“El plan educativo "social" tiene como objetivo el que estemos conscientes que somos malos y egoístas. Este plan ha sido muy exitoso, pero ¿exitoso para quién? Nos lleva a reconocernos como egoístas y justificarlo, aunque sea con algo de culpa, pero nunca justificamos el de los demás y los condenamos por no ser altruistas. Esta es la victoria de la educación socialista en la que hemos sido formados, la cual trasmitimos a nuestros hijos.”
“No por la benevolencia del panadero, del carnicero o el lechero, es que
tengo la cena sobre mi mesa. Sino por su ambición al tratar de lograr una
ganancia, y así, en la persecución de su beneficio personal, sin proponérselo
promueven y logran el de la comunidad, siempre guiados por esa mano invisible.”
Adam Smith, La Riqueza de las Naciones
RICARDO VALENZUELA
Afirmaba Von Mises que motivación
en toda acción del ser humano, es abandonar un estado insatisfactorio para
buscar otro de mayor satisfacción. El individuo actúa, como escribió Jefferson, para ir en la búsqueda de su felicidad y su
destino. Caso contrario, se sumiría en la inercia que es lo que sucede cuando
las sociedades se someten aceptando sus desgracias y culpando a otros por
ellas.
El egoísmo es inherente al ser humano y es además, el motor
de su vida. Originalmente no se le etiquetaba, es decir, no se hablaba de un
egoísmo "bueno" y otro "malo", porque son juicios de valor,
categorías sobre las que puede haber o no acuerdo. El egoísmo, simplemente es.
El egoísmo es natural en el ser humano e inclusive, cuando se maneja
positivamente, hay quienes lo identifican con una sana autoestima… concepto
original y si buscamos en un diccionario, encontraremos su definición como: “La
preocupación por nuestro bienestar personal.”
Al nacer somos por naturaleza egoístas y aunque lo
seguiremos siendo—requisito para sobrevivir—, una de las funciones de la
educación es la de hacernos comprender que además de nosotros, existen otros
seres humanos y necesitamos tanto de ellos como ellos nos necesitan y así,
nacía la división del trabajo. “Supuestamente” se nos enseña a negociar nuestro
egoísmo. Pero la realidad es que nos convencen ser el peor de los pecados que
nos convierte en brutos, para luego presentarnos como "virtud" lo
opuesto al egoísmo: el altruismo, y así se inicia el tejido de una red de
culpa.
A ese esquema mental llegamos después de muchos años de
“educación.” Pero la verdadera intención de nuestros maestros, e inclusive, la
de nuestros padres (ya programados) y nuestra iglesia, nunca fue la de
encausarnos para conducir nuestro egoísmo por la buena senda. El objetivo era
convertirlo en esa cruel conciencia que, las 24 horas nos grita; ¡gusano
pecador! Luego, pasar a sofocarlo bajos las garras de lo que se llama altruismo
o penitencia, puesto que la forma más eficiente de control del ser humano es la
culpa.
El plan educativo "social" tiene como objetivo el
que estemos conscientes que somos malos y egoístas. Este plan ha sido muy
exitoso, pero ¿exitoso para quién? Nos lleva a reconocernos como egoístas y
justificarlo, aunque sea con algo de culpa, pero nunca justificamos el de los
demás y los condenamos por no ser altruistas. Esta es la victoria de la
educación socialista en la que hemos sido formados, la cual trasmitimos a
nuestros hijos.
El egoísmo normalmente es visto como aquella actitud por la
cual sólo me importa mi persona y no me interesa lo que pueda pasarle al resto
del mundo. Tal vez por ello el filosofo Tertullian
escribió: “Aquel que vive para sí mismo, al momento de su muerte le hace un
gran bien a la humanidad.” Pero, Ralph Waldo Emerson le reviraba:
“Engancha tu carreta y apúntala hacia las estrellas.”
Nos hemos educado en una sociedad que lo condena. Hoy
infinidad de cosas se entienden por egoísmo, pero la más popular es su
concepción peyorativa: Aquella que nos acusa de pensar, sentir y actuar
solamente en beneficio de uno y para uno mismo. Efectivamente, el egoísmo mal
conducido y sin reglas claras que lo dirijan puede ser fatal, pero ello es solo
una faceta.
Cierto, la mayor parte del tiempo pensamos en nosotros
mismos. Pero también pensamos en nuestros seres queridos, amigos etc. Y así,
podemos llegar a incluir la sociedad entera. Inclusive, cuando ofrecemos la
vida por un ser amado, también somos egoístas y el mejor ejemplo, son los
suicidas musulmanes que actúan en busca del paraíso prometido. Realizamos un
acto egoísta porque, como explican los autores de la Escuela Austriaca
de Economía, es nuestro interés que la vida del prójimo continúe en lugar de la
nuestra. Desde esta perspectiva, los actos que acostumbramos a denominar
"altruistas," son, en realidad egoístas.
Cuando escuchamos alguna persona afirmar que su conducta es
cincelada por “el temor a Dios,” nos encontramos ante la expresión más
flagrante de ese tipo de egoísmo. Es decir, esas personas actúan bajo el
egoísmo de evitar la condena. Tal vez por ello Calvin
aseguraba que la salvación se logra, no como un acto comercial, sino
deshaciéndonos del temor a la condena para llegar a ser más auténticos.
En una sociedad abierta, el egoísmo desarrolla una función
social que no cumple el socialismo. Adam Smith exponía cómo a través de actos egoístas, el individuo
prospera y promueva la prosperidad de otros. El vendedor, si quiere lucrar debe
satisfacer al comprador. Para satisfacer su egoísmo, debe satisfacer el egoísmo
de sus clientes. En el capitalismo, nadie puede prosperar si no se satisfacen
mutuamente los egoísmos propios. Si el comerciante vende pescado podrido, se queda
sin clientes y si persiste en su actitud, en poco tiempo irá a la quiebra. Es
lo que Shumpeter llamaba la “creativa destrucción de
los mercados.” Ayn Rand,
diría que el vendedor actuó bajo un egoísmo irracional.
Pero Rand fue más lejos cuando
escribió: “Hay dos tipos de hombre. El del ego, autosuficiente, seguro y de
juicio independiente—y el parásito espiritual, el dependiente que rechaza la
responsabilidad de juzgar o actuar. El uno, cuyas convicciones, valores, y
propósito son producto de su propia mente—y ese parásito que es moldeado por
otros. El hombre que vive por su propia causa, y el colectivista de espíritu
que considera no merecer lo que otros y acude al estado por migajas. El creador
cuya motivación es interior—y el otro, cuyos movimientos se provocan sin ese
motor interno.”
Ese egoísmo racional construyó la sociedad occidental
moderna ahora en peligro de extinción ante las ideas intervencionistas. En el
capitalismo democrático hay un egoísmo social que, apoyado en la propiedad
privada de los medios de producción, mejora la condición de todos, incluyendo
los que menos tienen pues cuando sube la marea, todos los botes lo hacen con
ella. En términos objetivistas, este es el egoísmo
racional. El egoísmo natural del hombre pero guiado por la razón y sus valores
éticos, morales, espirituales.
Cuando entrego limosna al pordiosero, estoy actuando
egoístamente: la satisfacción de él llena mi ego y produce mi propia
satisfacción. Y es más grande esa satisfacción, como el caso de gobiernos,
cuando lo hago con dinero injustamente expropiado a otros. El sacerdote Anthony
de Mello escribió extensamente al respecto exponiendo cómo la caridad, a nivel
mundial se ha convertido en programas de relaciones públicas. También procedo
egoístamente cuando ataco a alguien en defensa propia, por venganza, etc. Estos
serían ejemplo de ambos, egoísmo racional e irracional.
• Ética
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