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Friday, August 26, 2016

“El teniente de San Porfirio”: Autopsia de la revolución populista

La novela de Joel D. Hirst retrata el apogeo de la Venezuela chavista

“Escribo para poder entender”. Este pensamiento de Joel Hirst, autor de “El teniente de San Porfirio”, lo encontramos en su blog. No hay frase que mejor transmita la sensación que nos quedó tras leer la referida novela.
“El teniente de San Porfirio” se desarrolla en la Venezuela chavista, en momentos en que “el Comandante” estaba en su apogeo, tanto político como físico. No era aún el simple mortal enfermo de cáncer en su fase terminal, que llora ante las cámaras. Por el contario, es el líder carismático que en nombre del “humanismo”, llama a denigrar de todos los modos imaginables a los “enemigos” de su Revolución; que en nombre de la “concordia”, señala con el dedo a los sectores sociales (homosexuales, judíos, la clase media) que deben ser arrasados por los “puros”; que en nombre de su “revolución pacífica”, incita a la violencia y a la aniquilación de los “oligarcas”.
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Hirst conoce a fondo el ambiente del cual habla. No solo porque vivió siete años en Venezuela sino también debido su actividad profesional. Demostrando tener una sensibilidad muy especial para con el sufrimiento ajeno, desde muy joven fue un activista social. Como integrante de World Vision and Food for the Hungry, el autor vivió en la República Democrática del Congo, Pakistán, Venezuela, Chad, Honduras, Nicaragua, Kosovo y Costa Rica. Desempeñando su trabajo humanitario, Hirst tuvo ocasión de interiorizarse de la realidad oculta en cada uno de esos países. Y eso lo notamos al leer la obra que estamos reseñando.
Pero a Hirst no le alcanzó con contribuir a aliviar el hambre en países subdesarrollados, sino que como miembro del llamado Primer Mundo, también quiso entender. Esa es una actitud no frecuente. Precisamente, esta obra trasluce muchas horas de reflexión profunda sobre las condiciones de vida de las clases más desfavorecidas de las naciones del Tercer Mundo, aunque en este libro se hable específicamente de Venezuela. Pero no se queda allí, da un paso más: Hirst se esfuerza por descubrir las raíces ocultas del subdesarrollo, con su historia de privilegios, discriminación e injusticias. Pero, también hay un análisis de por qué la historia de América Latina es una de frustraciones continuas, con el surgimiento cada tanto de un “caudillo” salvador, “protector” de los más pobres, que termina por hundir a esos pueblos en un abismo más profundo del que estaban antes de la aparición de esos “justicieros”.
Si Hirst considera que el escribir ayuda a comprender mejor realidades complejas, fue un acierto que su primera obra como escritor haya sido una novela. La literatura permite dar a conocer interioridades – tanto sociológicas como psicológicas – en una forma más cabal que cualquier ciencia humana. Eso es así porque el autor-investigador de almas, trabaja con realidades ficcionales, lo que le otorga mayor libertad para profundizar en aquellos aspectos que más le interesan del tema que está analizando. Y la novela permite una extensión adecuada para ese propósito.
Desde el punto de vista del estilo literario, esta novela se encuadra dentro del realismo mágico. Su subgénero podría ser catalogado como la típica novela del dictador latinoamericano. Hirst escribe con estilo fluido, la trama es interesante y los personajes están bien delineados, aunque por momentos sean un poco caricaturescos. La conjunción de esas características hace que la novela logre en todo momento retener la atención del lector.
La  exploración crítica del fenómeno del chavismo se hace desde dos dimensiones diferentes. Por un lado, se analiza la postura de ciertas personas de los países desarrollados que miran con simpatía a estos caudillos. Son aquellos que posan de “humanistas” y proclaman “sufrir con las suerte de los pobres de América Latina”. Justifican los movimientos de masas como el chavismo, con sus violaciones manifiestas a los más elementales derechos humanos o normas de Derecho, en nombre de las “injusticias” que – verdaderas o supuestas – sufrieron en el pasado las clases bajas. Son aquellos que hacen “turismo revolucionario”, completamente ignorantes de la realidad del país y en muchas ocasiones con complejo de inferioridad. Este tipo humano está representado por “Freddy”, el norteamericano que viaja a Venezuela por un par de días, y queda convencido que ha conocido la realidad de esa nación “desde adentro”. Considera que en ese breve lapso ha creado lazos de hermandad con los “desheredados de la tierra”. Luego va a tomar el avión para volver a su país. Es decir, regresa a las  comodidades y garantías legales que su país brinda y que tanto dice despreciar.
Los restantes personajes representan diferentes arquetipos humanos: la oligarca, el líder estudiantil, el militar al cual no le importa torturar con tal de hacer méritos y no volver a ser pobre, personajes de los rancheríos pobres de las colinas de Caracas, fieles admiradores “del Comandante”.
Sin embargo, todo lo que hemos mencionado hasta ahora, son rasgos que también aparecen en las obras de otros autores. Lo que a nuestro entender hace única a esta novela, es el episodio crucial en que una manifestación chavista y otra antichavista están por enfrentarse en una autopista. En ese momento se escucha la voz de “Pancho”, el líder estudiantil, dando las razones por las cuales no pueden dar marcha atrás en su lucha por la libertad individual. En ese discurso, hay ecos de las ideas expuestas en una situación similar por John Galt, el protagonista de “La Rebelión de Atlas”, la obra magna de Ayn Rand.
Pero si en un principio sentimos esto como un déjà vu, entonces viene lo sorprendente y realmente original de esta novela: el contra discurso de “Gerónimo”, uno de los  líderes chavistas.
En ese momento presenciamos el choque de dos discursos potentes: Por un lado, Pancho exponiendo una verdad incómoda, que se considera políticamente incorrecta, y que nadie se atreve a decir en voz alta; por el otro Gerónimo, exponiendo verdades a medias, apelando a las emociones primitivas, a lo más irracional del ser humano, para transformar a personas usualmente pacíficas en animales feroces. Sin embargo, palabras que suelen considerarse moralmente puras.
El autor -según sus propias palabras- al escribir este libro pretendió entender mejor al fenómeno del chavismo. Pero al hacerlo, hizo una autopsia magistral de cualquier movimiento de masas, llámese nazismo, peronismo o socialismo del siglo XXI.

“El teniente de San Porfirio”: Autopsia de la revolución populista

La novela de Joel D. Hirst retrata el apogeo de la Venezuela chavista

“Escribo para poder entender”. Este pensamiento de Joel Hirst, autor de “El teniente de San Porfirio”, lo encontramos en su blog. No hay frase que mejor transmita la sensación que nos quedó tras leer la referida novela.
“El teniente de San Porfirio” se desarrolla en la Venezuela chavista, en momentos en que “el Comandante” estaba en su apogeo, tanto político como físico. No era aún el simple mortal enfermo de cáncer en su fase terminal, que llora ante las cámaras. Por el contario, es el líder carismático que en nombre del “humanismo”, llama a denigrar de todos los modos imaginables a los “enemigos” de su Revolución; que en nombre de la “concordia”, señala con el dedo a los sectores sociales (homosexuales, judíos, la clase media) que deben ser arrasados por los “puros”; que en nombre de su “revolución pacífica”, incita a la violencia y a la aniquilación de los “oligarcas”.
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