Friday, March 3, 2017

Por el bien de los menos afortunados, repensemos el Estado de bienestar

Por el bien de los menos afortunados, repensemos el Estado de bienestar

(Juan Rubiano) estado de bienestar
Si el gobierno va a aportar algo, necesita el dinero para hacerlo, y en un Estado de bienestar el gobierno se posiciona él mismo como mecanismo de transferencia de riquezas. (Juan Rubiano)
El término “estado de bienestar” se ha convertido en piltrafa política; retórica insubstancial utilizada para alimentar un electorado dócil a favor o en contra de determinados clichés. El tema es críticamente importante para la democracia y merece un análisis más razonado.
El concepto “Estado de bienestar” cubre una variedad de formas significativamente diferentes de organización social y económica. Pero, esencialmente, un Estado de bienestar es una teoría de gobierno en la cual el Estado transfiere fondos de unos individuos a otros, buscando mejorar el bienestar de los segundos a expensas de los primeros. Si el gobierno va a aportar algo, necesita el dinero para hacerlo, y en un Estado de bienestar el gobierno se posiciona él mismo como mecanismo de transferencia de riquezas.



El cientista social danés Gøsta Esping-Andersen, uno de los escritores más influyentes sobre estados de bienestar, describe tres tipos fundamentales de estados de bienestar, típicos de naciones capitalistas desarrolladas: el modelo Liberal, el Corporativo-Estatista, y el Socialdemócrata. La tipología de Esping-Andersen hace un paralelo aproximado de los modelos políticos modernos predominantes, el Liberalismo, la Democracia Cristiana, y la Socialdemocracia.
El modelo Liberal se basa en principios de mercado y provisiones privadas. Su principal característica es la asistencia tras una evaluación de recursos económicos. En el modelo Liberal, el Estado actúa solamente para aliviar la pobreza y proveer para necesidades básicas. Estados Unidos, Australia, Canadá, Japón, Nueva Zelanda y Suiza son ejemplos.
El modelo Corporativo-Estatista se basa en un principio de subsidiariedad y presenta esquemas de protección social más que asistencia social. Se basa en una provisión de beneficios mutualistas autónomos, basados en contribuciones al seguro realizadas previamente. Esos modelos a menudo son perfilados por la doctrina cristiana y enfatizan la familia y los beneficios familiares. Austria, Bélgica, Francia, Alemania, Italia y España puede decirse que tienen un modelo de bienestar Corporativo-Estatista.
El modelo Socialdemócrata garantiza acceso universal, típicamente basado en la ciudadanía, a beneficios y servicios provistos por el Estado. Esos modelos circunscriben la dependencia de la familia y del mercado, requieren altos niveles de impuestos y son percibidos como anti-mercado. Ejemplos son Dinamarca, Finlandia, Holanda, Noruega y Suecia.

La historia de los Estados de bienestar modernos puede localizarse en los esfuerzos para socavar la atracción de los movimientos socialistas. En el siglo 20 los fascistas utilizaron el paternalismo de los estados de bienestar como carnada para alejar a los trabajadores de los sindicatos y el socialismo. Por consiguiente, la crítica del estado de bienestar fluye tanto desde la izquierda como desde la derecha.
Los socialistas condenan los estados de bienestar como esfuerzos para fortalecer los sistemas de libre mercado, que son contraproducentes al objetivo socialista de reemplazar la economía capitalista con un sistema económico socialista. Karl Marx advirtió que medidas para incrementar salarios, mejorar condiciones laborales, y proveer seguro social, eran sobornos que debilitarían la conciencia revolucionaria.
Por otra parte, los conservadores consideran que los efectos de los programas de bienestar debilitan los lazos sociales tradicionales de la familia, amistades, religión, y otras organizaciones no gubernamentales de ayuda. Y que el gobierno de bienestar fomenta actitudes inmaduras e irresponsables en muchos receptores. Esta conducta irresponsable levanta hostilidad entre los grupos gravados impositivamente para poder proveer beneficios y los beneficiados por estas políticas.
Los liberales clásicos argumentan que los estados de bienestar pervierten los incentivos económicos y el Estado de derecho. Un estado de bienestar debe involucrar una burocracia gubernamental extensa e intrusa, con poderes discrecionales sobre el bienestar de los receptores. Es decir, los burócratas disponen del dinero y los recursos para distribuirlos a la ciudadanía a discreción. Desde la perspectiva del liberalismo clásico, esto socava el Estado de derecho, y la soberanía de la ciudadanía.
Milton Friedman argumentó muy bien este caso. Dar apoyo público a esos pobres considerados merecedores por los burócratas, y entonces retirar ese apoyo cuando comienzan a caminar por sí solos, envenena sus incentivos. Ese sistema dice a los pobres: si te atreves a ganar más dinero te quitaremos tu subsidio para vivienda, tus cupones de alimen

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