El dragón asiático flexibilizó su política monetaria y, aunque la decisión de devaluar su moneda no fue sencilla, provocó un desbalance en el comercio mundial.
En los últimos 30 años, China ha tenido un crecimiento superior al 7 %, un porcentaje que supera el de cualquier otro país del mundo. Sin embargo, en los últimos tiempos el gigante asiático vive un proceso de desaceleración, debido a que busca trasformar su modelo económico.
De este modo, China ha decidido que no desea basar su crecimiento en las exportaciones, ha elegido dejar de ser la mayor fábrica del mundo y ha vuelto la mirada a su mercado interno, un cambio que le ha ocasionado un déficit comercial —exportaciones e importaciones— de 22.000 millones de dólares.
Además, hace algunos meses el país asiático flexibilizó su política monetaria y, aunque la decisión de devaluar su moneda no fue sencilla por la presión internacional, lo cierto es que provocó un desbalance en el comercio mundial, informó la revista 'Forbes'.
Repercusiones
Después de que China anunciara la devaluación de su moneda —el yuan—, la Bolsa Mexicana de Valores (BMV) de cayó con fuerza y el peso fue arrastrado a un nivel que provocó que el Banco de México activara una subasta de 373 millones de dólares.Esa pérdida de valor de la moneda asiática puede provocar un abaratamiento de las exportaciones chinas y, por tanto, un aumento de su competitividad frente a las manufacturas mexicanas, especialmente las computadoras, los equipos eléctricos y la maquinaria no eléctrica.
De acuerdo al Centro de Estudios Multidisciplinarios de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), los productores de ese país importarán más productos chinos debido a sus bajos precios y esto provocará el quiebre de cientos de pequeñas y medianas empresas mexicanas. Los propios chinos podrían adquirir esas firmas, principalmente las que están relacionadas con los sectores minero, farmacéutico, electrónico y de telecomunicaciones.
Hoy en día, la balanza comercial de México respecto a China es deficitaria debido a que le compra productos por alrededor de 600 millones de dólares mensuales, mientras que en ese periodo sus exportaciones a ese país suman cerca de 233 millones de dólares.
El petróleo obscurece el panorama
Durante el primer semestre del año, los ingresos petroleros de México cayeron alrededor de un 40 % interanual en términos reales, principalmente por los menores precios del crudo y la caída en la producción.Los 'petroprecios' se encuentran a alrededor de la mitad de lo que cotizaban en 2014 y no se ven señales claras de que se produzca un retorno a los 100 dólares por barril, al menos en los siguientes dos años.
La Secretaría de Hacienda del Gobierno de México informó que el país posee coberturas petroleras para afrontar la caída de los precios internacionales, pero únicamente ofrecen un espacio de un año para la recuperación.
La caída de los ingresos petroleros requerirá un ajuste estructural de las finanzas públicas mexicanas mediante dos vías: una subida de impuestos o una reducción permanente del gasto.
En definitiva, México se encuentra ante un escenario de consolidación fiscal, que podría reducir el gasto público en un 9 % interanual en términos reales en el segundo semestre de 2016 y en más de 2 % del Producto Interno Bruto (PIB) para finales de año.
EU se acerca a Rusia
Desde que comenzó el desplome de los 'petroprecios' Estados Unidos ha importado 70.000 barriles diarios de petróleo ruso —alrededor de 4,6 millones de barriles—, principalmente por la reducción de la diferencia de precios entre dos tipos de crudo, el Brent del mar del Norte y el WTI de Texas.En México, dichas cifras encendieron las alertas de varios analistas, que ven esas importaciones como un acercamiento entre ambas potencias mundiales, traducido en los descuentos sobre las cargas físicas que han beneficiado a sus empresas por el bajo costo de transportar el producto por vía marítima.
Por su parte, Rusia busca abrir nuevos mercados, diversificar sus exportaciones energéticas e incrementar sus flujos comerciales en Norteamérica. En los estados de Nueva Jersey, Pensilvania y Delaware están ubicadas las principales refinerías importadoras de petróleo ruso. Sin embargo, la 'joya de la corona' estadounidense está más al sur, en Texas. Aquí es donde comienza el alejamiento estadounidense de México.
En 2008, Estados Unidos producía cinco millones de barriles de crudo diarios, pero en 2014 se convirtió en el mayor productor del mundo y rebasó a los propios rusos y a Arabia Saudita, gracias al desarrollo de sus campos de petróleo de esquisto en Texas y Dakota del Norte. Además, a partir de 2011 alcanzó el liderazgo mundial en gas natural con la producción de derivados.
Si Texas fuera un país, sería uno de los 10 mayores productores del mundo, pues genera tres millones de barriles diarios, un 25 % más que la producción total de México.
Como EE.UU. es el principal comprador de petróleo mexicano y su mayor abastecedor de productos energéticos petrolíferos, México será uno de los países que más sentirán el impacto de su acercamiento a Rusia.
A este fuerte derrumbe hay que agregarle la baja de producción de Petróleos Mexicanos (Pemex), que alcanza un promedio de 2,2 millones de barriles diarios, frente a los 2,4 millones de barriles previstos en su presupuesto.
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