Escrito por Albert Esplugas del Instituto Juan de Mariana. Parte1. A la conquista del océano y Parte2. Problemas en alta mar, sobre esta iniciativa para incrementar la competencia de gobiernos estableciendo comunidades marinas autónomas y permanentes para permitir la experimentación y la innovación con diversos sistemas sociales, políticos y legales. Al final se incluye la respuesta de Patri Friedman del Seasteading Institute -origen de la propuesta- a la Pregunta sobre la oposición del Estado hacia ciudades soberanas creadas en el mar.
Vídeo del Seasteading Institute explicando en 30 segundos que sistemas políticos innovadores -a través de la colonización del mar- podrían servir a la humanidad mucho mejor que nuestros actuales gobiernos.
A la conquista del océano
La familia Friedman parece llevar el liberalismo un paso más allá con cada generación. Milton, Nobel de economía, dedicó su vida a la defensa de un mercado libre y un Estado pequeño. Su hijo David, profesor de economía y derecho, cree que un mercado libre no necesita de un Estado, ni pequeño ni grande. Patri, hijo de David, opina lo mismo que su padre, pero aspira a llevarlo a la práctica creando comunidades privadas allí donde no llega (todavía) la jurisdicción del Estado: alta mar.Patri Friedman es escéptico con el proselitismo liberal y el activismo político. Cree que es utópico pensar que podemos convencer a la mayoría de la población para que voten a un partido liberal que reforme el sistema de arriba a abajo. Utópico e innecesario. ¿Por qué intentar persuadir a todo el mundo cuando podemos agruparnos los que estamos de acuerdo y crear nuestra propia comunidad? El problema, claro, es que los Estados tienen jurisdicción sobre todo el suelo del planeta, y los intentos pasados de crear una comunidad liberal en tierra firme han fracasado.
En los 70 Mike Oliver, empresario de Nevada, intentó crear la República de Minerva en un conjunto de arrecifes en el sudoeste del Pacífico, a 260 millas del pequeño reino de Tonga. Oliver hizo construir terreno sólido sobre los arrecifes, pero Tonga reaccionó tomando la colonia por la fuerza. Durante los años siguientes Oliver se alió con movimientos separatistas en dos islas de las Bahamas y Nuevas Hébridas pero la aventura terminó con la detención de varios nativos rebeldes.
En los 90 un grupo de emprendedores randianos negoció con varios gobiernos la compra o arrendamiento de una parcela de tierra para crear su particular Quebrada de Galt: Laissez Faire City (éste es el anuncio que publicaron en The Economist en 1995). Estuvieron cerca de cerrar un acuerdo con Perú por el arrendamiento de 300km2 de tierra, pero no llegó a materializarse. Luego algunos de sus integrantes crearon una comunidad en el ciberespacio protegida por encriptación con el objeto de comerciar y realizar otras actividades al margen del Estado. El proyecto también fracasó, por problemas internos.
Ha habido más intentos fallidos y otros que están en letargo indefinido. Para Friedman estos fracasos ilustran el problema de las barreras de entrada al “mercado de sistemas políticos”. Si las barreras de entrada a este “mercado” fueran bajas (si no implicaran una ingente inversión, derramamiento de sangre y una probabilidad tan baja de éxito) habría más competencia entre Estados y más experimentación con nuevos sistemas políticos, lo que redundaría (como en cualquier otro mercado) en instituciones más eficientes. Friedman llama a este escenario “geografía dinámica”, y alude a la idea de su padre de que los gobiernos se comportarían de forma muy distinta si las familias vivieran en caravanas y pudiera huir fácilmente de la opresión estatal.
Friedman cree que sí es posible superar las barreras de entrada al mercado de sistemas políticos, pero no en tierra firme. La soberanía de los Estados termina a 12 millas de la costa, en el océano. Luego existen jurisdicciones parciales sobre zonas de pesca, recursos marinos etc. pero es concebible establecer plataformas flotantes u otras instalaciones artificiales en las Zonas Económicas Exclusivas o en aguas internacionales, donde al principio sería necesario comprarbanderas de conveniencia a los países que propusieran la mejor oferta.
Patri Friedman, que trabajaba para Google, se interesó por el seasteading o colonización del mar después de leer el manuscrito de Wayne Gramlich, un ex ingeniero de Sun Microsystems amante de la ciencia ficción. En 2008 ambos fundaron el Seasteading Institute, una organización dedicada a promover las condiciones para que la colonización del mar sea una realidad, en oposición a hacerla realidad desde la organización misma. El instituto tiene como objetivo desarrollar iniciativas con un coste elevado y externalidades positivas (investigar, entender el marco legal, proporcionar ideas, promocionar el proyecto etc.), que sirvan de apoyo a los esfuerzos descentralizados de miles de empresas, organizaciones sin ánimo de lucro, comunidades e individuos. El instituto también contempla la posibilidad de operar la primera comunidad flotante con la expectativa de que tenga un efecto catalizador.
Patri Friedman cree que el seasteading tiene varias ventajas sobre los demás intentos de crear comunidades liberales. En primer lugar, no requiere la captura de un territorio reclamado por alguna jurisdicción nacional. En segundo lugar, no requiere de una extraordinaria inversión inicial como otros proyectos que se han quedado en el tintero (el Freedom Ship, el Aquarious Project) ni del concurso de mucha gente. Friedman es partidario de una aproximación “incrementalista”: la colonización del mar puede empezar con plataformas familiares y embarcaciones cerca de la costa que experimenten con soluciones a los distintos problemas técnicos, de organización, etc. antes de adentrarse en aguas internacionales. Las estimaciones de costes para un hotel/complejo recreativo en alta mar son de 258 dólares el metro cuadrado, más barato que el precio actual del suelo en la zona de la bahía de San Francisco. Con el tiempo, conforme el seasteading despierte interés y aumenten las oportunidades de negocio, pueden construirse instalaciones más complejas que provean una variedad de servicios.
En tercer lugar, Friedman es consciente de que el proyecto debe tener atractivo económico, y con ese fin el instituto mantiene relaciones con diversas compañías que podrían rentabilizar la colonización marítima. Por ejemplo SurgiCruise, una empresa de turismo médico flotante que busca financiación para ofrecer servicios sanitarios fuera del marco regulatorio de Estados Unidos. Si los estadounidenses vuelan a México, India o Tailandia para conseguir tratamientos más baratos, ¿por qué no iban a estar dispuestos a desplazarse a 12 millas de la costa? Friedman también está en contacto con cadenas hoteleras, empresas del juego, compañías de acuicultura, marinas y bibliotecas de datos que quieren eludir las leyes de copyright. En cuarto lugar, no es un proyecto que esté restringido a liberales. Puesto que se trata de experimentar con nuevos sistemas políticos y organizativos el seasteading puede seducir también a grupos ecologistas, religiosos o de otro tipo.
En la actualidad hay algunos ejemplos de “viviendas en el mar” en forma de casas flotantes próximas a la orilla, barcos y cruceros, o plataformas petrolíferas. El Seasteading Institute hadiseñado y patentado un complejo de oficinas y de recreo que se ubicaría en aguas internacionales en la costa de California y que, entre otras cosas, podría ofrecer servicios médicos más baratos que en el continente. Todas las patentes que el instituto presenta son para usodefensivo, no para restringir que los demás utilicen sus diseños. En verano de 2009 está previsto un “festival del autogobierno” (Ephemerisle) en la bahía de San Francisco, que se desplazará a aguas internacionales. La idea es que con el tiempo el festival crezca en tamaño, duración y frecuencia y acabe siendo un evento permanente. El instituto está diseñando también una plataforma unifamiliar espaciosa y confortable que pueda servir de segunda (o primera) residencia y que pueda incorporarse a estos festivales. En un futuro este tipo de embarcaciones podrían acoplarse a marinas en alta mar estableciendo ciudades permanentes.
El Seasteading Institute ha suscitado bastante interés en la prensa y Patri Friedman está muy activo dando conferencias en distintos países. Según Brian Doherty, que ha escrito sobre el instituto en Reason, la iniciativa ha congregado a menos iluminados de lo habitual y ha llamado la atención a inversores y gente seria. Peter Thiel, el millonario (y liberal) cofundador de eBay, donó al instituto medio millón de dólares el año pasado.
A Friedman le gustaría llegar a ver la idea hecha realidad algún día pero admite que incluso considerando los escenarios más optimistas probablemente puedan pasar décadas antes de que pueda decir “he cambiado el mundo”. Esperemos que llegue a verlo, él y nosotros.
Problemas en alta mar
En el anterior artículo, A la conquista del océano, explicaba en qué consiste la colonización del mar que promueve Patri Friedman y su Seasteading Institute. La idea es crear comunidades en el océano que escapen a la jurisdicción del Estado, experimentando con nuevos sistemas políticos y disfrutando de libertades que los gobiernos no respetan en tierra firme. Friedman opina que los intentos de crear comunidades liberales en el pasado fracasaron por no emplear una estrategia incrementalista (Freedom Ship, Aquarious Project) o reivindicar parcelas de tierra que ya están bajo la jurisdicción de algún Estado (República de Minerva, Laissez Faire City). Alta mar es el salvaje oeste de nuestro tiempo.En este artículo destacaré las principales objeciones a la iniciativa de Friedman y algunas contra-réplicas, no siempre convincentes.
¿De dónde obtendrán la energía las plataformas marinas? ¿No se balancearán con el oleaje? ¿Qué sucede si algún ocupante se pone enfermo? ¿No son un blanco fácil para los piratas? Friedman recuerda que más de 30 millones de personas anualmente ya viven en ciudades flotantes en forma de cruceros con energía, comida, servicios diversos y protección contra las olas por precios tan bajos como 60 dólares la noche. Solo en aguas estadounidenses hay 1500 plataformas de gas y petróleo. El concepto de la ciudad flotante, por tanto, no es ciencia ficción. Los ingenieros del Seasteading Institute están adaptando los diseños existentes a los objetivos del proyecto colonizador, que implica nuevos retos en materia de confort, estabilidad y seguridad.
En cuanto a los piratas, ellos también hacen análisis de costes/beneficios: ¿por qué atacar plataformas con gente armada dispuesta a defender su hogar cuando puedes atacar barcos de carga de una corporación, con pocos tripulantes, escasamente armados y nada dispuestos a arriesgar su vida por un cargamento que no es suyo? Friedman arguye que las plataformas, siendo residenciales, serán más parecidas a un crucero que a un buque de carga, lo cual significa más peligro y menos recompensa para los criminales. Las plataformas tampoco son vendibles o utilizables como lo es un barco capturado, y frente a armas de poca envergadura (estamos hablando de piratas, no de un ejército) su defensa es análoga a la de un castillo de hormigón.
Hay, no obstante, dos críticas fundamentales al seasteading de las que no está claro que el proyecto salga indemne. La primera la formula Mencius Moldbug: para ir a vivir a una plataforma en medio del océano no basta con que seas un apasionado de la libertad, tienes que ser un apasionado del mar. Hasta que no construyan plataformas capaces de albergar aeropuertos con vuelos regulares los habitantes de las colonias estarán tan aislados como las comunidades dispersas en el interior de Alaska. ¿Quién está dispuesto a emigrar a Alaska? Una de las principales dificultades a las que se enfrenta el Free State Project es reclutar a liberales dispuestos a dejar atrás su casa, su trabajo, sus amigos etc. para desplazarse a otro territorio. El seasteading tiene el mismo problema al cuadrado, pues demanda de los partícipes un sacrificio aún mayor. No solo se trata de ir a vivir a una plataforma apartada, sino que además es en un medio físico distinto al que hay que adaptarse, y no dispondrá de la mayoría de comodidades de la vida moderna, al menos al principio.
Según la aproximación incrementalista de Friedman no es necesario un desplazamiento masivo como el que exige el Free State Project, basta que haya unas decenas de pioneros que sean seguidos por otros cientos a tiempo parcial (segundas residencias, vacaciones etc.) y luego por más gente a tiempo completo, conforme las comunidades crezcan y las plataformas dispongan de más servicios. La colonia en alta mar puede resultar atractiva a quienes desean experimentar con nuevos sistemas sociales o quieren disfrutar de servicios singulares gracias a su estatus exclusivo (hospitales desregulados con precios más baratos, casinos no sujetos a impuestos, consumo legal de drogas etc.). Pero aún así es necesaria una masa crítica de pioneros, y hasta ahora el proyecto parece haber llamado más la atención de apasionados de la tecnología que de amantes del mar. Como advierte Moldbug, un buen test para cualquier proyecto de “evasión” es su habilidad para atraer a gente normal y razonable, cuya visión del proyecto no es excesivamente romántica o ideológica.
La segunda crítica la han expresado numerosas voces: aunque la jurisdicción de los Estados termine en la actualidad a 10 kilómetros de la costa, no tolerarán que surjan comunidades que amenacen su legitimidad o su fuente de ingresos. Pueden permitirse el lujo de ignorar la iniciativa mientras no tenga repercusión, pero si llega a tener visos de éxito pondrán su maquinaria de propaganda en marcha para convencer a la sociedad de que las comunidades seasteading son sectas peligrosas o libertinas que hay que eliminar. A la derecha se la puede asustar acusando a las colonias de ser factorías de marihuana o refugios de terroristas. A la izquierda basta decirle que son paraísos fiscales con libre mercado irrestricto que drenan recursos a su Estado del Bienestar. Los colonos tendrían a la mayoría de la sociedad en su contra.
En realidad, no es tan simple. Hoy existen numerosos paraísos fiscales y países con leyes laxas en materia de drogas blandas, prostitución, eutanasia etc. y su soberanía ha sido respetada por los demás Estados. No obstante, sí se está ejerciendo presión sobre los paraísos fiscales para que suspendan el secreto bancario y armonicen sus impuestos y regulaciones. Si la mayoría de Estados grandes se sienten legitimados para someter así a pequeñas naciones soberanas con más motivo intentarán sojuzgar a comunidades privadas que supongan una amenaza, aunque se ubiquen en alta mar. Una posibilidad para los colonos sería aliarse con empresas o grupos de interés poderosos que pudieran dotar de legitimidad al proyecto, influir en la sociedad o presionar al Estado. Por ejemplo, si en una plataforma o en un navío en la costa californiana se ofrecieran servicios sanitarios al margen de las leyes estatales la American Medical Association (AMA) seguramente pediría la ilegalización del navío o la prohibición de que entrara en puertos americanos. Pero si la colonia se asocia con una compañía de cruceros o de seguros médicos podría adquirir más legitimidad e influencia para contrarrestar el poder de la AMA.
Patri Friedman argumenta que no hay que dar a los Estados excusas para que les invadan. Por ejemplo, sería obviamente insensato permitir que grupos terroristas o guerrillas blanqueen dinero en la colonia, producir drogas para exportarlas a países donde son ilegales, o investigar o fabricar armas de destrucción masiva. Pero es probable que al Estado le basten excusas mucho más espurias para intervenir y la única forma de evitar una confrontación sea replicando su estructura y marco legal con ligeras diferencias, echando por tierra la aspiración de Friedman de experimentar con leyes y sistemas políticos.
Pregunta sobre la oposición del Estado
¿Cuál es su estratégia para hacerle frente ante el inevitable hostigamiento por parte de las naciones, como los EEUU, ante la creación de estados soberanos independientes cerca a los mares reclamados por éstas naciones? Formulada a Patri Friedman por un lector de Anarquista 101, Francisco Leon.Responde Patri Friedman:
Hemos tenido algunos cuestionamientos acerca de la posible oposición por parte de los Estados al proyecto de ciudades maritimas liberales (Seasteads). Primero que todo, los Seasteads no serán naciones soberanas. Lo que queremos es consolidar una autonomía de-facto, no un reconocimiento formal por parte de otros estados. Desde un punto de vista legal, éstas comunidades Seasteads existirán como navíos inependientes que ondearan la bandera de la conveniencia.
Esas posición legal provee un buen grado de libertad dentro de las Zonas de Exclusividad Económica dentro de los países, y por supuesto mucha mayor libertad en aguas internacionales. Por supuesto, los gobiernos no siempre respetan los acuerdos, y existe la posibilidad de que ellos nos ataquen de todas formas.
Si un pais potencia con un gran poderío militar quisiera bombardearnos en el mar, simplemente no podríamos deternlo. De hecho estaremos en la misma situación de la mayoría de los países – 20 de los cuales ni siquiera tienen ejércitos, y muy pocos tienen el poder suficiente para confrontar a un país como EEUU.
Aunque los Seasteads podrán armarse y defenderse de los piratas, en realidad serémos muy dependientes de las relaciones armónicas con otros países las cuales tendrán que ser de beneficio mutuo (Tu ganas/Yo gano), y que éstas naciones pierdan el interés en conquistar mas territorios. Para manear el riesgo, necesitamos hacer muchas cosas, pero básicamente tendrémos que evitar cometer cualquier acto que desate el enojo con las naciones poderosas existentes, como los EEUU. Los Seasteads necesitan respetar la soveranía de otras naciones – Por ejemplo, estos no podrían atentar contra las legislaciones de esos países, sin importar que tan estúpidas y absurdas sean sus leyes. Podríamos ayudar a la gente a escapar de esas leyes perversas, y quizas en un futuro esto sea motivo de respuesta por parte de estos estados. Pero por nada del mundo debemos meternos en problemas con estas naciones y si se nos viene un conflicto militar, no habrá chance de salir victorioso.
El gobierno generalmente se ensañaría con nosotros por las siguientes causas: Derechos humanos, violaciones, tráfico de drogas, Banca Anónima (??), desarrollo de armas de destrucción masiva etc.
Los Seasteads que realmente estén dispuestos a asumir el riesgo de comprometerse con ciertos aspectos de su libertad ( la libertad de construir bombas nucleares por ejemplo ) entonces asumirán las consecuencias del ataque de los gobiernos poderosos.
Por eso, la opinión pública es muy importante aquí. Si los ciudadanos en tierra continental votan para que estos Seasteads sean desmantelados, sus políticos tendrán un incentivo para hacer lo que ellos quieren. Lidiar con esta problemática es parcialmente lo que hacemos. Entonces desarrollar industrias del vicio como la prostitución es una muy mala idea. Es también un asunto de Relaciones Públicas y Educación. Buenas relaciones públicas crearán una situación donde la gente se identificará con éste movimiento, sobretodo ahora que los gobiernos democráticos no son capaces de responder a las demandas de la gente y ocasionan inconformismo todo el tiempo.
Si el equipo de relaciones públicas del movimiento Seasteading puede asegurar que las personas que estén conformes con su gobierno aún pueden identificarse con este movimiento, entonces los seasteads estarán cada vez mas lejos de estar en la mira del gobierno federal.
Crear valor para aquellos que están en tierra será también importante. Si la gente le encuentra utilidad a estos proyectos, ellos no querrán enviarnos misiles. El mundo es actualmente manejado por vejetes ricachones. Tecnología médica de avanzada será muy útil para esta demografía. De esa manera, tener la mejor tecnología y servicios médicos serán un motivo de defensa de los seasteads. Si nosotros pactamos con los senadores, ellos serán nuestros mejores aliados en el senado. Dicho todo esto, los riesgos aún se mantienen.
No habrá una autoridad central controlando todo lo que hacen los Seasteads, y el comportamiento estúpido de alguno pondrá al resto en riesgo considerable. De nuevo, esta es una de las metas de las Relaciones Públicas — Una organización como el Seasteading Institute pueda actuar como portavoz de los buenos seasteads y aislarse de los malos seasteads.
La violencia por parte de los gobiernos hacia los Seasteads es un riesgo muy real. He dicho que es el único riesgo que tiene el potencial de destruir por completo la iniciativa del proyecto del seasteading, no es simplemente que lo retrase o desestimule su crecimiento. No digo que sea inevitable, y si hay cosas que podemos hacer para reducir tal riesgo.
Tengamos en cuenta que los Estados están maniatados por la opinión pública, y éstos nos atacarían siempre y cuando no se arriesguen a perder votos. Esto hace de las Relaciones Públicas un asunto de extrema prioridad en el largo plazo y significa que tendremos que hacer sacrificios de ser necesario. Mas que todo, debemos evitar hacer lo que sea que enoje a los gobiernos. Si tan solo hubiera una sospecha de que exportamos drogas o apoyamos al terrorismo, no sobreviviremos por mucho tiempo. Esto haría también riesgosas las actividades como la banca anónima digital en la medida que esto pueda ayudar a financiar al terrorismo o lavar dinero de las drogas. Debemos evitar también las principales industrias del pecado (apuestas ilegales, consumo de sustancias prohibidas y prostitución).
Debemos ser capaces de ver que simplemente los estados siempre le harán la vida dificil a aquellos que usan el mar por razones políticas. El gobierno británico ha implantado leyes que prohíben hacer propaganda en radio pirata, pero ellos no han lanzado una campaña militar contra eso. Mientras que a los barcos del juego y apuestas que rondan cerca de las costas de EEUU les han dado cacería sin piedad. La lección parece ser que hay que hacer cosas que el votante promedio encuentre aceptables. Esos son los límites de nuestra libertad, pero aun nos quedará mucha libertad para disfrutar. Algunos países son mas agresivos que otros, y nosotros podríamos establecernos cerca de los países mas amigables. Ubicarnos cerca de muchas naciones (como en el mar mediterráneo) podría ayudar a que disminuya la intención de atacarnos.
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