones estatales: no los inmigrantes.

Dejémosle entrar

Juan Ramón Rallo señala que "El 'modelo (anti)social europeo' está empujando a muchos europeos a repudiar a los inmigrantes, y en este caso a los refugiados de guerra, como parásitos que vienen a quitarnos 'lo nuestro' ('nuestros' servicios públicos costeados con 'nuestros' impuestos o 'nuestros' blindados y escasísimos empleo)".
Juan Ramón Rallo es Director del Instituto Juan de Mariana (España) y columnista de ElCato.org. Juan Ramón obtuvo el tercer lugar en nuestro primer concurso de ensayos, Voces de Libertad 2008.
Imaginemos que un matrimonio español se marcha con sus hijos de vacaciones a Siria y que, mientras disfruta de este período de ocio, estalla una guerra civil en el país. Ante el grave riesgo que supone para su seguridad y la de sus hijos, el matrimonio compra anticipadamente unos billetes de avión para regresar a nuestro país pero, una vez en el aeropuerto, descubren que las autoridades españolas les han retirado el pasaporte y que, por tanto, se ven forzados a permanecer en suelo sirio o, como mucho, a vagar apátridamente por las zonas fronterizas de Jordania, Líbano o Turquía.


Sunday, August 21, 2016

Tres ideas para mejorar la inmigración legal

Alex Nowrasteh indica que "Los mexicanos todavía constituyen una mayoría entre los inmigrantes ilegales viviendo en EE.UU., pero no son la mayoría de los nuevos inmigrantes, legales o de otro tipo. En 2014, más inmigrantes no-mexicanos ingresaron al país ilegalmente que los inmigrantes mexicanos —por primera vez".

Alex Nowrasteh es analista de políticas de inmigración del Centro para la Libertad y la Prosperidad Global del Cato Institute.
Los primeros debates presidenciales del Partido Republicano de esta semana marcaron el primer inicio serio del ciclo electoral. La inmigración dominó el primer debate, conforme cada candidato luchó por condenar la inmigración ilegal más que el otro. Las frases insípidas de respaldo a “asegurar la frontera” y un mayor cumplimiento de las leyes de inmigración están desactualizadas en 2015. Los datos cambiantes acerca de la inmigración y de nuestra economía dinámica requieren de una actualización.



Usted no lo derivaría de la retórica, pero la población de inmigrantes ilegales ha dejado de crecer. Los números han estado entre 11 y 11,5 millones desde la Gran Recesión, porque muchos se están yendo y menos de ellos están viniendo. En 2013, el número de inmigrantes ilegales detenidos en la frontera y deportados fue de 306.000 —aproximadamente la misma cantidad que en 1970. En 2006, esa cifra se encontraba en un millón.
Los mexicanos todavía constituyen una mayoría entre los inmigrantes ilegales viviendo en EE.UU., pero no son la mayoría de los nuevos inmigrantes, legales o de otro tipo. En 2014, más inmigrantes no-mexicanos ingresaron al país ilegalmente que los inmigrantes mexicanos —por primera vez. Menos mexicanos están viniendo porque es más difícil encontrar un empleo aquí en los sectores en los que ellos pueden trabajar, las oportunidades en México son mayores y la población de mexicanos buscando migrar se ha moderado.
Los inmigrantes están ocupando su lugar. Desde 2009, nuevos inmigrantes asiáticos han superado en números a los nuevos inmigrantes hispanos. Para 2013, tanto los nuevos inmigrantes chinos como indios superaron en cantidad a los nuevos mexicanos.
La economía estadounidense demanda inmigrantes de todo nivel de preparación, pero los inmigrantes de la India y China son más preparados que los inmigrantes mexicanos. Hasta un 71,6 por ciento de los inmigrantes indios tienen un título universitario o superior, mientras que 53,4 por ciento de los inmigrantes chinos lo tienen. Solo 10,1 por ciento de los inmigrantes mexicanos tienen una educación similar. Mientras que los inmigrantes mexicanos fueron en gran medida menos educados que los estadounidenses, los inmigrantes indios y chinos son mucho mejor preparados.
Este cambio desde los inmigrantes con poca preparación hacia aquellos con una preparación más alta hace que la reforma de nuestras leyes migratorias sea todavía más urgente. Afortunadamente, hay al menos tres ideas nuevas que podrían mejorar significativamente la inmigración legal.
La primera idea es una nueva categoría de ‘green card’ basada en el mérito que fue introducida en 2013. Un sistema basado en el mérito concedería hasta 250.000 nuevas green cards adicionales al año, la mitad de ellas siendo dejadas a un lado para los trabajadores con calificación media y el resto para aquellos que poseen una serie de habilidades como saber hablar en inglés o programación de computadoras.
La segunda idea nueva es permitir que los estados creen su propio programa de visas para trabajadores visitantes. Un estudio reciente (en inglés) del Cato Institute realizado por Brandon Fuller y Sean Rust muestra cómo programas similares en Canadá y Australia fueron grandes éxitos. Podían invitar a empresarios, inversores o trabajadores de cualquier nivel de preparación u ocupación, en lugar de depender de un programa federal uniforme sin capacidad de reacción a los cambios. Los estados americanos prueban distintas políticas en las prestaciones sociales, en la regulación del porte de armas y en la política tributraria —es hora de que lo hagan también con la inmigración.
En 2015, tanto Texas como California han considerado pedirle al gobierno federal permiso de experimentar con sus propios programas de inmigración. En años anteriores, al menos 14 estados adicionales han considerado establecer sus propios sistemas de inmigración, pidiéndole al gobierno federal permiso de hacerlo, o cabildeando para tener una asignación especial. Es hora de que el gobierno federal le permita a los estados hacer esto.
Una tercera idea nueva es una tarifa de inmigración que cobre por una visa de trabajo o por una green card. Dicho pago, supongamos que de $20.000, podría reemplazar a la burocracia de inmigración con una máquina generadora de ingresos. Idealmente, este sistema permitiría que cualquier inmigrante pacífico y sano venga a nuestro país en torno a la demanda económica, en lugar de las preferencias creadas por el gobierno. Si la economía está en una bonanza, más inmigrantes y empleadores estarían dispuestos a pagar. Si la economía está en desaceleración, entonces menos vendrán.
Los inmigrantes, sus familias y los empleadores estadounidenses actualmente gastan miles de dólares en abogados para inmigrar —mejor eliminar a esos intermediarios y cobrar un solo precio. El economista Premio Nobel Gary Becker, recientemente fallecido, el Senador australiano Dabid Leyonhjelm y otros respaldan una tarifa que reemplace el actual sistema. El gobierno todavía podría intervenir cobrando distintos precios basados en la preparación o la edad, pero eso es menos perjudicial que las cuotas y las resmas de regulaciones. Con un tarifa, al menos todos tienen una oportunidad de inmigrar.
Más allá de filtrar para proteger en contra de las amenazas a la seguridad y a la salud, el gobierno de EE.UU. no puede elegir a los inmigrantes que serán exitosos. Solo los inmigrantes, los empleadores estadounidenses y los consumidores de productos estadounidenses pueden identificar a los inmigrantes que ofrecen lo mejor. Estas tres nuevas ideas de políticas públicas permiten más flexibilidad y apertura a la inmigración —especialmente considerando que la fuente de los inmigrantes se está desplazando hacia Asia. EE.UU. necesita un sistema migratorio para el futuro. Aquí hay algunas buenas ideas que pueden iniciarnos en esa dirección.

Tres ideas para mejorar la inmigración legal

Alex Nowrasteh indica que "Los mexicanos todavía constituyen una mayoría entre los inmigrantes ilegales viviendo en EE.UU., pero no son la mayoría de los nuevos inmigrantes, legales o de otro tipo. En 2014, más inmigrantes no-mexicanos ingresaron al país ilegalmente que los inmigrantes mexicanos —por primera vez".

Alex Nowrasteh es analista de políticas de inmigración del Centro para la Libertad y la Prosperidad Global del Cato Institute.
Los primeros debates presidenciales del Partido Republicano de esta semana marcaron el primer inicio serio del ciclo electoral. La inmigración dominó el primer debate, conforme cada candidato luchó por condenar la inmigración ilegal más que el otro. Las frases insípidas de respaldo a “asegurar la frontera” y un mayor cumplimiento de las leyes de inmigración están desactualizadas en 2015. Los datos cambiantes acerca de la inmigración y de nuestra economía dinámica requieren de una actualización.