La gran familia Kuczynski
Por Luis Esteban G. Manrique
El País, Madrid
Hay personas cuyas vidas, y su forma de
afrontar las adversidades, reflejan con exactitud el espíritu de la
época que les tocó vivir. A esa categoría pertenece la familia del nuevo
presidente de Perú, Pedro Pablo Kuczynski. Empresario y economista
liberal, recién llegado al poder tras un agónico triunfo en junio frente a Keiko Fujimori,
PPK, como se conoce popularmente al mandatario, forma parte de una
dinastía entretejida con los momentos clave de la historia política
europea y que ahora, con su nombramiento, se extiende a América
Fue el padre del presidente, Max
Kuczynski Schlesinger (Berlín, 1890-Lima, 1967), el que se vio obligado a
dar ese salto para escapar de los nazis. Eminente médico de la
aristocracia askenazí, se refugió en Perú y allí prosiguió sus
importantes estudios sobre enfermedades tropicales. A sus padres dedicó
PPK los primeros pensamientos tras ser elegido: “Jamás se habrían
imaginado esto”, dijo.
Los abuelos paternos del presidente
peruano nacieron en Poznan, una ciudad polaca o prusiana según los
vaivenes de las guerras centroeuropeas, y se mudaron a Berlín en 1890.
Ese año nació su padre. Max Kuczynski se doctoró en Ciencias Naturales y
en Medicina. Participó en la I Guerra Mundial como médico y capitán del
Ejército alemán en Rumania y Turquía. Al acabar la contienda, la
Universidad Humboldt de Berlín le envió a la Unión Soviética para
establecer facultades de Medicina en Minsk y Omsk, en Siberia. Más
tarde, en 1929, desarrolló en Brasil, con un equipo de médicos locales,
una vacuna contra la fiebre amarilla que aún se encuentra en uso. Pero
su ascendente carrera académica se truncó en septiembre de 1933, con la
aprobación de las primeras leyes antisemitas del III Reich. Kuczynski
fue expulsado del Instituto de Patología que dirigía en la Universidad
de Berlín. En el expediente original de inscripción de Max Kuczynski de
la Universidad de Berlín figura que profesa la religión evangélica. La
hoja fue tachada después con la palabra “Juden” escrita a mano y en
letra grande. No se sabe si Kuczynski se convirtió al protestantismo o
solo lo puso para sortear obstáculos en su carrera académica. La
ambivalencia era parte del enorme precio psicológico que los judíos
alemanes tenían que pagar por su éxito.
Maxime Kuczynski, médico y padre de Pedro Pablo Kuczynski. PPK toca la flauta travesera en un mitin en Lima en 2011.
Los Kuzcynski pertenecían a una familia
de la burguesía liberal centroeuropea que reflejaba bien el espíritu
que propugnó Moses Mendelssohn para conseguir que la tradición judía se
hiciera universalista, racionalista y cosmopolita. Los judíos alemanes y
austriacos de la belle époque –Sigmund Freud, Stefan Zweig,
Hans Kelsen, Theodor Herzl, Gustav Mahler…– usaron la educación y la
riqueza como un medio de ascenso social. Los Kaiser-juden eran
acusados por los propios judíos de ser “más alemanes que los alemanes”,
pero eso le sirvió de poco ante el nazismo, que no les atacaba por su
identidad religiosa sino por su “raza”, un concepto que aludía a un
sustrato “biológico” inmutable.
Al describir la capital de la República
de Weimar, el historiador Eric Hobsbawm evoca el elegante paseo que
rodeaba el anillo de lagos y bosques de Grunewald, financiado por un
miembro de una familia judía local que se enorgullecía de su larga
tradición izquierdista. Era la familia de Robert René Kuczynski
(1876-1947), el tío abuelo de PPK, economista, banquero y demógrafo, que
después de 1933 encontró refugio en la London School of Economics.
Robert Kuczynski y sus tres hijos –Ruth,
Brigitte y Jürgen, primos de Max– eran los más ricos de la capital
alemana y comunistas convencidos. En 1928, Robert presidió la delegación
alemana en las celebraciones del décimo aniversario de la revolución
bolchevique en Moscú. Su hija Ruth, que pasó a la historia con sus
nombres de guerra (Ruth Werner y Sonia), fue durante
20 años espía soviética en China, Polonia, Suiza e Inglaterra. Desde
este país, la tía de PPK transmitió a los servicios de inteligencia de
Stalin información crucial sobre el Proyecto Manhattan, que desarrolló
la primera bomba atómica. Ruth –que fue reclutada en 1935 en Shanghái
por uno de sus muchos amantes, Richard Sorge, el jefe de la NKVD en
China y Japón– falleció en Berlín en 2000, a los 93 años, tras haber
recibido todas las condecoraciones importantes de la RDA y la URSS.
Su hermano Jürgen escribió, entre otros libros, 42 volúmenes de unaHistoria de las condiciones de la clase obrera.
En el Berlín de los años veinte, Jürgen conoció a los líderes
espartaquistas –Karl Kautsky, Karl Liebknecht, Rosa Luxemburgo–,
discutió con Albert Einstein y canjeó a Bertolt Brecht habanos por
novelas policiales. Espió también para los soviéticos y acabó viviendo
en la RDA (el historiador Hobsbawm, con cierta crueldad, le describía
como “el hombre más rico de Berlín este”). Desde su cargo como director
del Instituto de Historia Económica de la Academia de Ciencias de la
Alemania comunista, fue uno de los principales asesores de Walter
Ulbricht y Erich Honecker. Tras la reunificación, en 1992 escribió que
en la RDA solo hubo una “mezcla de socialismo, capitalismo y absolutismo
feudal”. Cuando murió a los 92 años, en 1997, Der Spiegel le dedicó un obituario de tres páginas.
Max Kuczynski, la otra rama de la
familia, optó por seguir en París su carrera científica tras abandonar
Berlín. En 1935, el padre del presidente peruano recaló en el Instituto
Pasteur. En la capital francesa conoció a Madeleine Godard Monod,
profesora de Literatura de la Universidad de Ginebra y descendiente de
una familia de banqueros hugonotes, fundadores de Banque Paribas.
Madeleine, por cierto, era tía materna del director de cine suizo
Jean-Luc Godard.
Su tía Ruth fue espía soviética.
El matrimonio Kuczynski Godard llegó a
Lima en 1936, después de que Max fuera contratado por Enrique Paz
Soldán, miembro de una familia de intelectuales y médicos, para trabajar
en el Instituto de Medicina Social de la Universidad de San Marcos y,
posteriormente, en el Ministerio de Salud. La ayuda de Paz Soldán fue
crucial para que Kuczynski sorteara la prohibición de visados que el
Gobierno de Óscar R. Benavides, un admirador de Franco, ordenó contra
republicanos españoles, izquierdistas y judíos, que para él eran
indistinguibles. Max comenzó a firmar como Maxime y adoptó como segundo
apellido el de su esposa, un cambio que PPK atribuye a que “no era
popular tener un nombre alemán” en esa época.
Nombrado en 1938 responsable de la salud
pública de la Amazonía peruana, Maxime decidió hacerse cargo
personalmente de la leprosería de San Pablo, a 350 kilómetros al norte
de Iquitos, la capital amazónica. Con él se llevó a su familia. Si aún
hoy es difícil llegar a San Pablo, en los años treinta del siglo pasado
era uno de los lugares más remotos imaginables. Allí pasó su infancia el
nuevo presidente peruano, que recuerda los viajes en “peque-peque”, un
pequeño bote de motor.
En San Pablo los enfermos vivían como
reclusos por el temor al contagio. Maxime arrancó la alambrada que los
aislaba. En esos años exploró la selva, convirtió la leprosería en una
colonia agrícola y prosiguió sus estudios etnográficos y patológicos.
PPK y Michael, su hermano menor,
recuerdan que su padre domesticó un mono para que le trajera fruta. Años
más tarde, en 1952, un joven médico argentino, Ernesto Guevara, visitó
San Pablo en su viaje desde Buenos Aires a Caracas, un episodio que
retrata la película Los diarios de la motocicleta.
Con Paz Soldán, Kuczynski escribió dos libros –La selva peruana y su colonización (1939) y El pensamiento arcaico-mítico del campesino peruano (1947)–
en los que criticó “la domesticación” de los nativos por los colonos y
la destrucción de los bosques. Sus ideas izquierdistas lo acercaron al
fundador del Partido Aprista, Víctor Raúl Haya de la Torre, un político
reformista del que terminó siendo gran amigo. En 1948, tras el golpe
militar del general Manuel Odría, Maxime fue acusado de actividades
subversivas y encarcelado durante casi un año en Lima. La experiencia
fue traumática para el padre de PPK, que abandonó la relación con el
Ministerio de Salud.
Su tío Jürgen, también comunista, asesor en la RDA.
Maxime murió en Lima a los 77 años, la
misma edad que tiene ahora su hijo, cuya trayectoria resulta menos
novelesca. Tras estudiar en un internado en Inglaterra, PPK se graduó en
política, filosofía y economía en Oxford y luego en administración
pública en Princeton, de donde pasó a trabajar en el Banco Mundial y en
el FMI. Ha asesorado a fondos de inversión y ha formado parte de la
dirección de empresas en Chile, Japón, Taiwán y EE UU, donde ha pasado
media vida. Fue ministro de Economía y primer ministro con el presidente
Alejandro Toledo (2001-2006).
Pero hay algunas curiosas coincidencias
biográficas con su padre: PPK tuvo que exiliarse de Perú, tras el golpe
del general Velasco, en 1968, y durante el régimen de Alberto Fujimori
eligió vivir fuera. Y tiene una relación indirecta con el cine: su
esposa, Nancy, es prima de la actriz Jessica Lange, ganadora de dos
Oscar. Ya elegido, el presidente aludió a la herencia de su padre.
“Forjó en mí”, dice en su Facebook, “una vocación de servicio por el
prójimo”. Algo que, seguramente, va a necesitar en esta etapa.
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