Carl Menger fue el fundador de la Escuela Austríaca de economía, una de las menos divulgadas entre las que provocaron la revolución marginalista a finales del siglo XIX. Su primer libro, Gründsätze der Volkswirtschaftslehre (Principios de Enseñanza de Economía Política) hace importantes críticas a la economía clásica, pues presenta una teoría del valor antagónica a la corriente de pensamiento predominante. De acuerdo a esta visión son los precios de los bienes los que determinan los costos de producción y no al contrario. Carl Menger realizó también una profunda investigación sobre la moneda, donde explora la evolución histórica del dinero, así como una teoría del valor monetario que sirvió de partida a otros pensadores de esta escuela, como Wieser y Von Mises.



Uno de los exponentes de la Escuela Austríaca, Ludwig von Mises comenzó a dictar clases en la Universidad de Nueva York en 1948, después que la persecución nazi obligase a abandonar Viena a la mayor parte de los investigadores de esta corriente, apagándose la escuela en Austria y renaciendo en Estados Unidos. Entre los aportes más importantes de von Mises a la ciencia económica se encuentra una teoría del ciclo económico basada en causas monetarias y estructurales; además de la demostración científica de la imposibilidad de cuantificar la eficiencia económica en el modelo socialista. Esta imposibilidad deviene del contraste con el concepto austriaco de eficiencia dinámica, impulsada por la innovación, el emprendimiento y la competencia en el sistema, mientras que en socialismo los controles y la planificación centralizada hacen inviable la adecuada asignación de recursos. En el caso específico de Venezuela podemos verificar la tesis de Ludwig von Mises, pues eficiencia y modelo económico socialista aparecen como términos disociados.
Para la Escuela Austriaca la utilidad marginal, específicamente la ley de utilidad marginal decreciente, explica por qué el consumidor obtiene una satisfacción subjetiva menor cada vez que consume unidades adicionales de un bien, y puede explicar por sí misma la formación de precios sin incluir los costos de producción. Es decir, que a partir del principio de la utilidad marginal, la Escuela Austriaca llegó a la conclusión de que no son los costos los que determinan los precios, sino al contrario, son los precios de los bienes y servicios finales los que determinan los costos de producción.
Friedrich von Hayek, por su parte, fue uno de los discípulos más reconocidos de von Mises. Hayek afirma que la información en la economía de mercado es imperfecta, incorporando la incertidumbre en el análisis económico de manera coherente y pionera, incluso antes que otras escuelas de pensamiento. Un importante aporte de Hayek es su teoría monetaria y la relación con los ciclos económicos. Respecto a la expansión de la oferta monetaria, Hayek demuestra que ésta no genera un efecto de crecimiento en la economía real, sino distorsiones en los precios, lo que conlleva a una asignación ineficiente de los recursos. Esto significa que la inflación generada por una pésima política monetaria del gobierno, empobrece a la gente y destruye la eficiencia del sistema económico. Hayek también contribuye en la profundización de la tesis de imposibilidad de cuantificación de la eficiencia económica en el modelo socialista.
Igual que Menger y von Mises, Hayek estaba convencido que son las ideas y no la fuerza, las que deben prevalecer para establecer una sociedad libre, siendo el ámbito más propicio de las ideas, la Academia y no la Política. En este sentido, todos los pensadores de la Escuela Austriaca hicieron valiosos aportes al nuevo pensamiento liberal.
Pero la diferencia primordial que distancia a la Escuela Austriaca de otras escuelas del pensamiento económico es la teoría del valor. Las escuelas clásica y neoclásica afirman que los precios están determinados por los costos de producción y las leyes de comportamiento del consumidor sólo complementan esta formación de precios, no obstante las conclusiones de los austriacos fueron completamente diferentes.
Para la Escuela Austriaca la utilidad marginal, específicamente la ley de utilidad marginal decreciente, explica por qué el consumidor obtiene una satisfacción subjetiva menor cada vez que consume unidades adicionales de un bien, y puede explicar por sí misma la formación de precios sin incluir los costos de producción. Es decir, que a partir del principio de la utilidad marginal, la Escuela Austriaca llegó a la conclusión de que no son los costos los que determinan los precios, sino al contrario, son los precios de los bienes y servicios finales los que determinan los costos de producción.
De acuerdo a la teoría de valor de la Escuela Austriaca, ninguna empresa estará dispuesta a pagar por los factores de producción un precio superior al que los consumidores pagarían por el bien final. Las empresas están dispuestas a pagar los precios de los factores productivos, porque los consumidores están dispuestos a pagar los precios finales, de donde se concluye que los costos son el resultado de la existencia de precios esperados de bienes y servicios y no al revés. Si alguien duda de la importancia de esta premisa, que observe con detalle el caso venezolano.
En Venezuela se vive una constante situación de escasez por efecto de los controles de precios, que hacen que las señales de mercado entre consumidores y productores se borren, por lo que las personas dan mayor valor subjetivo a todo porque nada se consigue, y están dispuestas a pagar un precio más alto por las cosas, favoreciendo a la alta inflación, con lo que se incrementan a la par los costos de producción. A pesar de los controles y regulaciones del gobierno sobre el proceso productivo de las empresas, no se puede evitar ni detener el incremento de los costos de producción, porque no se puede detener el incremento de los precios de los bienes y servicios finales en los mercados no regulados o negros que se forman de manera paralela a los controles de precios. La economía venezolana demuestra de manera contundente que es la utilidad marginal del consumo la que determina los precios de los bienes y servicios finales y no los costos de producción de las empresas.
Considerando las ideas de la Escuela Austriaca, la solución inflacionaria en Venezuela exige eliminar los controles de precios para estabilizarlos y bajar la presión que ejerce la escasez sobre la psique de los consumidores, en vez de sofocar a las empresas a través del control de costos de producción, además se debe aplicar una política monetaria coherente y disciplinada. Para resolver la economía de Venezuela se requiere libertad de acción por parte de consumidores y productores, y una moneda estable, porque tal como afirma esta escuela la eficiencia es dinámica, y no hay eficiencia donde predomina el control.