Por Warren Orbaugh
República, Guatemala
Muchos que conocen algo de las novelas
de Ayn Rand creen que los héroes de sus obras literarias son los
emprendedores y que éstos luchan contra los burócratas del gobierno. En
realidad esto no es así. Todos los héroes principales de las novelas de
Ayn Rand son ingenieros. Algunos de ellos son emprendedores y todos son
defensores del libre mercado. Los villanos, los sinvergüenzas son
empresarios mercantilistas –los que buscan privilegios otorgados por el
gobierno- en complicidad con políticos corruptos y saqueadores.
El ingeniero, cuyo nombre se deriva del latín “ingenium”,
connotando un talento para idear estructuras, aparatos ingeniosos o
sistemas, personifica las virtudes esenciales del Objetivismo: la
racionalidad, la productividad, el orgullo, y sus derivados.
La racionalidad, la virtud básica del
Objetivismo, es la virtud exhibida por el ingeniero que para diseñar usa
su mente para estar en contacto con la realidad. Él identifica la
realidad, basa sus convicciones y acciones en los hechos, en como son
las cosas, tan bien como pueda discernirlas. Además el ingeniero
ejercita la honestidad, corolario de la racionalidad, pues no falsifica
la realidad. Si la racionalidad consiste en decir que la existencia está
allí, que existe, y en tratar de captarla, la honestidad consiste en
decir que sólo la existencia existe, en no tratar de fabricar otra, en
no manufactura lo irreal como substituto. El principio de honestidad del
ingeniero es negarse a falsificar la realidad, ya que entiende que a la
naturaleza para dominarla hay que obedecerla.
Rand enfatiza este punto en el diálogo
de los familiares de Kira Argunova, la heroína de Los que Vivimos,
cuando le preguntan que desea estudiar. Como ella valora la racionalidad
y la honestidad, responde:
“-¡Quiero ser ingeniero!…Quiero
construir, porque me gusta construir…-Es la única profesión que no me
obligará a aprender mentiras –respondió Kira-. El acero es el acero.
Cualquier otra ciencia representa el deseo o las lucubraciones de
alguien y las mentiras de muchos. [Ayn Rand. Los que vivimos.” (Grito
Sagrado, 2009). P 52.]
Igual hace Dagny Taggart, la heroína de
La Rebelión de Atlas: “Empezó a trabajar para Taggart Transcontinental
cuando tenía dieciséis años. Su padre lo permitió, entre divertido y
curioso. Comenzó como operadora nocturna en una pequeña estación del
campo y durante los primeros tiempos, mientras estudiaba ingeniería en
la universidad, pasó allí sus noches.” [Ayn Rand. La Rebelión de Atlas.
(Signet, 1992). P 55.]
Como ingeniero el hombre está en la
posición de cambiar el mundo –no sólo de estudiarlo. Si la ciencia es el
estudio de lo que es; la ingeniería es la creación de lo que nunca fue.
Rand lo muestra en el diálogo entre Howard Roark y Cameron en su novela
el Manantial:
“-¿Por qué decidió ser arquitecto?
-Porque amo a este mundo, porque es todo lo que amo. No me gusta el
aspecto que tienen las cosas en la Tierra. Quiero cambiarlas.” [Ayn
Rand. El Manantial. (Grito Sagrado, 2005). P 63.]
Dicho sea de paso, arquitecto, traducido
a conceptos modernos quiere decir el ingeniero principal. Viene de
“arche” quiere decir “principal” y de “tectonike” –técnica de la
construcción. Al igual que Roark, Kira desea cambiar el mundo:
“Aunque sus oyentes no le creyeran,
ella hablaba de las casas que construiría; casas de vidrio con armazón
de acero, como hileras de espejos al sol; hablaba de un puente de blanco
aluminio que tendería sobre un rio azul…” [Ayn Rand. Los que vivimos.
(Grito Sagrado, 2009). P 62.]
Para actuar debemos prever las
consecuencias a largo plazo. Sólo podemos conocer el futuro por medio de
conceptos, al tomar todas las percepciones de un cierto tipo y
clasificarlas, entendiendo que cada caso de un cierto tipo de acción
ayuda a promover la vida, y cada caso de cierto tipo la daña –eso es, al
aplicar un concepto a una regla de acción. Esa capacidad de ver
relaciones causales es la esencia de la racionalidad. El ingeniero al
ver el mundo ve las posibles relaciones causales. Así considera a la
cosa como recurso natural cuando advierte posibles usos para la misma, y
es entonces cuando empieza a valorarla. El ver las cosas como recursos
es adoptar una perspectiva humana en ellas, es identificar su idoneidad
para producir algo. Sin el hombre que así las considera no hay recursos
naturales en el mundo, sólo entidades, sólo existentes, sólo cosas
individuales. Rand lo ejemplifica al describir como Roark ve el mundo:
“Miró el granito. “Para ser cortado” –se
dijo- “y convertido en muros.” Miró un árbol: “para ser derribado y
transformado en encofrados.” Vio una estría de herrumbre en la piedra y
pensó en el mineral de hierro que había debajo del suelo. “Para ser
fundido y emerger como columnas elevadas hacia el cielo.”
“Estas rocas –siguió diciéndose –están
aquí para mí; esperando el taladro, la dinamita, y mi voz; esperando que
las arranquen, las corten, las tallen, las rehagan; esperando la forma
que les darán mis manos.”” [Ayn Rand. El Manantial. (Grito Sagrado,
2005). P 27.]
Cada nuevo objeto creado por el
ingeniero es una hipótesis –una aserción de que la cosa descrita es
novedosa, no obvia, y que va a trabajar. Los cálculos que hace el
ingeniero, comparados con el criterio de falla, permite testear
teóricamente la hipótesis en la oficina de diseño, antes de que se
construya el sistema en el campo práctico. La independencia es aceptar
que la mente propia es la única juez de la verdad –y si otros difieren
del veredicto de uno, la corte de apelaciones final es la realidad. Esta
orientación hacia los hechos y no hacia la opinión de los hombres es la
independencia de criterio mostrada por Dagny en la discusión que tiene
con su hermano Jim:
“–Las más altas autoridades metalúrgicas
–dijo- parecen bastante escépticas acerca de ese metal Rearden. –
¡Basta Jim! –Bueno, ¿en la opinión de quién te estás basando? –Yo no
pido opiniones. -¿Cómo te guías? –Por el juicio. -¿El juicio de quién?
–El mío. -¿A quién has consultado acerca de todo esto? –A nadie.
–Entonces ¿qué diablos sabes de ese metal Rearden? –Que es lo mejor que
ha salido hasta ahora en el mercado. -¿Por qué? –Por ser más resistente y
barato que el acero, y de mayor durabilidad que cualquier otro metal
existente. -¿Quién lo dijo? –Jim, estudié ingeniería, y cuando veo las
cosas, realmente las entiendo. -¿Y qué has visto de ese metal? –La
fórmula de Rearden y los ensayos que me mostró.” [Ayn Rand. La Rebelión
de Atlas. (Grito Sagrado, 2003). P 42.]
La creatividad, es corolario del
pensamiento independiente, hecho visible en el hábito del ingeniero de
buscar soluciones nuevas, de explorar nuevas posibilidades, de
visualizar nuevos modelos, y así producir nuevas ideas, formas de hacer o
cosas con el propósito de mejorar las condiciones iniciales. El creador
es el egoísta en el sentido más absoluto, pues es el que piensa,
siente, juzga y actúa. Hank Rearden es el ingeniero creativo, como nos
lo enseña Rand en el diálogo donde explica a Dagny su diseño del puente:
“Su voz sonaba clara y aguda, mientras
explicaba los detalles sobres las fuerzas, tracciones, cargas y pesos.
El puente constaría de un solo tramo de cuatrocientos metros. Había
ideado una nueva clase de armadura, no fabricada hasta entonces, e
imposible de obtener excepto con uniones que tuvieran la resistencia y
la liviandad del metal Rearden. –Hank –preguntó Dagny-. ¿Inventó todo
eso en dos días? –No ¡por Dios! Lo inventé mucho antes de fabricar el
metal Rearden. Lo planeé cuando producía acero para puentes. Siempre
quise un metal con el cual lograrlo, aparte de otras cosas, y he venido,
sólo para mirar su problema con mis propios ojos.” [Ayn Rand. La
Rebelión de Atlas. (Grito Sagrado, 2003). P 196.]
Igualmente, Prometeo (Igualdad 7-2521),
quien aún no descubre la palabra “yo” –por eso habla en plural cuando se
refiere a sí mismo – es la imagen de la determinación y persistencia,
típica del ingeniero inventor:
“Hoy en la noche, después de más noches y
ensayos de las que podemos contar, hemos terminado de construir una
cosa extraña, de los remanentes de los Tiempos Innombrables, una caja de
vidrio, ingeniada para producir el poder del cielo de una fuerza mayor a
la que hubiéramos logrado antes. ¡Y cuando pusimos nuestros alambres a
esta caja, cuando cerramos la corriente, el alambre fulguró!” [Ayn
Rand. Anthem. (Signet, 1995). P 59.]
La supervivencia del humano depende de
que su acción sea guiada por la razón y la producción, y no por el
impulso y la apropiación. Los valores que hacen posible la existencia
humana deben concebirse y crearse por el hombre. Productividad, es el
hábito de aplicar la racionalidad para adaptar la naturaleza para uso
humano, de crear bienes demandados, valores materiales, ya sean bienes o
servicios, es decir, de crear riqueza. El ingeniero crea artefactos o
estructuras o sistemas para mejorar la vida del hombre. Es quien usa su
razón como medio o instrumento para su supervivencia. Usa su ingenio
para vivir en la tierra. El “Inventor del Motor”, el héroe principal de
la Rebelión de Atlas ejemplifica bien esta cualidad del ingeniero que
Rand muestra en la conversación de Dagny con el Dr. Stadler, el director
del Instituto Científico del Estado:
“¿Dice que encontró esto en el
laboratorio de una fábrica comercial de motores corrientes? –Así es. –
¡Qué raro! ¿Qué estaría haciendo alguien así en semejante lugar?
–Diseñando un motor. –A eso me refiero. ¿Cómo es posible que una persona
dotada de este genio científico trabajara como inventor comercial? Me
parece inaudito. Buscaba un motor y logró una auténtica revolución en la
ciencia de la energía, como medio para un fin, sin preocuparse de
publicar sus hallazgos. ¿Por qué querría malgastar su intelecto en
aplicaciones de orden práctico? –Tal vez porque le gustaba vivir con los
pies en la tierra –respondió ella involuntariamente.” [Ayn Rand. La
Rebelión de Atlas. (Grito Sagrado, 2003). P 394.]
Por último, el orgullo es comprometerse a
lograr ser moralmente perfecto. Como la esencia de la moralidad es la
racionalidad, la perfección moral consiste en una inviolable
racionalidad. Como toda virtud es una forma de racionalidad, la
perfección moral, en esencia, consiste en una norma única: el compromiso
de seguir a la razón. Es el compromiso al que debe ceñirse el ingeniero
para poder diseñar cualquier artefacto. Es inconcebible que un
ingeniero diseñe un puente basado en la fe y que espere que
milagrosamente funcione, de alguna manera. Los héroes de Rand son
ingenieros que ante toda circunstancia en la vida se circunscriben al
uso de la razón.
Los ingenieros de Rand son pues, los héroes eminentemente racionales que personifican la perfección moral como ella lo explica:
“Una persona alcanza la perfección moral
al nunca aceptar ningún código de virtudes irracionales imposibles de
practicar y al nunca dejar de practicar las virtudes que uno sabe son
racionales –al nunca aceptar una culpa inmerecida y nunca ganarse una,
o, si uno se la ha ganado, nunca dejarla sin corrección – al nunca
resignarse pasivamente a los defectos de carácter…”
No comments:
Post a Comment