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¿Es sensato pelearse con Trump por escuchar a la tribuna?
Guste o no, puede convertirse en el personaje más importante con el que tengamos que tratar en los próximos cuatro años, por lo menos.
Sigue causando revuelo en México la
reunión del presidente Enrique Peña Nieto con Donald Trump. Varios
periodistas, analistas y hasta reputados académicos, tanto de
izquierdas como de derechas, se han indignado con el mexicano
endilgándole poco menos que su falta de determinación para saltarle a
la yugular cuando lo tuvo “frente a frente”.
Bastante
más al sur, en Perú, también aparecieron otros “indignados”. Y el
presidente Kuczynski no se aguantó y se sumó entusiastamente al
cargamontón contra Trump, al punto de anunciar que en la próxima
asamblea general de la ONU donde tomará parte, denunciará esa acción pretendida del candidato estadounidense como un crimen.
Hay
que tener en cuenta que la reunión a la que acudirá el presidente
peruano es un evento ecuménico y que la mayoría de la prensa de Estados
Unidos está prácticamente montada sobre la campaña demócrata. Por
tanto, van a resaltar cualquier declaración que tenga aroma a
“antitrumpismo”.
No sería mala idea
que PPK tomara nota que Gran Bretaña está empezando a construir un
muro nada menos que en territorio francés bajo plana autorización de su
gobierno, con la finalidad de contener la inmigración ilegal.
¿Vamos ahora a decir que Theresa May y Francois Hollande son
criminales, y hasta fascistas, como se pretende decir con Donald Trump?
Pero
algo más. Desde la visita de Trump a México, la amplia distancia de
diez puntos que le llevaba Hillary Clinton se redujo a la mitad. Y hace
pocas horas, la encuesta patrocinada por CNN y la ORC International ya le daba dos puntos de ventaja a Trump sobre su rival demócrata.
Lo cual es sintomático, porque ya recoge en toda su dimensión, no solo
el episodio en México, sino el ya famoso discurso del republicano
sobre su política inmigratoria pronunciado en Phoenix, Arizona. Eventos
que produjeron reacciones mediáticas masivas en Estados Unidos, pero
también en México.
Los políticos que realmente trascienden siempre atienden a los dictados de la real politik.
Pueden ser soñadores, pero nunca utópicos. Saben leer la realidad. Son
como Churchill, Reagan o Thatcher, no como Chávez, Maduro o Cristina
Kirchner.
Los peruanos estamos ante
una realidad: sea quien sea que asuma la presidencia de los Estados
Unidos, tendremos que trabajar con ellos al ser uno de nuestros
principales socios comerciales y geopolíticos, si no es el más
importante. Y si bien es cierto que cualquier columnista u opinante
puede desflemarse como quiera en contra de uno u otro, en salvaguarda
de los intereses del Perú y de los peruanos, corresponde a su
presidente guardar las formas y mantener prudente distancia de los
candidatos Clinton y Trump por igual.
No
es sensato pelearse con Trump solo por “escuchar a la tribuna” y pedir
“armar un broncón” como dicen los mexicanos. Pues como están las
cosas, ambas candidaturas tienen iguales probabilidades de llegar a la
presidencia y a convertirse en nuestro principal interlocutor
internacional en los próximos cuatro años, por lo menos.
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