REFLEXIONES LIBERTARIAS
Ricardo Valenzuela Torres
Al inicio del siglo pasado, en Mexico ya hervía el
potaje de la rebelión por la libertad en contra de Porfirio Díaz, quien,
asesorado por “los científicos” y aplicando el positivismo de Augusto Compte,
había permanecido en el poder durante casi 30 años. Los reclamos y las
organizaciones anti reeleccionistas se multiplicaban por toda la geografía
nacional.
En un pueblo de la sierra de Sonora, Gilberto
Valenzuela lideraba ese movimiento que lo llevaría a escalas inimaginables.
Siendo aún muy joven, no participaba en la primera etapa de la revolución, pero
después, ya como estudiante en Guadalajara, conocería al Gral. Obregón quien lo
invitaba a formar parte de su Estado Mayor. Él rechazaba la invitación
argumentando estaba por graduarse como abogado, y no podía simplemente abortar
ese evento. Obregón le respondía; “Joven Valenzuela, admiro su sentido de
responsabilidad, pero le aseguro nos volveremos a encontrar”. Años después,
Obregón sería su padrino de bodas.
En 1920, ya como abogado, a petición del gobernador de
Sonora, don Gilberto elaboraba el “Plan de Agua Prieta” y así nacía la
hegemonía sonorense. Durante los siguientes años ocuparía la Secretaría de
Gobernación en las administraciones de De la Huerta, Obregón y Calles, hasta
que, en 1926 presentara su renuncia a Calles, quien le respondía, “no la acepto
porque no le he perdido la confianza.” Valenzuela reviraba. “General, hay dos
motivos por los que debe renunciar un Secretario. Cuando el presidente le pierde
la confianza al Secretario, o, cuando el Secretario le pierde la confianza al
Presidente”.
Ahí renacía una vieja enemistad con sus raíces en
Sonora, cuando Calles, siendo gobernador, lo expulsara del estado por sus ideas
liberales y su apego irrestricto a la ley. El rompimiento total se daría en
1929, cuando don Gilberto le reclamara la formación del PNR, argumentando era
otra dictadura disfrazada. Meses después, ante la derrota del Gral. Escobar,
cuyo movimiento lo lanzaba como candidato a la presidencia, don Gilberto
abandonaba el país. Regresaba años después, para ser Ministro de la Suprema
Corte de Justicia.
Erasmos nació en Holanda en 1466, en una era de guerra
y persecución, en donde emergiera como el primer adalid de la paz, libertad y
la tolerancia. Después de ordenarse como sacerdote, se presentaba al mundo como
un liberal clásico. “Soy un amante de la libertad”, escribiría con la única
arma que portaba, su pluma. Fue el primero en denunciar la persecución de
católicos y protestantes, argumentando que todas las religiones, en libertad,
debían florecer en paz.
Pasaba luego a ser un feroz crítico de la monarquía y
la describía: “Un rey no es más que un animal carnívoro, un bandolero, un
destructor solitario, es siempre odiado por todos”. Urgía neutralizar la
monarquía, para ser controlada por un segmento especial de la sociedad, y una
democracia limitada. En esos momentos iniciaba su el proceso para conciliar la
libertad y el progreso, con el cristianismo. Lord Acton lo definía como “la
figura más grande del renacimiento, un hombre moral, de valor indomable y un
ciudadano del mundo”.
En 1500 publicaba su obra, Adagia Collectane,
en donde plasmaba con gran fuerza su convicción por la libertad republicana y
la paz. Preguntaba a los ciudadanos “¿Qué no vemos ciudades erigidas por la
gente, para luego ser destruidas por sus príncipes? ¿Cómo el estado acumula su
riqueza con el trabajo de los comunes y la rapacidad de sus gobernantes? ¿Cómo
las leyes son decretadas por representantes del pueblo, para luego ser violadas
por los reyes? ¿Qué la gente común ama la paz, pero los monarcas fomentan la
guerra? En esos momentos se inicia su persecución por parte de los gobiernos y
la iglesia.
En 1509 producía su obra, The Praise of Folly.
Ridiculizaba a los mercaderes, soldados, funcionarios y jueces afirmando;
“Ellos piensan sus perjurios, su codicia, sus asesinatos, sus fraudes,
deslealtades y traiciones, les redituarían para luego reinventarse e iniciar
una nueva ronda de acciones pecaminosas”. Ahí mismo enfatizaba su desprecio a
quienes promovían la propiedad comunal, considerando era el peor ataque a la
propiedad privada, uno de los derechos naturales de individuo.
En 1514 publicaba la que sería su obra más popular, Colloquies.
Atacaba con ferocidad la ambición desmedida de los religiosos, los milagros
inventados, los rituales sin sentido, la venta de indulgencias. Declaraba el
matrimonio por amor, era superior al celibato, y la iglesia debía promover la
libertad, no restringirla. En Francia ordenaban quemar la edición del libro.
Carlos V, emperador de España, decretaba la prohibición de la obra, so pena de
muerte a quien desobedeciera. La Inquisición lo excomulgaba.
En una era de grandes disturbios religiosos, Erasmos
debatía y criticaba por igual a católicos y protestantes. Sus choques con
Martin Lutero serían legendarios. Lutero era un poderoso enemigo de la libertad
y lo manifestaba en sus escritos: “Nuestros magistrados son representantes de
Dios, y su juicio tiene la misma fuerza que el juicio de Cristo.” Lutero
pensaba que los esclavos no tenían derecho de rebelión en contra de sus amos.
Erasmos le respondía afirmando que la gracia de Dios no significaba nada, a
menos que los individuos tuvieran la libertad para elegir. Lutero simpatizaba
con Thomas More y su Utopía, describiendo la sociedad ideal era cuando “el
estado tiene control de todo”. Erasmos respondía, “ellos no conocen otro
remedio mas que la crueldad”.
Pero sería en EU donde se iniciara la construcción de
su visión de libertad y tolerancia. Por primera vez en la historia, nacía una
sociedad en la cual el Cristianismo promovía progreso y libertad, no los
combatía, como fuera durante más de 1500 años. Los EU se fundaron como
Erasmianos en su tolerancia, en su ánimo anti-doctrinal, en su libertad,
porque, ante todo, Erasmismo es el deseo de explorar, dentro de un contexto
cristiano y en libertad, lo infinito del potencial humano para lograr el
progreso de la humanidad.
Gilberto Valenzuela, al igual que Erasmos en Europa,
enfrentó las fuerzas que oprimían a México. En 1929, la revista Times
publicaba un artículo titulado;
“Quince días para morir”. Alababa el valor suicida de
don Gilberto y lo describía como una rareza. “Un brillante abogado, astuto
jugador de ajedrez, abstemio, tampoco fuma, hombre moral, un civil decente en
medio de militares corruptos. Sus enemigos lo han bautizado como, El Capitán de
los Cristeros, develando su simpatía por la iglesia y la libertad.” Pero le
daban solo 15 días de vida a su rebelión.
Ambos hombres hicieron importantes contribuciones
estableciendo la fundación intelectual para la libertad, en un mundo oprimido
por la tiranía. Uno, con la palabra de Cristo en su boca. El otro, con las
tablas de la ley en sus manos. Sin embargo, ambos serían olvidados por la historia.
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