Dios, la psique y el libre albedrío
Por Alberto Benegas Lynch (h)
Nos parece que la religión no es un
asunto de los domingos, es mostrar interés de donde venimos y hacia
donde nos dirigimos. No es un asunto menor. Los hijos adoptados en algún
momento muestran curiosidad por saber quienes son sus padres
biológicos, ¿como no vamos a estar interesados el resto de los mortales
(y ellos también) en saber acerca de un origen mas profundo y primero?
Es inexorable el principio, de lo contrario, si las causas que nos dieron origen irían en regresión ad infinitum,
literalmente nunca hubieran comenzado las causas que nos permiten estar
donde estamos hoy. Llamar a la primera causa, Dios, Yahveh, Alá o lo
que fuere no resulta relevante, lo importante es la idea necesaria de la
primera causa, no como la contradictoria noción panteísta sino agente
fuera de la naturaleza. Tampoco es cuestión de pensar que se debe
ser religioso, ya bastantes trifulcas, torturas, inquisiciones y
matanzas han habido en nombre de Dios, la misericordia y la bondad como
para insinuar obligaciones que no son tales, solamente pensamos que se
la pierden los que deciden cerrar los ojos sobre la pesquisa de marras.
No solo eso sino que la noción arrogante
y absurda que nos fabricamos a nosotros mismos (lo cual sabemos que no
es así) o que todo ocurrió por casualidad no se condice con la realidad
en cuanto a que la casualidad no existe, es siempre causalidad. Incluso
los llamadas juegos de azar, por ejemplo, los dados responden a causas
referidas a la velocidad con que se arrojan, el roce con el paño, el
peso de los dados mismos etc. Cuando decimos que “por casualidad” nos
encontramos con fulano o mengano es porque nos sorprendió el encuentro
pero fue el resultado de nexos causales. Además, aceptando lo
inaceptable, hay que preguntarse de donde surgió la posibilidad de la
llamada casualidad. Por otra parte, sostener la hipótesis de que todo
siempre estaba, es otro modo de pronunciarse sobre la antes referida
concatenación de causas en regresión infinita con las consecuencias
anteriormente señaladas (en ese supuesto no podría estar escribiendo lo
que escribo en este instante). El Big-Bang es una posibilidad cierta
pero se trata de lo contingente (puede estar o no estar), a lo que nos
referimos es al ser necesario.
La humildad de pronunciarse en el
sentido que no somos el ombligo del universo sino que hay instancias
que nos superan es una actitud compatible con el espíritu liberal de
modestia en contraposición a la presunción del conocimiento y la
correspondiente soberbia. La religatio, es decir la relación
con Dios, se traduce en lo que se conoce como el rezo (que no necesitan
ser los sugeridos por otros) que es la forma que tenemos los humanos de
darnos fuerza para encarar los problemas por los que atravesamos. Y no
es que Dios hace o deshace cuando se le pide ya que esto estaría en
contradicción con el ser perfecto ya que filosóficamente el movimiento,
es decir, el paso de potencia al acto es incompatible con el Acto Puro,
lo contrario revelaría que le faltaría algo. Las fortalezas cuando las
hay se han llevado a cabo en el momento uno (el comienzo del tiempo) ya
que Dios conoce de antemano los problemas.
Esto último, el destino conocido por el
ser perfecto, no es obstáculo para que tenga lugar el libre albedrío que
es el eje central de la condición humana (Sto. Tomás de Aquino explica
el punto con el ejemplo de una persona que ve desde lo alto de una
montaña a varios alpinistas que sin saberlo se encaminan al despeñadero
sin que por ello se afecte su libertad). Si no fuéramos seres libres, no
habría tal cosa como argumentación, racionalidad, ideas autogeneradas,
responsabilidad individual, moral ni, desde luego, libertad. Seríamos
loros, loros complejos, pero loros al fin por lo que ni siquiera podría
“demostrarse” ni “saberse” sobre el determinismo físico (o materialismo
filosófico) ya que lo racional, en este supuesto, está ausente.
El libre albedrío implica estados de
conciencia, psique o mente independiente de los nexos causales
inherentes a la materia ya que los kilos de protoplasma no deciden,
eligen o prefieren sino que están determinados. A su vez, aquellos
estados de conciencia al no ser materiales no se extinguen lo cual
significa la inmortalidad de la psique (alma en griego) y ese es nuestro
destino que conjeturamos será mejor o peor según nuestra conducta sea
mejor o peor.
Reflexionar sobre estos asuntos resulta
de provecho para una detenida introspección. Sócrates mantenía que una
vida no examinada no es una vida y Kant sostuvo que hay tres asuntos
filosóficos centrales: “la libertad de la voluntad, la inmortalidad del
alma y la existencia de Dios”, lo mismo ha dicho Copleston y han
subrayado otros pensadores.
Seguramente son muchos los motivos de la
irreligiosidad pero estimamos que uno muy generalizado que provoca el
alejamiento de la religión y un serio obstáculo para el acercamiento a
esta esfera consiste en gran medida en las escandalosas barrabasadas
económicas y sociales con implicancias de grave inmoralidad y por tanto
devastadoras consecuencias para el futuro de la civilización que
lamentablemente han dicho y dicen ciertos representantes de iglesias
oficiales (personalmente me he pronunciado públicamente siete veces
sobre las ideas del actual Papa de la Iglesia católica), junto a
disposiciones absurdas que han proclamado en diversos planos y conductas
inaceptables que ahuyentan a fieles y bloquean a otros que por eso
tienen una visión sumamente desfigurada de la religatio.
Situación ésta que no sucede en el ámbito del deísmo, a saber la
religión fuera de las iglesias oficiales. Sin duda que además de lo
apuntado, los fanáticos que todo lo justifican son otro motivo
preponderante del apartamiento de la religión.
Hay una cuestión de gran relevancia para
lo que estamos discutiendo y se trata de quienes ignoran la religión
basados en el positivismo que sostiene que una proposición no
verificable empíricamente no tiene ningún significado cognitivo, pero
como se ha dicho, esa misma proposición no es verificable. Además, como
también se ha puesto de manifiesto, nada en la ciencia es
verificable solo está sujeta a corroboraciones provisorias abiertas a
refutaciones. Por otra parte, si bien el decimonónico Círculo de Viena
sistematizó el positivismo, contemporáneamente el principal difusor de
esa tradición de pensamiento fue Alfred Ayer quien luego escribió en el
trabajo compilado por R. A. Varghese titulado Great Thinkers on Great Questions que “El positivismo lógico murió hace mucho tiempo. No creo que sea verdad mucho de lo que dije en Lenguaje, verdad y lógica
[probablemente el libro que fuera el más citado y ponderado por los
positivistas modernos]. Creo que es una obra llena de errores”. Igual
que en ciencias sociales, el tema de la religión no está sujeto al
método hipotético-deductivo y al laboratorio propio de las ciencias
naturales sino a razonamientos complejos que también derivan de la
condición propiamente humana donde hay acción y no mera reacción.
Sin duda que muchas son las maneras por
las que se inicia el abordaje de la religión. Whittaker Chambers -el
célebre arrepentido de ser espía soviético y que luego contribuyó tanto a
defender los valores de la sociedad libre- comenzó su religiosidad de
manera peculiar. Escribe cuando le preguntan como abandonó las filas
comunistas que “lentamente, con desgano, en agonía […] Poco después de
mudarme a Washington al departamento de Alger Hiss [secretario de estado
de F. D. Roosevelt, condenado por espía soviético], mi hija estaba
ubicada en una silla y la estaba observando comer. Era lo más milagroso
que ocurría en mi vida […] mis ojos se posaron en sus delicadas orejas,
esas intrincadas y perfectas orejas. Mi pensamiento se dirigió a
considerar que esas orejas no pueden haber aparecido por azar de una
mezcla de átomos, que es la visión comunista[…] La libertad es una
necesidad del alma y ninguna otra cosa […] Sin libertad el alma muere.
Sin el alma no hay justificación para la libertad” y luego explica el
significado del intento humano de acercarse a la perfección, a Dios, y
los derechos naturales como mojones o puntos de referencia extramuros de
la ley positiva mas allá de la pretendida ingeniería social legislativa
diseñada por el hombre.
Otra forma de acercarse a la religión
queda consignada en un libro escrito por quien ha sido amigo del que
esto escribe: Antony Flew, quien me obsequió un par de sus obras y quien
participó con otras personas y conmigo en un seminario sobre la
sociedad abierta muy a propósito de lo que aquí presentamos, que tuvo
lugar en Seúl en agosto de 1995 patrocinado por la International
Cultural Foundation, ponencias que fueron editadas en forma de libro
bajo el título de Values and the Social Order. Voluntary versus Coercive Orders.
Flew fue un conocido ateo durante mucho
tiempo, período en el que publicó varios libros sobre el tema, además de
sus tratados sobre muy diversos aspectos de la filosofía política. En
su última etapa de producción intelectual publicó un libro que refuta su
posición anterior titulado en la traducción al castellano Dios existe,
en el que incluye reflexiones de otros autores de peso en la misma
dirección de su nueva postura, especialmente físicos de la talla de
Einstein, Heisenberg y Planck.
Para sacarle todo el jugo que tiene este
libro de Flew hay que leerlo con atención, pero en esta nota
periodística menciono telegráficamente dos puntos. El primero es el
abordaje que el autor hace del tema religioso que consiste en
concentrarse en el análisis del ADN debido a la enorme complejidad del
número y combinaciones de elementos para producir vida. El segundo punto
estriba en su refutación a los escritos de Richard Dawkins quien
extrapola las características exclusivas de los seres humanos a unos
genes peculiares que asimilan al hombre a una máquina.
En todo caso, la religatio nos
parece un terreno hospitalario y gratificante si se lo despoja de
afirmaciones y actitudes que contradicen los valores y principios
morales inherentes a la idea de Dios (y expresiones equivalentes). Lo
dicho en este campo responde a observaciones que no significan para nada
faltarle el respeto a los ateos y agnósticos que, igual que nosotros,
asumen sus responsabilidades. De más está decir que el punto de vista
aquí expresado no es para implantar en otras personas que tienen otras
miradas, lo contrario resultaría incompatible con el valor de la
libertad y las consiguientes autonomías individuales. Son reflexiones
que nos parecen cruciales que incluyen el libre albedrío y la psique
como temas conexos e inseparables.
Finalmente, hay quienes rechazan la
religión por el llamado “problema del mal”, esto es, niegan el teísmo
debido a que hay tantas desgracias, unas atribuidas a acciones de los
hombres y otras a episodios de la naturaleza. Pues bien, la eliminación
del mal significaría en última instancia la eliminación de las
imperfecciones lo cual a su vez eliminaría la posibilidad del universo y
la creación ya que constituye una contradicción en los términos la
existencia de más de un Dios (una perfección) puesto que uno tendría lo
que no tiene el otro. Lo dicho naturalmente para nada significa que el
ser imperfecto y limitado -nosotros- pueda abarcar y contestar todo lo
relativo al ser perfecto. De todos modos, tal vez sea el momento de
reiterar lo consignado en Eclesiástico (27:7), “No elogiéis a nadie
antes de oírlo razonar, porque allí es donde se prueban los hombres”.
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