Ricardo Valenzuela y David Martinez
Alianza Liberal
Las naciones modernas han podido existir
porque el mercado libre es la forma más eficiente de promover la vida pacífica
y la cooperación voluntaria entre los individuos. Utilizándolo, es como las
naciones desarrolladas han progresado. Hace menos de 200 años la riqueza estaba
concentrada en pocas manos. Hoy el cambio es enorme, y ha sido tan marcado que
el ciudadano común y corriente de hoy es más rico, por la variedad de cosas de
que disfruta, que el legendario Midas, Creso o Luis XIV. ¿Cual es la razón de esto?
El mercado es un fenómeno por demás
maravilloso aunque éste no sea apreciado y sin embargo, nuestra vida depende en
gran medida de él. Para muestra un botón: Ninguno de nosotros tiene los medios
y el conocimiento tecnológico para hacer todo lo necesario y traer una taza de
café a la mesa del desayuno. Por ese motivo tampoco podemos encargarnos de
todos los demás bienes que utilizamos y consumimos cada día. Por esto,
necesitamos un mercado. Sin embargo, por simple y claro que esto parece
intelectuales, gente común y por sobre todo los políticos han olvidado que la
política partidista nada tiene que ver con producir bienes, alimentos, vestido,
automóviles, medicina, vivienda, etc.. Olvidan que cuanto bien se encuentra
disponible en el mercado – y que hace nuestra vida mejor y más fácil- es
resultado de la laboriosidad e industria de los individuos que trabajan,
invierten, producen y comercian. Necesitamos entonces, más de éstos, y menos de
aquellos que lo más que producen son promesas y esperanzas fallidas….y
regulaciones.
¿Es tan difícil comprender los beneficios
del mercado?
A lo que los liberales aspiramos es a que
el individuo sea capaz de encontrar su propio bienestar a su manera, siempre
que no se intente privar a los demás del mismo derecho o impida su esfuerzo por
alcanzarlo. En pocas palabras, la idea es que no existan restricciones hechas
por el hombre que limiten el desenvolvimiento de la energía creadora del
individuo. Lo cual significa que nadie tiene el derecho a inhibir a ningún
individuo en ningún sentido, excepto para impedir cualquier acción destructiva
hacia los derechos de otros.
Para el contexto de México la situación
es por demás diferente.
La gente tiende a juzgar al mercado como
si éste tuviera sus propios deseos, tomara sus propias decisiones, generara sus
propias ganancias, y se le culpa de todas las desgracias ocurridas y por
suceder. No es así. Solamente los individuos eligen y actúan. Argumentando que
"el mercado carece de compasión", o que "el mercado causa
desempleo" se confunde el importante papel que juega el mercado, y provocan
planes de acción que agravan los problemas en lugar de resolverlos. Es entonces
cuando los verdugos tradicionales utilizan el Estado para dominar ese “peligroso
ente”; el mercado, provocando las telarañas de mil cabezas con las que nos han
oprimido durante generaciones.
¿Por qué nos cuesta entender el camino
del progreso?
Que maravilla es la sociedad libre y el
mercado!!!! Millones de individuos actúan motivados por miles de razones
diferentes, buscando miles de objetivos distintos, y a la vez las acciones
humanas pueden coordinarse perfectamente para mantener la convivencia pacifica
y como decía Adam Smith, “sin pretenderlo y buscando su interés personal,
provocan el bienestar común de la sociedad”. Pero el México moderno poco ha
entendido este proceso. ¿Es esto realmente tan difícil de comprender?
En la actualidad, el espíritu empresarial
y visionario se encuentra agonizante. Ahora, es común, que quienquiera que
necesite ayuda acuda a las oficinas de gobierno, se pare en las ventanillas del
seguro social, inicie una guerrilla, se una a marchas de cientos de personas para
exigir un salario más justo, una vivienda digna, un futuro próspero, que me
salven mi banco, me cierren la frontera etc…
Si, la vida en las democracias parece ser sencilla. Si no tienes, exige,
si te falta protesta, demándale al Estado, pues a fin de cuentas, la democracia
moderna no se obtiene si en los pueblos no impera la justicia social. He ahí la
gran falacia; “la justicia social la produce el Estado”. Después de 200 años de
lo contrario, no nos damos cuenta; “Lo que ha hecho del estado un infierno en
la tierra, es que el hombre ha pretendido hacerlo su cielo.”
Lo que en mucho ha destrozado a México,
es el intervencionismo estatal. Mientras otras naciones salen del subdesarrollo
y la pobreza, los mexicanos no hemos entendido los mecanismos tan simples de la
generación de la riqueza. Y por si esto fuera poco, desde la cuna las nuevas
generaciones de mexicanos son adoctrinados con la errónea idea de que el
interés colectivo se encuentra siempre por encima del interés individual, y que
todos nuestros anhelos, deseos, y metas personales han de ser dejadas a un lado
para conseguir el tan anhelado pacto social o el interés de cualquier otra
ilusa colectividad. ¿Por qué razón misteriosa estamos tan cegados? ¿Herencias
mentales? ¿Religiosas?.
Pero lo más serio de todo es que esa
intromisión del Estado en los quehaceres de los ciudadanos, ha acostumbrado por
generaciones a millones y millones de mexicanos a vivir de la mano visible del
erario público, y hacerles escépticos de los beneficios del mercado para que
naturalmente alaben a políticos ineptos que con la “intención” de elevar el
nivel de vida de los habitantes, o en aras de la justicia social, o de la
liberación nacional, ateten contra la propiedad privada o adoptan otras medidas
antiliberales; y de esa manera condenan a la pobreza a los habitantes de un
continente que es potencialmente muy rico. Mientras esos habitantes
esclavizados--- siguen pidiendo la intervención de ese estado destructor. Esa
dependencia es la que le interesa seguir manteniendo al estado, eso es control,
control a través de la dependencia de la sociedad.
Con un gobierno nuevo ¿Que puede hacerse?¿Qué
podríamos recomendarle al presiente electo de México y a su grupo de
colaboradores?
-Primero: Que les quede claro la cuestión
central en materia de Ciencia Política. Es por demás necesario definir quién
tomará las decisiones dentro del contexto social, el Estado o el individuo. La
respuesta es muy sencilla. En una sociedad libre es el mismo individuo quien
lleva acabo estas decisiones. En una sociedad política, es el Gobierno quien
posee la autoridad para decidir en materia de opciones públicas. Los arquitectos
sociales de hoy deben de entender claramente que el poder de coerción
gubernamental no tiene la capacidad para organizar y diseñar el orden social.
Lo seguro es esto, las sociedades fundamentadas sobre la amenaza de coerción
carecen de libertad, y por lo mismo son ineficientes.
-Segundo: Habría que recalcarles que los arquitectos
sociales y políticos de la actualidad se jactan por el hecho de no estar
comprometidos con ninguna ideología o tendencia política, creyendo que esto les
hace más científicos o maduros, cuando la verdad es que no es posible presentar
ningún análisis que estudie al hombre como miembro de un orden social sin estar
influidos por alguna manera de pensamiento. En lo que concierne a la teoría
política, no existen posiciones neutrales. Siempre es necesario antes de
iniciar cualquier análisis político, definir cuales serán los principios de
carácter general que conforman el fundamento de nuestra manera de pensar, es
decir, los lineamientos intelectuales que nos ayudarán a explicar las
relaciones de causa y efecto del medio social en el que se desarrolla el
hombre. Pocos entienden el hecho de que las ideas tienen consecuencias. SE
REQUIERE CLARIDAD.
“En el mundo de la realidad, de la vida y
de la acción humana, no hay tal cosa de interés independiente de las ideas. Lo
que el hombre considera su interés, es el producto de sus ideas.” Von Mises.
-Tercero: Hacerles entender de una vez
por todas que la ayuda estatal nunca ha podido ser capaz de generar riqueza y
aumentar el nivel de vida de las gentes. La única solución para promover el
desarrollo a sido, a lo largo de la historia, el mercado libre, la visión
empresarial y la responsabilidad individual. Ese odiado concepto tanto por la
iglesia como por el Estado; la ambición individual que hace a millones de seres
el trabajar, competir, sudar, endeudarse, sufrir para producir utilidades y crear
riqueza.. Y lo seguirá siendo.
-Cuarto: Se habla de una nueva etapa para
México, una etapa de democracia y libertades políticas. Habría que preguntarse
si las libertades políticas ¿Son realmente libertades sin la posibilidad del
libre intercambio de bienes y servicios?
¿Que bien me hace tener la posibilidad del voto, si aquél a quien yo
delego una responsabilidad no velará en favor de mi libertad, mi propiedad , mi
patrimonio y esfera privada? La libertad económica es un excelente método para
reducir el poder de un gobierno centralizado
y poner la capacidad de elección directamente en las manos del
individuo. Mientras en México no tengamos libertad económica absoluta, no tendremos
libertad de ninguna especie.
Pero, ¿Porqué debiera el gobierno del
Lic. Vicente Fox darle un “voto de confianza a la libertad” ?
Si algo debe de quedar en claro es que la
defensa del mercado y la sociedad libre no sólo se justifica por razones de
eficiencia económica. Porque aunque el mercado fuese un pésimo asignador de
recursos, aún así debiésemos de defenderlo porque es el único sistema donde los
derechos propios del hombre tienen cabida y respeto. Si los beneficios obvios
el mercado no son suficientes para convencer a la gente de la necesidad de una
sociedad libre. ¿Cual es entonces el argumento necesario? Reconocer que las
personas tienen vidas propias, y que es posible que ellas busquen libremente su
felicidad. Ese pequeño parrafito de la constitución Americana que ha sido el
secreto de su éxito.
¿Es muy tarde para cambiar?
Creemos que no.
La verdadera utopía es algo que arrebata
a los auténticos liberales que visualizamos un mundo libre que esté en
capacidad de proporcionar a cada cual lo que más anhela: una vida relativamente
tranquila y con disponibilidad de los medios adecuados para realizarla. Nuestro
siglo ya ha de ser recordado, no obstante, como el siglo durante el cual un
grupo de locos obcecados (apoyados por la academia alrededor del mundo)
sometieron a gran parte de la humanidad a crueles situaciones subyugados por
los cantos de sirena que les decían que eran capaces de planear y producir el
orden social con todas sus maravillosas instituciones.
El grito de la humanidad a lo largo de
los siglos ha sido el grito por la libertad. Los valores que hoy tenemos los
tenemos gracias a que hubo quienes, en su momento, y a su manera, tuvieron la
fuerza para ir contra la corriente. Lo mismo esperamos ocurra en el futuro. El
parto de aquello que es nuevo y diferente siempre es doloroso. Y jamás
complacerá a todos por igual, aquello que surja de las pruebas y los ensayos.
Pero aún así hemos de estar dispuestos a defender la libertad pues de ella
depende (y no de ningún sabelotodo) que encontremos respuestas y alternativas a
lo que hoy nos aflige y preocupa.
Todo conservadurismo es mera nostalgia
por el pasado. El liberal no es un nostálgico sino alguien que confía en la
sabiduría de las generaciones pasadas sin descuidar el hecho de que pudieron
estar equivocadas, ni está dispuesto a empeñar el futuro en aras de un cadáver.
Así es: la historia es la maestra de la
vida; constituída, sobre todo, por historias personales de millones de
individuos anónimos que sufrieron y sufrirán, que se apartaron de la costumbre
y se apartarán, que nadaron contra corriente y nadarán, todo en pos de lo
nuevo, lo diferente, lo distinto. La rueda de la Historia los muele y a cambio
nos deja la esencia misma de la libertad: el progreso, el cambio, lo
espontáneo, lo jamás planificado. Eso es lo que México aspira y puede lograr en
este nuevo orden. Los mexicanos tenemos la palabra.
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