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Tuesday, September 6, 2016

"Es la ley"

Alfredo Bullard señala que en el Perú invocar que algo está prohibido por la ley no deriva en el cumplimiento de la misma pues la ley está ausente en el día a día.

Alfredo Bullard es un reconocido arbitrador latinoamericano y autor de Derecho y economía: El análisis económico de las instituciones legales. Bullard es socio del estudio Bullard Falla y Ezcurra Abogados.
Hace unos años caminaba por las calles de Indianápolis, EE.UU. Al llegar a una esquina encontré unas líneas pintadas en la pista que nunca había visto antes. No era el típico crucero peatonal ni las diagonales que indican que no se debe interferir en el cruce.
Como no sabía qué significaban, temí que cruzar por esa zona fuera una infracción a la ley. No había nadie a quién preguntar (y tampoco sé si habiendo alguien hubiera preguntado por el temor de pasar la vergüenza de hacer una pregunta estúpida).



Desconcertado, caminé hasta la siguiente esquina donde no había esas líneas y, finalmente, crucé.
Esa misma noche me reuní con unos amigos estadounidenses y les comenté el incidente. Lo cierto es que ninguno me supo explicar qué significaban las rayas en el piso.
Me pregunté, entonces, qué hubiera pasado si caminando por las calles de Lima me hubiera encontrado con las mismas rayas pintadas en el piso. Me quedó clarísimo. Hubiera cruzado la pista sin ninguna duda.
¿Qué hace que la misma persona se comporte de manera tan distinta ante circunstancias idénticas?
En EE.UU. uno siente la presencia de la ley, incluso cuando la ley no está al frente. En el Perú, si las rayas hubieran significado alguna prohibición, esta sería irrelevante porque romper la ley no significa nada. No hay riesgo de “entrar en la dimensión desconocida”. En cambio, en EE.UU., uno sabe que romper la ley sí tiene consecuencias. Uno camina diferente, conduce diferente, entra a una tienda de manera diferente, se comporta en un ómnibus de manera diferente. La ley está presente.
El profesor Paul Campos, en su libro Jurismania: the Madness of American Law (Jurismanía: la demencia del derecho americano) califica esa sensación de sentirse rodeado por la ley como un “panóptico legal”.
El panóptico es un diseño arquitectónico de un edificio que permite a una sola persona observar a todos los que se encuentran en él sin que los observados lo puedan advertir. Fue ideado por Jeremy Bentham en el siglo XVIII y de hecho se utilizó en la construcción de cárceles. El efecto es que, como los observados no pueden saber si el observador los está mirando, se comportan todo el tiempo como si los estuvieran viendo.
La metáfora de Campos no pudo ser más adecuada. En EE.UU. uno se siente observado por el sistema legal, sin necesariamente conocer su presencia efectiva. Siente que el Derecho lo va a agarrar casi en cualquier momento para descargarle sus consecuencias.
Campos usa la figura para criticar el exceso de legalismo en EE.UU. que deviene en sobrerregulación e intervencionismo estatal. Pero en el Perú nos hemos ido al otro extremo. Podríamos decir que el equivalente al panóptico legal es en nuestro país el “Polifemo legal”, el cíclope cegado por Odiseo. Nuestra ley es incapaz de ver y, por tanto, nadie se siente observado por ella.
He pasado esta semana en EE.UU. de vacaciones. Encontré diversas circunstancias que me hicieron recordar el incidente en Indianápolis. A cada rato uno se encuentra con carteles con mensajes que terminan con “It’s the Law” (“Es la ley”).
“Ajústese el cinturón de seguridad: es la ley”. “Deténgase en el crucero peatonal: es la ley”. “Use casco de seguridad: es la ley”. Nosotros no hacemos lo mismo. Que algo esté en la ley no significa nada en relación a su cumplimiento. La ley es un personaje ausente en el día a día. Invocar a que “es la ley” parece lo más fuerte que se puede hacer en EE.UU. para invocar que algo se cumpla. Pero decir que algo “es la ley” en el Perú es una clara invitación para hacer precisamente lo contrario.
Los anglosajones llaman a esa sensación de ley presente ‘the rule of law’, término muy mal traducido como ‘Estado de derecho’ pero que no significa realmente lo mismo. Es sintomático que no tengamos cómo traducirlo. Es también curioso que no tengamos traducción para ‘enforcement’, que no es otra cosa que el acto de hacer cumplir la ley. Y es que, al perder una palabra de un idioma para otro, no solo hemos perdido el término; también hemos perdido su significado.

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