La
justificación definitiva para separar iglesia y estado es la necesidad
que todos tenemos de llegar a nuestras propias conclusiones de forma
individual, y actuar en consecuencia, independientemente de lo que diga
cualquier religión. Esta necesidad de libertad intelectual se aplica de manera más amplia a todo pensamiento y acción, incluyendo nuestras vidas económicas: la producción, el comercio, y el consumo de la riqueza.
Como Ayn Rand identificó, la mente
racional liberada es nuestro instrumento fundamental para la creación de
los productos y servicios de la vida requiere. Los hombres han
conseguido trasplantes de corazón, microprocesadores y rascacielos sólo
en la medida en que sus mentes fueron dejadas libres de coacción por
parte de los criminales y del gobierno.
Una sociedad adecuada respeta la separación total del Estado y la Economía.
Los individuos pueden realizar cualquier acuerdo económico voluntario
que quieran, independientemente de lo cuestionable que sea.
Por ejemplo, las personas pueden fundar
una red de empresas de asistencia médica que sean completamente libres y
con ánimo de lucro, o pueden fundar una red socializada con un único
asegurador. Pero la participación debe ser voluntaria; ellos no tienen
derecho a imponer sus ideas sobre médicos y pacientes. En la medida en
que la toma de decisiones económicas se libera de esta forma – sea en el
área de la salud, las finanzas, o la informática – el resultado es el
descubrimiento y la difusión de las mejores ideas, y un nivel de vida
cada vez mejor.
Preguntas y Respuestas con Ayn Rand
¿Qué es el capitalismo?
Cuando digo “capitalismo”, estoy hablando de un capitalismo total, puro, no controlado, no regulado, un capitalismo laissez-faire
– con total separación de Estado y Economía, de la misma manera y por
las mismas razones que existe la separación de Estado e Iglesia.
¿Qué es una economía mixta?
Una economía mixta es una mezcla de
libertad y controles, sin principios, ni reglas, ni teorías que definan
la una o los otros. Dado que la implementación de controles exige y
conduce a controles adicionales, es una mezcla inestable y explosiva
que, en última instancia, tiene que acabar o derogando los controles o
en el colapso de una dictadura. Una economía mixta no tiene principios
que definan sus políticas, sus objetivos, sus leyes, ni principios que
limiten el poder de su gobierno. El único principio de una
economía mixta – que, forzosamente, ha de permanecer sin nombrar y sin
reconocer – es que ningún interés de nadie está seguro, que los
intereses de cada individuo están expuestos en subasta pública, y todo
vale para cualquiera que pueda salirse con la suya. Tal sistema – o, más
exactamente, anti-sistema – divide a un país en un número cada vez
mayor de grupo enemigos, grupos económicos luchando entre sí por su
auto-preservación, en una mezcla indeterminada de defensa y ataque, como la naturaleza de esa ley de la selva exige. Mientras que, políticamente, una economía mixta mantiene la fachada de una sociedad organizada con una apariencia de ley y orden, económicamente
es el equivalente al caos que rigió a China durante siglos: un caos de
pandillas de ladrones saqueando – y drenando – los elementos productivos
del país.
Una economía mixta consiste en el
gobierno de los grupos de presión. Es una guerra civil amoral e
institucionalizada de grupos de intereses especiales y de
influenciadores, todos luchando por agarrar un control momentáneo de la
maquinaria legislativa para extorsionar algún privilegio especial a
expensas uno del otro, a través de un acto de gobierno – o sea,
por la fuerza. Cuando faltan los derechos individuales, cuando faltan
todos los principios morales o jurídicos, la única esperanza que tiene
una economía mixta de preservar su precaria apariencia de orden, de
contener a los grupos salvajes de rapiña desesperada que ella ha creado,
y de evitar que el saqueo legalizado se convierta en un saqueo ilegal,
cotidiano, de todos contra todos – es hacer concesiones,
concesiones de todo tipo y en todos los ámbitos – material, espiritual,
intelectual – para que ningún grupo se salte la línea de exigir
demasiadas cosas y derrube toda esa podrida estructura. Para que el
juego pueda continuar, no se puede permitir que nada se mantenga firme,
sólido, absoluto, intocable; todo (y todo el mundo) tiene que ser
fluido, flexible, indeterminado, aproximado. ¿Cuál es el criterio que ha
de guiar las acciones de cada uno? La conveniencia de cada momento
inmediato.
El único peligro para una economía mixta
es cualquier valor, virtud o idea que no admita concesiones. La única
amenaza es cualquier persona, grupo o pensamiento intransigente. El
único enemigo es la integridad.
¿Existe un argumento válido para una intervención limitada del gobierno?
No puede haber concesiones entre
libertad y controles gubernamentales; el aceptar “sólo unos cuantos
controles” es renunciar al principio de los derechos inalienables del
individuo y sustituirlo por el principio del poder ilimitado y
arbitrario del gobierno, de esa forma poniéndose uno mismo en una
situación de esclavitud progresiva. Como ejemplo de este proceso,
obsérvese la política nacional actual de los Estados Unidos .
Si se hiciera un detallado estudio de
los hechos de todos los casos en la historia de la industria americana
que han sido utilizados por los estatistas para acusar a la libre
empresa y como un argumento en favor de una economía controlada por el
gobierno, descubriríamos que las acciones por las que se culpa a los
hombres de negocios fueron causadas, impuestas y hechas posibles sólo
por la intervención del gobierno en los negocios. Los males que
normalmente se les atribuye a los grandes industriales, no fueron el
resultado de una industria no regulada, sino del poder del gobierno
sobre la industria. El malo de la historia no fue el hombre de negocios,
sino el legislador; no fue la libre empresa, sino los controles del
gobierno.
En vista de lo que escuchan de los
expertos, la gente no puede ser culpada por su ignorancia y su confusión
indefensa. Si una ama de casa normal, lidiando con su presupuesto que
es incomprensiblemente cada vez menor, ve a un magnate en un limousine
resplandeciente, ella bien podría pensar que uno solo de sus gemelos de
diamantes resolvería todos sus problemas. Ella no tiene manera de saber
que aunque se expropiaran todos los lujos personales de todos los
magnates, eso no alimentaría a su familia – ni a millones de otras
familias parecidas – durante una semana; y que todo el país se moriría
de hambre en la primera mañana de la semana siguiente. . . . ¿Cómo
podría ella saberlo, si todas las voces que escucha le están diciendo
que tenemos que quitarles el dinero a los ricos?
Nadie le dice que el aumento de la carga
fiscal que se les impone a los ricos (y la sea los medio ricos) no va a
salir de sus gastos de consumo, sino de su capital de inversión (es
decir, de sus ahorros); que tales impuestos significarán menos
inversión, es decir, menos producción, menos puestos de trabajo, precios
más altos para mercancías cada vez más escasas; y que para cuando los
ricos tengan que reducir su nivel de vida, el nivel de vida de ella
habrá desaparecido, junto con sus ahorros y el trabajo de su marido – y
que no hay ningún poder en el mundo (ningún poder económico) capaz de
revitalizar a las industrias muertas (ya no existirá más tal poder).
¿Es posible tener una economía mixta sin corrupción?
Si el parasitismo, el favoritismo, la
corrupción y la avaricia por lo inmerecido no existiesen, una economía
mixta crearía su existencia.
Dado que no hay justificación racional
para el sacrificio de unos hombres a otros, no hay ningún criterio
objetivo por el que tal sacrificio pueda ser guiado en la práctica. Toda
la legislación de “interés público” (y cualquier distribución de dinero
arrancado por la fuerza a algunos hombres para el beneficio inmerecido
de otros) se reduce en última instancia, a concederles un poder
indefinido, indefinible, no objetivo y arbitrario a algunos funcionarios
del gobierno.
El peor aspecto de esto no es que ese poder pueda ser usado deshonestamente, sino que no puede ser usado honestamente.
En una economía controlada (o mixta), el
trabajo de un legislador consiste en sacrificar a unos hombres a otros.
No importa qué decisión tome, ninguna decisión de este tipo puede ser
justificada moralmente (y nunca lo ha sido). Partiendo de una base de
inmoral, ninguna decisión suya puede ser honesta o deshonesta, justa o
injusta – esos conceptos no son aplicables. Él se convierte, por lo
tanto, en un blanco fácil para los apremios de cualquier grupo de
presión, cualquier lobista, cualquier buscador de influencias, cualquier
manipulador – él no tiene criterios con los que juzgarlos o resistirse a
ellos. Tú no sabes qué poderes ocultos lo manejan o lo que él está
haciendo. Y él tampoco.
Cada interferencia del gobierno en la
economía consiste en darle un beneficio inmerecido, arrancado por la
fuerza, a algunos hombres a expensas de otros. ¿Por qué norma de
justicia ha de guiarse un gobierno consensual? Por el tamaño de la
pandilla de la víctima.
¿Qué principios rigen la interacción humana en el libre mercado?
En una economía libre, donde ningún
hombre o grupo de hombres puede usar la coerción física contra otra
persona, el poder económico sólo puede lograrse a través de actos voluntarios:
la elección voluntaria y el acuerdo de todos los que participan en el
proceso de producción y comercio. En un mercado libre, todos los
precios, salarios y beneficios están determinados – no por el capricho
arbitrario de los ricos o de los pobres, ni por la “codicia” de nadie ni
por la necesidad de nadie – sino por la ley de la oferta y la demanda.
El mecanismo de un mercado libre refleja y resume todas las elecciones
económicas y las decisiones adoptadas por todos los participantes. Los
hombres intercambian sus productos o servicios por consentimiento mutuo
en beneficio mutuo, de acuerdo con su propio juicio independiente y sin
coacción. Un hombre puede hacerse rico solamente si es capaz de ofrecer
mejores valores – mejores productos o servicios a un precio menor – que
otros son capaces de ofrecer.
La riqueza, en un mercado libre, se
consigue por voto libre, general y “democrático” – por las ventas y las
compras de cada individuo que participa en la vida económica del país.
Cada vez que compras un producto en vez de otro, estás votando por el
éxito de algún fabricante. Y en este tipo de votación, cada hombre vota
solamente en aquellas cuestiones en las que él está cualificado para
juzgar: en sus propias preferencias, intereses y necesidades. Nadie
tiene el poder de decidir por los otros, o de sustituir su juicio por el
juicio de los otros; nadie tiene el poder de designarse a sí mismo como
“la voz del público” y dejar al público sin voz y sin derechos.
Ahora observad que un mercado libre no
rebaja a los hombres al nivel mínimo de algún común denominador – que
los criterios intelectuales de la mayoría no rigen un mercado libre o
una sociedad libre – y que los hombres excepcionales, los innovadores,
los gigantes intelectuales, no están amarrados y anclados por la
mayoría. De hecho, son los miembros de esta excepcional minoría los que
elevan el conjunto de una sociedad libre al nivel de sus propios logros,
mientras ellos continúan subiendo cada vez más.
Un mercado libre es un proceso continuo
que no puede ser detenido, un proceso ascendente que exige lo mejor (lo
más racional) de cada individuo y le recompensa de acuerdo con ello.
Mientras que la mayoría apenas acaba de asimilar el valor del automóvil,
la minoría creativa ya ha introducido el avión. La mayoría aprende por
demostración, la minoría es libre de demostrar. El valor
“filosóficamente objetivo” de un nuevo producto sirve como maestro para
los que quieren ejercer su facultad racional, cada uno en la medida de
su capacidad. Los que no quieren se quedan sin recompensa, así como
aquellos que aspiran a más de lo que su capacidad puede producir. Los
estancados, los irracionales y los subjetivistas no tienen el poder
para detener a los que son mejores que ellos. . . .
Los parásitos mentales – los imitadores
que intentan adaptarse a lo que ellos creen que es el gusto conocido del
público – son constantemente atropellados por los innovadores, cuyos
productos elevan el conocimiento y el gusto del público y el gusto a
niveles cada vez mayores. Es en este sentido que el mercado libre está
regido, no por los consumidores, sino por los productores. Los más
exitosos son aquellos que descubren nuevos campos de producción, campos
cuya existencia no se conocía antes.
Un producto determinado puede no ser
apreciado inmediatamente, sobre todo si se trata de una innovación
demasiado radical; pero, si descontamos detalles sin importancia, es el
que gana a largo plazo. Es en este sentido que el libre mercado no está
regido por los criterios intelectuales de la mayoría, que prevalecen
sólo en y para un momento dado; el mercado libre está regido por
aquellos que son capaces de ver y un planificar a largo plazo – y cuanto
mejor la mente, más largo el plazo.
Todos los males, abusos e iniquidades
popularmente atribuidos a los empresarios y al capitalismo, no fueron
causados por una economía no regulada o por un mercado libre, sino por
la intervención del gobierno en la economía.
El valor económico del trabajo de un
hombre está determinado, en un mercado libre, por un único principio:
por el consentimiento voluntario de aquellos que están dispuestos a
intercambiar con él sus productos o sus trabajos. Este es el significado
moral de la ley de la oferta y la demanda.
¿Cómo se financiaría el gobierno en una sociedad libre?
En una sociedad totalmente libre, los impuestos – o, para ser exactos, el pago de los servicios gubernamentales – serían voluntarios.
Como puede demostrarse objetivamente que los servicios propios de un
gobierno – la policía, las fuerzas armadas y los tribunales de justicia –
son necesarios para los ciudadanos individuales y afectan directamente
sus intereses, los ciudadanos pagarían (y deberían pagar) por tales
servicios, de la misma forma que pagan por un seguro.
La cuestión de cómo implementar el
principio de la financiación voluntaria del gobierno – de cómo
determinar la mejor manera de aplicarlo en la práctica – es algo muy
complejo y pertenece al campo de la filosofía de la ley. La tarea de la
filosofía política es sólo establecer la naturaleza del principio y
demostrar que es practicable. El escoger un método específico de
aplicación es más que prematuro hoy en día – puesto que el principio
será practicable sólo en una sociedad totalmente libre, una sociedad cuyo gobierno haya sido reducido constitucionalmente a sus apropiadas funciones básicas.
¿Es posible que una economía mixta pueda implementar de forma inmediata un programa de financiación voluntaria del gobierno?
Así como el aumento de controles,
impuestos y “obligaciones del gobierno” en este país no se llevó a cabo
de un día para otro – así también el proceso de liberación no puede
llevarse a cabo de un día para otro. Un proceso de liberación sería
mucho más rápido de lo que fue el proceso de la esclavitud, puesto que
los hechos de la realidad serían su aliado. Pero aún así, se requiere un
proceso gradual – y cualquier programa de financiación voluntaria del
gobierno debe ser considerado como un objetivo para el futuro lejano.
Lo que los defensores de una sociedad
plenamente libre tienen que saber, en este momento, es sólo el principio
por el cual ese objetivo se puede lograr.
El principio de la financiación voluntaria del gobierno descansa en las siguientes premisas: que el gobierno no es
el dueño de los ingresos de los ciudadanos y, por tanto, no puede tener
un cheque en blanco en esos ingresos – que la naturaleza de los
servicios propios de un gobierno deben ser constitucionalmente definidos
y delimitados, no dejándole al gobierno ningún poder para ampliar el
alcance de sus servicios a su arbitraria discreción. Consecuentemente,
el principio de la financiación voluntaria del gobierno considera al
gobierno como el sirviente, no el jefe, de los ciudadanos – como un agente
a quien hay que pagarle por sus servicios, no como un benefactor cuyos
servicios son gratuitos, alguien que proporciona algo a cambio de nada.
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