Daniel Gros
Daniel Gros is Director of the
Brussels-based Center for European Policy Studies. He has worked for the
International Monetary Fund, and served as an economic adviser to the
European Commission, the European Parliament, and the French prime
minister and finance minister. He is the editor of Economie… read more
BRUSELAS
– La votación del Reino Unido a favor de su salida o “Brexit” de la
Unión Europea está en camino de convertirse en el mayor
no-acontecimiento del año. Más allá de una libra esterlina más débil y
tasas de interés más bajas en el Reino Unido, el referéndum no ha tenido
un gran impacto duradero. Los mercados financieros se tambalearon
durante unas pocas semanas después de dicha consulta popular, pero se
han recuperado desde entonces. El gasto de los consumidores permanece
inmóvil. Lo que es más sorprendente, la inversión se ha mantenido
constante, a pesar de la incertidumbre sobre las futuras relaciones
comerciales de Gran Bretaña con la Unión Europea. ¿Se exageró al
pronosticar los costos esperados de Brexit?
La
respuesta es verdaderamente no. De hecho, el Reino Unido bien puede
acabar perdiendo el pronosticado 2 a 3% del PIB a consecuencia de
Brexit. Pero es la salida del mercado único, no la votación inicial para
salir, la que traerá consigo esas pérdidas, y eso puede ocurrir en el
transcurso de un largo período. Si la salida llega a ser un proceso de
diez años de duración, las pérdidas serían soportadas gradualmente a lo
largo de dicho período, costando al Reino Unido alrededor de 0,2 a 0,3%
de su PIB por año, en promedio.
Esto
podría ser una muy buena noticia para el Reino Unido. Ya que con una
moneda más débil, el país se beneficiará de un aumento en la
competitividad de sus exportaciones, competitividad que podría compensar
por las pérdidas incrementales y la debilidad de inversión transitoria
que probablemente surjan.
Otros
factores también amortiguarán el golpe de Brexit. Durante las dos
últimas décadas, el Reino Unido ha transformado su economía con el
propósito de fomentar un nivel de especialización sin precedentes en el
ámbito de los servicios. A mediados de la década de 1990, las
exportaciones de mercancías fueron tres veces más importantes que las
exportaciones de servicios, y la mayoría de las exportaciones británicas
se realizaban hacia la UE. Hoy en día, el Reino Unido exporta en su
mayoría servicios – y sobre todo a mercados ubicados fuera de la UE.
Como
resultado, hoy en día el mercado interior para venta de mercancías es
mucho menos importante para el Reino Unido de lo que lo es para otros
países de la UE. El valor agregado que contienen las exportaciones de
mercancías británicas a la UE da cuenta de tan sólo el 5% del PIB –
varias veces menos de lo representa para, digamos, Alemania. Al mismo
tiempo, las exportaciones de Gran Bretaña a países fuera de la UE
representan alrededor del 7% del PIB.
El
desplazamiento en las exportaciones de mercancías del Reino Unido, que
aleja a este país de la UE, refleja un cambio en las fuentes de
crecimiento económico, considerando que Asia, en particular, está
ganando primacía. En cierta medida, otros Estados miembros de la UE
también han desplazado sus exportaciones hacia afuera de Europa, pero el
efecto ha sido más pronunciado en el caso del Reino Unido.
El
hecho de que el Reino Unido ahora depende más de su acceso a los
mercados mundiales en comparación a su dependencia en su acceso al
mercado interior de la UE, con seguridad, contribuyó a la votación a
favor de Brexit, ya que minimiza el sacrificio que el Reino Unido
tendría que hacer para poder recuperar el control sobre asuntos
candentes, como ser la inmigración. También ayudó la creencia de que el
Reino Unido podría asegurarse un mejor acceso a los mercados mundiales
por cuenta propia, en comparación del acceso que lograría como parte de
la UE.
Es
en este punto que la apuesta de Brexit se torna en más riesgosa. Sin
duda, aprobar acuerdos comerciales será mucho más fácil para el Reino
Unido que para la UE, que requiere el acuerdo de 30 parlamentos (incluso
de algunos parlamentos regionales). Los desafíos políticos que han
impedido la aprobación de un acuerdo de libre comercio de perfil
relativamente bajo con Canadá son un ejemplo de este reto. Sin embargo,
el Reino Unido también tendrá menos peso en las negociaciones del que
tiene la UE, especialmente a momento de negociar con grandes economías
emergentes.
De
manera similar, el Reino Unido no tiene por qué temer grandes cambios
en su capacidad para exportar servicios a la UE, exportaciones que hoy
en día representan alrededor del 40% del total de las exportaciones del
RU, debido a que el mercado interno de servicios de la UE ya está más
que abierto. Pero hay una excepción: los servicios financieros. Y, es
una excepción muy grande.
En
la actual situación, los servicios financieros representan alrededor de
un tercio de las exportaciones totales de servicios de Gran Bretaña y
dos tercios del superávit total de servicios que el Reino Unido necesita
para pagar por su déficit en la exportación de mercancías. El éxito de
la industria de servicios financieros es el resultado, al menos en
parte, de la adhesión del Reino Unido a la UE.
La
especialización de la economía del Reino Unido y de sus cuentas
externas en cuanto a servicios financieros (y servicios en general) se
inició el momento en el que los movimientos de capital se liberalizaron
en el marco del programa de mercado interior de la década de 1990. Esta
especialización se aceleró con la introducción de la moneda común,
introducción que, combinada con la eliminación de los obstáculos a los
flujos transfronterizos de capital y el auge del crédito a nivel
mundial, fomentó la concentración de muchos tipos de servicios
financieros al por mayor en la ciudad de Londres.
El
sector financiero tiene una tendencia natural a formar clústeres, y
Londres – lugar donde se habla el idioma inglés, el sistema legal es
eficiente, los mercados laborales son flexibles y el régimen regulatorio
es relativamente simplificado – ofrece ventajas sustanciales. Si se
añade a todo esto el “sistema de pasaportes” de la UE, que permite a los
bancos con sede en Londres vender sus servicios directamente en toda la
UE, se puede aseverar que el crecimiento del sector de servicios
financieros de la ciudad tiene mucho sentido – al igual de que tiene
sentido el hecho de que los ciudadanos de Londres votaron
abrumadoramente en contra de Brexit.
Sin
embargo, la realidad es que la mayor parte de las ventajas que han
convertido a Londres en un centro de servicios financieros se
mantendrán, incluso después de Brexit. Y, la pérdida del sistema de
pasaportes podría ser compensada por la creación de filiales o
enclaves-puente dentro de la UE, tales como Dublín, Frankfurt o París.
Por lo tanto, la industria de servicios financieros de Londres podría
sobrevivir a Brexit, si bien es poco probable que mantenga su vitalidad
anterior.
De
hecho, sin importar cuáles son las condiciones que el Reino Unido
negocie con la UE, es probable que el RU tenga que cambiar su modelo de
crecimiento, probablemente a través de una modesta reactivación del
sector de manufactura, entre otras cosas. Dadas las décadas de declino
en la industria manufacturera británica, esto sería más fácil de decir
que de hacer. Pero, si el RU no logra ese restablecimiento del
equilibrio, el costo de Brexit a largo plazo podría llegar a ser
sustancialmente más alto en comparación con las estimaciones actuales.
La
expansión de la industria de servicios financieros – que crea pocos
puestos de trabajo, pero los que sí crea son muy bien pagados – ha
contribuido al aumento de la desigualdad de ingresos, misma que ha sido
más pronunciada en el Reino Unido en comparación a lo que ocurre en el
resto de la UE. Y, dicha desigualdad ayudó a alimentar la frustración
generalizada con la globalización y con las llamadas “élites formadas
por grupos dominantes”, mismas que llevaron a la victoria a la campaña
Brexit.
En
este sentido, uno de los principales beneficios económicos de la
adhesión a la UE del Reino Unido condujo a que los británicos rechazaran
el proyecto. La pregunta es si los cambios económicos que Brexit
requerirá van a producir los beneficios para los trabajadores británicos
que la campaña “Salir” prometió. La respuesta a esa interrogante aún
está lejos de ser clara.
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