Ricardo Valenzuela
Al terminar tan potente frase este inusual vaquero, invadido ya por un
sentimiento de rebelión tuve, que propinarme una suave cachetada para recordar
estaba disfrutando de una novela, no a punto de iniciar la primera carga en el
centro de una revolución en contra de un opresivo gobierno.
Llegaban a mi mente recuerdos de mis años universitarios en Monterrey
cuando, por $5 pesos, mi amigo chihuahuense, Manuel Pereda y yo, invadíamos un
cine al aire libre para disfrutar de tres cintas de Tony Aguilar. Todas ellas
parecieran repeticiones del drama anterior, sólo con cambio de nombres de
aquellos famosos “héroes” de la revolución mexicana arengando a los pobres
para, embriagados por el odio, lanzarlos al campo de batalla para exterminar a
los ricos explotadores.
Era tal el efecto que nos provocaban las historias que, en una ocasión
habiendo terminado el programa, mi amigo Pereda casi gritando me dice: “Oiga
chingón, algo anda mal con este asunto, su abuelo es el latifundista más grande
de Sonora y mi papá de los grandes de
Chihuahua, pero siempre salimos de este cine listos para lanzar una carga de
caballería contra ellos, por ricos y explotadores.” Años después entendería que
era el moldeo de mente que sufrían los mexicanos.
Cuando Vallian termina su perorata se da cuenta del asombro dibujado en
el rostro de la pareja. “Mr. Vallian”, le dice la mujer, “no teníamos idea de
sus conocimientos de historia.” El vaquero responde: “Soy un hombre rudo sin
mucha educación, pero algo que me inculcó mi madre fue el amor por la lectura,
y gran admiración por Thomas Jefferson y el resto de los padres de este país.
Cuando ella me enseño a leer, porque aprendí antes de asistir a la escuela, me
di a devorar las obras que habían moldeado la mente de esos hombres que tanto
admiro.”
“¿Qué fue lo que aprendió de todas esas lecturas?” Le pregunta ahora el
hombre. “Aprendí que los padres del país, conscientes que los primeros
inmigrantes llegaron en busca de libertad lejos de la opresión de Reyes,
iglesias y ejércitos, formaron una República en la cual el hombre común tuviera
oportunidades en un ambiente de libertad donde, a diferencia de los sirvientes
feudales, fuera dueño del fruto de su trabajo, y todos seríamos iguales, pero
ante la ley. No habría gobiernos opresivos escogiendo ganadores y perdedores.
Con las frases de Jefferson como; “el mejor gobierno es el que gobierna menos.
O. El árbol de la libertad debe de ser regado de cuando en cuando con la sangre
de los mártires y los tiranos,” se inició la formación de la ideología que
ahora rige mi vida.
“Adams escribió que este nuevo país era parte de un gran plan para “la
iluminación del ignorante, y la emancipación de algo tan antiguo como la misma
humanidad, la servidumbre humana,”. Pensaba que las leyes republicanas combinadas
con buena educación, producirían una sociedad virtuosa y responsable. La virtud
puede ser enseñada, afirmaba, y educación será la herramienta que produzca
caballeros para escalar los niveles de la sociedad, y ya no sea un privilegio
de nacimiento.”
Hace una corta pausa y prosigue: “Pero yo pienso que eso va a depender
de la forma que eduquen a la gente. Porque cuando a las masas les siembran
ideas dementes en la cabeza, se comportan como los caballos mal amansados y ya
no sirven ni pal arado. Así vale más que se queden brutos pues la educación
puede ser un arma de dos filos, tiene la capacidad de crear caballeros
virtuosos, pero también hombres resentidos, dependientes, envidiosos y
violentos. Y ese es uno de los grandes temores que yo tengo, he sabido la forma
que ustedes los yankees están creando sistemas educativos para eso, formar
esclavos sin cadenas”.
Dentro de su esquema libertario, este vaquero manejaba de forma genial
el concepto de los derechos naturales del hombre con origen anterior a los
gobiernos: El derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad cuya protección
justificaba, inclusive, el cegar otras vidas.
El hombre de Filadelfia le reclamaba; “no puedes tomar la ley por tus
propias manos, hay un gobierno para protegernos”. Vallian respondía; “yo no he
visto algún gobierno que los proteja contra lobos, indios, asaltantes y
cuatreros durante los últimos 40 días, ustedes casi pierden la vida cuando los
encontraron esa partida de bandidos ¿Dónde estaba ese gobierno protector?”
“Pero matar es pecado, respondía el citadino”. Vallian cerraba el dialogo
diciendo; “prefiero ser yo el pecador y no el que me apunta con su colt 45
exigiéndome le entregue mi caballo, y no un ángel de virtud pero todo espinado
porque, sin caballo, he tenido que caminar las últimas 20 leguas” Continuaba. “Hay
muchos tipos de asaltantes y el gobierno, en lugar de protegerte, se puede
convertir en uno de los peores de ellos cuando pretende robarte el fruto de tu
trabajo, oprimirte, controlarte hasta dejarte casi amarrado como a los becerros
cuando los van a herrar, hacer la guerra como la que acaban de terminar.”
“No entiendo”, le revira el hombre. “Es sencillo” replica el vaquero,
“Jefferson lo dijo claramente: “El curso de la historia siempre ha sido que los
gobiernos se agigantan mientras las libertades se encojen, y la consecuencia es
el abuso de poder”. Por eso los creadores de la constitución trataron de
desparramarlo y no se concentrara. Solo hay que voltear a otros países del
mundo, a cualquiera, y veremos la forma en que los gobiernos oprimen a la
gente. Si Jefferson tiene razón en eso que afirmaba, no me puedo imaginar qué
tipo de gobierno tendrán nuestros descendientes en los próximo 50 o 100 años, y
eso me aterra.”
“Cuando logramos la independencia las colonias se convirtieron en
estados soberanos y nacieron sus constituciones. Los estados eran autónomos y
todos en conjunto una gran zona de libertad económica sin impuestos ni tarifas.
Pero, primero en el norte y ahora en el sur, el gobierno federal se expande y
las libertades cada día están más amenazadas. La guerra de independencia fue
provocada por eso; los impuestos con los que sangraban las colonias que es el
ataque más cruel a la libertad.”
La pareja no salía de su asombro ante las afirmaciones del vaquero y el
hombre casi con ansiedad pregunta ¿Qué piensa sucederá en el futuro?
El montaraz luego de expulsar una bocanada de humo prosigue. “Jefferson
antes de su muerte hizo varias advertencias.” “No se enamoren de ese nuevo
concepto tan de moda en Europa, democracia, porque, de la forma que en estos
momentos la están estructurando, puede convertirse en el mandato de la plebe
cuando un 51% de la gente acuerda oprimir al otro 49%. Siempre que hay guerra y
se disuelve el humo de los cañones, emergen naciones menos libres. Habrá
devastadoras guerras en Europa en menos de cien años, EU no debe participar
porque si lo hace, iniciará la pérdida de libertad y su declive.”
Cuando llegan al punto en que sus caminos se apartan, Vallian se dispone
a continuar su jornada y la mujer al despedirse le afirma: “Bien Mr. Vallian,
espero tenga una buena vida.”
El vaquero sonríe y responde: “Señora; mi vida no podría ser mejor,
tengo todo lo que necesito: Primero, ese Sr. Grant que dicen me anda buscando cargando
una trampa para coyote para ayudarme, está a más de 3000 millas de aquí, y que
nunca se atreva a cruzar el umbral de mi potrero, pues siempre cargo mi colt 45
y una carabina 30-30 para defender mi territorio. La opresión del gobierno
seguirá extendiéndose por todo el país, pero yo continuaré cabalgando hacia el
oeste donde no haya llegado.”
“Tengo café, frijoles y carne seca en mis alforjas, buen tabaco para
masticar. Le suelto la rienda a mi caballo y al caer la noche hago campamento,
tiro una cobija en el suelo y con otra me cubro, me acuesto recargado en mi
silla de montar y miro las estrellas, respiro profundamente la libertad
dibujando el propósito de mi vida, y cómo lo voy alcanzar, se callan las
cuichis y los coconitos, aúllan los coyotes y empieza el canto del tecolote,
cierro los ojos y me duermo; esa es mi casa Señora.”
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