Adrián Ravier señala las principales contribuciones a la ciencia económica de los ganadores del Premio Nobel de Economía este año, Oliver Hart y Bengt Holmström.
Si tenemos que resumir el premio Nobel en economía 2016 a Oliver Hart y Bengt Holmström en tres palabras, diría que “los incentivos importan”. Las nuevas contribuciones se sostienen sobre los trabajos previos de otros dos premios Nobel como Ronald Coase y Oliver Williamson, acerca de la teoría de la firma y la teoría de los contratos. Dado un contrato, ciertas reglas, o un marco constitucional las personas firmantes saben qué riesgos e incentivos enfrentan con cada acción.
En microeconomía, se conoce como la teoría del principal-agente al análisis de un conjunto de situaciones en que un actor económico (el principal) depende de la acción de otro actor (el agente), sobre el cual no hay perfecta información. El objetivo que han perseguido estos dos economistas en distintos trabajos y situaciones es analizar qué se puede hacer para mejorar la eficiencia de los contratos.
“Se trata de pensar en todas las partes involucradas para que un contrato sea una situación en la que ganan todos”, comentó Holström.
La literatura analiza casos concretos que comprenden un seguro, un préstamo o un empleo. En el caso del seguro, por ejemplo, las compañías nunca reintegran el 100% del valor de un automóvil robado o una casa incendiada, de tal forma que el beneficiado del seguro le importe cuidar su propiedad. El copago es un instrumento fundamental para mejorar los incentivos en este tipo de contratos.
Hart ha estudiado, por ejemplo, si ciertos servicios públicos convienen que estén privatizados, o que los provea el sector público. Su conclusión es que la respuesta no es unánime para todos los casos, sino que hay que profundizar en los incentivos en cada situación. La basura conviene que sea tratada por el sector privado, pero la prisión conviene sea administrada por el sector público. En EE.UU. se dejaron de privatizar las prisiones por los argumentos expuestos por Hart.
Hart mostró que es imposible que un contrato enumere todas las consecuencias posibles de un contrato, por lo que alentó a fijar reglas generales que dejen claros los derechos de todas las partes, una contribución que responde al análisis económico del derecho.
En el mercado de trabajo, Holmström contribuye señalando que en aquellos empleos donde puede medirse el rendimiento convienen salarios variables, mientras que en aquellos casos donde esto es imposible, conviene asignar salarios fijos. En casos de trabajo en grupo, resulta fundamental fijar reglas que eviten el free rider o polizón, esto es que una persona reciba beneficios por el trabajo que hace otra persona.
Volviendo sobre los incentivos, Holmström muestra que los jóvenes tienen mejores incentivos para trabajar por las expectativas que genera iniciar sus carreras.
Hart y Homström han escrito un nuevo capítulo sobre teoría de la firma, teoría de contratos e incluso economía constitucional, que a partir de este premio Nobel comenzará a generar una extensa literatura que permitirá incorporarlos a la disciplina.
En microeconomía, se conoce como la teoría del principal-agente al análisis de un conjunto de situaciones en que un actor económico (el principal) depende de la acción de otro actor (el agente), sobre el cual no hay perfecta información. El objetivo que han perseguido estos dos economistas en distintos trabajos y situaciones es analizar qué se puede hacer para mejorar la eficiencia de los contratos.
“Se trata de pensar en todas las partes involucradas para que un contrato sea una situación en la que ganan todos”, comentó Holström.
La literatura analiza casos concretos que comprenden un seguro, un préstamo o un empleo. En el caso del seguro, por ejemplo, las compañías nunca reintegran el 100% del valor de un automóvil robado o una casa incendiada, de tal forma que el beneficiado del seguro le importe cuidar su propiedad. El copago es un instrumento fundamental para mejorar los incentivos en este tipo de contratos.
Hart ha estudiado, por ejemplo, si ciertos servicios públicos convienen que estén privatizados, o que los provea el sector público. Su conclusión es que la respuesta no es unánime para todos los casos, sino que hay que profundizar en los incentivos en cada situación. La basura conviene que sea tratada por el sector privado, pero la prisión conviene sea administrada por el sector público. En EE.UU. se dejaron de privatizar las prisiones por los argumentos expuestos por Hart.
Hart mostró que es imposible que un contrato enumere todas las consecuencias posibles de un contrato, por lo que alentó a fijar reglas generales que dejen claros los derechos de todas las partes, una contribución que responde al análisis económico del derecho.
En el mercado de trabajo, Holmström contribuye señalando que en aquellos empleos donde puede medirse el rendimiento convienen salarios variables, mientras que en aquellos casos donde esto es imposible, conviene asignar salarios fijos. En casos de trabajo en grupo, resulta fundamental fijar reglas que eviten el free rider o polizón, esto es que una persona reciba beneficios por el trabajo que hace otra persona.
Volviendo sobre los incentivos, Holmström muestra que los jóvenes tienen mejores incentivos para trabajar por las expectativas que genera iniciar sus carreras.
Hart y Homström han escrito un nuevo capítulo sobre teoría de la firma, teoría de contratos e incluso economía constitucional, que a partir de este premio Nobel comenzará a generar una extensa literatura que permitirá incorporarlos a la disciplina.
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