Por Armando Ribas
Mientras más leo los análisis políticos
internacionales, más me siento preocupado por lo que considero la
confusión reinante. Esa confusión surge evidentemente de la ignorancia
colectiva respecto de la naturaleza, ética, política y jurídica del
sistema que cambió la historia del mundo, y permitió la creación de
riqueza por primera vez en la historia. Tanto así que como lo expone
Wlliam Bernstein en su obra “The Birth of Plenty” (El Nacimiento de la
Abundancia) en los 1500 años después de Cristo el ingreso per cápita en
el mundo prácticamente no varió y fue solo a partir de mediados del
siglo XVIII que comenzó el proceso de generación de riqueza. Ese hecho
inusitado fue reconocido por el propio Marx que en el Manifiesto
Comunista dice: “La burguesía en solo cien años de dominio ha creado más
riquezas y más fuerzas productivas que todas la generaciones anteriores
juntas”.
No obstante ese reconocimiento, lejos de
considerarlo como un evento favorable a la humanidad lo descalificó
éticamente como “capitalismo” en que se producía la explotación del
hombre por el hombre.(SIC) Tal proyecto se considera entonces como un
sistema económico, hoy más expuesto en el mundo a su descalificación por
la izquierda apropiada de la ética en nombre de la supuesta búsqueda de
la igualdad económica. Ese proceso de transformación se inició en
Inglaterra a partir de la ignorada Glorious Revolution en 1688 que bajo
la égida del pensamiento liberal de John Locke y más tarde influenciada
por David Hume y Adam Smith lograra la llamada revolución industrial, de
la cual se desconoce igualmente que su origen no es económico sino la
consecuencia de la transformación del sistema político que entraña el
reconocimiento de los derechos individuales. Ese proceso sin igual en la
historia fue llevado a sus últimas consecuencias en Estados Unidos.
Es pertinente entonces analizar las
fuentes que produjeron ese milagro histórico, pero antes debo igualmente
explicitar el hecho de que otra de las confusiones del momento es
considerar a Estados Unidos como un imperio. La historia nos muestra que
los imperios se crearon a partir de la dominación de los estados
vecinos, en un mundo en el que la guerra era la razón de ser de los
estados. Creo que es evidente que esa no ha sido la historia de Estados
Unidos. Así podemos ver que ha sido el único país en la historia que
después de haber ganado una guerra, en lugar de pedir reparaciones a los
vencidos les repara su economía. Y más aun, gracias a los Estados
Unidos no somos nazis o comunistas.
A partir de esa confusión me atrevería a
decir que Lenín está presente mediante su “Imperialismo Etapa Superior
del Capitalismo”. En función de ella el odio a la denominada hegemonía
americana se ha convertido en un determinante ideológico del acceso al
poder en el llamado mundo civilizado en el cual me atrevería a
considerar incluida América Latina. Es evidente que los Founding Fathers
tomaron conciencia del pensamiento de David Hume contenido en su “De
los Celos del Comercio” que diría que está hoy relativamente vigente por
primera vez en la historia. Y así dijo: “Yo me aventuro a decir que el
incremento de la riqueza y del comercio de cualquier nación, en lugar de
herir, comúnmente promueve la riqueza de y el comercio de todos sus
vecinos”. Creo que teniendo en cuenta esta realidad es que la China le
sigue comprando los bonos de los Estados Unidos.
Aquí llegamos a otra confusión pertinaz
que es el concepto mismo de democracia como el gobierno del pueblo y por
el pueblo. Así se olvida la advertencia de Aristóteles al respecto
cuando escribió: “Tan pronto como el pueblo se hace monarca, pretende
actuar como tal, porque sacude el yugo de la ley y se hace déspota, y
desde entonces los aduladores del pueblo tienen un gran partido” Es ahí
que surge la demagogia y de ella se deriva el socialismo en la búsqueda
del hombre nuevo. Pero esa advertencia fue tenida en cuenta por los
Founding Fathers para constituir el sistema del Rule of Law. A tales
efectos es pertinente rever el pensamiento de los Founding Fathers al
respecto, que ha sido ignorado en el mundo y hoy parece olvidado en los
Estados Unidos. Tanto así que ha aparecido en la figura del nominado
candidato a la vicepresidencia Paul Ryan un intento de recordarlo. En
primer lugar no puedo menos que empezar recordando las palabras de
Thomas Jefferson: “Un despotismo electivo, no fue el gobierno por el que
luchamos”. Gran parte de América Latina es hoy un ejemplo de esa
tergiversación de la libertad del poder de las mayorías.
En ese sentido se pronunció claramente
James Madison para distinguir el concepto de república de la democracia.
Consecuentemente establece el principio de que las mayorías no tienen
derecho a violar los derechos de las minorías, y por tanto se reconoce
la primacía del derecho de propiedad, que como tal se considera el eje
de la creación de riqueza. Igualmente Alexander Hamilton tomó conciencia
de la problemática actual que como reconociera Nietche, socialismo y
democracia serían la misma cosa. Así respecto a los supuestos derechos
del pueblo, hoy a mi juicio también confundidos bajo el concepto de los
derechos humanos, dice: “Una peligrosa ambición subyace detrás de la
espaciosa máscara del celo por los derechos del pueblo”. Yo diría que
esa peligrosa ambición representa hoy el sistema social demócrata
europeo, hoy en crisis, que la izquierda hábilmente pretende considerar
la crisis del capitalismo.
Ya debiéramos haber aprendido que cuando
los derechos son del pueblo, Ud. no tiene derechos, pues la definición
de los mismos queda a cargo del poder político, y el intento de
desconocerlo en función de nuestro derecho individual, aparece como una
violación de la democracia y aun la pretensión de un golpe de estado.
Podemos ver entonces que la pretensión de la supuesta igualdad
económica, hoy puesta de manifiesto en las palabras del presidente
Obama, constituye la violación del derecho de propiedad, y asimismo esa
ilusión que lleva al poder, es la generadora de la pobreza, y porqué no
decirlo de la presente crisis europea. Asimismo es la violación de la
necesaria limitación del poder político, ante la conciencia de la
naturaleza humana.
Perdón por las citas, pero en ese
sentido vale recordar el pensamiento de Alexis de Tocqueville, quien
sostuvo que los economistas habían sido más culpables que los filósofos
por el fracaso de la Revolución Francesa, pues para ellos no había
derechos privados, sino solamente utilidad pública.(SIC). Y aquí nos
encontramos con otra confusión histórica que es la creencia de que la
Revolución Francesa fue la continuación de la Revolución Americana,
cuando en la realidad fue su antítesis. Y tanto así que el propio Lenín
consideraba que los bolcheviques eran los jacobinos del siglo XX. Y al
respecto debo rescatar el análisis de Peter Drucker, quien en sus
“Escritos Fundamentales” escribió: “Tan difundida y tan falaz como la
creencia de que la Ilustración engendró la libertad en el siglo XIX, es
la creencia de que la Revolución Americana se basó en los mismos
principios que la Revolución Francesa”. En función de ese criterio he
sostenido que el socialismo es la denominación que le diera el
Iluminismo a la demagogia.
Así surgió en su oportunidad el
fascismo, que en su versión moderna se le denomina capitalismo de
amigos. Esta otra vez no es más que la consecuencia de la inseguridad
jurídica interna, basada una en la supuesta pretensión igualitaria, que
por supuesto determina la desigualdad política del poder absoluto en
nombre del pueblo. Ante la ausencia de derechos surge la alternativa de
la colusión frente a la posibilidad de las nacionalizaciones por el bien
público. Por ello igualmente descreo del Iluminismo que a mi juicio a
través de la razón generó el totalitarismo y así considero que
socialismo fue la denominación otorgada a la demagogia prevaleciente en
los sistemas del Estado de Bienestar.
Estoy convencido por tanto de que en la medida que sigamos ignorando la realidad histórica-política que he tratado de describir, nos encontramos ante el predicado de Séneca: “Para el que no sabe dónde va no hay viento favorable”. Así investido de democracia presenciamos la generación de pobreza a través del socialismo, que en Europa es democrático, y en América Latina tiende al totalitarismo fascista como fue la Europa de Hitler y Mussolini. Por favor sigamos el juicio de David Hume la historia es un aprendizaje y de ella se deriva la conciencia de la justicia de donde deriva la esencia de la libertad.
Estoy convencido por tanto de que en la medida que sigamos ignorando la realidad histórica-política que he tratado de describir, nos encontramos ante el predicado de Séneca: “Para el que no sabe dónde va no hay viento favorable”. Así investido de democracia presenciamos la generación de pobreza a través del socialismo, que en Europa es democrático, y en América Latina tiende al totalitarismo fascista como fue la Europa de Hitler y Mussolini. Por favor sigamos el juicio de David Hume la historia es un aprendizaje y de ella se deriva la conciencia de la justicia de donde deriva la esencia de la libertad.
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