Por Shimon Samuels
La maniobra ante la ONU puede verse como una señal para la carrera de
Obama después de Obama. La resolución del Consejo de Seguridad de la ONU
no fue una sorpresa, tal como lo habíamos previsto en una nota del 1º de diciembre en el Jerusalem Post.
La negativa a vetar la resolución como un último suspiro del régimen de
Obama se esperaba que tuviera lugar entre las elecciones del 8 de
noviembre y la inauguración del 20 de enero.
Un joven, vigoroso, rico e internacionalmente conectado ex presidente
de Estados Unidos no se dirige a ver puestas de sol o jugar al golf para
siempre en Hawaii. El alquiler de una mansión suburbana de Washington
DC, en lugar de su Chicago natal, lo sitúa geográficamente en el centro
del poder. El fracaso de Hillary Clinton lo convierte en el líder no oficial de la oposición contra el presidente entrante Donald Trump.
Es poco probable que se dedique a una biblioteca Obama o instituto, a
escribir sus memorias, regresar a una cátedra de Harvard o satisfacerse
como socio de un prestigioso bufete de abogados. Existe una organización
efímera y desdentada de "han sido", autodenominada Los Ancianos ("The
Elders"), entre quienes cuentan al ex presidente de los Estados Unidos,
Jimmy Carter, al ex secretario general de la ONU, Kofi Annan, a la ex
comisionado de Derechos Humanos (y coordinadora del Festival Antisemita
de Durban) Mary Robinson, entre otros, que se centra principalmente en
castigar a Israel.
El liderazgo de Obama podría sacar a este grupo del olvido para crear
más caos. Un asomo llegó con la nota de opinión de Carter del mes pasado
en The New York Times, escrita en gran parte en el lenguaje de la resolución del Consejo de Seguridad.
Recordemos que, aparte del notorio cómico francés Dieudonné, Obama es
la única figura visible que puede actuar de puente en la brecha
sunita-chiíta, lograda por su acuerdo nuclear con Irán. Y como
Dieudonné, parece tener un interés obsesivo-compulsivo en el Estado
judío.
Para validar su Premio Nobel prematuro,
Obama podría buscar el respaldo para un papel formal de Oriente Medio,
tal como coordinador del cuarteto (un cuerpo de la ONU, de los Estados
Unidos, de la Unión Europea y Rusia conducido ineficazmente por Tony
Blair). Tal candidatura quizás requerirá el veto de Trump.
La resolución del Consejo de Seguridad de la ONU no será vinculante, pero se convierte en un punto de referencia.
A diferencia de las resoluciones 224 y 338 que exigían fronteras
reconocidas y negociaciones directas, esta resolución otorga a los
palestinos una libertad de tránsito, sin necesidad de negociar sus
condiciones previas ya establecidas sobre la retirada israelí. La
resolución podría socavar el emergente matrimonio de conveniencia entre
Israel y los principales Estados árabes sunitas. Ciertamente, alentará
el boicot contra Israel por parte de la Unión Europea, eufemísticamente
llamada "diferenciación" (una afirmación hipócrita de distinguir entre
el comercio con Israel dentro de sus líneas de alto el fuego de 1967 y
de etiquetar productos, boicoteando efectivamente el comercio).
Se endurecerá, ahora en nombre de la comunidad internacional, el asalto
global de los escuadrones BDS y las campañas antisemitas en los campus
universitarios, y los ataques contra judíos e instituciones judías,
especialmente en Europa. Legitimará la deslegitimación del patrimonio
judío, empezando por las demandas palestinas de Qumrán y los rollos del
mar Muerto en el próximo Comité Ejecutivo de la Unesco y en su Comité de
Patrimonio Mundial.
A pesar de estos sombríos escenarios, la gran pregunta sigue siendo: ¿Quién será Obama después de Obama?
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