Cuentos políticos
Francisco Martín MorenoLos gerifaltes de este patético partido político amenazan con recurrir a vías legales o llegar a la protesta callejera.
Cuando los perderistas consideran un ataque político el recorte presupuestal que habrá de padecer la Ciudad de México en el 2017, no comprenden o parecen no entender la brutal contracción del gasto público federal, ya que, o se ejecutan recortes draconianos o nos hundimos en razón de la irresponsabilidad de Luis Videgaray. Dicho tijeretazo, según el Partido de la Revolución Democrática, responde al deseo de Meade, de “ahogar a la ciudad”. Los gerifaltes de este patético partido político, en obvias vías de extinción, amenazan con recurrir a vías legales o llegar a la protesta callejera al más puro estilo obradorista, con tal de impedir la cancelación de casi nueve mil millones de pesos de que se verá privado el gobierno capitalino, al igual que otras dependencias oficiales.De acuerdo con lo anterior, valdría la pena dejar en claro que tanto los regentes capitalinos como los jefes de Gobierno, les ha sido históricamente mucho más rentable políticamente extender la mano y exigirle al gobierno federal el pago de enormes cantidades de dinero que administrar valientemente el impuesto predial, cobrarlo al día, incrementarlo por zonas, imponer mayores tarifas de agua, según las diferentes delegaciones y abstenerse de subsidiarla, como acontece con el costo real del boleto del Metro, del que únicamente se recupera el 20 por ciento de su precio verdadero sin generar, sobra decirlo, utilidad alguna. Entonces, bien, ha resultado más sencillo depender de las aportaciones federales e insistir en la validez de políticas populistas de alto impacto financiero oculto, una mentira que tarde o temprano se descubre, que cobrar a los contribuyentes o a los consumidores el costo verdadero de vivir en la Ciudad de México y evitar, de esta suerte, el desgaste político que implica el realismo económico.
¿La Federación debe financiar el costo del populismo perderista? ¿Sí…?
Es más fácil extenderle la mano a José Antonio Meade y exigirle el pago de recursos multibillonarios, burlarse de su sonrisa, que aprovechar y lucrar inteligentemente con las más de 17 mil toneladas diarias de basura que produce la muy noble y leal Ciudad de México.
El procesamiento talentoso e informado con arreglo a tecnologías de vanguardia de los desechos tóxicos, expuestos, lamentablemente, al día de hoy a cielo abierto en las áreas conurbadas a la Ciudad de México, una vergüenza y un atentado ecológico con consecuencias para la salud de la población y para la de quienes recolectan la basura en forma indigna e inhumana, podría implicar el ingreso de inmensas cantidades de dinero al gobierno de la ciudad, tal como acontece en infinidad de condados y ciudades del mundo entero, que financian sus presupuestos públicos hasta con un 40 por ciento con el procesamiento industrial de los desechos. Es evidente que el populismo de Mancera, su inexistente imaginación financiera y ecológica, se reducen a pedir limosnas a un gobierno federal asfixiado por la deuda y el populismo burocrático, en lugar de administrar talentosa y audazmente el manicomio capitalino.
NOTA. Hoy termina un ciclo en el Excélsior, en donde he publicado miles de columnas en los últimos años. Me retiro en busca de otros horizontes por así convenir a mis intereses, no sin antes agradecerles a mis amigos directivos y accionistas de este prestigiado diario nacional todas las innumerables atenciones que he recibido generosamente de su parte.
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