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Friday, July 8, 2016

Stephen Hicks: El populismo triunfa donde falla la educación

El filósofo canadiense apunta a los intelectuales como los mayores responsables del fracaso o éxito de un país a largo plazo

El filósofo canadoestadounidense Stephen Hicks visitó el centro de Buenos Aires el jueves 5 de noviembre para participar del lanzamiento de su libro recientemente traducido al castellano, Explicando el posmodernismo. En el transcurso de una hora y media, el profesor de la Universidad de Rockford presentó un panorama general de las diversas cuestiones planteadas en el libro, y estableció las diferencias entre la filosofía continental y la angloamericana.
Para Hicks, estas escuelas de pensamiento están en constante conflicto. Por un lado, se encuentran los ídolos del sistema educativo de América Latina: Rousseau, Marx, Hegel, Heidegger, Foucault, Sartre, Kant, Nietzsche y Derrida. Por el otro, tenemos a Bacon, Locke, Newton, Smith, Hume y Stuart Mill.
Hicks insiste en la importancia de la educación para luchar contra regímenes populistas disfuncionales.
Al final de su discurso, no era difícil entender por qué, por ejemplo, los estadounidenses tienen como modelos a seguir a individuos como Steve Jobs, mientras que en Argentina son más como el Che Guevara.
Hicks ofreció sus perspectivas al PanAm Post, y habló sobre las relaciones entre filosofía y temas como la corrupción, la política y la educación.
Stephen Hicks explaining the main differences between the Anglo-American and the Continental  philosophy. (PanAm Post)
Stephen Hicks explicando las principales diferencias entre la filosofía angloamericana y la continental. (PanAm Post)

 
¿Quién es más responsable por el fracaso o el éxito de un país: los empresarios, los políticos o los intelectuales?
Los políticos son en gran parte culpables, así también como los hombres de negocios que son amigos y coquetean inapropiadamente con los políticos. Pero la culpa más importante, sin duda, va para los intelectuales. Los intelectuales son los que capacitan a los maestros cuando estos van a la universidad. Los maestros luego se hacen cargo de los jóvenes y entonces forman la cultura de la gente para pensar de una manera determinada.
Ciertamente, los intelectuales que trabajan como profesores universitarios son los que forman a los futuros abogados, periodistas, y personas de todas las profesiones. Por lo tanto, la responsabilidad intelectual es principalmente de los profesores.
Usted mencionó la corrupción durante su discurso, sobre todo en América Latina. ¿Cómo puede la filosofía luchar contra la corrupción?
La corrupción es principalmente una cuestión de ética, y las personas aprenden diferentes tipos de sistemas éticos. Algunas personas llegan a creer, moralmente hablando, que este ya es un mundo corrupto, del que no son responsables. Que se salve quien pueda, y creen que si no practican la corrupción, entonces otras personas lo harán y ellos van a ser las víctimas. Por lo tanto, llegan a creer que la corrupción está bien.
Sin embargo, creo que la mayoría de las personas que están envueltas en actos de corrupción saben que es posible hacer las cosas en la política, o en los negocios, o en cualquier otro aspecto de la vida, sin que haya corrupción.
Ellos saben que su sistema corrupto está mal, pero aún así decidieron participar en este como un atajo y eso es una irresponsabilidad.
Los defensores del libre mercado y los derechos individuales generalmente se basan en argumentos utilitarios. ¿Es este el camino correcto para convencer a la gente sobre las ideas de libertad?
Yo creo que es absolutamente importante que la libertad conduce a buenos resultados. Una de las razones por las cuales una sociedad libre es buena es que mejora la vida de la gente. Las personas están más satisfechas, porque escogen sus propias carreras, eligen su propia familia, su propio arte; la gente se vuelve más próspera. Por lo tanto, las consecuencias son muy importantes.
Pero lo importante aquí es que la libertad es una cuestión de principios. Los seres humanos necesitan tomar sus propias decisiones en la vida. Eso es lo que significa ser humano. Así que, incluso si las decisiones que las personas toman son equivocadas, y conducen en algunos casos a malas consecuencias, hay que respetar su libertad como una cuestión de principios.
Algunos dicen que el posmodernismo está pasando de moda, y que no tiene el mismo atractivo que ha tenido en décadas anteriores. ¿Estamos saliendo de la fase de la posmodernidad?
Realmente me encantaría pensar que sí. Yo crecí en una era con un clima intelectual posmodernista y este ha sido el dominante para la última generación.
Probablemente lo más acertado sería decir que se ha abierto el debate contra el posmodernismo. Las cosas se mueven más lentamente en el mundo posmoderno.
Los pensadores posmodernos comenzaron a dominar en los años 70 y 80, y al llegar a finales de la década de los años 90, se comenzaron a ver algunas personas articuladas e inteligentes argumentando en contra del posmodernismo en la literatura, en el derecho, en la historia, y así sucesivamente. Me uní también a ese debate a finales de los 90.
En este momento, es apropiado decir que en el mundo académico todavía hay una gran cantidad de posmodernismo, pero también hay una gran cantidad de personas que se resisten y están tratando desarrollar alternativas. Nadie puede decir aún cuál de ellas va a prevalecer.
Lo que me hace un poco optimista, sin embargo, es que en el mundo intelectual a las personas les gustan los nuevos argumentos y nuevos enfoques. El posmodernismo ha estado rondando por alrededor de una generación, así que estoy empezando a sentir que se volvió un poco añejo.
Pero a menos que los argumentos de los posmodernistas se contesten a un nivel muy fundamental, estos podrían alejarse por un tiempo y luego volver a aparecer en la próxima generación en una forma ligeramente diferente.
Dado el éxito de los regímenes populistas en América Latina, ¿diría usted que la gente se deja llevar por la pasión?
Creo que la gente puede y debe ser movida por pasiones. Somos seres humanos, racionales [y] apasionados. Pero lo importante, como un proyecto filosófico personal para todos nosotros, es reflexionar sobre lo que es importante y lo que significan nuestras vidas y luego comprometerse apasionadamente a la consecución de nuestros objetivos. Y también, disfrutar con pasión todas las cosas que hacemos.
El problema, por supuesto, ocurre cuando se trata de hacer una cosa sin la otra.
El éxito del populismo solo funciona cuando se tiene un sistema educativo disfuncional. Si usted tiene un sistema en el que las personas no están educadas y no se les enseña a pensar por sí mismas entonces recurren a otras formas de liderazgo, a las que siguen ciegamente.
Esos líderes son, en muchos casos, muy hábiles en saber qué botones presionar para despertar pasiones en la gente y lograr que hagan lo que ellos quieran.
El problema del populismo disfuncional es un problema de educación. Obviamente, lo que queremos en una sociedad democrática, libre y abierta es que la población esté mejor informada y sea apasionada por la política, pero claro, en una dirección liberal.

Stephen Hicks: El populismo triunfa donde falla la educación

El filósofo canadiense apunta a los intelectuales como los mayores responsables del fracaso o éxito de un país a largo plazo

El filósofo canadoestadounidense Stephen Hicks visitó el centro de Buenos Aires el jueves 5 de noviembre para participar del lanzamiento de su libro recientemente traducido al castellano, Explicando el posmodernismo. En el transcurso de una hora y media, el profesor de la Universidad de Rockford presentó un panorama general de las diversas cuestiones planteadas en el libro, y estableció las diferencias entre la filosofía continental y la angloamericana.
Para Hicks, estas escuelas de pensamiento están en constante conflicto. Por un lado, se encuentran los ídolos del sistema educativo de América Latina: Rousseau, Marx, Hegel, Heidegger, Foucault, Sartre, Kant, Nietzsche y Derrida. Por el otro, tenemos a Bacon, Locke, Newton, Smith, Hume y Stuart Mill.
Hicks insiste en la importancia de la educación para luchar contra regímenes populistas disfuncionales.
Al final de su discurso, no era difícil entender por qué, por ejemplo, los estadounidenses tienen como modelos a seguir a individuos como Steve Jobs, mientras que en Argentina son más como el Che Guevara.
Hicks ofreció sus perspectivas al PanAm Post, y habló sobre las relaciones entre filosofía y temas como la corrupción, la política y la educación.
Stephen Hicks explaining the main differences between the Anglo-American and the Continental  philosophy. (PanAm Post)
Stephen Hicks explicando las principales diferencias entre la filosofía angloamericana y la continental. (PanAm Post)

México necesita más maestros y menos rufianes posando como docentes

Dejemos de llamar “maestros” a quienes no lo son, no victimicemos a victimarios ni defendamos lo indefendible

(UCN) maestros
El problema que atraviesa nuestro sistema educativo en México es muy complejo y tiene muchas variables. (UCN)
Tristemente hoy en México hablar de maestros es hablar de conflictos, política, huelgas, manifestaciones, paros, violencia, sindicatos, luchas de poder y muchas cosas más que poco o nada tienen que ver con educación.
El problema que atraviesa nuestro sistema educativo es muy complejo y tiene muchas variables que han hecho que parezca un laberinto sin salida; cada posible solución termina por guiarnos a otro problema que no habíamos alcanzado a visualizar antes.
Todos los actores involucrados tenemos responsabilidad en el problema:



  • El gobierno por permitir corrupción en todas sus filas. Por desviar fondos de lo que es la herramienta más valiosa que tienen los individuos para mejorar sus condiciones de vida, la educación. Por solapar y mantener a líderes sindicales durante años, e incluso décadas, que solo veían por sus intereses personales. Por destinar el presupuesto educativo a infraestructura de mala calidad y a salarios de aviadores en vez de invertirlo en tecnología y mejoras sistémicas en los procesos de impartición de la educación. Por pretenderse dueños de la verdad y ser lo suficientemente soberbios para asegurar que solo ellos pueden saber y definir que es lo mejor para los niños y jóvenes mexicanos. Por acomodar los programas de estudio a sus intereses políticos a través de adoctrinamiento patriotero disfrazado de civismo. Por ser el mayor freno para esfuerzos educativos que buscan hacer las cosas de manera diferente e independiente sin intervención estatal.
  • Los “maestros” (así, entre comillas) por dedicarse a todo menos a dar clases y a mejorar como profesionales de la educación. Por enseñarles a los más jóvenes que cuando algo se quiere, se toman las armas y se bloquean calles en lugar de dialogar y conseguirlo por méritos propios; por confundir sus derechos con la obligación del resto de pagar por sus privilegios. Por olvidarse de que el ejemplo es el verdadero formador de ciudadanos cívicos y responsables y por olvidarse de que este país necesita maestros de verdad, porque luchadores sociales, políticos de quinta y vividores del Estado ya nos sobran. Por proponer la violencia como método de solución legítima a conflictos de carácter político llevándose entre las patas a los más necesitados, que son sus alumnos.
  • Nosotros (la sociedad, el ciudadano de a pie, usted que está leyendo esto y yo) por confiar las necesidades más básicas de un ser humano para progresar, como la salud y la educación, a un ente que consideramos ineficiente y corrupto. Por ser indiferentes a las situaciones de pobreza e injusticia que se viven en las zonas más marginadas y pretender que soluciones simplistas como “escoger a un buen gobernante” van a remediarlo todo. Por olvidarnos de fomentar la competitividad y productividad en nuestro entorno en lugar del conformismo y la dependencia hacia al gobierno. Por no abrir los ojos y darnos cuenta de que todos los problemas que enfrentamos como país comienzan en casa cuando nos vemos al espejo y no vemos más que a una víctima de sus circunstancias y no a una persona capaz de reescribir su destino con libertad y responsabilidad.
Seamos intelectualmente y moralmente honestos: no deberíamos tomar parte ni por el gobierno ni por el CNTE. Hacerlo sería como apoyar a una banda de criminales cuando se enfrenta a otra.
Por un lado, es necesario entender que el gobierno se está enfrentando a un monstruo que el mismo engendró y alimentó hasta que se convirtiera en lo que son hoy los mafiosos sindicatos “educativos”; por el otro, los supuestos “maestros” y líderes sindicales solo buscan posicionarse y mantener sus cuotas de poder en un sistema político que cada vez resulta más obsoleto.
Para nosotros como sociedad permanecer indiferentes no es una opción válida; nuestro silencio y nuestra indiferencia nos volverían cómplices.
Llego la hora de tomar partido por México. Busquemos la manera de apoyar y empoderar a aquellos que más lo necesitan: los alumnos y los maestros de verdad.
Tomemos partido por los alumnos que necesitan hacerse de herramientas para poder salir adelante y poder cumplir sus sueños sin necesidad de comprometer su identidad ni su integridad como personas y hoy no solo no tienen clases, sino que están recibiendo un ejemplo de que las cosas se consiguen más fácilmente a través de violentar los derechos de terceros. Indirectamente pueden llegar a creer que es más fácil y loable tomar las calles y las armas que los libros y los cuadernos para salir adelante.
Tomemos partido por los maestros que lo son de verdad y no solo de nombre, aquellos que creen en la educación como el medio para mantener viva la esperanza de un mundo mejor y lo reflejan en su vida y sus actos.
Negarse a ser evaluados, cerrar carreteras, aventar bombas molotov, adoctrinar alumnos con teorías estatistas y colectivistas, escribir con faltas de ortografía, pisotear arbitrariamente los derechos de libertad de tránsito de terceros, cerrar negocios, desestabilizar la situación económica del país, acusar de traidores de la patria a quienes no los apoyan y dejar a miles de niños sin clase mientras pretenden seguir cobrando y viviendo del erario público es de rufianes y bandidos, no de maestros.
Dejemos de llamar “maestros” a quienes no lo son, no victimicemos a victimarios ni defendamos lo indefendible. No nos confundamos ni permitamos que desvirtúen una de las vocaciones más valiosas en la historia de la humanidad; ser maestro debe ser un privilegio y un compromiso de vida, no una oportunidad para vivir a costa del dinero de los demás y en detrimento del destino y sueños de las nuevas generaciones.
Todos aquellos que hemos tenido la enorme oportunidad de estudiar recordamos con cariño a las personas que con paciencia y alegría nos enseñaron a leer, a escribir, a sumar y a restar; pero sobre todo a aquellas personas que nos enseñaron a creer que todo es posible con esfuerzo y dedicación, aquellas que nos demostraron que no hay sueños inalcanzables cuando se anteponen el trabajo y la voluntad. Esos son los verdaderos maestros, los que tanta falta hacen para poder construir un México próspero y en paz.

México necesita más maestros y menos rufianes posando como docentes

Dejemos de llamar “maestros” a quienes no lo son, no victimicemos a victimarios ni defendamos lo indefendible

(UCN) maestros
El problema que atraviesa nuestro sistema educativo en México es muy complejo y tiene muchas variables. (UCN)
Tristemente hoy en México hablar de maestros es hablar de conflictos, política, huelgas, manifestaciones, paros, violencia, sindicatos, luchas de poder y muchas cosas más que poco o nada tienen que ver con educación.
El problema que atraviesa nuestro sistema educativo es muy complejo y tiene muchas variables que han hecho que parezca un laberinto sin salida; cada posible solución termina por guiarnos a otro problema que no habíamos alcanzado a visualizar antes.
Todos los actores involucrados tenemos responsabilidad en el problema: