La organización yihadista habría pasado a la historia ya si algunos actores internacionales no pensaran en su beneficio particular sino en la derrota de los terroristas.
"El Estado islámico podría ser destruido a corto plazo, pero no hay voluntad política de todos los jugadores internacionales porque lo utilizan como arma contra el Gobierno del presidente sirio Bashar al Assad", afirma Boris Dolgov, alto miembro del Centro de Estudios Árabes e Islámicos del Instituto de Estudios orientales de la Academia rusa de las Ciencias, en declaraciones a RIA Novosti.
Ello explica, a su juicio, que EE.UU. sea incapaz de cumplir su promesa de hacer una división con claridad entre grupos 'moderados' y terroristas en Siria. No existe una clara distinción entre ellos, pero todos son necesarios para luchar contra las autoridades sirias, destaca un experto ruso.
Entre los años 2014 y 2015, recuerda Dolgov, "la coalición liderada por EE.UU. dirigió la lucha contra el Estado Islámico (EI), en su mayoría [con] bombardeos". "Sin embargo, como resultado de esta confrontación el Estado Islámico amplió la esfera de su influencia y el territorio bajo su control. Solo la intervención de las fuerzas aeroespaciales rusas llevó a la estabilización de la situación en Siria", continúa el experto.
Según Dolgov, ello ocurrió "debido a que el objetivo de EE.UU. en la región es la eliminación de Bashar al Assad, la desintegración y la retirada de Siria como jugador y centro de poder en Oriente Medio, ya que Siria se opone a Israel y es un aliado de Irán y Rusia".
Por su parte, en un encuentro el pasado martes en Laos con el secretario de Estado estadounidense John Kerry, el canciller ruso Serguéi Lavrov instó a Washington a que delimite a los grupos terroristas y de la oposición. "Nuestros socios estadounidenses están asegurando desde que comenzara el año a la Federación de Rusia que lograrán separar la oposición con la que cooperan de las organizaciones terroristas, pero hasta ahora no han conseguido hacerlo", señaló entonces el ministro ruso de Exteriores.
"Si hubiera voluntad política en todos los jugadores internacionales que luchan contra el EI, la cuestión de su eliminación sería cuestión de dos semanas o un mes. La ciudad de Raqqa es muy pequeña, no es difícil recuperarla, pero [ello] requiere del esfuerzo de todos los jugadores; los hay que faltan y no se les espera pronto", recuerda el alto miembro del Centro de Estudios Árabes e Islámicos del Instituto de Estudios orientales de la Academia rusa de las Ciencias.
Sin embargo, la victoria militar sobre el EI por sí sola no conducirá a la desaparición de su ideología y sus partidarios, advierte el experto ruso. "La eliminación del EI implica no solo su eliminación militar, sino que cese el apoyo financiero a los grupos sunitas radicales, además del fin de la influencia ideológica y la propaganda extremista en la región", advierte Dolgov.
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