Friday, September 13, 2024

VALENZUELA VS CHAVISMO MEXICANO

Ricardo Valenzuela

“Las cosas importantes en la vida han sido logradas por aquellos que siguieron intentándolo cuando parecía que no había ninguna esperanza”.

Martin Luther King

Con la revolucion escobarista derrotada, Gilberto Valenzuela se habia asilado en EU y así Calles tendría vía libre para continuar el plan esclavista que él tenía para Mexico. Una estructura estatista con la se ha controlado el pais hasta la fecha. Calles ya habia iniciado comunicación con los emisarios de los Rothschild que culminara en la formación del Banco de Mexico, entregando el control financiero del pais a la oligarquia global que en 1913 crearan el Fondo de la Reserva Federal. Además, el movimiento masónico mundial en reunión de su Consejo Supremo en Ginebra, habían decidido iniciar la eliminación del catolicismo en América Latina iniciando en México.  

 

Fue cuando Calles iniciaba su agresión y persecución de la iglesia católica. Calles, quien era gran masón grado 33, había hecho suyo el acuerdo de Ginebra y, con el ataque al templo de la Soledad liderado por el sacerdote Joaquin Perez, miembro de la logia masónica Amigos de la Luz, explotaba la guerra de los cristeros. Muy pronto los EU dejaron de vender armas a los cristeros que ya contaban con 30,000 guerreros y la situación del pais se agravaba. En la constitución de 1917, que habia sido escrita por Trotski en la embajada de Rusia, ya incluía una serie de artículos anticatólicos que ahora se activaban.   

 

Fue cuando apareciera en escena Dwight Morrow quien, desde esos momentos, se convertía en el diablo de la guarda de Calles. Morrow era un prominente banquero de Nueva York controlado por el grupo JP Morgan y Cia miembro de la oligarquia global, y llegaba para salvar a Calles pues, según todos sus socios, era la facción política que mejor podría servir a los intereses de la alta masonería y a la nueva oligarquia global. Y esos intereses eran los instigadores de la agresión contra el catolicismo en Mexico. Un periodista americano que conoció a Calles se confesaba sorprendido del odio que mostraba contra el catolicismo. Y tenía el problema cristero

 

Con el asesinato de Obregon Calles tenía el problema de seleccionar al siguiente mandatario. Uno de posibles ocupantes de la presidencia huérfana de Obregon, era el general Arnulfo R Gomez, también sonorense, quien fuera capturado en la sierra de Veracruz, pero fue traicionado y entregado a las tropas del general Gonzalo Escobar. Y Calles ordeno fuera fusilado. Le permitieron escribir un mensaje para su hijo con estas palabras: “Muero asesinado por un gobierno despótico y tirano, muero en aras de la libertad y del antirreeleccionismo”

 

Calles pensó en Aaron Saenz como posible candidato a la presidencia, un eminente masón protestante descendiente de una antigua familia sefardita. Sin embargo, no era de la simpatía de algunos de sus generales y, además, lo juzgaron comprometido con los que ellos consideraban industriales burgueses de Monterrey que ya crecían agresivamente y se podían convertir en una fuerza independiente. Le sugirieron entonces a Gilberto Valenzuela quien, a pesar de ya haberlo tachado porque seria alguien que nunca se pudiera controlar, decidía platicar con él esta posibilidad, sabiendo la rechazaría.

 

Calles—después de su reunión con Valenzuela y rechazara la oferta— se decida por lo más seguro, el Ing Ortiz Rubio. Ortiz Rubio era un desconocido para la gran mayoría de la gente, con el único antecedente de haber sido gobernador de Michoacán, y no quería la presidencia, pero, ante la presión de Calles, aceptaba. Don Gilberto apoyado por un grupo de poderosos generales revolucionarios lanzaba su candidatura.

 

Calles explotaba furioso y muy preocupado pues sabia que Ortiz Rubio no podría competir con quien él definía como un peligroso seductor para las masas. Era un hombre muy alto y de presencia distinguida, portador de una educación impresionante, era un brillante abogado, hombre intachable, abstemio, no fumaba, con un caudal de experiencia internacional, legislativa, habiendo sido presidente del Congreso de Sonora, ejecutiva, pues habia ocupado la gubernatura de Sonora a sus 25 años, como sustituto del gobernador De la Huerta cuando pasaba al gabinete de Carranza.

 

Calles lo conocía muy bien, habían tenido una relación odio-amor desde que Calles fuera gobernador de Sonora y don Gilberto abogado litigante y congresista. En una ocasión Valenzuela estableció una demanda en contra del jefe de escoltas de Calles, por el asesinato de un humilde músico y el acusado fue arrestado. Calles le ordenó que retirara la demanda la que no fue obedecido. Calles enfurecido le aconsejaba que saliera del estado porque si lo encontraban sus sicarios lo colgarían. Valenzuela de nuevo se negó a la orden. Tuvo que intervenir su madre para que abandonara el estado. Sin embargo, Calles ya presidente lo nombró secretario de gobernación.

 

Sin embargo, ante la imposibilidad del ejercito del general Gonzalo Escobar que habia encabezado la defensa de su movimiento cuando Calles los derrotara. Los intereses políticos y la difícil y tensa situación que habia generado la muerte del general Obregon, así como su negativa de secundar un proyecto en el que él jamás creería, Calles de nuevo lo obligaba al abandono de algo que amaba. La primera vez debía abandonar su estado, ahora Calles lo obligaba al abandono de su pais. Y solamente regresaría cuando el general Lázaro Cárdenas desterraba a Calles en 1935.

 

Después de haber servido como presidente de la Suprema Corte de Justicia Mexicana a su regreso, en 1961 se retiraba pronunciando un mensaje que provocó muchos ojos lagrimosos entre los presentes:

 

“Tengo para mí que el cumplimiento estricto del deber, dentro de los cánones del honor, de la moral y de la ley, es y debe ser para siempre una religión de las almas puras. Devoto fiel de ese postulado de profunda filosofía y ética sana, no he vacilado en actuar, en todas las situaciones de la vida, exclusivamente de acuerdo con mi criterio, con mis convicciones y mi conciencia, sin preocuparme de si, al proceder de esa manera, voy hacia el triunfo o la derrota. El hombre no está obligado a siempre triunfar, pero si esta obligado a ser leal, ante todo y, sobre todo, con mis convicciones y con mi conciencia”      

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