“Las sociedades sanas siempre han tenido bases morales. La historia del desarrollo económico muestra la relación entre moral y factores económicos. ¿Qué es lo que hemos sembrado en México y, qué nos espera?”
RICARDO VALENZUELA
En diciembre de 1997 me ubicaba en uno
de mis lugares favoritos de la ciudad de Nueva York, la tienda de
libros de la New York University. La abandonaba luego portando una obra
con un sugerente e intrigante título: “El Individuo Soberano.”
Horas más tarde, al abrir sus páginas
me sumergía en un mundo no solo desconocido para mí, penetraba los
campos de una verdadera revolución provocada por guerreros armados con
brillantes mentes y, sobre todo, un poderoso torrente de inusuales
ideas.
A trece años de distancia, consternado
observo la forma en que las predicciones incrustadas en esa obra se
convierten en una amenazante realidad. Su objetivo fundamental era,
víctima de la nueva era tecnológica, anunciar el moribundo proceso que
iniciaba la organización política que hemos conocido durante siglos: La
Nación-Estado. Pero aún más preocupante era leer la forma en que
autores describían la retaguardia en este desfile.
Una de las advertencias describía
cómo, ante tal evento, modernos bárbaros estarían recogiendo poderes y
funciones que a los gobiernos se les escurrían entre las manos. Grupos
como la mafia rusa, agencias renegadas de países fallidos y, en
especial, las nuevas corporaciones del narco, se estarían convirtiendo
en su propia ley. Describían por qué la guerra contra las drogas era
una receta para el dominio de sistemas judiciales y policiales del
mundo, y anunciaban una era de violencia extrema.
La verdadera realidad no estaría
frente a la gente pues lo primero que caería bajo el control de estos
grupos, serían los medios. La información surgiendo sería acompañada
por el miedo de los comunicadores y, en especial, sus nombres listados
en las nóminas de tales bandas.
En esta nueva era, los resultados
económicos ya no serían definidos por los comportamientos pacíficos y
legales promovidos por mercados libres y morales. Los nuevos resultados
serán producto del conflicto y la violencia. Aun bajo el amparo de la
ley y los gobiernos, el nuevo individuo, portador del egoísmo
irracional descrito por Ayn Rand, buscará un balance entre medios
legales e ilegales para la adquisición de recursos. Entre producir e
intercambiar por un lado, y robo fraude y extorción en el otro ángulo.
La alternativa disponible en el nuevo menú: Producir y crear riqueza,
o, simplemente expropiar la riqueza de otros.
Habrá crecientes manifestaciones de
crimen organizado muy de la mano con el cronismo político y corrupción.
Ello reflejará una atmosfera de ausencia de moral en donde el estado
ejerza coerción pero sin proteger a la sociedad. El monopolio de la
violencia, propiedad del estado, se habrá perdido haciendo su aparición
los nuevos competidores: Grupos de narcotraficantes que habrán
obtenido una moderna y efectiva fuerza militar.
Ante el encogimiento del poder
estatal, surgirá entonces el crecimiento de los bienes y acciones
privadas sustituyendo a las públicas. Ante la resistencia de los
gobiernos para abandonar sus cotos tradicionales, las acciones privadas
simplemente los invadirán. La ciudad de Los Angeles fue pionera en la
construcción de comunidades privadas rodeadas por murallas, simulando
el retorno del concepto ciudades medievales. Ciudades pobladas por
individuos protegidos por murallas, guardias particulares y sus propias
reglas de convivencia.
A medida que el monopolio de la
violencia continúe su derrumbe, los grupos criminales arreciaran sus
incursiones. El crimen organizado representará la principal competencia
del estado en la aplicación de la fuerza para propósitos depredadores.
Entenderemos a Charlles Tilly cuando afirmara; “la deformada función
de los gobiernos, siempre ha sido proteger lo ilegitimo pero de forma
legítima.” Ante el fallecimiento de un monopolio los más beneficiaos
son sus competidores. Es por ello que debemos prepararnos para
atestiguar un surgimiento aterrador de las pandillas criminales.
Desde Rusia hasta los EU, el crimen
organizado es un factor neurálgico en las economías del mundo. Es un
tema que no aprendimos en los libros de texto y casi nadie habla de
ello. Lo que los sicilianos llaman Sistema de Poder, cada día tiene un
papel más importante en el cincelado de las funciones económicas
mundiales.
Sindicatos criminales financiaron las
guerras genocidas de los Balcanes. Los carteles de las drogas son
financieros de guerras insurgentes alrededor del mundo. El 80% de las
drogas que invaden Europa son suministradas por las guerrillas de
Pakistán. En los EU casi el 100% de sus demandadas drogas son
suministradas por las guerrillas sudamericanas con apoyo de “gobiernos
legítimos” como los de Venezuela, Ecuador, Bolivia y, de forma
especial, los nuevos grupos de narcos mexicanos. Habrá otro triste
efecto que produce el crimen organizado. En su lavado de dinero,
incursionan en negocios ofertando productos por debajo de sus costos
provocando la quiebra de empresas legítimas.
En Japón, las pandillas de los Yakusas
provocaron la burbuja inmobiliaria de los años 80. La mayor parte de
los préstamos incobrables que amenazan la solvencia de sus bancos,
fueron otorgados a empresas controladas por Yakusa. La dramática
consecuencia fue el surgimiento de un periodo deflacionario que postró a
Japón y lo hizo perder más de una década en su desarrollo.
En su nueva etapa las mafias se han
fusionado con estructuras comerciales, agencias gubernamentales,
secretarías, autoridades municipales. Mediante fusiones con las fuerzas
policiacas, han adquirido la fórmula para establecer y cobrar
impuestos que establecen a base de violencia y terror. Se estima que en
algunas regiones de México, cuatro de cada cinco negocios tienen que
pagar esos obligados impuestos.
Algunos expertos aseguran que ya
muchos gobiernos son propiedad de los narcos. En al caso de México los
síntomas han estado a la vista durante mucho tiempo. Quien fuera
subprocurador, Eduardo Valle Espinoza, provocó tremendo terremoto
cuando, al presentar su renuncia afirmara: “Nadie puede establecer
planes o compromisos políticos sin incluir a los líderes del narco y
sus financieros. El que omita ese pequeño detalle, firma su sentencia
de muerte.” Afirmaba que los pagos a jefes policiales son de tal
magnitud, que sus puestos son subastados por millones de dólares.
Pero tal vez lo más dramático de las
predicciones hechas realidad, ha sido la estrategia de gobiernos para
enfrentar esta crisis. Mientras unos galante e inocentemente los
confrontan, otros construyen jugosos arreglos edificando diabólicas
sociedades. En estos momentos uno de los grandes negocios de esas
mafias, es apoderarse de los dineros públicos en organizados fraudes
aprovechando los sistemas de ayuda y subsidio que manejan los
gobiernos.
Barak Obama y Bill Clinton conocen muy bien ese sistema.
Las sociedades sanas siempre han
tenido bases morales. La historia del desarrollo económico muestra la
relación entre moral y factores económicos. ¿Qué es lo que hemos
sembrado en México y, que nos espera?
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