“Al terminar tan potente frase este inusual vaquero, invadido ya por un sentimiento de rebelión tuve que propinarme una suave cachetada para recordar estaba disfrutando de una película, no a punto de iniciar la primera carga en el centro de una revolución en contra de un opresivo gobierno.”
RICARDO VALENZUELA
Al terminar tan potente frase este inusual vaquero, invadido ya por un sentimiento de rebelión tuve que propinarme una suave cachetada para recordar estaba disfrutando de una película, no a punto de iniciar la primera carga en el centro de una revolución en contra de un opresivo gobierno.
Llegaban a mi mente recuerdos de mis años universitarios en Monterrey cuando, por $5 pesos, mi amigo chihuahuense Manuel Pereda y yo invadíamos un cine al aire libre para disfrutar de tres cintas de Tony Aguilar. Todas ellas parecieran repeticiones del drama anterior, sólo con cambio de nombres de aquellos famosos “héroes” de la revolución mexicana arengando a los pobres para, embriagados por el odio, lanzarlos al campo de batalla para exterminar a los ricos explotadores.
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