Wednesday, August 3, 2016

El conocimiento prohibido

 
Obama y su cuidadosamente pulida ignorancia sobre Economía
por Robert Tracinski
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Oí esto en el último boletín económico del presidente Obama: que todo el problema de la economía y el presupuesto federal se puede achacar a la reducción de impuestos de los jets corporativos.
¿En serio? Estamos con problemas económicos y fiscales porque no hemos subido un poquito los impuestos sobre los jets corporativos? ¿El presidente tiene alguna idea de lo irrelevante que eso es? Los impuestos suponen menos de la décima parte del uno por ciento de la reducción del déficit que sus negociaciones con los republicanos supuestamente conseguirán. Además, ya que se burla con sorna de los propietarios de los jets corporativos, ¿tiene alguna idea del valor que ellos tienen para la economía? Como alguien que ha viajado recientemente en un avión comercial, diré que ciertamente espero que los directores generales de la nación no están esperando a que los metan en clase turista en Delta Airlines. Y ciertamente espero que tengan planes de viaje más eficientes, y cosas más productivas que hacer con su tiempo.


Al pensar sobre esto recordé las ondas cerebrales económicas que había tenido el presidente antes: su afirmación de que la razón de la alta tasa de desempleo es la automatización, encarnada por los nuevos e inútiles cajeros automáticos. En respuesta a ese comentario, el Wall Street Journal publicó una respuesta bastante completa (ver abajo *), explicando cómo el aumento de la productividad causado por la automatización crea riqueza y, por lo tanto, no sólo genera empleo sino que además crea empleos mejor remunerados.
Era un artículo muy bien escrito, pero al leerlo sentí un tenue sentimiento de vergüenza. Era todo correcto y estaba presentado muy claramente, con buenos ejemplos concretos… pero no había nada en él que yo no hubiera leído más de veinte años atrás, en la universidad. No sentí vergüenza por mí, sino por Obama y sus protectores de los medios de comunicación. ¿Cómo es posible que no supieran esto? ¿Cómo es posible que haya que explicárselo?
Pero entonces me di cuenta de que yo estudié una historia muy diferente a la que estudió Obama. En aquella época, yo llevaba conmigo una copia usada de Economía en Una Lección, de Henry Hazlitt. Hazlitt era un columnista de Newsweek de mitades del siglo pasado, en la época en que la revista costaba un dólar, y era conocido como uno de los que mejor explicaban los mercados libres. (Los tiempos cambian, y hoy cuento con que mis colegas más jóvenes se hayan bajado Economía Básica de Thomas Sowell en sus iPads).
Pero más concretamente – puesto que este tipo de cosas no se aprende principalmente en los libros – he pasado los últimos 20 años realmente mirando y prestando atención a la economía a mi alrededor. Soy lo bastante viejo para recordar cuando los cajeros automáticos eran una tecnología nueva y emocionante, y me acuerdo de la época en que los cajeros automáticos y otras formas de automatización se extendieron por todas partes – al mismo tiempo que el desempleo se reducía al 5% y las empresas empezaban a quejarse de la escasez de trabajadores. Así que nunca se me ocurriría aceptar: “Ah, ya, la gente está usando cajeros automáticos” como la explicación para el desempleo, ni sugerirle esa explicación al resto del mundo.
Pero está claro que yo estaba haciendo algo diferente durante todos esos años que Barack Obama. Yo estaba adquiriendo un conocimiento de la economía y de cómo funciona el mundo que él nunca adquirió. ¿Por qué?
Por supuesto, podemos sospechar que Obama está incluyendo un cierto nivel de hipocresía en estos temas. Hablemos de los jets corporativos. Obama recaudó unos 750 millones de dólares para su campaña del 2008. ¿Él viajó en líneas aéreas comerciales durante su campaña, o gastó parte de su enorme recaudación en aviones privados? Y ¿no es verdad que su propio paquete de estímulo fiscal contenía una reducción de impuestos para los jets privados, en un intento por estimular a los fabricantes de aviones? Así que desde luego podemos sospechar que lo que dice sobre los cajeros automáticos es sólo un intento de distraer nuestra atención de los efectos negativos de sus políticas, o que su condena de los jets privados es un ejercicio de demagogia, calculado para encender el resentimiento de la clase proletaria en vez de iluminar a la gente con los puntos más sutiles de Economía.
Pero, por otro lado, el presidente Obama parece ser sincero, parece ser personalmente ignorante de estos temas. El chisme político del momento es que la administración Obama está entrando en pánico porque realmente esperaba que a estas alturas hubiera habido una fuerte recuperación económica, y querían hacer su campaña del próximo año aprovechando el tema de Ronald Reagan “ha vuelto a amanecer en América”, todo eso sin de hecho tener que usar ninguna de las políticas de Reagan. Debemos suponer que si Obama sabía cómo reactivar la economía, lo habría hecho, y en vez de eso parece que realmente está asombrado de ver que su estímulo no está funcionando.
Entonces, ¿qué explica la profunda ignorancia de la economía que exhibe en sus comentarios públicos? ¿Por qué demuestra esa enorme falta de apreciación práctica sobre cómo funcionan las empresas?
La respuesta es: porque es conocimiento prohibido.
Mirad los antecedentes de Obama. Creció entre izquierdistas, los mentores de su infancia eran totalmente comunistas, y luego, en la universidad, pasó sus años de formación en un ambiente en el que los negocios y el lucro eran considerados algo feo, sucio, codicioso, inmoral. ¿Es un misterio el que no sepa nada sobre negocios o economía? Pedirle que estudie la economía del libre mercado es como pedirle a uno de los viejos puritanos de Nueva Inglaterra que hojee un manual de educación sexual. ¿Por qué sumergirse en un tema tan indecoroso? ¿Por qué estudiar algo que es inmoral?
Es por esa actitud por la que Obama subió en la política estadounidense. Ganó las primarias demócratas porque, a diferencia de Hillary Clinton, realmente parecía creer en todas las viejas piedades “liberales”. Dió a entender que aún consideraba el gran gobierno como una nueva idea aún no probada que funcionaría mejor que el libre mercado. Pero para creer eso tuvo que resistir la contaminación de las economías a favor del libre mercado, o de cualquier observación independiente sobre el funcionamiento de la economía. Tuvo que sobrevivir 25 años de cajeros automáticos y de bajo desempleo — o, por qué no, de presupuestos equilibrados mientras que ejecutivos revoloteaban en sus jets corporativos libres de impuestos – y no dejar que nada de eso se le grabara. Tuvo que preservar una ignorancia cuidadosamente mantenida y seriamente pulida de la economía de libre mercado.
Ese es el problema que nos mantiene sumidos en la Gran Recesión. Lo que estamos enfrentando no es sólo una ignorancia sobre economía, sino su causa: un prejuicio moral contra el capitalismo y el ganar dinero, que hace que gente como el presidente Obama piense que ignorancia de cómo funciona una economía privada es una virtud.
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(*) Del artículo en el WSJ: “Cuentan que una vez llevaron a Milton Friedman a ver un enorme proyecto del gobierno en algún sitio en Asia. Miles de trabajadores estaban usando palas para construir un canal. Friedman se quedó atónito. ¿Por qué no usaban excavadoras o alguna maquinaria de mover tierra? Un oficial del gobierno le explicó que usando palas se creaban más trabajos. La respuesta de Friedman: “Entonces, ¿por qué no usan cucharas en vez de palas?”
Por Robert Tracinski

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