No Derechas o Izquierdas, sino lo Moralmente Correcto
Los
términos políticos de “derechas” e “izquierdas” están con nosotros
desde la revolución francesa, cuando los miembros de la Asamblea
Nacional se dividían entre quienes apoyaban al rey (a la derecha del
presidente) y quienes querían una revolución (a su izquierda). Hoy, la
derecha política está representada por diferentes grupos bien enraizados
en la tradición: clásicos, neoconservadores, religiosos,
social-conservadores, tradicionalistas, etc; y la izquierda, por grupos
variados de liberales, social-demócratas, progresistas, socialistas, y
hasta comunistas.
Sin embargo, como casi todas las cosas
políticas que nos vienen de Francia, la designación ‘derecha/izquierda’
ha hecho más mal que bien, porque representa una falsa dicotomía entre
dos variantes ligeramente diferentes del mismo colectivismo. El
colectivismo sostiene que la vida y el trabajo de un hombre pertenecen a
un colectivo – a la sociedad, el grupo, la banda, la raza, la nación,
la fe – y que el colectivo puede disponer de ese hombre como le venga en
gana, para cualquier cosa que crea que es su propio bien tribal y
colectivo. Bajo el colectivismo, los derechos individuales – nuestros
inalienables derechos a la vida, la libertad, la propiedad, y la
búsqueda de la felicidad – son sacrificados en aras del llamado “bien
común”.
La mejor forma de ilustrar eso es
observar los extremos de ambos lados. Tanto la extrema izquierda
(representada por el comunismo), y la extrema derecha (representada por
el fascismo), son expresiones de colectivismo extremo, de sistemas que
sacrifican a los individuos al colectivo de turno, y en gran escala. De
hecho, “nazismo”, el tipo de fascismo que gobernó Alemania entre 1933 y
1945, es una abreviatura de Nationalsozialismus, un término
que, con la admirable precisión alemana, captura la esencia de las
tradicionales “derecha e izquierda” fusionadas en un único movimiento
colectivista extremo.
La mejor forma de describir el tipo de
colectivismo practicado en los Estados Unidos y en la mayoría de las
sociedades occidentales hoy día es llamarlo ‘estatismo del bienestar’.
Un estado del bienestar es un sistema social en el que el estado juega
un papel clave en la protección y la promoción del supuesto bienestar
económico y social de sus ciudadanos. El término normalmente implica
algún tipo de economía mixta, de colectivismo mezclado con un mínimo
respeto por los derechos individuales.
Bajo el estatismo del bienestar,
conservadores e izquierdistas pueden no estar de acuerdo en algunos
detalles en cuanto a implementación, pero sí están de acuerdo en que los
derechos individuales pueden ser violados en nombre del “bien común”, y
de hecho los violan a través de impuestos, redistribución de riqueza, y
regulaciones de todo tipo (aunque no siempre lleguen al extremo de las
sociedades colectivistas del siglo XX).
Para progresar en la lucha contra el
colectivismo tenemos que redireccionar nuestra atención, dejando de lado
la actual distinción secundaria entre derecha e izquierda, y centrándonos en algo más fundamental: la diferencia entre lo moralmente correcto y lo moralmente incorrecto, entre el bien y el mal.
Lo moralmente correcto – el bien – está representado por el individualismo,
que “considera al hombre – a cada hombre – una entidad independiente y
soberana que posee un derecho inalienable a su propia vida, un derecho
derivado de su naturaleza como ser racional. El individualismo sostiene
que una sociedad civilizada, o cualquier forma de asociación,
cooperación, o existencia pacífica entre los hombres, sólo puede ser
alcanzada mediante el reconocimiento de los derechos individuales; y que
un grupo, como tal, no tiene más derechos que los derechos individuales
de cada uno de sus miembros” (Ayn Rand, de su ensayo “Racismo” en el
libro “La Virtud del Egoísmo”).
Lo moralmente incorrecto – el mal – está representado por cualquiera de las formas de colectivismo.
Existe un rango de formas que van de lo malo a lo malvado, pero las
violaciones de los derechos individuales son, por definición, malvadas,
independientemente de lo pequeñas que sean; una píldora de veneno,
aunque no sea letal, sigue siendo una píldora de veneno. Esta es una
ilustración gráfica de las diferencias entre los aspectos políticos
moralmente correctos e incorrectos:
Analicemos la terminología, empezando
con lo moralmente correcto. El capitalismo es el único sistema social
basado en el reconocimiento de los derechos individuales, incluyendo los
derechos de propiedad. Es el único sistema social que ha sido concebido
hasta la fecha para que sean respetados nuestros derechos inalienables a
la vida, la libertad, la propiedad, y la búsqueda de la felicidad. Eso
hace que el capitalismo sea moralmente correcto.
El capitalismo cuenta con un sistema de
gobierno limitado que ha sido instituido para proteger nuestros derechos
individuales e impedir que sean violados por agresores nacionales o
extranjeros. Bajo el capitalismo, toda propiedad es privada y no
regulada, es decir, la sociedad goza de una separación total entre
estado y economía.
¿Y qué pasa con lo moralmente
incorrecto? Normalmente usamos los términos ‘progresismo’, ‘liberalismo’
y ‘conservadurismo’ para describir el espectro tradicional de
izquierda, centro y derecha, respectivamente. Sin embargo, todos esos
sistemas son variaciones del estatismo del bienestar. Todos ellos están a
favor de violar los derechos individuales con programas como la
Seguridad Social, Medicare, los colegios gubernamentales (“públicos”), y
una enorme cantidad de regulaciones; todos ellos defienden sus puntos
de vista en nombre del “bien común”, de la “seguridad pública”, y con
expresiones colectivistas parecidas. Eso hace que progresismo,
liberalismo y conservadurismo sean moralmente incorrectos.
Avanzando a lo largo de lo moralmente
incorrecto llegamos a sistemas sociales aún más colectivistas, tales
como el socialismo y la teocracia, hasta llegar a los extremos –
comunismo, fascismo, nazismo y anarquismo – en los cuales los derechos
individuales son completamente ignorados. El anarquismo entra en esta
categoría porque un sistema social sin gobierno, en contraste a uno con
gobierno limitado, desemboca en un caos de guerra de pandillas, lo cual
no es más que otra forma brutal de colectivismo y violación de los
derechos individuales.
En todos esos sistemas sociales
colectivistas, el estado o regula o es dueño absoluto de la propiedad, y
está involucrado en la economía, controlándola en mayor o menor medida.
En el colectivismo extremo, los individuos o bien simplemente no pueden
ser dueños de ningún tipo de propiedad (comunismo), o no tienen en
absoluto ningún control sobre lo que teóricamente “poseen” (fascismo).
El amiguismo es algo también moralmente
incorrecto, es el resultado de la intervención del gobierno en la
economía. Sólo puede existir donde hay favores políticos a ser
otorgados. En el capitalismo, donde hay separación total de estado y
economía, esos favores simplemente no pueden existir. De hecho, el
término “capitalismo de amiguetes” es un oxímoron; no hay nada
capitalista en el amiguismo, y no hay amiguismo donde hay capitalismo.
Por último, unos comentarios sobre los
extremos, tanto de lo moralmente correcto y de lo moralmente incorrecto.
Los políticos actuales, y la mayoría de la gente, parecen tener
aversión a los extremos. El hecho de que tanto la izquierda como la
derecha tradicionales acaben en catástrofes si son llevadas al extremo,
como fue demostrado en la Unión Soviética (izquierda), la China
Comunista (izquierda) y la Alemania Nazi (derecha), ha contribuido a esa
desafortunada aversión a los extremos, independientemente de si un
extremo concreto es correcto o incorrecto.
El extremismo, definido como “negarse a ceder en principios fundamentales”, es una virtud
cuando se trata de lo moralmente correcto: individualismo, derechos
individuales, derechos de propiedad, gobierno limitado, capitalismo, y
separación total de estado y economía. Pero es un vicio cuando
se trata de lo moralmente incorrecto, cuando hablamos de colectivismo
extremo, gobierno ilimitado o inexistente, violación de los derechos
individuales, falta de reconocimiento de los derechos de propiedad,
comunismo, fascismo, nazismo, anarquismo, amiguismo institucional, y
control total del gobierno sobre la economía.
Los Objetivistas estamos orgullosos de ser extremistas de lo moralmente correcto.
Podemos ceder ocasionalmente en detalles de implementación, pero nunca
en principios fundamentales. Esperamos que te plantees abandonar la
dicotomía tradicional de derechas e izquierdas, y te unas a lo que es moralmente correcto, para así juntos luchar contra lo moralmente incorrecto.
No comments:
Post a Comment