“EN MÉXICO SE RECHAZA CON HISTERIA EL ROPAJE QUE APROXIME HACIA EL RUMBO DE LA DERECHA PUESTO QUE, AHORA ES “COOL” IDENTIFICARSE CENTRO-IZQUIERDA Y LOS MÁS ATREVIDOS AFIRMAN: YO RADICO EN EL CENTRO-NEUTRO.”
RICARDO VALENZUELA
Desde que tengo uso de razón, he tenido que enfrentar la jeroglífica situación de interpretar los manoseados conceptos de izquierda—derecha. Pero ahora que, ante la algarabía de un senil Fidel Castro, la izquierda versión maraca, tequila y tango cabalga con por toda América Latina, en México se rechaza con histeria el ropaje que aproxime hacia el rumbo de la derecha puesto que, ahora es “cool” identificarse centro-izquierda y los más atrevidos afirman; yo radico en el centro… neutro.
En México hay muy pocos políticos que admire y el universo se reduce, cuando estos se describen como miembros de ese espectro izquierdista blandiendo la cimitarra por el infeliz mundo subdesarrollado. Sin embargo, hay dos en esa caponera que verdaderamente me cautivan: Porfirio Muñoz Ledo y Demetrio Sodi de la Tijera. Pero cada vez que tengo oportunidad de escuchar la expresión de sus ideas me pregunto ¿realmente es izquierda?
Pero tratemos de aclarar los conceptos de esta geometría política. Las etiquetas izquierda—derecha tuvieron su origen en la revolución francesa cuando, en el parlamento, los miembros que pretendían mantener el régimen monárquico, explotador y feudal, ocupaban el lado derecho del recinto. Los que luchaban por el cambio con el grito libertad, igualdad, fraternidad para abolir la monarquía, el feudalismo y formar una republica, ocupaban el lado izquierdo del estadio.
Es decir, a los ocupantes del ala derecha se les podría haber definido como conservadores puesto que, pretendían eso, conservar el status quo que ya alcanzaba la versión XVI del reinado de una interminable cadena de Luises. Los propietarios del ala izquierda, luchando por el cambio en la libertad, se les podría haber definido como progresistas, o, mas sencillo, reformadores liberales. Utilizando el mismo sistema métrico, podríamos identificar a los revolucionarios americanos, en busca de su independencia, de la misma forma; liberales.
El ala izquierda del parlamento francés, emergía como el prometedor movimiento de liberación para romper las cadenas del feudalismo opresor de la humanidad. Sin embargo, el gran tropiezo surgía cuando, esta versión de liberales jacobinos confundieran el concepto de igualdad, el que los revolucionarios americanos definían como igualdad ante la ley, con un igualitarismo de resultados entre todos los ciudadanos sin importar los ingredientes que cada quien aportaba al potaje social, y para ello, el estado se convertía en el igualador.
En los EU, en lugar de aristocracia nacía la meritocracia mientras que, en Francia, llevando la aristocracia a la guillotina, nacía una feroz plebecracia sembrando dos semillas. La primera producía el imperio de Napoleón, la segunda la avenida de Marx. En los EU, Jefferson, quien desde 1780 como embajador en Francia conociera a Juan Bautista Say y Antonio Destutt, ambos fervientes apóstoles del “laisezz faire,” lograba implantar el libro de Destutt; “Tratado de Economía Política,” como la Biblia económica del nuevo país para llevarlo, en menos de cien años, a convertirse en la nación mas rica y poderosa del mundo.
Pero ¿a que obedece esta perorata? Obedece a que en México, como nunca, sufrimos de la grave enfermedad “anemia ideológica progresiva y plural.” Pero para no enredarnos en los chirahuales de la semántica, analicemos las deformaciones que corroen la mente y el corazón de nuestros candidatos a la presidencia y sus posibles consecuencias puesto que, la misma Biblia lo dice: “Cuando el ciego guía a los ciegos, todos caerán al precipicio sin fin.”
La ideología de ROMA es muy clara, el poder absoluto que corrompe absolutamente. Madrazo, como bien lo define Denise Dresser, es el gran mitómano quien, para apropiarse de ese afrodisíaco, se alista para hacer trato con el mismo demonio pues con los votos no gana. Como presidente, sueña con el regreso a la bella época de la pandilla revolucionaria en la cual, reviviendo el “todos con el presidente,” tejería esa concentración de poder aniquilando Congreso, gobernadores, sistema judicial y a la misma sociedad civil. Es decir, el estado soy yo y el país es mío, incluyendo PEMEX.
¿MALO? No se hagan bolas ni le busquen dientes a las cachoras. Este hombre ha inventado la suya producto de una mente enferma, su diabólica inteligencia, un profundo resentimiento y deseo de venganza contra un mundo imaginario que algo le debe. El no sueña con México, sueña en esa metamorfosis que lo ha convertido en un hibrido de Jesucristo, Idi Amin y Stalin para llevar al país a nuestra revolución bolivariana. Si queremos ver un futuro con MALO, solo tenemos que asomarnos a Venezuela y Echeverría nos parecerá uno de los niños héroes.
Felipe Calderón es un buen chico. Pero cuando escucho al paisano, Rubén Aguilar, afirmando el estado debe mantener la rectoría económica del país, me dan ganas de bajarle las calificaciones. Una presidencia de Felipe, sin depurar la nebulosa ideología del PAN subrayando el liberalismo que existe, deberá ser una calcomanía de la gris presidencia de Fox. Pero hay algo que me alienta, Josefina Vázquez, comandante de su ejército.
Josefina escribió el epilogo en los apuntes de Mises sobre los problemas económicos de México, luego que el maestro cerrara: “Los problemas de un sistema económico eficiente y justo, no son políticos ni técnicos, son morales e intelectuales. Si sus ciudadanos creen en la fuente inagotable de un estado proveedor, irán hacia lo profundo del abismo. La civilización de los países depende de su bienestar material. Mientras más rica sea la nación, se podrá formar hijos talentosos y más podrá dedicar a su educación y la salud. Y solamente hay una forma para enriquecer a una nación: trabajando y produciendo masivamente, mejor y mas barato.”
La formación de capital es una bendición para la comunidad. Mientras mas sea el monto del capital disponible, mayor será la productividad de la mano de obra y los salarios. La propiedad privada de los medios de producción es el cimiento de la civilización, de la democracia política y de la riqueza de las naciones. La motivación de las ganancias es el vehiculo del progreso.
Propiedad privada, mercados libres, iniciativa individual, gobierno limitado y vigilante bajo un estado de derecho y, en un campo nivelado, oportunidad para todos, es lo que cincela la democracia liberal… distinto a mayoría de votos.
Habla Josefina: “Lo que México necesita es libertad económica. La gran revolución de las ideas de libertad sigue siendo la tarea más urgente en nuestro país, so pena de perder otros cien años de nuestro futuro.” Las cartas están echadas.
Entonces ¿eres de izquierda o derecha? O ¿tal vez liberal
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