Hacer frente a los matones no sólo es correcto moralmente: también lo es en términos estratégicos.
Barack Obama | EFEEl domingo por
la noche, mientras los estadounidenses estaban atónitos por el
espectáculo del segundo debate presidencial, se produjeron unos
acontecimientos frente a la costa del Yemen que nos recuerdan el tipo de
desafíos con que debe lidiar un presidente. Dos misiles balísticos fueron disparados contra un destructor estadounidense
en aguas internacionales desde la parte de Yemen controlada por los
huzis, una milicia que cuenta con la ayuda de Irán. Los misiles no
llegaron a impactar contra el USS Mason, aunque se desconoce si tenían algún defecto o si el navío se defendió con su sistema de defensa antimisiles.
Por lo general, los buques de guerra estadounidenses no son
atacados. Cuando lo son, se considera un acto de guerra. Así que alguien
ha cometido un acto de guerra contra Estados Unidos.
El culpable inmediato parece ser el movimiento huzi, furioso con EEUU
por apoyar un ataque que sufrió por parte de Arabia Saudí y Emiratos.
Justo la semana pasada, un barco emiratí fue destruido en la misma parte
de la costa yemení. Pero los huzis no son actores solitarios. Y no se
fabrican sus propios misiles. Los obtienen de Irán. Eso indica que esto
se podría ver como un acto de guerra de Irán contra Estados Unidos.
Es un incidente mucho más grave de lo que sugiere el modo en
que se está tratando. De hecho, está siendo casi totalmente eclipsado
por el furor por la campaña de Trump. No se debería permitir que la Administración Obama ignorara este hecho, si es que esa es realmente su intención.
"Un alto cargo de la Administración Obama" le dijo al Washington Post:
"Nuestra máxima prioridad es la integridad y seguridad de los
ciudadanos estadounidenses en el extranjero, y emprenderemos las
acciones adecuadas para proteger a nuestros hombres y mujeres uniformados en la región".
¿Pero qué acciones? La Administración querrá hacer lo menos
posible por temor a un distanciamiento de Irán que pueda provocar que el acuerdo nuclear
se vaya a pique. Eso es lo que predijimos los que nos opusimos al
mismo: que se convertiría en una tapadera para las agresiones iraníes
que EEUU no podría detener porque los mulás siempre podrían
chantajearnos con la amenaza de reiniciar su programa nuclear. Pero si
EEUU sigue ignorando las agresiones iraníes, el resultado será que la
región se hundirá aún más en la discordia y saldrán reforzados los
extremistas chiíes y suníes.
Convendría que Obama hiciera caso al senador Lindsey Graham, que ha pedido a la Administración que tome represalias "rápida y decididamente"
y deje claro a los iraníes que se les van a pedir cuentas por los actos
de sus peones. Responder bombardeando posiciones huzis sería la
solución más simple pero no necesariamente la que podría provocar más
daño a Teherán. Atacar a la fuerza aérea de Bashar Asad, un aliado más
importante de Irán, lanzaría un mensaje aún más potente. También hay,
por supuesto, un abanico de sanciones que se podrían aplicar.
Si es imperativo responder a la agresiones rusas,
como el ciberataque contra el Comité Nacional Demócrata, también lo es
responder a una agresión iraní como la de disparar misiles contra
nuestros barcos. Dejar de castigar a estos regímenes predadores no nos
conducirá a la paz. Sólo dará lugar a un conflicto mayor y más costoso
en el futuro. Hacer frente a los matones no sólo es correcto moralmente:
también lo es en términos estratégicos.
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