Inmigración XXXVIII: 95 tesis contraintuitivas
Por Francisco Moreno
El ideario liberal es difícil de aceptar
porque en su acervo hay un conjunto de ideas nada desdeñables que
violan el sentido común, muy difíciles de asumir en un primer momento.
Son ideas que se oponen a lo que nuestra intuición dice que es verdad.
Elaborar una visión liberal desafía muchas veces el saber popular y, por
tanto, obliga al liberal a ir a contracorriente y a manejar
irremediablemente razonamientos algo más complejos y menos simples que
el intuitivo mundo de las ideologías comunitarias.
Si hay una idea que sea especialmente
difícil de asimilar, incluso para no pocos liberales, es la de que la
inmigración es francamente beneficiosa para todos, pese a tener
externalidades negativas. Veamos algunas ideas contraintuitivas acerca
de la inmigración:
1. La movilidad de las personas nos hace a todos más inteligentes.
2. El ser humano es el recurso más escaso que hay sobre la Tierra.
3. Se dice que la inmigración es un gran problema;
es cierto, pero sobre todo si eres tú el inmigrante. Para las vetustas
poblaciones desarrolladas es sobre todo una oportunidad.
4. “Tienen más hijos, son más
proclives a la violencia, no saben integrarse, no queremos vernos
invadidos, se aprovechan de nuestra riqueza, aceptan salarios míseros…”
Este tipo de argumentos fue el utilizado por el entonces régimen de
segregación racial de Sudáfrica. Todos lo condenaron al final. Las
políticas excesivamente restrictivas de la inmigración no hacen sino
crear un apartheid a escala mundial. La segregación no es ya racial pero sí lo es –y vaya si lo es- por el lugar donde uno nace y se cría.
5. La gran aversión a la inmigración
que existe en las mentes de los hombres es una de las causas por la que
la economía global no despega más rápidamente. Billones de dólares se
pierden todos los años por no maximizar el potencial humano. El único
límite es el volumen de capital del país y las posibilidades de mantener
la ley y el orden en la sociedad de acogida.
6. De la misma forma que sucede con el comercio internacional,
las ganancias derivadas de la inmigración superan con creces a las
pérdidas o externalidades negativas que puedan acarrear. Al igual que
las barreras al comercio, los excesivos controles a la inmigración nos
restan prosperidad.
7. Los progresistas se muestran
favorables a una mayor libertad migratoria pero rechazan la libertad de
movimientos de capitales y, a menudo, también la de mercancías. Los
conservadores son partidarios normalmente de estas dos últimas
libertades pero son muy reacios a reconocer la libertad de movilidad
laboral entre fronteras. Es contradictorio abogar por
un mercado globalizado caracterizado por el movimiento libre de todos
los factores de producción menos uno (el capital humano). La autarquía
nos hace a todos más pobres siempre y sin excepción.
8. La mayoría de las personas ven
la inmigración como un fracaso de los programas de ayuda al desarrollo,
cuando en verdad es el mejor programa jamás concebido para salir de la pobreza.
Es una manera espléndida de compartir prosperidad entre diferentes
lugares. La forma de reducir la pobreza no es destruir la riqueza sino
suprimir las barreras que impiden que cada vez más personas accedan a
ella. No hay nada mejor que puedan hacer los países ricos por lo pobres
que abrirles un poco más sus fronteras. La extrema pobreza siempre va
ligada, entre otros factores, a la falta de movilidad. Lo grandioso del
asunto es que el Primer Mundo también se beneficiaría.
9. El comercio internacional beneficia a todos, incluido a los enemigos de la globalización y pese a sus temores. Las migraciones internacionales benefician igualmente a todos, incluido a los nativistas a pesar de sus temores.
Ambos grupos son reaccionarios y conminan a sus gobiernos para
impedirlas o retrasarlas; van a contracorriente de las tendencias
mundiales.
10. Los más miserables y desprovistos del planeta no son los que emigran, son las modestas clases medias de los países más atrasados las que lo hacen más intensamente. Un mayor desarrollo de los países en vías de desarrollo no disminuye la emigración sino más bien la aumenta.
11. Adam Smith sostuvo en La Riqueza de las Naciones
que cuando los hombres están seguros de disfrutar de los frutos de su
trabajo, es natural que lo ejerzan para mejorar su condición. Eso es
exactamente lo que buscan los que emigran.
12. Las remesas monetarias
que los inmigrantes envían a sus familiares de forma recurrente son
ayudas privadas de solidaridad familiar para manutención, educación y
sanidad de los que quedan en origen. Son mucho más efectivas y directas
que las ayudas oficiales entre Estados. En 2016 se espera que los
migrantes internacionales envíen más de 600.000 millones de USD a sus
familiares en los países de origen; de dicha cantidad, las economías en
desarrollo recibirán casi 450.000 millones USD. Los flujos mundiales de
remesas monetarias triplican ya el montante de la ayuda oficial al
desarrollo e igualan al de la inversión extranjera directa, con la
diferencia que los primeros no se esfuman a la primera señal de
inestabilidad política y son más constantes a lo largo del tiempo.
Actúan, además, como una póliza de seguro porque los flujos de remesas
aumentan cuando se produce una grave incidencia familiar o una
catástrofe natural.
13. En Nicaragua, Guatemala o El
Salvador el abandono escolar de niños es menor en las familias que
reciben remesas del exterior. En México o Sri Lanka los recién nacidos
pesan y miden más en las familias que reciben ayuda exterior de sus
familiares. Las remesas monetarias mantienen ellas solas a unos 750
millones de personas fuera de la pobreza.
14. Hay remesas monetarias tangibles pero también remesas “sociales” intangibles,
estas últimas en forma de experiencia, normas culturales, contactos,
nuevas costumbres y nuevos conocimientos que acaban llegando en parte a
los familiares de origen y también los enriquecen y transforman.
15. Los inmigrantes son agentes de cambio. Quienes emigran de países pobres a países ricos fortalecen las instituciones de sus países de origen.
Imponen cierta competencia a los países menos desarrollados para que
implementen reformas a fin de alentar a que sus ciudadanos se queden. La
capacidad de aprender por imitación es uno de los logros más
importantes del largo proceso de evolución de nuestros instintos.
16. Las fronteras sirven a la causa
liberal para impedir los riesgos de un gobierno universal. Sin embargo,
imponer fuertes barreras a la movilidad internacional entre Estados disminuye la presión hacia los regímenes
tiránicos para que cesen de avasallar a sus súbditos así como hacia los
gobiernos democráticos para aflojar la persecución de sus ciudadanos
más productivos.
17. La inmigración favorece la paz mundial.
Bajo un régimen de libertad económica y migratoria el individuo crea
una red de relaciones y se desinteresa de la extensión territorial de su
país. Sin una menor preponderancia de los “territorialistas” sobre los
“transaccionistas”, no puede haber una paz duradera.
18. Cuando alguien emigra de un país a otro más desarrollado, la economía global crece. La inmigración está muy lejos de ser un juego de suma cero.
19. Las ayudas al desarrollo deberían enfocarse al bienestar de las personas, no hacia el de los Estados beneficiarios.
Algunos lugares no tienen sencillamente los recursos (naturales o
institucionales) para desarrollarse velozmente. Si nos preocupan las
personas que viven allí deberíamos procurarles libertad de movimiento
para que puedan ir a donde tengan oportunidades para mejorar su
situación por sí mismos, no mediante ayudas pagadas por contribuyentes
de los países ricos y gestionadas por políticos y los intermediarios
amigos.
20. Los países ricos no están ya poblados, construidos ni terminados.
Queda mucho camino por recorrer y progresar. Pensar que ya lo están es
hacerlo en términos estáticos. La realidad es siempre dinámica. La
división del trabajo y del conocimiento no tiene límites.
21. En las sociedades de los países desarrollados las bajas tasas de natalidad han venido para quedarse; el rasgo poblacional más destacable es la vejez de sus gentes por lo que tienden al conformismo conservador de lo que hay. El año pasado nacieron más niños en Nigeria que en toda Europa.
22. En la época actual los inmigrantes
tienen más probabilidades de mejorar las instituciones y la libertad
económica de los países desarrollados que las que tienen de destruirlas.
El debilitamiento y las mayores amenazas a las instituciones de un país provienen de su clase política, no de sus inmigrantes.
23. Aquellos que hablan de brain drain o fuga de cerebros
que sufre el país emisor de emigrantes con el consiguiente
empobrecimiento del mismo no saben de lo que hablan. La perspectiva de
emigrar cambia la estructura de los estímulos: es un acicate para la
formación de capital humano, no la culpable de la fuga de talentos. Se
aspira a un nivel de formación superior, siempre con enormes
sacrificios, no para permanecer en el país sino justamente para
abandonarlo. Si se les impidiera a los emigrantes salir habría, sin
duda, menos titulados de medicina, programación o ingeniería y se
condenaría a muchos a permanecer en su país de origen en una economía
poco productiva, con entornos institucionales pobres y languideciendo de
apatía a la espera indefinida de que su país se desarrolle. Eso les da
absolutamente igual a los planificadores del desarrollo.
24. El control burocrático
de la inmigración es semejante al sistema de organización soviético: un
comité central asigna cuotas de arriba abajo sin criterios económicos
ni de eficiencia de ningún tipo. Fracasa siempre en su misión pero pide
cada vez más presupuesto y más poderes.
25. El problema no es que haya demasiados inmigrantes sino que no hay suficientes medios legales para residir en un país;
las cuotas o topes son totalmente arbitrarios y muy estrictos
establecidos con antelación por la autoridad central de cada país. Eso
es disfuncional.
26. A una gran empresaria americana,
Helen Krieble, después de padecer los efectos de la escasez de visados
de trabajadores que necesitaba perentoriamente y de ver el sufrimiento
de innumerables “ilegales” deseosos de trabajar en su país, se le
ocurrió una de las propuestas más innovadoras para solucionar el
lamentable statu quo: proveer inmediatamente a todos los inmigrantes con
algún tipo de documento identificativo. Se le conoce como la Red Card Solution, gestionada por agencias privadas pero supervisada por la autoridad.
27. El objetivo del emigrante no es asentarse en un país sino más bien en una ciudad,
sea ésta de su propia nación o no, para lograr mayores salarios. Los
inmigrantes prefieren áreas metropolitanas. Las poblaciones rurales
ofrecen menos oportunidades de trabajo y, además, sus habitantes suelen
padecer fuertes sentimientos nativistas o recelos frente al trabajador
extranjero, con el que apenas ha convivido.
28. La migración Sur-Sur es mayor que la de Sur-Norte.
Los flujos de Sur a Norte representan solo el 34% del total. El resto
va en otras direcciones: 38% de los migrantes se desplaza entre países
del Sur, el 23% entre países del Norte y el 5% de Norte a Sur. En todos
se produce el mismo patrón mental de aversión al morador foráneo: del
tailandés frente al birmano, del dominicano frente al haitiano, del
mejicano frente al guatemalteco, del iraní contra el afgano, del
africano contra el empresario de la India, del chino urbanita contra el
emigrante connacional venido del campo.
29. En el futuro es
muy probable que unas pocas miles de ciudades de todo tipo concentren
casi toda la población humana existente en el planeta. La gran
emigración del siglo XXI será sobre todo interna y la gran mayoría se
producirá en el Hemisferio Sur. El siglo XXI será el de las ciudades, en
contraposición al XX que fue esencialmente el de las naciones-estado.
30. En 1950 las quince ciudades más pobladas de la tierra
se encontraban en el Hemisferio Norte. En el año 2015 se ha invertido
el proceso y las quince urbes con más pobladores se hallan en el
Hemisferio Sur. Los grandes centros de riqueza y, por tanto imán de
inmigración, se están desplazando también al Sur.
31. Los países y ciudades desarrollados sí piden a los inmigrantes que vengan;
es su propia riqueza la que lo hace: los necesitan y los están
esperando. La riqueza requiere, no solo mantenerse, sino expandirse.
Para ello necesita permanentemente a más personas diversas.
32. Los inmigrantes no arrebatan puestos de trabajo
a los nativos al igual que no lo hicieron las mujeres cuando entraron
masivamente al mercado de trabajo. Las economías desarrolladas pueden
generar tantas oportunidades de trabajo como trabajadores haya, siempre
que exista un mercado igualmente abierto y flexible para todos los
buscadores de empleo.
33. De la misma forma en que, pese a la incomprensión de tecnófobos o ludditas, la tecnología paradójicamente destruye empleos pero no trabajo,
la inmigración toma empleos que pueden ser concurrentes con el de
algunos nativos, pero también crea más trabajo neto en la economía en su
conjunto, pese a que esto tampoco sea comprendido por los nativistas.
34. Los inmigrantes no reducen los salarios
de los nacionales, más bien los elevan. En numerosas ocasiones al
realizar trabajos penosos liberan a los nativos para que desempeñen
otros trabajos mejor remunerados.
35. Ciertos trabajos que desempeñan
los inmigrantes, caso de que éstos no estuvieran, se externalizarían
hacia otros países, no se ofrecerían a los nativos. Si no pudieran
externalizarse o automatizarse, desaparecerían sin más esos puestos de
trabajo con el consiguiente empobrecimiento general. A mayor inmigración
se producen más bienes y servicios. Si no fuera por la inmigración estaríamos importando muchos más bienes y servicios.
36. Se sabe que el inmigrante legalizado tiene incentivos para invertir en su propia formación.
Legalizarlos significa mejorar su cualificación y, por tanto, invertir
en capital humano. Eso es necesariamente bueno para la economía en
general.
37. Los inmigrantes cualificados son un beneficio claro para el país receptor, pero también lo son los poco cualificados;
ambos tipos de trabajadores son complementarios al grueso de la
población del país de acogida cuya cualificación se encuentra en el
medio aproximado de ambos extremos. Al tiempo que nuestra futura
prosperidad dependerá del desarrollo de actividades de alta
productividad, habrá también necesidad de una gran cantidad de trabajo
poco cualificado de difícil deslocalización o automatización (i.e.
cuidado de mayores). Sin inmigrantes que ayuden a estas tareas, por
ejemplo, los pensionistas tendrán menos bienestar o se verán mayores
recortes del presupuesto público o habrá un masivo incremento de
impuestos.
38. Los beneficios del Estado del bienestar no son el imán esencial de las migraciones.
Los inmigrantes no buscan asistencia ni subvenciones sino trabajo. Se
emigra para ganar salarios mayores. Si a esto se suman las prestaciones
sociales tanto mejor para la suerte del inmigrante, pero no son la razón
primordial de su desplazamiento. Si es insostenible a la larga mantener
la panoplia de las ayudas sociales a todos los que llegan, no es un
argumento en contra de la inmigración sino más bien un argumento en
contra del Estado del bienestar.
39. Con la reunificación de Alemania
hubo una despoblación de la zona empobrecida del Este hacia el Oeste
más próspero. Todavía hoy el efecto llamada de la riqueza es perdurable
en el tiempo pues los inmigrantes venidos de fuera prefieren asentarse
en la zona Oeste a la del Este pese a que las ayudas y subvenciones del
Estado del bienestar son las mismas en toda Alemania.
40. Los beneficios del Estado del bienestar sí son una rémora para abandonar el país.
El acceso a la escuela, al sistema sanitario, a la prestación por
desempleo, así como otras ayudas sociales suponen un incentivo a
permanecer en el país de acogida. Esto es una de las razones por la que
la inmigración de retorno es tan escasa.
41. El Estado del bienestar destruye los incentivos para trabajar. La inmigración es como la luz:
tiene la virtud de poner de manifiesto qué instituciones del país de
acogida son o no robustas y si son o no financiables en el tiempo.
Preparémonos para ello y preservemos las buenas instituciones y
desechemos o reformemos cuanto antes las que no lo son.
42. Milton Friedman estaba equivocado:
las fronteras abiertas no son incompatibles con el Estado del
bienestar, tan sólo hay que saber poner la muralla en el lugar adecuado.
Fijando ciertos límites a las prestaciones del Estado del bienestar o a
la obtención de la nacionalidad se podrían hacer mucho más permeables
las fronteras. Debe haber más restricciones al Estado del bienestar y
menos a la inmigración. Es lo que sucede en Kuwait o en los EAU, por eso
pueden aceptar a millones de inmigrantes que superan con creces en
número a los propios nativos.
43. Si los igualitaristas no soportan excluir a los inmigrantes
que logran entrar en su país de los beneficios de su Estado de
Bienestar, entonces no tienen más remedio que apoyar la militarización y
cierre de las fronteras para impedirles su entrada. Creo que no han
pensado bien las consecuencias de mantener sus vacas sagradas. Esta es la realidad: sus derechos son caros y no se pueden compartir con todos.
44. Es un craso error con consecuencias funestas para millones de aspirantes a emigrar el confundir en el mundo occidental el derecho a la movilidad laboral internacional con el derecho a la ciudadanía y a las prestaciones universales y gratuitas.
Lo mismo aplica para el derecho a votar y ser electo. Todo ello se
puede otorgar pero después de dilatados periodos de tiempo o a la
generación posterior que resida ininterrumpidamente en el país de
acogida.
45. Los “compasivos y solidarios” igualitaristas
que piensan que es necesario extender pronto cualquier beneficio de
ciudadanía a favor de los inmigrantes hacen un daño indecible a la causa
de las fronteras abiertas y, por ende, a millones de personas cuyas
oportunidades de prosperar son nulas al permanecer atornillados en su
país de origen, en muchos casos con infraestructuras deficitarias, con
pobres instituciones sociales, déficit de seguridad y corrupción masiva.
46. Pese a las múltiples ayudas y subvenciones del Estado del bienestar de los países desarrollados, los inmigrantes usan en conjunto menos prestaciones sociales que los nacionales.
Según un estudio de la OCDE de 2009 el montante de transferencias por
hogar en España se elevó a 2.244 euros para los inmigrantes y 6.814 para
los autóctonos (más del triple). Y a pesar de que los inmigrantes pagan
menos impuestos, no son una gran rémora para las finanzas públicas
sino, en el peor caso, tienen efectos neutros o, en el mejor de los
casos, suponen un pequeño superávit.
47. Los inmigrantes no son tampoco una carga para los servicios públicos.
Si contribuyen más de lo que pagan por los servicios públicos que
reciben, el problema radica en que los servicios públicos no son lo
suficientemente flexibles no en que los inmigrantes ejercen presión
sobre ellos. Los hoteles, las compañías privadas de transporte o los
supermercados, por ejemplo, raramente se quejan de que no puedan cubrir
con sus servicios la demanda creciente.
48. A mayores tasas de inmigración, menores tasa de desempleo.
No existen evidencias en el presente ni en el pasado de que la
inmigración haya supuesto un aumento masivo del desempleo. El “efecto
llamada” desaparece cuando no se genera suficiente actividad económica.
49. Aducir que es mejor no aceptar a más inmigrantes porque existe mucho paro es como apoyar que es mejor no recibir más inversión extranjera porque la que se tiene está mal invertida.
50. los inmigrantes registran el doble de patentes y tienen el doble de probabilidades de iniciar un nuevo negocio que las personas nativas.
51. Los inmigrantes mejoran nuestra seguridad,
especialmente en las ciudades. En general, no existe correlación
directa entre mayor inmigración y aumento de los ratios delincuenciales.
52. Al inmigrante le cuesta hoy asimilarse a la cultura del país de acogida mucho menos que antes. La habilidad de las sociedades modernas de absorber inmigrantes es mayor que nunca.
53. Las políticas públicas de multiculturalismo en Occidente
son una rémora para el inmigrante y son muy perniciosas para el país de
acogida. Deberían de cesar cuanto antes. Sancionar legalmente la tribu o
el gueto es suicida. Los inmigrantes son individuos diferentes a todos
los demás, incluidos sus propios connacionales. Cuando se les trata como
colectivo se les hace un flaco favor.
54. El inmigrante no es una víctima,
ni es merecedor de ayudas estatales. No busca nuestra caridad, ni
nuestro reconocimiento como ente grupal sino ganarse la vida con su
propio esfuerzo. Debemos darle la bienvenida pero no subvencionarle.
Confundir la inmigración con el humanitarismo o la necesidad de
multiculturalismo subsidiado es un gran error.
55. La inmigración no es una amenaza terrorista.
Poner barreras artificiales al mercado de trabajo e hiperregularlo
propicia la exclusión y, por ende, se aumenta el riesgo de que los
jóvenes marginados sean captados por las mafias terroristas.
56. Los progresistas harían bien en apreciar más los procesos de mercado y la civilización occidental a la que pertenecen.
Su sesgo anticapitalista y antioccidental es gasolina ideológica para
gente poco inclinada a tomar responsabilidades pero también para jóvenes
neoconversos al yihadismo.
57. Europa ha convivido con el terrorismo desde el siglo XIX.
Tanto el terrorismo de antaño como el de hoy no son la mayor amenaza
que ha existido ni existe para las sociedades avanzadas. Según datos de
la Global Terrorism Database la década 1975-1985 fue mucho más mortífera
por atentados terroristas en Europa occidental que las dos recientes
décadas pasadas. Al terrorismo se le ha de combatir con una hábil
combinación de hard power militar, policial y de inteligencia contra el núcleo duro y sanguinario junto con otro de soft power de atracción y persuasión de aquellos que se encuentran en la periferia.
58. El caso más extremo es el de Israel
que, pese a sufrir un asedio permanente de Hamas y otros terroristas,
tiene más de un cuarto de su propia población de origen árabe,
mayoritariamente musulmanes y, además, muy politizados por el conflicto
de los territorios en disputa con los palestinos. Pese a sus serios
problemas internos, no parece que Israel esté en peligro de extinción.
59. Está constatado que los índices de natalidad de los inmigrantes musulmanes
se acaban aproximando a los de las sociedades de acogida, especialmente
en la segunda generación. El “virus” del agnosticismo de las sociedades
desarrolladas contagia también a buena parte de los musulmanes que
residen en ellas.
60. Los políticos nacionalistas de extrema derecha
advierten sobre la amenaza para el cristianismo europeo que supone la
llegada de inmigrantes (especialmente los de origen musulmán); sin
embargo, muchas iglesias nativas y organizaciones benéficas religiosas
socorren a dichos inmigrantes y promueven campañas a favor de una
acogida digna dentro de sus fronteras. Pareciera que la actitud de los
representantes religiosos no se alinea con las declaraciones de los
políticos derechistas que dicen defender el cristianismo. Estos últimos,
sin pretenderlo, le hacen el caldo gordo a los ideólogos islamistas que
desean separar de manera irreconciliable a las poblaciones humanas por
las meras creencias religiosas.
61. Las identidades nacionales, culturales o religiosas
están siendo transformadas en todas partes pero no tanto por la
inmigración sino por el desarrollo de la globalización y de la sociedad
hiperconectada.
62. El extranjero como concepto
suscita generalmente temores y recelos, especialmente en las zonas poco
conectadas y cosmopolitas. Los que quieren recuperar sus países tal y
como eran antes no entienden que la globalización no puede desandarse o revertirse.
63.La globalización, la
incorporación de nuevas tecnologías, la supresión de aranceles y las
migraciones internacionales liberan recursos materiales y humanos para
producir y servir en la lista infinita de necesidades humanas: no
son más que el desarrollo de productos y servicios enriquecidos con las
ideas y las aportaciones de personas con diferentes perspectivas y
culturas sirviendo a una misma civilización.
64. En general el nativista acepta el turismo de buen grado
a diferencia de la inmigración a pesar de que al primero hay que
atenderlo, es consumista y, a veces, bastante invasivo y la segunda, por
el contrario, ayuda al mantenimiento de servicios, infraestructuras y
propiedades de todo tipo, así como a la producción y tiende generalmente
a la integración. Ambos enriquecen al país receptor.
65. Según la Organización Mundial del Turismo, más de 1.100 millones de turistas viajaron al extranjero en 2014. Europa recibió ese año unos 592 millones de turistas internacionales,
es decir, el 117% de su actual población, a los que hay que servir y
atender adecuadamente. Por su parte, según Frontex, Europa registró en
2015 (el peor año de la crisis de los refugiados) la entrada de 1,2
millón de inmigrantes, es decir, el 0,24% de la población de la UE, con
deseo de trabajar y servirnos. Todavía hay gente que se alarma por la
supuesta avalancha de estos últimos que sufre Europa cuando la verdadera
invasión son la de los turistas todos los años, de forma incesante.
66. Actualmente la tasa de fertilidad mundial es decreciente;
la población mundial va a aumentar mucho más lentamente y luego a
estabilizarse y a no crecer con los índices de antaño como nos dicen los
alarmistas malthusianos. Dentro de unos 50 años podría darse una
escasez laboral que impulse una competencia entre países por los
migrantes.
67. Se espera que este 2016 los migrantes internacionales superen los 250 millones. Es un nivel sin precedentes sin embargo, la inmigración actual es proporcionalmente bastante pequeña si se compara con la historia.
Esto es una anomalía con los adelantos en los medios de transporte y la
globalización. Es de esperar que esto no se mantenga así por mucho
tiempo.
68. Las mayores tasas de inmigración se suelen producir en pequeños países (como
Singapur, Kuwait o Emiratos Árabes Unidos) con mucha mayor densidad
poblacional que otras naciones con superficies mucho más extensas.
69. En Alemania, EE UU, Francia, UK,
Países Bajos o España entre el 12 y 14% de su población es inmigrante.
En Australia, Canadá y Suiza entre el 20 y 25%. En Israel el 30%. En
Singapur, Hong Kong o Luxemburgo en torno al 50%. Kuwait, Qatar y
Emiratos Árabes Unidos cerca del 80% de su población actual es
inmigrante. Chequia, Hungría o Serbia no llega al 5%. La población
inmigrante en Rumania y Polonia no llega al 1%; estos últimos muestran
gran preocupación por la “invasión” de refugiados sirios en su
territorio. Mientras, toda Europa del Este ha sufrido
una fuerte emigración de sus propios ciudadanos en años pasados y su
curva demográfica muestra un envejecimiento creciente de su población;
hay, por tanto, una escasez de trabajadores cualificados y no
cualificados en todas sus industrias y sectores económicos.
70. Los Emiratos Árabes Unidos
tienen en estos momentos una población total de 9,3 millones de
habitantes, de los cuales solo 1,4 millones son emiratíes, el resto son
inmigrantes. Ningún emiratí siente amenazada ni su seguridad, ni su
economía, ni su cultura.
71. En la política de inmigración israelí
no existen cuotas para los diversos judíos desperdigados por el mundo
que quieran establecerse allí. La mayor oleada de inmigrantes en la
historia de Israel provino de la antigua URSS a inicios de los años 90
(cuando aquélla colapsó). A finales de esa década ya eran
aproximadamente una quinta parte de la población israelí. No hubo
aumento de desempleo y sigue siendo una sociedad muy heterogénea e
innovadora. La mayoría de los israelíes hablan actualmente otra lengua
(su lengua nativa) además del hebreo. Nadie lo siente como una amenaza
cultural para el país.
72. El sistema de cuotas actual
en los países de la OCDE es responsable de haber creado una mayor
población inmigrante en los países de acogida. De no existir
restricciones tan severas a la inmigración muchos hubiesen regresado a
sus países de origen pero no la hacen al desaparecer la red de seguridad
de poder entrar de nuevo por razones económicas en caso de necesidad. Ha hecho casi desaparecer la inmigración circular entre países cuando antes era lo habitual en los movimientos migratorios.
73. El sistema de cuotas es absolutamente indiferente a las presiones de la oferta y la demanda
del mundo real. Produce cuellos de botellas artificiales. Debido a las
arbitrarias restricciones, a los inmigrantes se les considera ilegales,
no porque sean objetivamente ineptos para integrarse en el mercado de
acogida sino porque no entran en un molde cuyas dimensiones han sido
fijadas de antemano de manera aleatoria por la burocracia gubernamental.
74. La política migratoria no fue tan
disfuncional en el pasado. El sistema de cuotas empezó a emplearse
sistemáticamente en las leyes de inmigración de los EE UU desde 1965,
luego fue evolucionando para dar prioridad a los familiares de los ya
acogidos o naturalizados. Este sistema se extendió, como tantas otras
cosas, desde los EE UU a todo el resto de países. Este sistema es un
viejo error que lastra las consecuencias indeseables de una política
disfuncional migratoria; no tiene por qué seguir acompañándonos.
75. Los inmigrantes por motivos de
reagrupación familiar suponen en los EE UU ya más de dos tercios de
todas los visados otorgados a los inmigrantes por las autoridades
americanas cada año. Hay excesiva endogamia en el
diseño de las políticas de inmigración de los países desarrollados; la
mayoría de los visados se entregan a familiares de los ya establecidos
por las políticas de reagrupamiento. En el pasado la reagrupación
familiar era la excepción, no la regla como sucede en la actualidad por
la omnipresente injerencia estatal en los flujos migratorios. Lo lógico
sería que entrasen en mayor número los deseosos de trabajar, no los
deseosos de reagruparse.
76. El control de la inmigración está
abrumadoramente reservado como competencia exclusiva a los Estados
centrales o federales. El descentralizar su control puede suponer una sana competencia
para atraer capital humano entre entidades administrativas dentro de un
mismo país como sucede con Canadá, país pionero en este sentido. En
Calgary ha habido transportes públicos con anuncios que piden a los
ciudadanos que voten por una reforma inmigratoria que permita el acceso a
más inmigrantes.
77. Los alarmistas predicen
calamidades para aquellos países que acogen a muchos inmigrantes; pero
son los países que expulsan a su población por sufrir conflictos bélicos
(Siria, Irak, Congo) o por ahogar su economía (Cuba, Venezuela,
Eritrea) los que realmente tienen un futuro muy poco halagüeño.
El que piense que expulsar a buena parte de su población y
“endosársela” a otras naciones es empobrecer a los países receptores de
aquella gente, se equivocan; la realidad es justo la contraria. Otra
cosa es que los demás países no sepan cómo aprovecharse adecuadamente de
ello.
78. Hay un vínculo muy estrecho entre nacionalismo y proteccionismo. El fachendoso empresario Donald Trump,
ignorante de los procesos del orden extenso de cooperación voluntaria y
aspirante a la presidencia de los EE UU, está obsesionado con la
inmigración mexicana que tanto aporta a la economía estadounidense. Tal
vez no se ha actualizado, pues desde 2013 entraron en los EE UU más
inmigrantes de China (147.000) que de México (125.000) y esa proporción
se ha mantenido en el tiempo. Tal vez debiera construir otra muralla
china.
79. Los inmigrantes ilegales
son producto de malas legislaciones en torno a la inmigración, no de un
deseo de subvertir las leyes o el Estado de Derecho. El inmigrante con
ciertos recursos va a cruzar la frontera, haya o no cuotas suficientes.
La diferencia estriba en que las restricciones arbitrarias hace que su
cruce sea clandestino y el pago realizado se haga a mafias. Sería
mejor que se facilitara mucho más el paso de la frontera para que
fuese todo legal y el Estado se apropiase de esas rentas de los
emigrantes que deseasen ingresar en los países desarrollados.
Eso sería un torpedo en mitad de flotación de las redes criminales que
trafican con seres humanos. Además serviría para una menor percepción
de “carga” entre los nativos.
80. Los conservadores deberían dejar de fingir que quieren un gobierno limitado:
caen en flagrante contradicción cuando denuncian que el gobierno
federal es demasiado ineficiente e incompetente para gestionar el
servicio de correos o el cuidado de la salud pero piensan que está
cualificado para controlar el paso de la gente a lo largo de miles de
kilómetros de frontera. Ni siquiera los gobiernos totalitarios pueden
controlar las fuerzas subyacentes que mueven los flujos migratorios de
las personas.
81. Las restricciones a la inmigración no se limitan a las fronteras; acaban perjudicando también y sin remedio las libertades de los propios nativos en el interior del país.
82. Lo que realmente importa en los movimientos migratorios son las reglas claras y sensatas. Las buenas normas recompensan el intercambio, la coordinación y la especialización; las malas, la confiscación, la estabulación poblacional y el politiqueo.
83. La inmigración contribuye muy probablemente, y sin pretenderlo, al mantenimiento de una sociedad cada vez más dinámica y menos socialista. La diversidad cultural tal vez reduzca los niveles de confianza entre los diferentes grupos y, por tanto, descienda el apoyo a políticas redistributivas tan caras a los socialdemócratas.
84. Los conservadores se sienten
incómodos ante la diversidad de modos de vida; los progresistas ante la
autonomía del individuo. Las instituciones que permiten la coexistencia de distintas creencias y modos de entender la vida y protegen la autonomía individual
son mucho más adaptativas que las que solo toleran o aceptan individuos
homogéneos que comparten creencias y objetivos comunes. Es muy
problemático pretender que los órdenes sociales anónimos e inmensos sean
colectivistas, íntimos o completamente altruistas.
85. La Convención de Ginebra se firmó
tras la II Guerra Mundial por la mala conciencia de los pises que
rechazaron acoger a los perseguidos judíos que pedían refugio. Hoy día, Suecia y Alemania son los países que más en serio se toman la institución del asilo
al aceptar la acogida de un número de refugiados que suponen un 0.33%
anual de su población. EE UU acoge a un mísero 0,02% de su población y
España, peor, un 0,003%. Todavía se piensa que hay una avalancha de
refugiados. Resulta patético el paripé de los jefes de gobierno que se
niegan o protestan al hacerse cargo de las simbólicas cuotas de
refugiados. Occidente está perdiendo su alma.
86. Los gobiernos europeos no se ponen
de acuerdo en repartirse unos 120.000 refugiados (0,03% de la población
de Europa). Imaginemos que un país, en un arrebato de solidaridad,
decidiera acoger él solito durante una década seguida a más de 400.000
inmigrantes al año. Esto ya sucedió pero con inmigrantes económicos:
desde 1998 a 2007 España recibió una media de 445.000 inmigrantes al año.
La gran mayoría se integró sin problemas. Cuando vino la crisis el
flujo se revirtió de forma natural. Cuando observamos lo complicado y
arduo que es que el gobierno español tramite y acoja a unos pocos
refugiados sirios (de los casi 17.000 refugiados que se comprometió
acoger en septiembre de 2015 ante la Comisión Europea, lleva realmente
acogidos solo a un centenar de ellos), no hace falta discurrir mucho
para concluir que el mercado actúa de forma más eficiente que las
burocracias y la planificación del gobierno.
87. Al derribarse completamente los
controles fronterizos entre los países europeos y darse una libertad de
tránsito fruto del tratado de Schengen, no hubo nada parecido a una
migración masiva de ciudadanos de países europeos menos desarrollados
hacia los más ricos. Las barreras a la inmigración no son solo legales o burocráticas;
si éstas desaparecieran subsistirían aún otras como las idiomáticas,
culturales o económicas, lo que haría improbable una avalancha repentina
en ausencia de las primeras. La decisión de emigrar es minoritaria
entre la población que prefiere residir en su propio país (a menos de
que haya guerras o amenazas graves y permanentes).
88. La inmigración llama a más
inmigración solo si existen oportunidades de trabajo. Ningún país ha
padecido ninguna hecatombe por absorber grandes masas de inmigrantes. La
clave está en hacerlo gradual y ordenadamente (mediante cauces
legales). Es un signo de vitalidad y salud económica el recibir e
integrar a inmigrantes de manera constante. Además, cuando la economía se ralentiza, también lo hacen los flujos de entrada
y ese estancamiento obedece, no a que hayan tenido éxito las medidas
represivas, sino a que los inmigrantes son racionales y se acoplan a las
condiciones generales.
89. Las economías con más diversidad de inmigrantes
tienen un mejor desempeño. El impacto positivo va más allá de lo
económico e influye en el diseño de productos, la ciencia, el arte, la
moda, la arquitectura, la investigación, el deporte y muchos otros
aspectos de la vida.
90. El Primer Mundo
parece que se alarma por el cambio climático pero afronta ya una crisis
muy seria debido al envejecimiento de su población. Los incesantes
flujos migratorios que llegan a sus puertas (en forma de refugiados o de
emigrantes por razones económicas) no son grandes problemas sino
grandes oportunidades. Es una feliz coincidencia el déficit de
población, de una parte del planeta, y el exceso de población, de otra.
91. Debemos considerar la sobrepoblación de algunos países
bajo otra perspectiva. Un país está relativamente sobrepoblado si,
independientemente de su número de habitantes, la misma cantidad de
capital y de trabajo es menos productiva allí que en otra parte. Reducir
la sobrepoblación significa en términos económicos reducir esta
desproporción, es decir, permitir la libertad de movilidad laboral
dentro o fuera de un país.
92. Nuestro cerebro ha evolucionado
durante cientos de miles de años con unos condicionamientos sociales que
tienen mucho que ver con la tribu pequeña y con lo familiar; las
complejas transformaciones en las que estamos incursos en la actual Gran
Sociedad globalizada nos enfrenta a desafíos nuevos. Nuestra vida
diaria depende ya de millones de desconocidos. Debemos ir más
allá de nuestras predisposiciones intuitivas pero sin pretender
planificar totalmente dicha sociedad de manera racional.
93. Criticar las excesivas
restricciones a la inmigración no quiere decir que no haya ninguna. Los
Estados tienen la obligación de salvaguardar la seguridad de sus
nacionales pues es inasumible una entrada masiva y repentina de
inmigrantes. Sin embargo, tienen también la ineludible responsabilidad de dar respuestas constructivas
a los desafíos impuestos por la creciente movilidad laboral de la
población mundial. No hacerlo y querer mantener el actual statu quo es
irresponsable (síndrome de la avestruz). Las reglas no pueden exigir
imposibles, ni prohibir necesidades básicas humanas. Pretender
mantenerse aislado del mundo actual es una quimera; los inmigrantes van a
seguir viniendo, queramos o no.
94. Las políticas de inmigración siglo XIX
fueron mucho más tolerantes y respetuosas con la gente; a lo largo del
siglo XX se han vuelto progresivamente más rígidas y autoritarias. Es
preciso revertir de una vez dicho proceso.
95. Migrar es una de las libertades humanas más profundas; es de esperar que en un futuro no sea tan intensamente sofocada ni reprimida como lo es en la actualidad.
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