Hernando de Soto
Hernando de Soto is President of the Institute of Liberty and Democracy and the author of The Mystery of Capital.
LIMA – La des-globalización no está representada solamente por el Brexit o el creciente proteccionismo estadounidense.
Es
una actitud negativa contra la globalización promovida por diversos
movimientos autónomos y antagónicos tales como el anti-universalismo
occidental en Eurasia, el anti-federalismo en Europa Oriental, el
neo-marxismo tipo Piketty en Europa Occidental, y el terrorismo del
Estado Islámico en el Medio Oriente.
Avanza
porque crece la percepción de que la economía globalizada genera
desigualdades intolerables entre la gente, las clases sociales, las
naciones y las civilizaciones. Para combatir la desigualdad se postula
que los gobiernos recuperen sus derechos soberanos a restringir
fronteras nacionales y así reducir el comercio transnacional.
Si
bien la globalización ha producido desigualdades no hay que olvidar que
responde al noble ideal de lograr que los pueblos aprendan a través del
intercambio internacional y por encima de sus diferencias a
identificarse con la humanidad entera. Por eso vale la pena averiguar si
la desigualdad es inherente a la interdependencia global o si responde a
un privilegio que se puede compartir.
Pues
es lo último. Lo que caracteriza los grandes logros y desigualdades --a
medida que durante los últimos 70 años nos íbamos entrelazando a través
de centenares de tratados de inversión y de libre comercio-- es que
unos pocos lograron identificar y mantener en registros consolidados sus
activos sueltos y de escaso valor local para combinarlos en paquetes
que generan un alto valor agregado en mercados globales y, luego,
capturar ese valor en documentos fáciles de monetizar donde convenga.
Sin
documentación organizada y estandarizada que permita comparar y
seleccionar los ingredientes de combinaciones complejas, los alemanes no
podrían juntar los insumos provenientes de diez países distintos y
convertirlos en un lápiz, los suizos el centenar de piezas necesarias
para ensamblar un reloj mecánico, y los estadounidenses los miles de
ingredientes que se deben vincular para construir el internet.
Estos
mismos documentos permiten financiar las combinaciones cuando se
otorgan como participaciones a cambio de inversiones, como prenda para
garantizar un crédito, o como credenciales para recibir servicios
públicos –agua, energía y telecomunicaciones.
Ahora,
en cuanto a la desigualdad: mi organización ha determinado que los
activos de aproximadamente 5 mil millones de personas – de una población
mundial de 7.3 mil millones – no se encuentran documentados de una
forma tal que sus dueños puedan hacer combinaciones sofisticadas ni
capturar la plusvalía que generarían.
La cadena legal y la cadena informática
Aquello
no se debe a que los tratados internacionales, constituciones y leyes
nacionales que constituyen el andamiaje de la globalización en cualquier
país discrimine entre unos y otros. En principio todos tenemos el
derecho de combinar y crear valor. Pero, en la práctica, a ras del suelo
--ya sea en Cajamarca Perú o en Ulán Bator Mongolia— a ninguno de los 5
mil millones le han remozado los registros y documentación con los
cuales hace sus tratos localmente para que ellos provean la información y
contengan los instrumentos requeridos para operar globalmente y
construir combinaciones de alto rendimiento.
La
razón es que la cadena legal y administrativa que conecta el andamiaje
legal de la globalización y los registros que se manejan localmente les
faltan varios eslabones. Dado la lentitud del proceso legislativo crear
uno por uno los eslabones legales que le falta a la cadena podría
demorar cien o más años, considerando el tiempo que les tomó a los
europeos, norteamericanos y japoneses hacerlo a través de los siglos 19 y
20 cuando la revolución industrial los obligó a operar en mercado
expandidos.
Pero
hoy existe un camino más rápido: concebir los eslabones que faltan no
como partes de una cadena legal sino como partes de una cadena de
conocimiento. La idea es permitir que los documentos que tienen
autoridad deóntica local pero que todavía no han sido formateados para
hacer combinaciones globales sean descritos digitalmente de una manera
que pueda ser entendible a nivel global. Mi organización, el ILD, sin
apoyo de computadoras, aprendió a hacer estas cadenas y logró insertar a
millones de personas en las economías.
Pero
no basta, hoy el mundo necesita incorporar a miles de millones de
personas y eso requiere de un proceso masivo y altamente automatizado.
Por eso, hace más de un año --motivados y apoyados por la vanguardia de
varios tecnólogos estadounidenses que están aplicando un software
llamado “blockchain” para capturar valor e incorporarlo en una moneda
digital conocida como “bitcoin”-- estamos tratando de ver como
capturamos en forma automática y masiva los valores locales y los
encadenamos a través eslabones informáticos a los acuerdos
internacionales para que los no-globlizados puedan aprovechar o
defenderse de la globalización desde ya.
Recientemente
hemos logrado dos cosas importantes que estamos divulgando y poniendo a
prueba en Estados Unidos y Europa. Primero, hemos desarrollado una
formula sencilla para identificar, recabar y juntar automáticamente en
21 tipologías todos los registros no globalizados que existen en
cualquier país en una sola plataforma que es compatible con estándares
globales.
Segundo,
hemos comprimido en unos 34 indicadores binarios las preguntas que las
computadoras deben hacer a los registros no-globalizados para
identificar cuales son los eslabones que les faltan y, si el Estado
demora en proveerlos, incorporarlos en “contratos inteligentes” (Smart Contracts) que faciliten un entendimiento entre el mundo global y el local.
Podría ser que el idioma que nos globalice no sea el inglés sino un lenguaje binario automatizado.
No comments:
Post a Comment