REFLEXIONES LIBERTARIAS
Ricardo Valenzuela
Veía a mi padre en esos momentos transformado
de forma tal, que le podía mirar el coraje en los ojos que le brillaban como
cuando era aquel hombre de impresionante presencia que tanto le temíamos cuando
se enojaba. Tratando de centrarlo en lo que a mí me interesaba en esos momentos
le digo: Bueno, pero eso ya me lo habías platicado. Pero ¿Qué fue lo que
sucedió luego de que el famoso Plan Hermosillo fuera derrotado por Calles? Me
dirige entonces una mirada que nunca le había visto. Una mirada de gran melancolía,
de una gran tristeza y casi podría afirmar de mucho dolor.
¿Qué te puedo decir? Me revira con otra
pregunta. A Gilberto se le vino el mundo encima y por lo mismo, a mí también.
Al fallar el movimiento armado era tal la furia de Calles contra Gilberto que,
con saña haciendo uso de toda la maquinaria del estado, se dedicó no solo a
perseguirlo sino a tratar de desprestigiarlo utilizando los trucos y las
trampas que ya todos le conocemos a los gobiernos mexicanos. Gilberto siendo el
hombre honrado y de esa integridad intachable, no tenía dinero pues no se había
dedicado al robo como muchos otros revolucionarios, y por ello, se le venían
situaciones no solo difíciles, sino dramáticas puesto que tenia una familia numerosa
que sostener y además, él era el que también me sostenía a mi en Bruselas.
Yo ya cursaba el tercer año de la carrera de
leyes en la Universidad libre de Bruselas cuando recibo una carta de mi hermano
explicándome la grave situación en la que se encontraba, por lo que, ya no le
seria posible el seguir enviándome dinero. Gilberto se encontraba tratando de
ganarse la vida en El Paso, Texas pero, el acoso de Calles continuaba y por
ello, decidió el cambiar su residencia a Mesa, Arizona. Gilberto fue un hombre
de mucho carácter y nunca hablaba de esa época pero se, que fueron tiempos muy
difíciles para el y su familia. Pero Sofía su esposa que para mi era una santa,
le daba ese soporte tan necesario en esas situaciones y aquel hombre de un
intelecto fuera de seria, tuvo inclusive que establecer una pequeña neveria
para sobrevivir.
Pero mi hermano no sufría por esas privaciones
materiales, tenia demasiado carácter para que algo así lo doblara. Sufría al
ver la forma en que Calles seguía tejiendo su madeja y manejando el país a su
antojo a través de las marionetas que seleccionaba para ocupar la presidencia.
La vida a veces le sirve al hombre situaciones que inclusive al abandonar este
mundo, aun no se han llegado a entender ni asimilar y, algo así le sucedía a
Gilberto. A fínales de ese año de 1929, explota lo que se llegaría a conocer
como la gran recesión mundial y cimbrara al mundo entero. Pero la consecuencia
mas grave de ese evento, es que fuera el pretexto a nivel mundial para expandir
los tentáculos de los gobiernos, y en ese sentido, a Calles le facilitaba el
consolidar su nuevo estado controlador y opresivo.
Me sorprendía la claridad de las narraciones
de mi padre puesto que, desde la muerte de mi madre dos años antes, como que se
desconectaba del mundo en algo que sus hijos pensábamos era solamente un
cerebro que con tantos años, simplemente poco a poco se apagaba. Continúa mi
padre: Esos años de tantas privaciones para mi hermano y en especial para mi,
serían para Gilberto de gran desarrollo intelectual puesto que, siendo un
hombre de grandes inquietudes sociales y políticas, a pesar de no tener los
recursos para hacerlo su principal actividad, con esa gran dedicación, profundidad de pensamiento y análisis que él
tenía, se dedicó a estudiar todos los acontecimientos que provocaran la gran
recesión y sobre todo, a criticar de forma agresiva la tenaza que Calles
aplicaba a Mexico.
Mi situación en Europa cada dia se hacia mas
critica puesto que, ya no contaba con la ayuda de mi hermano. Yo era un chamaco
de solo 19 años en un país extraño sin más medios a mi alcance. Mi mundo se
había transformado de forma radical de ser el hermano de uno de los politicos
mas prestigiados de Mexico y, con grandes posibilidades de llegar a ser
presidente por lo cual, sin lugar a dudas el futuro me sonreía. A ser el
hermano de un hombre perseguido por el gobierno de mi país, sin el dinero para
poder continuar mis estudios e inclusive, llegaba el momento que no podía
satisfacer mis necesidades esenciales. Fue entonces que empecé a caer en una
grave depresión y, cuando Gilberto se enterara, me arropaba con sus cartas que
eran en esos momentos mi salvavidas.
Las cartas de Gilberto, eran una combinación
de humanismo, amor fraternal del hermano mayor, de sabios consejos ante la
adversidad, y sobre todo, eran los mas profundos análisis de los acontecimientos
económicos, politicos, sociales no solo de Mexico, por supuesto de los EU, en
donde en esos momentos vivía, pero del mundo entero. En esos momentos llegaba
el recuerdo a mi mente de mis excursiones siendo niño que tanto molestaban a mi
madre, cuando me dedicaba a esculcar todo lo que había a mi alcance en todos
los rincones de la casa. Recuerdo entonces la vieja maleta de piel color marrón
guardado en un closet y que me encantaba revisar, porque la encontraba
fascinante llena de tantos viejos papeles y documentos, e inclusive, cartas de
novias de mi padre de esa época. Especialmente me venía a la memoria las de su
novia hija del embajador cubano en Bélgica.
Y en esos momentos, recuerdo también el
contenido en la maleta de la infinidad de cartas del tío Gilberto dirigidas a
mi padre, y me pregunto ¿Dónde quedarían? Siendo yo un niño de tal vez 8 a 10
años cuando mis excursiones, era natural que me interesaran más las cartas de
amor de la cubana que los tratados de politica del tío Gilberto. Mi padre había
regresado de Europa en 1934 y ahí estaba la clave, eran cinco años de la vida
de este hombre ejemplar que, quedaban plasmados en esas cartas que yo tenía la
seguridad no se habían destruido.
Le sirvo a mi padre otra aromeante taza de
café y le doy tiempo para que sorba el primer trago. ¡Que buen café afirma de
nuevo! Aprovecho y lo cuestiono: Oye papá ¿en donde quedaron esas cartas de mi tío
Gilberto? Me quedo esperando la respuesta del no se, cuando luego de su segundo
sorbo me dice; creo que están en una caja en el almacén de allá al fondo de la
casa. Se me ilumina el rostro ante la posibilidad y le digo al Alejandro—el
muchacho encargado de cuidarlo de noche—Te lo encargo, pues me voy a buscar esa
caja, cuando casi salgo corriendo hacia el pequeño almacén.
Minutos después y luego de batallar para dar
con la llave del almacén en aquel gran mazo, finalmente abro la puerta para
encontrarme lo que podría describir como un museo. Muebles viejos, fotos de no
se que época, maletas deshaciéndose y si, cantidad de cajas conteniendo
toneladas de papeles. Luego de dar un largo respiro, inicio la búsqueda en
medio de lo que ya me provocaba un ataque de asma en el empolvado recinto.
Luego de revisar varias de las cajas, abro una que me recibe con un viejo
pasaporte de mi padre y voalá; las cartas del tío Gilberto empiezan a emerger.
No se cuantas serían, pero iniciaban a mediados de 1929 y la ultima se
remontaba al año de graduación de mi padre, dándole instrucciones para su
regreso.
Tenia ante mi la narración de una de las
mentes liberales mas brillantes que Mexico hubiera producido, de la forma en
que la revolución mexicana de sufragio
efectivo no reelección, tierra y libertad, se había manipulado en algo que
relegara al país a simplemente otro estado feudal. Pero el iniciar el rescate
de los documentos, descubro algo que me deja paralizado: todas las cartas que
mi padre le respondía a su hermano, y me pregunto ¿Cómo es que terminaran aquí?
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