Wednesday, August 24, 2016

Cómo Thatcher transformó el Reino Unido

Lady Thatcher“Cuando se busca ser popular, hay que estar preparado para comprometerse con cualquier cosa, en cualquier momento. Y así no se consigue nada”. Así de tajante se mostraba Margaret Thatcher cuando le preguntaban por su voluntad de llegar a grandes acuerdos políticos. Conocido es su pronunciamiento contra el “consenso”, que definió como “el proceso de abandonar todas las creencias, valores y principios”.
La Dama de Hierro buscaba algo muy distinto al “consenso”. Lo que ella quería era un cambio radical en la economía británica, que arrastraba años de decadencia al calor de un intervencionismo estatal cada vez más hondo. Para hacerlo, se rodeó de expertos vinculados a tres think tanks liberales que siguen funcionando a pleno rendimiento en pleno siglo XXI: el Institute of Economic Affairs, el Centre for Policy Studies y el Adam Smith Institute.
Influenciada por la Escuela de Chicago y la Escuela Austriaca, su primera obsesión fue controlar la inflación, que superó el 20% en los años previos a su llegada al poder. La expansión crediticia decretada por el Banco de Inglaterra fue replegada en los años de Thatcher, dando paso a un periodo con tipos de interés más altos que permitieron frenar la escalada inflacionista.



Privatizaciones y pugna con los sindicatos

Thatcher también plantó cara a los sindicatos, que se oponían a sus medidas de flexibilidad laboral y también a su decisión de privatizar el enorme conglomerado empresarial público. El Índice de Producción Industrial refleja cómo las medidas supusieron un cierto ajuste en la primera mitad de los años 80 pero abrieron el paso a una década de crecimiento continuado. Según la Oficina Nacional de Estadísticas, la producción industrial creció un 7.5% durante su mandato.
Pero el éxito de Thatcher también queda reflejado por la caída del sindicalismo radical que había atenazado a la economía británica. A comienzos de los 80, el pulso al gobierno conservador llevó a 12,000 el número de días de trabajo perdidos por las huelgas, pero la Dama de Hierro no cedió y, de hecho, el número de miembros de los sindicatos se desplomó durante su mandato, pasando de 13 a 8 millones.
Esto facilitó el proceso de privatización, que abarcaba compañías de todo tipo: aerolíneas, energía, telefonía… Cuando Thatcher llegó al poder, el Estado controlaba el 30% de la fuerza laboral debido al enorme tamaño de estas empresas públicas. British Airways, Rolls Royce, Jaguar, British Telecom, Rover… son solo algunas de las sociedades que estaban en manos del Estado pero que pasaron de nuevo a manos privadas, con el aliciente de que los trabajadores recibieron acciones de sus compañías.

Rebajas de impuestos

La economía que heredó el nuevo Ejecutivo conservador en 1979 estaba en una situación de parálisis tan aguda que, en la prensa internacional, se hablaba de las islas británicas como del “enfermo de Europa”. La situación era tan grave que, aunque hoy resulte difícil de creer, el Fondo Monetario Internacional “rescató” al Tesoro del Reino Unido en 1968 y 1976.
En clave tributaria, los presupuestos de 1979, diseñados por Geoffrey Howe, redujeron el tipo máximo del IRPF del 90% al 60%. El tipo medio de dicho gravamen cayó del 33% al 30% y se eliminaron gravámenes y recargos que encarecían el ahorro y la inversión. En 1988, los presupuestos que perfiló Nigel Lawson recortaron el tipo máximo del IRPF del 60% al 40% y rebajaron el tipo medio del IRPF del 30% al 25%.
También hubo rebajas en el impuesto sobre sociedades, que vio caer su tipo máximo del 50% al 35% y su tipo general del 30% al 25%. Thatcher combinó estas medidas con la revisión del IVA, que pasó a estar más o menos unificado con un nuevo tramo del 15%, y con recargos en los impuestos especiales, como por ejemplo el aplicado a la gasolina.
En suma, la presión fiscal cayó del 38% al 35% del PIB entre los años 1980 y 1990. El efecto lafferiano de las rebajas de Thatcher hizo que muchas medidas tributarias, encaminadas a reducir la presión fiscal, acabasen arrojando mayores niveles de ingresos fiscales como consecuencia de la expansión de la actividad económica.

Los resultados

Bajo el gobierno de Thatcher, se multiplicó por cuatro el número de ciudadanos británicos que atesoraba participaciones bursátiles. He ahíla mejor medida del triunfo del “capitalismo popular” que la Dama de Hierro defendía cada vez que tenía oportunidad. Durante los años 80, el PIB per cápita aumentó un 35% y el aumento medio del PIB superó el 3% frente al 2% de los años 70.
En términos de gasto público, la etapa de Thatcher estuvo marcada por un progresivo repliegue del peso del Estado sobre el PIB, que pasó del 48% al 38%. Además, la dirigente británica también acabó con los déficits fiscales, que desaparecieron a partir de los presupuestos de 1985. En clave de endeudamiento público, la caída fue del 50% al 30% del PIB.

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