“No
hagamos caso a los Keynes mexicanos que siempre aparecen en las
esquinas con la poción del salvamento disfrazados de Quijotes en defensa
de los débiles.”
Hace algunos años un amigo y yo
discutíamos la impresionante prosperidad de Hong Kong y analizábamos
las causas de esa historia de éxito. En cierto momento de la
conversación, yo señalaba que, además de su concepto de zona libre, una
de esas causas era su sistema impositivo que establecía en un solo
gravamen de 19% y se aplicaba exclusivamente al consumo. Mi amigo,
miembro del PRD, me interrumpe para decirme: "no me parece justo que
todos -ricos y pobres- paguen sobre una misma tasa. ¿No estás de
acuerdo? Pienso unos momentos y le respondo: Tienes razón, quienes
arriesgan sus capitales deberían de pagar menos.
Aun cuando mi respuesta fue
irreflexiva, algo me decía que mi afirmación tenía mucho de lógica y
razón. Alguien que invierte y "arriesga" su capital para producir
satisfactores, empleos, riqueza etc, no merece se le castigue de esa
manera. La formación de capital es lo que construye las economías, "los
empleos," y el capital lo forman quienes invierten y arriesgan. Ahora,
el obstáculo más importante que tradicionalmente han enfrentado esos
aventureros inversionistas -los verdaderos no los que se pegan a la
ubre del gobierno- son los tratamientos impositivos con los que, casi
con odio, se les castiga por tratar de ganar dinero de forma honesta
creando riqueza y formando capital.
Adam Smith escribió hace más de 200
años: “No por la benevolencia del carnicero, del panadero o del lechero
es que tengo la cena sobre mi mesa; sino por su ambición”. Luego
complementaba esa afirmación: “Los seres humanos buscando satisfacer
esa ambición; logramos como consecuencia el bien de la comunidad
siempre guiados por esa mano invisible”.
El famoso filósofo Robert Nozick,
afirmaba que todo tipo de impuesto sobre ingreso constituye una forma
de esclavitud y, por lo mismo, es totalmente injusto. Continuaba
Nozick, lo más injusto es que al que produce más se le castigue con
cruel saña. El manejaba el llamado “el principio de justicia”. "Cuando
un grupo de gente se involucra en una justa y ventajosa aventura de
cooperación en acuerdo con las reglas vigentes, y eso de alguna forma
restringe su libertad pero produce ventaja para otros, los que se han
sometido a esa restricciones y han sudado para producir esos
resultados, tienen un derecho similar sobre aquellos que se han
beneficiado".
Desde la avenida del New Deal después
de la gran depresión de 1929, los gobiernos del mundo iniciaron la toma
por asalto de todas las áreas de la sociedad y la forma más común en
aquellos Estados que no querían ser tachados de "socialistas", fue a
través de un sistema impositivo esclavizante. La Gran Bretaña, después
de la Segunda Guerra Mundial, de alguna forma cayó en un secuestro
ejecutado por el partido del Trabajo que llegó a establecer impuestos
marginales hasta de un 90%. El declive de la gran nación se hizo
evidente. Fue cuando en México se hizo popular la frase que tanto
gustaba de utilizar Castillo Peraza: "Que te mantenga el gobierno".
Aun cuando Kennedy había atacado los
impuestos marginales de hasta un 95% en los EU; a finales de los años
70’s dos economistas iniciaron el derrumbe de las teorías keynesianas
que habían controlado al mundo; Pero lo hacían con un novedoso
concepto. Robert Mundell y Art Laffer hablaban ahora de estimular la
oferta no la demanda como lo decía la Biblia de Keynes. Ellos
concluyeron que la mejor forma de estimular la oferta era reduciendo
los impuestos que la oprimían y desangraban. Las teorías de Keynes sin
duda incrementaban la demanda, pero no había oferta para encontrarla;
eso dio origen a la famosa inflación con recesión. De esa forma nacía
la teoría del Supply Side que se plasmó en una servilleta en la que
Laffer dibujó su famosa curva en el restaurante Michael de la ciudad de
Nueva York.
Sin embargo, Hong Kong tenía décadas
aplicándola sin conocerla. Al abolir los impuestos sobre ingresos y
ganancias, Hong Kong vigorizó su economía de tal forma que se convirtió
en un ejemplo para el mundo. Pero tal vez lo más importante y no lo
entienden los "progresistas"; Con esa poción el mercado de trabajo se
vigoriza, la competencia incrementa primero la productividad y desde
luego los salarios. A los trabajadores en Hong Kong no les importa
pagar IVA puesto que no pagan impuesto sobre ingreso y sus salarios son
altos producto de la formación de capital que se ha dado como
consecuencia de esos incentivos fiscales y la libertad. ¿Resultado? A
principio de los 70’s México y Hong Kong tenían ingresos per cápita
similares. ¿Hoy día? México $8,000 y Hong Kong más de $45,000.
¿Qué más tiene Hong Kong? Es una zona
libre que ha contagiado a China entera provocando crecimientos del 12%.
¿Algo más? Claro, no es una plebecracia adornada con un congreso de
barbajanes que solamente se dedican a bloquear sus oportunidades de
progreso.
Para los estatistas la economía ideal
es aquella en la que el gobierno bolsea a "los ricos" para satisfacer
las necesidades comunes como educación, salud, fondos de retiro,
guarderías infantiles etc., creando las corruptas burocracias. Una
economía liberal es aquella en la que el Estado recaba dinero sólo para
proporcionar los servicios fundamentales. Como maldición, desde el
Pacto de Calles el concepto original de libertad en México cambió. El
grito de Zapata de tierra y libertad, parece significar estar libre de
necesidades porque el Estado me las tiene que satisfacer, siendo que el
concepto original era libertad para triunfar o fracasar por mí mismo.
Robert Mundell ganó el premio Nobel de
economía en 1999 y sus ideas, como es natural, en los medios liberales
cobraron calidad de dogma. No hagamos caso a los Keynes mexicanos que
siempre aparecen en las esquinas con la poción del salvamento
disfrazados de Quijotes en defensa de los débiles. La pretendida
reforma fiscal mexicana parece haber sido creada por Clavillazo. Una
verdadera reforma tendería a bajar al máximo los impuestos que
estrangulan el crecimiento de la economía para compensarlos con
gravámenes al consumo como en Hong Kong. Esa es una de las palancas que
Calderón debe utilizar para catapultar la economía a los niveles
requeridos. Porque primero hay que crear algo, para que después se
reparta -y no precisamente el gobierno lo reparta pues ya sabemos lo que
sucede-.
Es hora de que los mexicanos tomemos
responsabilidad por nuestras vidas y futuro y dejemos asumir, como dice
P. C. Roberts, actitudes como las de los ciudadanos de Roma a la caída
del imperio quienes se ofrecían como esclavos a cambio de protección.
Ahora, y como complemento, lo que Calderón tiene que hacer es entrarle
de frente a las barbáricas políticas de gasto gubernamental tan
avaladas por algunos congresistas cuando afirman: "Prefiero ser
irresponsable con el presupuesto que con los pobres". Porque entre
muchas otras cosas, eso es lo que los ha tenido pobres.
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