En un pasado artículo, escribíamos sobre cómo algunos bancos centrales otorgan a los billetes que emiten el privilegio de actuar como los “primeros pagarés” a los que tendrían que hacer frente los activos del banco central en caso de disolución. La opinión más extendida entre los economistas –con Paul Samuelson como estandarte-, es que los billetes no son más que “activos burbujas” porque careciendo de valor intrínseco (y sin entrar en la discusión si existe el valor intrínseco), su utilización sólo puede explicarse por el hecho de que los usuarios esperan y confían en que tendrán valor en el futuro. Un razonamiento que se puso de manifiesto con los Greenbacks, emitidos por Lincoln, en plena guerra civil estadounidense. Para Samuelson, esta situación no es más que un gigantesco esquema Ponzi, perpetuada en el tiempo, gracias a un “gran consenso” mediante el cual la sociedad asume que unos “rectángulos de papel” contienen un valor positivo que se transmite de generación en generación. Una burbuja que asigna eficientemente los recursos en la creencia y confianza de que la generación futura aceptará los mismos billetes de papel, para continuar con el mismo esquema indefinidamente.
Sin embargo, a esta visión de Samuelson hay que añadir algunos matices interesantes que tienen a los bancos centrales como protagonistas. Si Samuelson está en lo cierto y los billetes no tienen ningún valor intrínseco, qué obliga a la gente cambiarlos por otros billetes nuevos en el caso de una nueva denominación de la moneda. ¿No es mejor conservar 1.000 unidades antiguas que canjearlas por 100 nuevas? ¿Por qué seguir las indicaciones de los bancos centrales y acudir a una denominación de 10 a 1? Pues sencillamente por el poder coercitivo que tienen los bancos centrales de poder desentenderse de sus monedas y no considerarlas ni pagares ni otorgarles ninguna contraprestación con ningún activo de los que disponga en sus reservas. Es decir, que de la noche al día, todos tus ahorros en billetes pueden llegar a valer cero si así lo determina la autoridad monetaria de su país o jurisdicción.
Que los bancos centrales hagan gala del compromiso adquirido y cambien unos billetes por otros, concediéndoles el mismo valor, es señal de que consideran sus billetes como pasivos en favor de los tenedores. Y es una forma de atemperar los ánimos y las frustraciones en periodos de nuevas denominaciones de la moneda o desmonetizaciones. Y en los países en donde no se ha actuado de esta forma, han existido revueltas y manifestaciones.
Entre el primer grupo, podemos citar a los bancos centrales de los países de la zona euro. Con el advenimiento de la nueva moneda, las divisas nacionales ya no se imprimirían más. Y los billetes nacionales en circulación podrían cambiarse en la nueva moneda común. Así, por ejemplo, la lira italiana pudo cambiarse en euros hasta febrero de 2012. Actualmente ha quedado huérfana y sin respaldo, convirtiéndose en “rectángulos de papel” sin ningún valor. Los florines holandeses pueden cambiarse en euros hasta el año 2032 y marcos alemanes o pesetas españolas no tienen fecha de caducidad. Su cambio por euros está garantizado a perpetuidad.
El dinero papel del Banco Central de Iraq
En el grupo de los bancos centrales que actúan con otros criterios tenemos también algunos ejemplos. En Iraq, Saddam Hussein decidió deshacerse del “dinar suizo” y estableció una pequeña ventana temporal para poder ejecutar el cambio: sólo 6 días. Tiempo en el que además, cerró las fronteras para dificultar el proceso a los extranjeros en los países vecinos. De esta forma, numerosos poseedores de la divisa iraquí resultaron perjudicados y perdieron sus ahorros, en beneficio del Banco Central de Iraq.
El dinero papel del Banco Central de Birmania
El Kyat birmano es otro ejemplo de billetes que podríamos considerar “dinero burbuja”. En septiembre de 1987, Ne Win, líder del único partido político legal del país desmonetizó las mayores denominaciones de kyats. Los billetes de 25, 35 y 75 kyats, fueron sustituidos por otros con denominación de 45 y 90. El dictador creía que el número 9 le daba suerte, así que la nueva denominación tenía este número como múltiplo de referencia. Los birmanos no pudieron cambiar de forma eficiente sus antiguos billetes por los nuevos y el banco central se desentendió de la cuestión. Dos tercios del total de monedas en circulación se convirtieron en un inútil papel y ciudadanos de a pie perdieron todos sus ahorros.
Ne Win había creado un dinero Samuelsoniano y los birmanos lo habían experimentado en sus economías particulares. Los levantamientos populares comenzaron a manifestarse en 1988 y Ne Win renunció a sus cargos, al menos formalmente ante la opinión pública.
El dinero papel del Banco Central de Corea del Norte
También tenemos otro ejemplo en Corea del Nort. En noviembre de 2009, el gobierno anunció una nueva denominación para el won, de 100: 1. Los norcoreanos tuvieron 7 días para proceder al canje y hacerse con la nueva moneda. A la ventana temporal se unió otra cuantitativa. Ningún norcoreano podía canjear más de 100.000 wons. La ira pública, ante la pérdida patrimonial experimentada, obligó al gobierno a aumentar el límite hasta los 150,000 wons evitándose, en el proceso, los levantamientos generalizados -como en el caso de Birmania-, que nunca llegaron a tener lugar. Sin embargo, la desconfianza en la nueva moneda se ha instalado en los usuarios siendo la inflación en el país, una de las más altas del mundo. Además, la circulación de dólares estadounidenses y yuanes chinos ha aumentado drásticamente desde entonces. Parece que los norcoreanos han aprendido y no quieren volver a ser engañados en el futuro.
Aunque la percepción del dinero de Samuelson es una idea sugerente, la realidad muestra otra cosa. Sólo dictadores han tratado de convertirlo en posible, colocando a sus divisas entre las peores valoradas del mundo y suscitando mucho malestar e indignación entre los afectados. Sin embargo, el dólar estadounidense o euro no parecen monedas burbujas y, en ambos casos, las autoridades monetarias garantizan con sus activos el reembolso de los billetes emitidos devaluando estas monedas de reserva mundial poco a poco. Pero faltar a estos compromisos, conduciría a sus monedas por una senda ya transitada por otras divisas y de las que ya hemos escrito como ejemplo.
Fuente: JPKoning
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