Por primera vez, la Organización de Estados Americanos (OEA) observará las elecciones presidenciales de Estados Unidos, lo cual pone a este país en la misma liga que Haití y otros países políticamente volátiles que solicitan monitoreos externos para crear condiciones de confianza en sus procesos electorales.
Eso se debe en gran medida al candidato republicano Donald Trump, quien –tras su reciente desplome en las encuestas– está alegando que las elecciones del 8 de noviembre serán fraudulentas, poniendo en tela de juicio la legitimidad misma de la democracia de Estados Unidos.
“Por supuesto que hay fraude electoral a gran escala, antes y durante el día de elecciones”, escribió Trump en Twitter el 17 de octubre.
Trump dice, sin mostrar evidencias, que hay grandes cantidades de muertos e indocumentados que votarán en estas elecciones. Un estudio del Pew Center dice que habría hasta 1.8 millones de muertos en los registros electorales, pero eso no es constancia de que voten. Un estudio de la Universidad de Loyola encontró apenas 31 casos de fraude por sustitución de identidad entre mil millones de votos entre el 2000 y el 2004.
La jefa de la misión de observación de la OEA a las elecciones de EEUU, la ex presidenta de Costa Rica Laura Chinchilla, me dijo en una entrevista que su misión de observación fue solicitada por Estados Unidos a través de su embajador el 30 de junio.
La OEA ha supervisado elecciones en América Latina y el Caribe en los últimos 50 años, más recientemente en Haití, Guatemala, Colombia y Perú. Por lo general, los gobiernos solicitan estas misiones para generar confianza y prevenir la violencia poselectoral.
Chinchilla me dijo que la OEA ve muy positivamente la misión de observación en Estados Unidos, entre otras cosas porque le quitará a los regímenes autoritarios latinoamericanos su pretexto más común para no aceptar misiones de observación electoral externas. “Muchos de ellos dicen: ‘Si Estados Unidos no permite observadores, ¿por qué los vamos a aceptar nosotros?”, explicó
Chinchilla señaló que hasta ahora “no podemos decir que haya ningún indicio que haga presumir de un fraude a escala nacional”.
Añadió que, como en cualquier proceso electoral, hay objeciones individuales sobre los registros electorales, pero estas surgen tanto de demócratas como de republicanos, y “forman parte de lo que ha sido el patrón en otras elecciones”.
Chinchilla agregó que sería muy difícil amañar una elección en Estados Unidos, “porque el país tiene un sistema electoral hiperdiversificado, en el que cada estado cuenta sus votos, y no hay bases de datos unificadas que puedan facilitar un complot a nivel nacional”.
Lo que es más, la denuncia de Trump de que el Partido Demócrata amañará las elecciones sería difícil de cumplir, porque la mayoría de los estados indecisos, incluyendo la Florida y Ohio, tienen gobernadores republicanos o funcionarios republicanos encargados del conteo de votos, dijo Chinchilla.
Mi opinión: Trump está diciendo que las elecciones de EEUU serán fraudulentas para justificar una probable derrota electoral, y para desviar la atención pública del video en que se ufana de manosear a las mujeres, y de los testimonios de las mujeres que la semana pasada han salido a denunciarlo por abuso sexual.
Y su estrategia de desviar la atención de los medios está funcionando: ahora todos estamos hablando sobre sus denuncias de fraude electoral, en lugar de sobre su historial de denigrar a las mujeres.
Pero la misión de observación de la OEA a las elecciones de EEUU debería ser bienvenida, porque –como en los casos de otros países en que la OEA ha supervisado elecciones– hay un verdadero peligro de que se desate un conflicto poselectoral.
Las disparatas denuncias de Trump de que existe una conspiración en su contra tienen muchos seguidores. Una nueva encuesta de Politico.com/MorningConsult muestra que el 41 por ciento de los probables votantes afirman que las elecciones de noviembre podrían serle “robadas” a Trump.
Con su amenaza de violar el principio básico de la democracia de respetar los resultados electorales, Trump está violando la democracia misma. La misión de la OEA para observar las elecciones de Estados Unidos, y el hecho de que muchos de nosotros la estemos aplaudiendo, es apenas el recordatorio más reciente de lo bajo que este demagogo populista está haciendo caer a este país.
Eso se debe en gran medida al candidato republicano Donald Trump, quien –tras su reciente desplome en las encuestas– está alegando que las elecciones del 8 de noviembre serán fraudulentas, poniendo en tela de juicio la legitimidad misma de la democracia de Estados Unidos.
“Por supuesto que hay fraude electoral a gran escala, antes y durante el día de elecciones”, escribió Trump en Twitter el 17 de octubre.
Trump dice, sin mostrar evidencias, que hay grandes cantidades de muertos e indocumentados que votarán en estas elecciones. Un estudio del Pew Center dice que habría hasta 1.8 millones de muertos en los registros electorales, pero eso no es constancia de que voten. Un estudio de la Universidad de Loyola encontró apenas 31 casos de fraude por sustitución de identidad entre mil millones de votos entre el 2000 y el 2004.
La jefa de la misión de observación de la OEA a las elecciones de EEUU, la ex presidenta de Costa Rica Laura Chinchilla, me dijo en una entrevista que su misión de observación fue solicitada por Estados Unidos a través de su embajador el 30 de junio.
La OEA ha supervisado elecciones en América Latina y el Caribe en los últimos 50 años, más recientemente en Haití, Guatemala, Colombia y Perú. Por lo general, los gobiernos solicitan estas misiones para generar confianza y prevenir la violencia poselectoral.
Chinchilla me dijo que la OEA ve muy positivamente la misión de observación en Estados Unidos, entre otras cosas porque le quitará a los regímenes autoritarios latinoamericanos su pretexto más común para no aceptar misiones de observación electoral externas. “Muchos de ellos dicen: ‘Si Estados Unidos no permite observadores, ¿por qué los vamos a aceptar nosotros?”, explicó
Chinchilla señaló que hasta ahora “no podemos decir que haya ningún indicio que haga presumir de un fraude a escala nacional”.
Añadió que, como en cualquier proceso electoral, hay objeciones individuales sobre los registros electorales, pero estas surgen tanto de demócratas como de republicanos, y “forman parte de lo que ha sido el patrón en otras elecciones”.
Chinchilla agregó que sería muy difícil amañar una elección en Estados Unidos, “porque el país tiene un sistema electoral hiperdiversificado, en el que cada estado cuenta sus votos, y no hay bases de datos unificadas que puedan facilitar un complot a nivel nacional”.
Lo que es más, la denuncia de Trump de que el Partido Demócrata amañará las elecciones sería difícil de cumplir, porque la mayoría de los estados indecisos, incluyendo la Florida y Ohio, tienen gobernadores republicanos o funcionarios republicanos encargados del conteo de votos, dijo Chinchilla.
Mi opinión: Trump está diciendo que las elecciones de EEUU serán fraudulentas para justificar una probable derrota electoral, y para desviar la atención pública del video en que se ufana de manosear a las mujeres, y de los testimonios de las mujeres que la semana pasada han salido a denunciarlo por abuso sexual.
Y su estrategia de desviar la atención de los medios está funcionando: ahora todos estamos hablando sobre sus denuncias de fraude electoral, en lugar de sobre su historial de denigrar a las mujeres.
Pero la misión de observación de la OEA a las elecciones de EEUU debería ser bienvenida, porque –como en los casos de otros países en que la OEA ha supervisado elecciones– hay un verdadero peligro de que se desate un conflicto poselectoral.
Las disparatas denuncias de Trump de que existe una conspiración en su contra tienen muchos seguidores. Una nueva encuesta de Politico.com/MorningConsult muestra que el 41 por ciento de los probables votantes afirman que las elecciones de noviembre podrían serle “robadas” a Trump.
Con su amenaza de violar el principio básico de la democracia de respetar los resultados electorales, Trump está violando la democracia misma. La misión de la OEA para observar las elecciones de Estados Unidos, y el hecho de que muchos de nosotros la estemos aplaudiendo, es apenas el recordatorio más reciente de lo bajo que este demagogo populista está haciendo caer a este país.
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