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Thursday, June 23, 2016

EMILIO J. CÁRDENAS Evo Morales no acepta el "no" de su pueblo

 
Evo Morales convocó formalmente a su pueblo a participar de un sonado referendo que tuvo efectivamente lugar el 21 de febrero pasado. En buen orden y sin incidentes. En el mismo se debía votar sobre la posibilidad de reformar la Constitución de Bolivia de modo de permitir la re-elección eterna del presidente Morales y la de su numen, el vice-presidente Álvaro García Linera, un hombre que cultiva un perfil aparentemente intelectual, cuando la verdad es que mintió descaradamente al tiempo de publicar su presunta formación académica, invocando laureles que nunca había logrado. Pese a ello, sigue inconmovible en su cargo, que ahora procura transformar en vitalicio.

El veredicto del pueblo bolivariano en ese referendo fue terminante: le negó claramente a Evo Morales su ambición. El 51,30% de los votantes optó por no permitir la reelección sin límites temporales de sus más altas autoridades. Sabiamente, entonces.

A apenas tres meses del aludido y sonoro “No”, Morales ha vuelto a caminar insistentemente en procura de obtener la posibilidad de reelección eterna. Cual monarca o sumo sacerdote. Para poder postularse a la presidencia nuevamente, en el 2019.

Su partido, el Movimiento al Socialismo (MAS), está ya recolectando firmas para pedir la nueva consulta popular, utilizando para ello a las organizaciones sociales a las que el gobierno de Morales organiza, usa y financia la existencia que, solícitas, se han lanzado a obtenerlas.

Esto sucede pese a que la Ley Electoral boliviana dice claramente que los resultados de los referendos son “vinculantes y de cumplimiento obligatorio”. Cosa juzgada, entonces. Así de claro. Pero aparentemente no para Morales, ni para García Linera. Quienes señalan caprichosamente que en el anterior referendo, Morales fue objeto de una campaña “de desprestigio”, maliciosa además. En función de la cual terminó siendo derrotado. Si fuera así ¿cuál es el problema?
Las Federaciones de Cocaleros, una suerte de columna vertebral política de Evo Morales, anuncian que también ellas recolectarán las firmas que se requieren para convocar, pese a todo, a un segundo referendo con idéntico propósito que el anterior. Igualito. El “No” no es aceptado por Morales. Jamás. Porque él está por encima de la voluntad popular. Y de la ley.

La insistencia de Morales tiene probablemente que ver con el pronunciado (y normal) desgaste de su imagen, fruto del paso del tiempo y, más recientemente, de un episodio de perversidad -y corrupción- en el que de pronto parece estar involucrada una ex novia “oculta” del mandatario boliviano, a la que hoy se ha metido presa por presunto “tráfico de influencias”, que está siendo tratada en condiciones deplorables.

La dignidad no parecería ser necesariamente un distintivo de la conducta de algunos. Lo cierto es que ese desgaste es real y es el que parece haber aconsejado a Morales a moverse rápido, antes de que sea irremediablemente tarde para él y para Sergio García Linera.

La “alternancia democrática” simplemente no existe en la visión del presidente de Bolivia. Quizás porque cree que no hay ningún connacional suyo que ni hoy, ni nunca, pueda llegar a estar “a su altura”. Si el autoritario Morales doblega la voluntad ya expresada de su pueblo, el ejemplo para la región toda sería una auténtica tragedia.

Emilio J. Cárdenas

Ex Embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas

EMILIO J. CÁRDENAS Evo Morales no acepta el "no" de su pueblo

 
Evo Morales convocó formalmente a su pueblo a participar de un sonado referendo que tuvo efectivamente lugar el 21 de febrero pasado. En buen orden y sin incidentes. En el mismo se debía votar sobre la posibilidad de reformar la Constitución de Bolivia de modo de permitir la re-elección eterna del presidente Morales y la de su numen, el vice-presidente Álvaro García Linera, un hombre que cultiva un perfil aparentemente intelectual, cuando la verdad es que mintió descaradamente al tiempo de publicar su presunta formación académica, invocando laureles que nunca había logrado. Pese a ello, sigue inconmovible en su cargo, que ahora procura transformar en vitalicio.