España: ¿finales del partido socialista?
Mientras los socialistas, de la
mano de su torpe liderazgo, se iban metiendo en la boca del lobo y en un
campo minado del que no había mapa de guerra para salir más o menos
airoso, Pablo Iglesias iba tejiendo todos los elementos para prepararle a
los socialistas la tormenta perfecta
Por Ricardo Angoso
Pedro Sánchez, apodado el breve por
algunos de sus compañeros de viaje, cometió un error de libro en los
últimos meses, en el tiempo que va desde que se conocieron los
resultados de las elecciones de diciembre de 2015 hasta la convocatoria
de las de junio de 2016. Si en esos preciosos meses, en lugar de buscar
una investidura imposible con unos socios nada fiables, que además
apostaban más por apuntalar en el ataúd a los socialistas que por
darles un balón de oxígeno, Sánchez se hubiera abstenido o votado en
blanco permitiendo un gobierno popular de coalición con Ciudadanos por
unos años, ahora las cosas no estarían en este punto de no retorno en se
encuentran.
Sánchez podría haberlo hecho, pero no lo
hizo, podría haber intentado una estrategia mas a largo plazo y jugar
con el desgaste de los demás para intentar emerger más tarde como una
fuerza líder. Sin embargo, Sánchez jugó al cortoplacismo, le perdió su
ambición política por intentar ocupar a cualquier coste la máxima
magistratura política del país y no intuyó que en un juego estático en
donde todos los actores arriesgan poco, los socialistas eran los que, a
la larga, más iban a perder tal como está ocurriendo y las tozudas
encuestas (en las que nos cree el soldado Sánchez) se empeñan en revelar
en el crudo día a día. Las encuestas no son los resultados de unas
elecciones, obviamente, pero señalan tendencias que generalmente se
acaban cumpliendo más o menos con matices.
Mientras los socialistas, de la mano de
su torpe liderazgo, se iban metiendo en la boca del lobo y en un campo
minado del que no había mapa de guerra para salir más o menos airoso,
Pablo Iglesias, más hábil estratega que Sánchez y jugador más paciente,
iba tejiendo todos los elementos para prepararle a los socialistas la
tormenta perfecta. Los socialistas lo hubieran tenido relativamente
fácil hace seis meses, simplemente habiendo dejado gobernar a la
derecha, que se iría desgastando tras años de gobierno, y esperando a
que el electorado de izquierdas volviese a sus filas al comprobar la
inutilidad de votar a Podemos. Pero no fueron capaces de entender el
envite y tomaron el peor de los caminos. Se equivocaron, jodido asunto.
El final de Izquierda Unida.
E Iglesias, siguiendo la estrategia leninista, entró al ataque al
comprobar la debilidad de los mencheviques. Una vez constatada la
debacle de Izquierda Unida (IU) en las urnas, en donde pese al millón de
votos apenas cosechó dos diputados, Iglesias lanzó una opa hostil, con
la complicidad de Alberto Garzón, a esta formación. Garzón se hizo
rápidamente con el control de la misma, arrinconó a sus veteranos
oponentes dentro de IU (Gaspar Llamazares y su “padre” político,Cayo
Lara), allanó el camino para la rápida fusión y, en fin, colorín
colorado este partido comunista se ha acabado. Casi cien años de heroica
lucha de los comunistas a través de todos los avatares políticos para
acabar convertidos en las marionetas útiles de Iglesias, algo así como
los “tontos útiles” que decía el camarada Lenin.
Luego, una vez conseguida la rendición
del castillo comunista, sin apenas resistencias, todo hay que decirlo,
Iglesias se lanzó a arrinconar dentro de su formación a aquellos que se
oponían a una más que probable coalición con los antiguos comunistas y
lo que quedaba (poco) de IU.Y lo logró bien rápido. Los que habían sido
derrotados en sus posiciones aceptaron rápidamente con sumisión las
decisiones del máximo líder, que no se anda con chiquitas a la hora de
afrontar cualquier forma de disidencia, y los que tenían dudas, como
suele ocurrir, callaron para siempre; quien calla, otorga.
Así las cosas, en estos preciosos meses,
mientras los socialistas se enfrascaban en inútiles luchas internas y
en estrategias de salón destinadas al fracaso, Iglesias consolidó su
poder en Podemos, se anexionó sin apenas luchar a IU y llevó al colapso
el juego político que podría haber posibilitado la formación de un nuevo
gobierno. Pero, quizá al igual que al PP, Iglesias, una vez conseguidos
sus objetivos, lo que quería era otras nuevas elecciones, en las que el
juego se decidiría a dos -tal como está pasando- y en que los
socialistas ya serían meros comparsas destinadas a jugar un papel
secundario en en el tablero político.
¿Acabaran los socialistas españoles como sus homólogos europeos? Los socialistas cayeron en la trampa en estos meses, sin quizá
haberlo intuido hasta ahora en que ven
que el sorpasso ya es una posibilidad real, y el problema radica es que
la ecuación no tiene solución, es irresoluble. Quedan menos de dos
semanas para que los españoles vayan a las urnas y la tendencia no
parece que vaya a cambiar. Luego la debilidad del candidato Sánchez -el
peor, sin margen de dudas, en el debate a cuatro- ha hecho el resto;
maneja una retórica pobre y repetitiva, a veces no se le entiende el
mensaje y se le ve inseguro manejando una situación que por minutos se
le escapa de control. Verle actuar a Sánchez pone nervioso, ya que es
previsible el triste final que le espera al personaje en esta trama tan
previsible y tantas veces vista en nuestro país (Borrel, Almunia y
Rubalcaba). Dimisión exprés en la noche electoral y a casa.
La política es cruel y no deja lugar
para los heridos o los prisioneros, o se gana o se pierde, no hay
término medio. Pero más allá de esta situación coyuntural, el escenario
es especialmente grave para el país, ya que hasta ahora el Partido
Socialista Obrero Español (PSOE) era un elemento central que dotaba a
nuestro sistema político de estabilidad, cohesión nacional, equilibrio
social y adhesión a un sistema aceptado por todos en la Constitución de
1978. Ahora, desde ese antiguo sistema, que mal que bien nos dio paz,
estabilidad, bienestar y prosperidad durante años, nos encaminamos hacia
un destino incierto caracterizado por el populismo, la demagogia y la
contradicción ideológica. ¿Será así? ¿Acabará el PSOE consumido por sus
errores estratégicos y la corrupción al igual que sus homólogos
alemanes, austriacos, griegos e italianos?
No comments:
Post a Comment