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Monday, July 10, 2017

El vaquero libertario y profeta XXIV. Tocqueville



REFLEXIONES LIBERTARIAS
Ricardo Valenzuela
“No se puede ignorar que los ingleses han adquirido una inmensa preponderancia sobre los demás europeos en el nuevo mundo. Son muy superiores en civilización, en industria, en libertad y en poder. Mientras que tengan ante ellos más que países desérticos o pocos habitados, mientras no encuentren en su camino poblaciones aglomeradas, a través de las cuales no le sea posible abrirse paso, los veremos extenderse sin cesar. No se detendrán ante las líneas trazadas en los tratados, y se desbordará por todas partes, aun por encima de esos diques imaginarios. Comenta ahora don Julián”. Para entender a Tocqueville, hay que considerar que Inglaterra y Francia no eran precisamente los mejores amigos. Habían estado prácticamente en una guerra permanente desde antes de la famosa guerra de los cien años, y la cereza del pastel, fue cuando Francia ayudara a los colonos americanos a derrotar a Inglaterra para ganar su independencia.

 
Sin embargo, el mismo Tocqueville hacía predicciones interesantes del futuro de los EU. Continuaba el francés. “Lo que facilita maravillosamente el desarrollo increíble de los descendientes de los ingleses, es la posición geográfica que este nuevo país ocupa. Cuando nos elevamos hacia el norte, más allá de sus fronteras septentrionales, nos encontramos los hielos polares, y cuando descendemos unos cuantos grados más debajo de sus límites meridionales, estamos en la mitad de los fuegos del Ecuador. Los ingleses de América están colocados, en la zona más templada y en la porción más habitable del continente. Se cree que el prodigioso crecimiento de la población de EU, se disparó con la independencia y es un error. La población crecía de forma agresiva en la era colonial; cuando se duplicó en solo 20 años.

Los ingleses en Canadá que obedecen a un rey, aumentan su población y se expanden casi al mismo ritmo como los ingleses en los EU, que viven bajo un gobierno republicano. Durante los ocho años que duró la guerra de independencia, la población no dejó de crecer. Aunque entonces existían, en las  fronteras del oeste, grandes naciones indias muy ligadas con los ingleses, el movimiento de emigración hacia el occidente nunca se hizo más lento. Mientras el enemigo asolaba las costas del atlántico, Kentucky, los distritos occidentales de Pensilvania, Vermont y Maine se abarrotaban de habitantes. El desorden de la guerra y el que le siguió al final del conflicto, no les impidió que su población siguiera creciendo y su economía desarrollándose agresivamente. Así, pues, la diferencia de leyes, el estado de paz o de guerra, el orden o la anarquía, no han podido detener el desarrollo sin paralelo de los ingleses americanos.

No hay que creer pues, que sea posible detener el impulso de los ingleses americanos en el nuevo mundo. Si se presentara la desmembración de la Unión, la guerra en el continente, la abolición de la republica, la introducción de la tiranía, tal vez pudiera retrasar su desarrollo, pero nunca podrán impedir alcanzar el complemento necesario de su destino. No hay poder sobre la tierra que pueda cerrar, ante los pasos de los inmigrantes, estos fértiles desiertos abiertos por todas partes a la industria, y que representan un asilo para todas las miserias. Los acontecimientos futuros, sean los que sea, no podrán arrebatar a los americanos su clima, sus mares interiores, ni sus grandes ríos, ni la fertilidad de su suelo. Las malas leyes, las revoluciones ni la anarquía podrán destruir en ellos sus sueños de progreso, ni el espíritu de empresa que es el carácter que los distingue, ni tampoco nadie podrá apagar las luces que los iluminan.

El americano lucha contra los obstáculos que le presenta la naturaleza; el europeo combate contra los hombres. Uno combate el desierto y la barbarie, el otro la civilización revestida con todas sus armas; si las conquistas del americano se hacen con la azada del agricultor, las del europeo se hacen con la afilada espada del soldado. Para alcanzar su sueño, uno se apoya en el interés personal, y deja actuar, sin dirigirlas, a la fuerza de la razón de los individuos. El otro concentra, en cierta manera, en un hombre, todo el poder de la sociedad. Uno tiene como principal medio de acción a la libertad; el otro a la servidumbre. El punto de partida de los americanos es diferente, sus caminos son diversos, sin embargo, cada uno parece llamado, por un designio secreto de la Providencia, a tener un día en sus manos los destinos del mundo”.   

Mira mijo, si analizamos con profundidad las palabras de Tocqueville, nos da un dramático panorama de esa época, la del inicio de EU como nación. Hace luego la comparación con Europa, y finalmente le da a los EU el triunfo para, en menos de cien años, convertirse en el país más rico y poderoso del mundo. Un país de gente libre, de emprendedores, que nunca han existido en Europa, un país con todos los recursos naturales para usarlos en libertad y producir riqueza. Pero el mismo nos advertía en contra del exceso de democracia que puede conducir hacia la tiranía. El poder ha sido y es, el gran afrodisiaco del mundo, y este país no va ser la excepción, y es cuando necesitamos estar alertas.

Cuando Mexico perdió esta región y pasara a formar parte de los EU, me causó tal tristeza que lloré durante muchos días, porque yo soy mexicano, nací aquí cuando esto era Mexico, aun cuando mis ancestros fueran inmigrantes españoles, yo soy mexicano. Sin embargo, tratando de consolarme y adoptar una actitud positiva, traté de darle un significado a mi sufrimiento, y empecé a pensar que Nuevo Mexico sería arropado con el sagrado manto de libertad, que en esos momentos ya conducía a los EU a las glorias nunca imaginadas. Cuando los EU tomaban posesión de sus nuevas adquisiciones, nunca tuve algún problema que pudiera definir como acciones ilegales en mi contra. Todo lo contrario, se me aseguró yo tendría todas las garantías para continuar operando mis negocios, sin estar visualizando la espada de Damocles pendiendo sobre mi cabeza. Todo se ha cumplido y en ese sentido no tengo queja alguna. Ahora soy americano y como tal voy a defender la libertad en este país.

Desde hace algunos años, yo he sentido una fuerza que ha iniciado un combate en contra de lo establecido en los divinos documentos que le dieron vida a este nuevo país, la declaración de independencia, la constitución, la declaración de derechos. Tal vez mi actitud te suene exagerada y mis palabras repetitivas, pero yo tengo pavor a emergencia del viejo estado que ha operado en todo el mundo. Ese estado que durante siglos ha cubierto sus actividades criminales con su vibrante retorica. Ese estado que durante siglos ha cometido asesinatos en masa en lo que llama guerra, para después tratar de cubrir de nobleza  las carnicerías que representan. Yo veo un estado que tratará de esclavizar a  los ciudadanos en sus batallones armados, a través de la conscripción para el “servicio nacional”. Veo un estado que muy pronto, ha bayoneta calada, se dedique a robar a la sociedad con lo que llaman  tributación, para mantener y operar una   burocracia profesional. Y para mí, un estado con esas características, no es más que un ente criminal.

Veo también que el estado, para consumar sus diabólicos planes, entre muchas otras cosas, se ha estado armando con intelectuales mercenarios. La función más importante de estas mentes rentadas, es justificar la existencia de sus patrones. Tuvieron que justificar las agresiones de Lincoln a los confederados para que la guerra explotara. Justificaron las 700,000 vidas perdidas por la liberación de los esclavos, que nada tuvo que ver con la esclavitud. Son los que salen en sus largas peregrinaciones para justificar la permanencia de los impuestos, supuestamente temporales, para financiar la guerra. Y esos mercenarios se están acuartelando, como la mala hierba, en todas las universidades del país, como porristas de gobiernos intrusos, obesos, y represores. Y algo más peligroso que yo veo, es la pérdida del espíritu rebelde de los americanos ahora dispuestos a obedecer. Y es que la obediencia se ha hecho un hábito. Un hábito que el estado se ha dedicado a promover para no tener ciudadanos, sino simplemente siervos.

Bravo jefe, pero no se me ponga nervioso y regresemos a la casa que ya es tarde. Revira don Julián. Mijo, ¿no se te figura que ya es hora que me dejes el jefe por un lado y me empieces a llamar tío? Está bien tío, nomas deme tiempo para acostumbrarme, regresemos a la casa, le dice Vallian cuando le pasa el brazo por el hombro e inician el regreso.



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