Por Manuel F. Ayau Cordón
“Mainstream economics”,que podría
traducirse como “economía convencional”, ha estado equivocada muchas
veces, en distintas épocas, causando mucha pobreza. Como resultado, han
perdido credibilidad los economistas “mainstrean”.
Recientemente, los Ph.D.’s “mainstream”
de las prestigiosas universidades no anticiparon las consecuencias de la
burbuja crediticia del mercado inmobiliario, producto de la política
económica del gobierno de EE. UU., diseñada, por cierto, por economistas
“mainstrean”.
Los “expertos” M.B.A.s de los bancos,
casas de bolsa y agencias acreditadoras, cuya función es, irónicamente,
evaluar riesgos, impulsaron con mágicas fórmulas financieras el fracaso
en cadena de grandes bancos y empresas “demasiado grandes para fallar”.
Quienes confiaron en los modelos sofisticados de los economistas
“convencionales” perdieron considerable patrimonio. Solo los economistas
“Austriacos” vieron venir la actual crisis financiera, pues ofrecen una
teoría lógica, confirmada empíricamente por experiencia de siglos, La
Teoría del Ciclo, que explica tanto la crisis actual como las
anteriores.
En la segunda mitad del siglo pasado los
errores “mainstream” fueron empobrecedores. Se creó el Fondo Monetario
para mantener por decreto paridades fijas irreales y fracasó en su
misión; pero como las burocracias nunca mueren, se inventaron nueva
misión y se autotransformaron en banco de desarrollo. Hoy tambalea y
pide más aportes. Otro error fue la teoría que la inflación era
necesaria para mantener alto nivel de empleo (la curva de Phillips).
Otro fue el modelo de sustitución de importaciones propiciada por los
siete sabios de la Alianza Para El Progreso, (mercantilismo que había
refutado Adam Smith).
Pero el más caro error, evidente en los
textos de economía “convencional” (ej. texto de Paul Samuelson), fue el
de presentar el sistema socialista y la economía planificada como una
opción factible. Lamentablemente, el solo intento de implementarla costó
más de cien millones de muertos (Ver The Black Book of Communism, S.
Courtois, ed., Harvard).
Hoy goza de popularidad en la “economía
convencional” la idea de que la redistribución de la riqueza ayuda a
disminuir pobreza como si la riqueza de unos causara la pobreza de
otros, lo cual es cierto en el mercantilismo pero no en la economía de
mercado.
La única escuela económica que ha
comprobado validez desde el siglo XV, la economía liberal, de mercado,
tiene una prestigiosa genealogía. Entre sus precursores, basándose en el
derecho natural de Tomás de Aquino, surgieron en Italia y Francia del
siglo XIV teólogos Católicos, como Jean Burdan y Nicolás Oresme; en
España, la Escuela de Salamanca del siglo XV al XVII con Jesuitas,
Franciscanos, Dominicos y Benedictinos, como Francisco de Vitoria,
Martin de Azpilcueta, Tomás de Mercado, Luis de Molina, Francisco
Juárez, Juan de Mariana; seguidos en Holanda en el siglo XVIII por
Leonardo Lessio; en Francia, Ricardo Cantillon, y en Escocia, Adam
Smith. En Inglaterra, en el siglo XIX, David Ricardo, W. Stanley Jevons e
Irving Fisher; y en Austria, Carl Menger y Eungen Boehm Bawerk. En el
siglo XX la “economía de mercado” se conoce —con sus diferencias
epistemológicas— como escuela Austriaca, personificada en L.von Mises y
F.A. Hayek, y como escuela de Chicago personificada en Frank Knight y
Milton Friedman.
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