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Friday, October 7, 2016

La Casa Blanca en desorden y la llegada de Nibiru en la Navidad 2016

La Casa Blanca en desorden y la llegada de Nibiru en la Navidad 2016

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La Casa Blanca está fracturada, mientras que Obama espera dejar la Casa Blanca, y mencionar la llegada de Nibiru, la oposición está fragmentada dentro de su administración por lo que el presidente hará público, tienen pensado llevar a cabo el hacer público la información de que Nibiru existe antes de que el presidente Obama deje su puesto vacante.
El entorno actual de la Casa Blanca es presa de un desorden caótico. Un grupo desafió el miércoles a la política presidencial y se filtró información oculta en el Star Press. El director de la Oficina de Ciencia y Tecnología de la Casa Blanca, John Holdren se ha alejado cada vez más del del círculo íntimo de Obama, reconoció que la tierra sigue interplanetaria vulnerables a los desastres.
Aunque no se menciona la palabra Nibiru, Holdren dijo:



“No estamos preparados. Tenemos que ser más inteligentes que los dinosaurios. Debemos estar preparados para eventos raros que pueden venir del espacio exterior, y preparar nuestra tecnología a medida que esta nos lo permita. Podemos tener una gran cantidad de daños en la tierra en un futuro próximo”
Holdren, junto con otros elementos disidentes, están tomando distancia con Obama, Obama está ocupado en la campaña de su sucesor preferido, Hilary Clinton. Hay personas dentro de la administración y la agencia espacial que creen que debe callar acerca de Nibiru y cuando el presidente está ausente, tratan de obtener información sin hablar directamente sobre el tema con él.
Holdren es consciente de la amenaza. Pero él es un hombre de familia y quiere tener a su familia sana y salva y desafiar al presidente tiene sus consecuencias. Muchos creen que Obama no tiene poder real y que es una marioneta manipulada por grupos secretos como Illuminatis, Bildeberg, Majestic 12.
Sea cual sea el caso, el tema de Nibiru y su llegada, cada vez está más presente, y los teóricos de la conspiración, así como los analistas, creen que la llegada finalmente se producirá en esta Navidad, esperemos que el presidente Obama, finalmente haga las declaraciones sobre este planeta.
A día de hoy todo sigue en el aire, por medio de especulaciones. Os dejo un vídeo muy interesante sobre este tema:

La Casa Blanca en desorden y la llegada de Nibiru en la Navidad 2016

La Casa Blanca en desorden y la llegada de Nibiru en la Navidad 2016

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La Casa Blanca está fracturada, mientras que Obama espera dejar la Casa Blanca, y mencionar la llegada de Nibiru, la oposición está fragmentada dentro de su administración por lo que el presidente hará público, tienen pensado llevar a cabo el hacer público la información de que Nibiru existe antes de que el presidente Obama deje su puesto vacante.
El entorno actual de la Casa Blanca es presa de un desorden caótico. Un grupo desafió el miércoles a la política presidencial y se filtró información oculta en el Star Press. El director de la Oficina de Ciencia y Tecnología de la Casa Blanca, John Holdren se ha alejado cada vez más del del círculo íntimo de Obama, reconoció que la tierra sigue interplanetaria vulnerables a los desastres.
Aunque no se menciona la palabra Nibiru, Holdren dijo:


Monday, August 29, 2016

El gobierno de Peña Nieto regala cerrazón

Luis Rubio
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Presidente del Centro de Investigación para el Desarrollo (Cidac), una institución independiente dedicada a la investigación en temas de economía y política, en México. Fue miembro del Consejo de The Mexico Equity and Income Fund y del The Central European Value Fund, Inc., de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal y de la Comisión Trilateral. Escribe una columna semanal en Reforma y es frecuente editorialista en The Washington Post, The Wall Street Journal y The Los Angeles Times. En 1993, recibió el Premio Dag Hammarksjold, y en 1998 el Premio Nacional de Periodismo.
En los 80, el título de un libro sobre Indonesia resumía el momento de esa sociedad, no muy distinto al del México de hoy: “un país a la espera”. A la espera de “un cambio”.
Gobiernos van y gobiernos vienen, todos prometiendo la redención. Pero la redención no llega y todo acaba siendo excusas: la culpa siempre fue de otros.



Cuando las cosas salen bien, la sociedad mexicana se vuelca hacia el gobierno; cuando salen mal, la reacción es de despecho: el gobierno la traicionó. Es por esto que la reacción social ha sido tan brutal, haciéndole fácil la vida a los promotores de la desazón como estrategia político-electoral. Y el gobierno no podría haber actuado peor: atrincherado y convencido de su virtud, acaba siendo presa fácil de sus propios prejuicios y de una oposición a la que no comprende, ni lo intenta, todo lo cual arroja a la ciudadanía a una total incertidumbre respecto al futuro.
En los últimos lustros, los mexicanos hemos vivido dos momentos similares y, a la vez, totalmente distintos, contraste que ilustra algunas de las causas del hartazgo, desesperación y enojo ad hominem que hoy caracterizan al país. Vicente Fox y Enrique Peña Nieto no tienen nada en común en sus biografías, propuestas o habilidades, pero ambos prometieron una transformación, de la cual se olvidaron casi inmediatamente después de llegar al gobierno. Fox prometió “sacar al PRI de los Pinos” para cambiar al país; Peña Nieto prometió un “gobierno eficaz”. Ambos traicionaron a la población. Sus fallas explican la creciente popularidad de los vendedores de milagros: igual el “Bronco” que AMLO, o los que vengan.
Joaquín Villalobos, experto en movimientos sociales, dice que no hay peor estrategia de gobierno que la que se deriva de una lectura simple de una realidad compleja. Fox no entendió el tamaño de su victoria ni mucho menos la naturaleza o profundidad de la demanda de cambio en la sociedad mexicana; tampoco reconoció la debilidad del PRI en ese instante. El problema para él eran las personas y no las estructuras e instituciones, razón por la cual acabó nadando de muertito por seis largos años, creando anticuerpos para la transición político-económica que el país sigue esperando.
Peña Nieto no entendió que el México de hoy nada tiene que ver con el de los cincuenta del siglo pasado, que la economía globalizada trastocó para siempre la política interna y que el uso del déficit fiscal es por demás políticamente peligroso. El gobierno actual no sólo leyó mal la circunstancia en que llegó al poder sino también momentos cruciales que cambiaron su devenir, especialmente Ayotzinapa. Su decisión de echar para atrás la descentralización política que había experimentado el país fue de una enorme ingenuidad, como si ésta hubiera sido producto de la voluntad de un presidente y no resultado de una realidad compleja y cambiante. Al re-centralizar e imponer controles sobre los medios de comunicación, los gobernadores y otros actores sociales, además de aumentos de impuestos a los causantes cautivos, y el desdén con que administró (y sigue) los casos de corrupción, acabó en el peor de los mundos: se hizo responsable de cosas sobre las que no tenía, ni podía tener, control. Así, los problemas han acabado en la puerta de Los Pinos y, a la vez, todo mundo se siente agraviado.
El caso de Ayotzinapa es emblemático. En términos objetivos, es evidente que el asunto fue local y que el gobierno federal ni se enteró sino hasta mucho después de que ocurrió, además de que, en contraste con otras crisis, en esa no hubo participación de fuerzas federales. En esas condiciones, es increíble que el gobierno federal haya acabado cargando con la culpa, pero eso fue producto de su forma de actuar, de su necedad por proteger al gobernador y, sobre todo, de ignorar el complejo contexto. Hasta la fecha, el gobierno no parece comprender la cantidad de agravios que generó en toda la sociedad y que Ayotzinapa permitió ventilar y hacer explícitos de manera anónima.
Cuando Khrushchev denunció los crímenes del régimen soviético, uno de los delegados le gritó “Camarada Khrushchev, ¿dónde estaba usted cuando ocurrían esas barbaridades?” Krushchev volteó hacia el público y demandó “¿Quién dijo eso? ¡Levántese!” Nadie se paró. Krushchev entonces gritó de regreso “Ahí, camarada, al amparo de la obscuridad, como usted”.
El gobierno del presidente Peña no entendió a la sociedad que pretendía gobernar ni mucho menos comprendió que sus iniciativas y políticas estaban trastocando valores, tradiciones, intereses y, sobre todo, realidades y derechos ganados a pulso. En el momento en que ocurrió lo de Iguala, la sociedad se manifestó de manera brutal.
Mientras que la incertidumbre domina el panorama, el gobierno sigue atrapado en sus lecturas simples de una realidad compleja, pretendiendo que controla el proceso sucesorio. La contradicción es flagrante: la sociedad requiere definiciones hacia el futuro en tanto que el gobierno le regala cerrazón. La sociedad mexicana comprende la complejidad del momento como lo evidencia su indisposición a la violencia. Sin embargo, ningún país puede funcionar en ausencia de certidumbre respecto al futuro y, al menos, un sentido de esperanza.

El gobierno de Peña Nieto regala cerrazón

Luis Rubio
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Presidente del Centro de Investigación para el Desarrollo (Cidac), una institución independiente dedicada a la investigación en temas de economía y política, en México. Fue miembro del Consejo de The Mexico Equity and Income Fund y del The Central European Value Fund, Inc., de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal y de la Comisión Trilateral. Escribe una columna semanal en Reforma y es frecuente editorialista en The Washington Post, The Wall Street Journal y The Los Angeles Times. En 1993, recibió el Premio Dag Hammarksjold, y en 1998 el Premio Nacional de Periodismo.
En los 80, el título de un libro sobre Indonesia resumía el momento de esa sociedad, no muy distinto al del México de hoy: “un país a la espera”. A la espera de “un cambio”.
Gobiernos van y gobiernos vienen, todos prometiendo la redención. Pero la redención no llega y todo acaba siendo excusas: la culpa siempre fue de otros.