El gobierno ha decidido una subida del 8% del salario mínimo interprofesional (SMI). Es la condición que puso el PSOE para alcanzar un acuerdo respecto del límite de déficit fiscal autonómico para 2017 (0,6% del PIB). Con esta subida, el SMI pasará de los actuales 655,2 euros a 707,6 euros. Los argumentos del PSOE, según expresó su portavoz en el Congreso, Antonio Hernando, son dos: acercar el SMI español a la media europea y "reactivar el consumo" a través del aumento del poder adquisitivo.
Es bueno que los dos grandes partidos sean capaces de llegar a acuerdos. Lo malo es que variables económicas claves sean parte de un "toma y daca" que nada tiene que ver con la buena marcha de la economía. Los españoles ya deberíamos tener claro que cuando las decisiones económicas se basan en prejuicios los costes son muy altos para toda la sociedad. Más aún para aquellos que supuestamente se beneficiarían de un SMI mayor.
En primer lugar, España ya supera el salario mínimo promedio de la UE.Dinamarca, Italia, Chipre, Austria, Finlandia y Suecia no tienen salario mínimo. Por lo tanto, computando como un cero el SMI de esos países,la media europea es de 643 euros.
Entre los países de la UE que sí tienen un SMI, el mismo va desde los 215 euros de Bulgaria hasta los 1.923 euros de Luxemburgo. ¿Por qué hay una diferencia tan grande? ¿Son los gobernantes búlgaros unos sádicos que no quieren el bienestar de su pueblo? ¿Hay alguna razón para pensar que los dirigentes luxemburgueses son más "sensibles" que los españoles? ¿Acaso es que los sindicatos de Bélgica, Holanda e Irlanda, países con un SMI de más de 1.500 euros, son más "combativos" que los de Polonia, Eslovaquia o Croacia, donde ronda los 400 euros?
Aunque haya dirigentes políticos relevantes que no lo sepan, la verdad es que los salarios no son algo que se pueda fijar por decreto. Si fuera tan simple, no habría político tan torpe como para no situar el SMI en 3.000 euros. El nivel de los salarios está determinado por la productividad media (cuánto produce, en promedio, cada trabajador). La razón por la cual los salarios de los distintos países europeos son tan dispares es que la productividad del trabajo es muy diferente entre unos y otros.
Cualquiera que haya trabajado en una empresa privada sabe que la productividad no puede aumentar un 8% de un día para el otro. Es difícil, incluso, hacerlo a lo largo de varios años. Cuando se desconoce esa realidad y se intenta forzar un salario mayor del que soporta la economía se produce una combinación de los siguientes hechos: los trabajadores que cobran el SMI son despedidos, suben los preciospara compensar los mayores costes laborales o se reduce la inversiónpor la caída de la rentabilidad. Además, los trabajadores jóvenes sin experiencia tienen más difícil encontrar su primer empleo. Todas esas consecuencias son negativas para la actividad económica.
El consumo de los hogares lleva once trimestres seguidos creciendo, lo que no ocurría desde 2008. Aunque la recuperación es evidente, es notable el ingenio de los intervencionistas para sugerir caminos inconducentes para "reactivar el consumo". Si hacer crecer una economía fuera tan fácil como firmar un decreto, ¿por qué no lo hizo ZP en 2009 ó 2010?
Si de verdad queremos ayudar a los parados y contribuir a una economía sana, lo mejor que podríamos hacer es imitar el ejemplo de Dinamarca, Finlandia y Suecia y suprimir del SMI. Eso quitaría la discusión salarial del ámbito político (protegiendo a la sociedad de las ocurrencias de turno) y la pondría en manos exclusivas de quienes realmente entienden de qué va el tema: empresarios y trabajadores.