Wikipedia

Search results

Showing posts with label futuro de Europa. Show all posts
Showing posts with label futuro de Europa. Show all posts

Monday, June 27, 2016

El Brexit y el futuro de Europa

George Soros is Chairman of Soros Fund Management and Chairman of the Open Society Foundations. A pioneer of the hedge-fund industry, he is the author of many books, including The Alchemy of Finance, The New Paradigm for Financial Markets: The Credit Crisis of 2008 and What it Means, and The Tragedy… read more
NUEVA YORK – En mi opinión, Gran Bretaña tenía con la Unión Europea el mejor de los arreglos posibles; era miembro del mercado común sin pertenecer al euro y había conseguido otras exenciones a las reglas de la UE. Pero eso no bastó para evitar que el electorado británico votara por la salida del bloque. ¿Por qué?
La respuesta puede hallarse en las encuestas de opinión realizadas los meses previos al referendo por el “Brexit”. La crisis migratoria europea y el debate por el Brexit se reforzaron mutuamente. La campaña por el “Leave” (la salida de la UE) explotó el empeoramiento de la situación de los refugiados (simbolizado por atemorizadoras imágenes de miles de solicitantes de asilo concentrados en Calais y desesperados por entrar a Gran Bretaña a cualquier costo) para atizar el temor a la inmigración “descontrolada” desde otros países de la UE. Y las autoridades europeas demoraron decisiones importantes sobre la política de refugiados para no incidir negativamente en el referendo británico, lo que perpetuó escenas de caos como la de Calais.


La decisión de la canciller alemana Angela Merkel de abrir las puertas de su país a los refugiados fue un gesto inspirador, pero sin la suficiente reflexión, ya que no se tuvo en cuenta el factor de atracción. Una súbita afluencia de solicitantes de asilo trastornó la vida cotidiana de la gente en toda la UE.
Además, la falta de controles adecuados creó un pánico que afectó a todos: a la población local, a las autoridades a cargo de la seguridad pública y a los refugiados mismos. También facilitó el veloz ascenso de partidos xenófobos antieuropeos, como el Partido de la Independencia del RU, que lideró la campaña por el “Leave” mientras los gobiernos nacionales y las instituciones europeas parecían incapaces de manejar la crisis.
Ahora el escenario catastrófico que muchos temían se materializó, con lo que la desintegración de la UE es prácticamente irreversible. A la larga puede que la salida de la UE deje a Gran Bretaña relativamente mejor que otros países o no, pero en el corto a mediano plazo su economía y su pueblo van a sufrir considerablemente. Inmediatamente después de la votación, la libra se hundió a su nivel más bajo en más de tres décadas, y es probable que la conmoción financiera mundial se prolongue mientras se desarrolla el largo y complicado proceso de negociación del divorcio político y económico de la UE. Las consecuencias para la economía real serán comparables solo a la crisis financiera de 2007 y 2008.
Es seguro que ese proceso estará cargado de más incertidumbre y riesgo político, porque lo que estaba en juego nunca fue simplemente alguna ventaja real o imaginaria para Gran Bretaña, sino la supervivencia misma del proyecto europeo. El Brexit deja la vía libre a otras fuerzas antieuropeas dentro de la Unión. Apenas se había anunciado el resultado del referendo, y en Francia el Frente Nacional pidió un “Frexit”, mientras que el populista neerlandés Geert Wilders promovió un “Nexit”.
Además, es posible que el RU tampoco sobreviva. Es de esperar que Escocia, donde el voto por la permanencia en la UE obtuvo una mayoría abrumadora, haga otro intento de independizarse, y algunos funcionarios en Irlanda del Norte, cuyos votantes también respaldaron el “Remain”, ya pidieron la unificación con la República de Irlanda.
La respuesta de la UE al Brexit puede convertirse en otra trampa. Es posible que los líderes europeos, preocupados por disuadir a otros estados miembros de seguir el ejemplo británico, no estén dispuestos a ofrecer al RU condiciones (en particular, en relación con el acceso al mercado común europeo) que le hagan menos dolorosa la salida del bloque. Como la UE supone la mitad del intercambio comercial británico, el impacto en los exportadores puede ser devastador (aunque mejore la competitividad del tipo de cambio). Y con la reubicación de instituciones financieras y de su personal a ciudades de la eurozona en los próximos años, la City (y el mercado inmobiliario) de Londres acusarán el golpe.
Pero las derivaciones para Europa pueden ser mucho peores. Las tensiones entre los estados miembros alcanzaron un punto crítico, no solo en relación con los refugiados, sino también por las dificultades excepcionales entre los países deudores y acreedores dentro de la eurozona. Al mismo tiempo, los gobiernos de Francia y Alemania, debilitados, ahora están obligados a concentrar la atención en los problemas locales. En Italia, una caída bursátil del 10% tras el Brexit dejó en claro la vulnerabilidad del país a una crisis bancaria con todas las letras, algo que podría llevar al poder al populista Movimiento Cinco Estrellas (que acaba de obtener la alcaldía de Roma) tan pronto como el año entrante.
Nada de esto es buen presagio para un programa serio de reformas en la eurozona, que debería incluir una auténtica unión bancaria, una unión fiscal limitada y mecanismos de rendición de cuentas democrática mucho más sólidos. Y el tiempo no está del lado de Europa, conforme presiones externas de países como Turquía y Rusia (que están sacando provecho de la discordia) agravan la competencia política interna europea.
Esa es la situación actual. A toda Europa (Gran Bretaña incluida) la perjudica la pérdida del mercado común y de los valores comunes para cuya protección se creó la UE. Pero lo cierto es que la UE dejó de funcionar y de satisfacer las necesidades y aspiraciones de sus ciudadanos. Va camino de una desintegración caótica que dejará a Europa peor que si la UE nunca hubiera existido.
Pero no debemos abandonar. La UE es, hay que reconocerlo, una creación imperfecta. Después del Brexit, todos los que creemos en los valores y principios que ella encarna debemos agruparnos para salvarla reconstruyéndola por completo. Estoy convencido de que a medida que en las semanas y los meses siguientes se revelen las consecuencias del Brexit, cada vez más gente se nos unirá.

El Brexit y el futuro de Europa

George Soros is Chairman of Soros Fund Management and Chairman of the Open Society Foundations. A pioneer of the hedge-fund industry, he is the author of many books, including The Alchemy of Finance, The New Paradigm for Financial Markets: The Credit Crisis of 2008 and What it Means, and The Tragedy… read more
NUEVA YORK – En mi opinión, Gran Bretaña tenía con la Unión Europea el mejor de los arreglos posibles; era miembro del mercado común sin pertenecer al euro y había conseguido otras exenciones a las reglas de la UE. Pero eso no bastó para evitar que el electorado británico votara por la salida del bloque. ¿Por qué?
La respuesta puede hallarse en las encuestas de opinión realizadas los meses previos al referendo por el “Brexit”. La crisis migratoria europea y el debate por el Brexit se reforzaron mutuamente. La campaña por el “Leave” (la salida de la UE) explotó el empeoramiento de la situación de los refugiados (simbolizado por atemorizadoras imágenes de miles de solicitantes de asilo concentrados en Calais y desesperados por entrar a Gran Bretaña a cualquier costo) para atizar el temor a la inmigración “descontrolada” desde otros países de la UE. Y las autoridades europeas demoraron decisiones importantes sobre la política de refugiados para no incidir negativamente en el referendo británico, lo que perpetuó escenas de caos como la de Calais.

Friday, June 24, 2016

'Brexit' y el futuro de Europa

Lorenzo Bernaldo de Quirós considera que la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea concedería una posición dominante a los estados menos favorables a la libertad económica.

Lorenzo Bernaldo de Quirós es presidente de Freemarket International Consulting en Madrid, España y académico asociado del Cato Institute.
El 'Brexit', la potencial salida del Reino Unido de la Unión Europea, es un fenómeno de extraordinaria importancia para el futuro de Europa. La visión convencional de Britania como una potencia hostil al proyecto europeo olvida que ese país fue el principal impulsor del Mercado Único, esto es, de la creación de un espacio económico basado en la libre circulación de bienes, servicios y personas dentro del Viejo Continente. La diferencia entre los británicos y las potencias continentales estriba en la resistencia isleña a transformar la UE en un Superestado controlado de facto por una burocracia irresponsable ante los ciudadanos y con una concepción marcadamente estatista del modelo socioeconómico; esto es, del sistema que ha convertido Europa en un área de bajo crecimiento y con crecientes dificultades para adaptarse a las exigencias de la globalización. Éste es el debate real que continuará tanto si Gran Bretaña decide permanecer en la UE como si opta por abandonarla.



Las recientes negociaciones del Gobierno británico con la UE tenían un objetivo situado más allá de estrechas consideraciones nacionales. Se trataba de establecer salvaguardas para aquellos estados que no forman parte de la eurozona o no desean hacerlo en el futuro. Esto puede conducir a una estructura flexible de la UE en la que no todos los miembros de ella tengan que estar sujetos a las mismas reglas ni se vean forzados a aceptar una "unión cada vez más estrecha" contraria a los intereses de sus ciudadanos. Este esquema permite combinar los deseos de quienes quieren avanzar con mayor rapidez hacia una Europa unida y los de quienes rechazan esa idea, al menos, a la velocidad que quiere imponer la eurocracia y algunos estados miembro. Por otra parte, la coexistencia de esos dos modelos permitirá evaluar cuál es más eficiente y reforzar las presiones a favor de las reformas estructurales en los países de la UE que duermen el sueño de los justos. De igual modo, la posición británica no constituye un fenómeno aislado. En otros Estados de la Unión comienzan a emerger poderosas corrientes que por razones distintas manifiestan una creciente oposición a la senda por la que se ha introducido el proyecto europeo pero con una diferencia sustancial: todos defienden posturas antimercado y proteccionistas. La emergencia de populismos de izquierdas y de derechas en buena parte de los estados continentales es sin duda un resultado de la Gran Recesión, pero también del intento de avanzar hacia esa "unión cada vez más estrecha" a un ritmo que no resulta aceptable para amplios sectores de la población. Si la UE no logra conciliar esas posiciones, las tensiones crecerán y el riesgo de que todo el "proyecto europeo" naufrague se disparará.
Los costes para Britania de salir de la UE son inciertos y oscilan entre el catastrofismo de los eurófilos y el triunfalismo de los escépticos. De acuerdo con los estudios más equilibrados, por ejemplo los realizados por Open Europe, el Reino Unido podría sufrir una pérdida permanente de un 2,2% de su PIB si no lograse mantener un acuerdo comercial que le garantizase el acceso al mercado continental. En caso de conseguir ese objetivo y, en paralelo, Britania liberalizase su comercio con resto del mundo, podría experimentar un incremento estructural de su PIB del 1,6%. Quizá abriría un período de incertidumbre y tal vez se reducirían las entradas de inversiones pero la suerte del Brexit dependería de su capacidad de pactar con la UE y de su apertura a la globalización. Aunque Europa es aún el mercado exportador más importante para Britania, el porcentaje de sus ventas al resto del mundo han aumentado de manera significativa en la última década. Esto reduce los costes de abandonar la unión aduanera europea. La apuesta por una Britania hiperglobalizada y con redes en todo el mundo puede ser una hipótesis atractiva.
Ahora bien, el adiós de UK a Europa no tendría sólo efectos sobre ese país, sino consecuencias impredecibles para la UE. Dejaría de aportar 14.000 millones de euros a las arcas comunitarias, lo que generaría un agujero presupuestario considerable. En el plano político sería un golpe considerable para el prestigio de la UE que perdería a la sexta economía mundial y a uno de sus principales pilares de defensa, un 24% del gasto total de la UE en esa partida. Ello se traduciría en una disminución en términos económicos y diplomáticos de la ya mermada influencia europea en el entorno global. Y, desde luego, la UE se quedaría sin el principal defensor de políticas abiertas y de mercado. Por último se alteraría el equilibrio de poder entre los estados de la UE, convirtiendo a Alemania en la potencia hegemónica del continente.
Si la agenda reformista a escala europea impulsada por Gran Bretaña y apoyada por países como Suecia, Finlandia, Dinamarca, Holanda y, en ocasiones, Alemania constituye una minoría de bloqueo en las votaciones que exigen mayoría cualificada, la salida del Reino Unido concedería una posición dominante a los estados menos favorables a la libertad económica. En este contexto, la deriva estato-intervencionista de la UE se vería reforzada y la probabilidad de introducir reformas pro-mercado se debilitaría de manera sustancial. El resultado sería un predominio de las políticas determinantes de la euroesclerosis. El silencioso papel desempeñado por Gran Bretaña en paliar los excesos intervencionistas a escala europea desaparecería. En el próximo referéndum, los británicos votarán a favor de permanecer en la UE, probablemente por un margen no demasiado amplio, pero lo harán. Pero lo relevante es que el acuerdo entre el Reino Unido y Bruselas abre el portillo a la configuración de una Europa que tiene mucho más que ver con la pluralidad visualizada por Gran Bretaña que con el esquema uniforme y centralizador abanderado por los eurócratas y sus aliados. Para quienes creemos en una Europa basada en la libertad económica es una excelente noticia. Se han sentado las bases para un modelo europeo de geometría variable.
Este artículo fue publicado originalmente en El Mundo (España) el 20 de marzo de 2016.

'Brexit' y el futuro de Europa

Lorenzo Bernaldo de Quirós considera que la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea concedería una posición dominante a los estados menos favorables a la libertad económica.

Lorenzo Bernaldo de Quirós es presidente de Freemarket International Consulting en Madrid, España y académico asociado del Cato Institute.
El 'Brexit', la potencial salida del Reino Unido de la Unión Europea, es un fenómeno de extraordinaria importancia para el futuro de Europa. La visión convencional de Britania como una potencia hostil al proyecto europeo olvida que ese país fue el principal impulsor del Mercado Único, esto es, de la creación de un espacio económico basado en la libre circulación de bienes, servicios y personas dentro del Viejo Continente. La diferencia entre los británicos y las potencias continentales estriba en la resistencia isleña a transformar la UE en un Superestado controlado de facto por una burocracia irresponsable ante los ciudadanos y con una concepción marcadamente estatista del modelo socioeconómico; esto es, del sistema que ha convertido Europa en un área de bajo crecimiento y con crecientes dificultades para adaptarse a las exigencias de la globalización. Éste es el debate real que continuará tanto si Gran Bretaña decide permanecer en la UE como si opta por abandonarla.